El libro
"Diálogo con Borges" está prologado por María Kodama, quien subraya
cómo ambos escritores a través de caminos diferentes "convergían en su
percepción y busca del sentido estético en la literatura, en el arte y en una
inquebrantable ética".
En la introducción, "Una amistad compleja en el jardín
de los senderos que se bifurcan", Odile Felgine, destaca el encuentro
entre los dos, en septiembre u octubre de 1927.
"¿Qué voy a poder decirle a Victoria? ¡A Victoria
Ocampo!", dice con inquietud el joven a su madre Leonor un día antes de ir
a almorzar con la escritora, donde comprobó que "naturalmente conversaron
mucho".
Victoria lo describe como "un muchacho de veinticinco
años con una cierta timidez en la marcha, en la voz, en el apretón de manos y
en sus ojos de vidente o de médium".
Los dos tienen muchos puntos en común: "Los dos han
nacido en el mismo barrio de Buenos Aires, a algunas cuadras de distancia. Los
dos han sido educados por institutrices europeas, una inglesa, en el caso de
Borges y una francesa y otra inglesa, en el caso de Victoria (...)los dos han
viajado y vivido en Europa".
"En muchos de los textos reunidos aquí -desliza
Felgine-, ambos, con una extraña fascinación se prestan voluntariamente al
juego y al esfuerzo de determinar, en su recorrido personal, lo que los une, su
pertenencia histórica, cultural y geográfica; emociones de la infancia,
recuerdos de los inicios de Sur".
En el volumen,
recién publicado por El Ateneo, hay una larga entrevista que Victoria le hace a
Borges, salpicada por fotos que ilustran los temas tratados, relativos a la
infancia, la génesis creativa del escritor, los ancestros, sus padres y su
hermana Norah
Aunque sus opiniones "sobre la literatura y la vida
divergen, sus caracteres también", ambos se respetan y para Borges, su
participación en Sur lo hará conocido en el extranjero.
"`El Diálogo`, las cartas de Borges a Victoria,
impregnadas de una constante gratitud, de humor, son la marca de su admiración
recíproca, a pesar de los malentendidos. (...) Borges suministra varios relatos
breves y concisos sobre su familia. Mientras que Victoria, en su misiva, se
revela fogosa, pragmática", desliza.
Ocampo escribe: "La ironía de Borges actuaba sobre mí
como el limón sobre la ostra abierta" (...) y repasa el itinerario
literario del escritor, comenzando con un cuento titulado "El río
fatal" que escribió a los 6 años y repasa datos conocidos como sus
lecturas de niño (Dickens, Stevenson, Kipling, Bulwer-Lytton, Mark Twain, Edgar
Allan Poe), su aprendizaje del alemán con un libro de poemas de Heine, ayudado
solo por un diccionario alemán-inglés.
En su relato, Victoria cuenta que el primer número de Sur
incluyó un artículo de Borges sobre "El coronel Ascasubi" y en el
segundo una nota acerca de Martín Fierro.
Y habla de la relación de su hermana Silvina y de Adolfo
Bioy Casares, con Borges: "En 1941, los tres cómplices publicaron una
Antología poética argentina. Cómplices porque yo los encuentro ahí un poco
arbitrarios. Y ellos pensarán la misma cosa sobre mí".
Muy al pasar, Ocampo menciona a Perón ("un oscuro
coronel"), sin nombrarlo, y recuerda que cuando Borges fue designado
director de la
Biblioteca Nacional, su vista ya lo había traicionado. "De
esta ciudad de libros hizo dueños/ A unos ojos sin luz, que solo pueden/ leer
en las bibliotecas de los sueños (...).
En el volumen, recién publicado por El Ateneo, hay una larga
entrevista que Victoria le hace a Borges, salpicada por fotos que ilustran los
temas tratados, relativos a la infancia, la génesis creativa del escritor, los
ancestros, sus padres y su hermana Norah, entre otros.
En su momento Manuel Mujica Láinez dijo: "Es como si
los diversos personajes que en el libro figuran y los dos conversadores fuesen
contemporáneos entre sí, y estuviesen situados, simultáneamente, en un aire,
más allá de los días, que convoca para la historia, en pie de igualdad, a seres
cuyas existencias y cuyos pensamientos se vinculan con lo profundo del alma humana".
- ¿Qué es lo que atrae en figuras como el orillero y el
compadrito?, pregunta Victoria.
- Me atrae lo que Evaristo Carriego llamaba `el culto del
coraje`. Pienso que esos orilleros eran pobre gente que, para justificarse de
algún modo, crearon lo que yo llamé alguna vez `la secta del cuchillo y del
coraje`. Del coraje desinteresado, se entiende, contesta el escritor.
Más adelante, ella le pregunta por Adrogué: "Descríbame
un poco ese lugar donde han veraneado tantos años". Y él recuerda aquel
"perdido y tranquilo laberinto de quintas, plazas de calles que convergían
y divergían, de jarrones de mampostería y de quintas con verjas de
fierro".
Borges coincide con Victoria en que algunas palabras no
existen en otros idiomas porque la gente que los habla no ha sentido necesidad
de inventarlas (...). En cambio, tenemos en inglés o en escocés la palabra
`uncanny` y en alemán la palabra análoga `unheimlich` porque esa gente ha
sentido la presencia de algo de sobrenatural y maligno a la vez (...) si a un
idioma le falta una palabra es porque le falta un concepto o, mejor dicho, un
sentimiento".
Entre las cartas reunidas en el texto figuran cuatro
escritas por Borges a Victoria; y otras firmadas por Georgie y Leonor, su
madre.
"Mi gratitud por el amparo de este manto, que me deparó
la transitoria ilusión de participar de su esplendor, querida
Victoria" (29 de marzo, Mar del
Plata, día de lluvia) le escribe Georgie con una caligrafía vacilante, en lo
que parece ser un agradecimiento por un trozo de género con el que se
guarnecieron de la lluvia él y Bioy.
Para el final, se transcribe el emblemático texto de
despedida, que escribió Borges, a la muerte de Victoria.
"Yo sólo le debo favores. Favores hechos de la manera
más delicada posible", escribe Borges y recuerda que le debe a Victoria su
nombramiento como director de la Biblioteca Nacional.
"Yo le dije a Victoria. `¡Que disparate, me queda
grande el cargo!¡Si pudieran nombrarme director de la Biblioteca de Lomas de
Zamora, sería suficiente!`. Y ella me dijo:`¡No seas idiota!`. Y consiguió
aquello, que era un cargo mucho más importante".
"Siempre nos tratamos de usted. Además ella era myor
que yo, nunca me hubiera atrevido a tutearla. Soportó la crítica y la
incomprensión muchas veces, pero no creo que le doliera. Era muy valiente.
(...) Es imposible definirla con una sola palabra. La mejor forma de definirla
es decir Victoria Ocampo", la honra su amigo.
Fuente : Telam
Cultura – 3 de julio de 2014
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