La relación entre Buenos Aires y la novela policial
trasciende las páginas de los libros; llega a impregnar de miedo y olor a
sangre ciertas esquinas, bares, plazas, clubes, edificios. Sobre todo ahora,
cuando una nueva edición del festival BAN! (Buenos Aires Negra) está por
comenzar en el Centro Cultural San Martín y la sensación térmica en el mercado
editorial marca que el género está con buena racha. La ocasión sirve de excusa,
entonces, para mirar el mapa porteño y, como en un espejo, encontrar reflejado
allí lo mejor del policial argentino: diez escenas memorables, cada una
seleccionada por un autor al que hay que seguirle el consejo: nadie mata tan
bien como ellos en nuestra literatura.
El periodista y escritor Daniel Ares es el flamante ganador
del concurso Extremo Negro, cuyo premio, que se entrega hoy, servirá de campana
de largada para BAN! 2015. De
todas las esquinas, Ares elige el cruce de las avenidas Gaona y Juan B. Justo.
“Supongo que no seré original, pero creo que es un lugar fundacional del relato
negro argentino, la esquina del camino de Gauna y el arroyo Maldonado, hoy
Gaona y Juan B. Justo, donde estaba el Salón de Julia, un piringundín del
barrio de Santa Rita, donde sucede «Hombre de la esquina rosada», de Jorge Luis
Borges.”
Otra
zona que Borges catapultó a la fama negra es el barrio industrial que rodea a
la avenida Warnes. “Viajó por barrios decrecientes y opacos, viéndolos y
olvidándolos en el acto, y se apeó en una de las bocacalles de Warnes.
Paradójicamente su fatiga venía a ser una fuerza, pues la obligaba a
concentrarse en los pormenores de la aventura y le ocultaba el fondo y el fin”,
escribe Borges, citado por Gabriela Cabezón Cámara, en el cuento “Emma Zunz”,
que para la autora cordobesa es, tal vez, el mejor ejemplo en su tipo. El texto
no señala con exactitud en cuál de las bocacalles de la avenida estaba la
fábrica del ex socio del padre de Emma, que lo estafó y lo condenó al exilio y
luego al suicidio, y adonde ella va a vengarse. “Me gusta pensar, por el perfil
industrial del barrio y porque es una esquina espléndida, que se dispersa en
rectas y diagonales, como citando algo de la fascinación borgeana con los
laberintos, que es la de Warnes y Honorio Pueyrredón”, sentencia Cabezón
Cámara, que este mes participó ya de la Semana Negra de Gijón.
Algo similar le pasa a Claudia Piñeiro cuando quiere ubicar
el edificio por cuyo ascensor desciende una mujer sin vida en la La muerte baja
por ascensor, de María Angélica Bosco. “El edificio en el que una joven y
hermosa mujer baja en ese ascensor, de madrugada, muerta, está en Santa Fe
entre la 9 de Julio y plaza San Martín. Cuando camino por allí, me resulta
inevitable mirar hacia dentro de los edificios y clavar la vista en la puerta
de ascensor”, admite Piñeiro, que para el cierre del BAN!, el sábado 8,
disertará sobre el genocidio armenio y su obra teatral.
Para Jorge Fernández Díaz -el autor de El puñal hablará
mañana, a las 21, sobre la novela negra de la política argentina-, la “mejor
novela policial de toda la historia argentina” es Últimos días de la víctima,
de José Pablo Feinman. “Mendizábal, su asesino profesional y meticuloso, se
instala, para vigilar al hombre que debe matar, en el viejo Hotel Europa,
frente a las vías del ferrocarril, en Belgrano R”, precisa el periodista y
escritor.
La céntrica esquina de Maipú y Diagonal Norte es clave para
Álvaro Abós, quien acaba de publicar Luna amarilla y otros cuentos negros.
Allí, dos sicarios matan a tiros al Haffner, el Rufián Melancólico, en Los
lanzallamas, de Roberto Arlt. A pocas cuadras, en el bar Ramos, Pablo de Santis
recuerda que fue el punto de encuentro del detective de Juan Sasturain, con
Tony García, el mozo que luego habrá de ser su Watson. “El viejo bar parecía
una pecera iluminada en la noche. El hombre llegó y se sentó al fondo, en la
última mesa sobre Montevideo.” Una frase del Manual de perdedores en la voz de
De Santis que el 4 de agosto, a las 20, abordará como tema el placer de leer
sobre crímenes.
El fracaso y la impericia han invadido la temática negra
acompañando al antihéroe que también se impone en otros géneros literarios. Un
lugar donde la ficción despliega esta experiencia de delincuentes torpes y sin
éxito es, para Carlos Santos Sanz, el Club Unidos de Pompeya. “Allí transcurre
New Pompey, de Horacio Convertini: un grupo de delincuentes quiere afanar en el
club y les sale todo mal. Ésa es la excusa para tratar temas como la familia,
la aceptación de la homosexualidad, los chorros…”
Fuente : Para Buenos Aires
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