miércoles, 1 de junio de 2011

Pettoruti y el arte abstracto. 1914 -1949



Malba – Fundación Costantini presenta Pettoruti y el arte abstracto. 1914 -1949, una selección de 37 obras realizadas por el artista argentino Emilio Pettoruti (1892-1971)durante la primera mitad del siglo XX. Curada por Patricia Artundo, esta exposición propone repensar la relación de Pettoruti con el arte abstracto, ineludible para comprender gran parte de su producción artística.
Se exhiben, collages, óleos y acuarelas, realizados por el artista entre 1914 y 1949, período que abarca sus primeros años en Italia, su regreso a la Argentina y sus posteriores viajes por Europa antes de instalarse definitivamente en París. “Aquella producción inicial de los años de su residencia en Italia ha sido pensada básicamente a partir de su contacto con los futuristas. De lo que se trata aquí, precisamente, es de sacarla de ese lugar donde no parece tener nexo con la historia del arte abstracto en la Argentina y, en todo caso, formular otras preguntas no solo en relación con ella sino también con su producción anterior a 1953, año en que el artista, ya radicado en París, se volcó decididamente a la pintura abstracta”, explica Patricia Artundo, curadora de la exposición.


A cuarenta años de su fallecimiento, el objetivo es reflexionar acerca de lo que se ha pensado y escrito sobre Pettoruti durante los últimos años. “Recuperar desde las obras su propio ejercicio reflexivo, caracterizado por la complejidad, la variedad y la densidad de sus propuestas”, afirma Artundo.
Las obras que integran la exposición provienen de colecciones particulares y de colecciones públicas, como el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires; el Museo de Artes Plásticas “Eduardo Sívori” de Buenos Aires; el Museo Castagnino + MACRO de Rosario; el Museo Provincial de Bellas Artes “Emiliano Guiñazú” (Casa de Fader) de Mendoza; el Museo Provincial de Bellas Artes “Emilio Pettoruti”- Instituto Cultural de La Plata; y la Cancillería Argentina, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, entre otras.


Junto con la exposición, Malba editó un catálogo de 120 páginas, bilingüe español e inglés, que incluye el ensayo curatorial “Otros papeles de trabajo. Pettoruti y el arte abstracto”, a cargo de Patricia M. Artundo; y el texto “Emilio Pettoruti y la búsqueda de una estrategia propia”, escrito por Marcelo E. Pacheco - curador en jefe de Malba- en 1992 e inédito hasta ahora. Además, se reproducen a color todas las obras representadas en la muestra.

Pettoruti y la abstracción

“Para evitar que la mirada del otro –aún a través de nuestros propios ojos– nos defina, es importante explorar especialmente los años de formación de nuestros artistas para encontrar allí las claves propias que después abran el camino al estudio alternativo de sus producciones posteriores. En el caso de Pettoruti, al observar sus obras desde 1914 se advierte una unidad particular que lo llevará precisamente a diferenciarse de sus contemporáneos europeos”, analiza Marcelo Pacheco, en el ensayo “Emilio Pettoruti y la búsqueda de una estrategia propia”.
Durante su primera estadía en Europa, a partir de 1913, Pettoruti subvierte la tradicional práctica de aprendizaje —basada en la copia de las obras de los grandes maestros— y se propone una relectura inédita de sus principios formales y compositivos. “Lo que realizó fue un estudio del color y de sus relaciones y armonías en función de su distribución proporcional en el plano. Y ésta fue una de las vías por las que llegó a la abstracción”, asegura Artundo. Otro de los caminos que guiaron al artista hacia la abstracción fue su contacto con los futuristas, sus obras, sus publicaciones y manifiestos y, también a través de ellos, el cubismo sintético. La serie de dibujos a la carbonilla realizados entre 1914 y 1916 está relacionada con las investigaciones que los futuristas habían iniciado dos años antes y en las que continuaban trabajando.


Si durante la década de 1910 el paisaje se convirtió en el campo de experimentación de su producción, en la década siguiente se observa un punto de inflexión con la aparición de un nuevo tema: los músicos. “Asimismo, la problemática de la abstracción pura pareció ceder su lugar a otras cuestiones o, en todo caso, apareció relacionada con otras, siguiendo su línea de investigación, a partir del cubismo en su definición por planos de color/luz y el trabajo por la definición de claves tonales que llegan a desmaterializar y dificultar el reconocimiento de las formas naturales”, explica Artundo.
Luego, en la década del 30, el artista realizó una serie de pinturas con otro motivo en común: las copas, que actúan como un nuevo campo en el que el artista despliega sus investigaciones relacionadas con la pintura abstracta.
“Pettoruti no trabaja sobre temas –aun cuando estos sean reconocibles como en el Retrato del poeta Alberto Hidalgo
(1925)-, sino que trabaja sobre motivos que constituyen el soporte sobre el cual ejerce sus investigaciones. De allí la aparente repetición y/o reiteración, cuando en realidad de lo que se trata es de la definición de matrices”, sostiene la curadora.
Para Artundo: “El pintor se manejó con absoluta libertad por dentro y por fuera de la vanguardia. Él fue capaz de absorber todo y de acercarse desprejuiciadamente a los maestros italianos para realizar otro tipo de investigaciones que lo llevaron, por otro camino, a la abstracción: la realización de mapas cromáticos a partir de la obra del Beato Angelico; la generación de nuevas estructuras compositivas y espaciales desde su lectura de los frescos de Masaccio; la creación de armonías tonales con los venecianos; la investigación acerca de la luz y su incidencia sobre las superficies ejercitada desde el estudio de la técnica del mosaico y del vitraux”, explica.


En los años 40, Pettoruti retomó su preocupación por estudiar la luz propia de su pintura y cuestionó la noción misma de representación apelando nuevamente a una ambigüedad. Posteriormente, entre 1948 y 1952 —antes de instalarse definitivamente en París—, el artista repensó su obra en su conjunto. A partir de sus nuevas pinturas
(Crepúsculos marinos, Farfallas, Soles y Noches), comenzó a definirse como "pintor abstracto".
“Sin embargo, en el fundamento de esas nuevas obras y aun cuando estas implicaran un giro sobre sus talones en relación con su obra de la década anterior, una mirada atenta descubre el ejercicio reflexivo continuo acerca de una problemática que lo ocupó durante gran parte de su vida”, concluye la curadora.

Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires -MALBA
Sala 3 (primer piso)
Del 27 de mayo al 27 de junio.

Curadora invitada: Patricia Artundo

Fuente : Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires –
MALBA Prensa – Mayo 2011

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