sábado, 26 de junio de 2010
Sobre la inexistencia de Jorge Luis Borges
A comienzos de los años '80, intelectuales y medios europeos comenzaron a divulgar una noticia increíble: que el escritor argentino en verdad no existía.
Año 1981. Diario italiano Il Messaggero: una gran foto de Borges, y debajo un titular: "El inexistente". El autor de la nota era nada menos que el escritor Leonardo Sciascia. La noticia, con fuente en el suplemento literario del semanario francés L’Express, refería que Jorge Luis Borges había sido una invención de un grupo de escritores, entre quienes estaban Adolfo Bioy Casares, Leopoldo Marechal y Manuel Mujica Láinez. Para darle vida a esta especie de obra colectiva habían recurrido a los oficios de un actor de segunda línea llamado Aquiles Scatamacchia ("¡Qué nombre de comedia del arte!", exclama Sciascia).
Escribía Sciascia: "En cierto sentido –en un sentido propiamente borgeano– Borges se la buscó. Su instar al olvido, a la inexistencia, al deseo de ser olvidado, al no querer ser ya Borges, de alguna manera y con los aires que soplan en el periodismo, no podía sino generar la noticia de que Borges no existe". Según el escritor italiano esta noticia es "una invención que está en el orden de sus propias invenciones", una fabricación que podría haber tenido como autor a Borges mismo.
Un error de la ilustre publicación francesa contribuyó involuntariamente a la "inexistencia" del argentino, ya que lo rebautizaba "José Luis Borges".
Sciascia no fue el único escritor italiano que se ocupó del tema. Antonio Tabucchi opinó al respecto: "La información era tan borgeana que se volvía divertida, incluso pensé en seguida que detrás de ese rumor no podía estar otro que el propio Borges". Tabucchi recuerda que Borges irónicamente declaraba ser una invención de Roger Caillois, el escritor y traductor que lo descubrió y lo hizo popular en Francia. En una entrevista, Borges agregaba: "En Francia, en Sudamérica y en Buenos Aires también. Nadie me conocía antes".
Criaturas creadas
Borges mismo no fue ajeno a la invención de escritores apócrifos. De su fantasía surgieron Herbert Quain, Pierre Menard, Honorio Bustos Domecq, Benito Suárez Lynch; creadores de ficción y personajes ficticios a la vez. El "Examen de la obra de Herbert Quain" es una reseña imaginaria de la imaginaria obra del irlandés; Menard, un poeta francés de comienzos del siglo XX que intentaba escribir el Quijote; Domecq fue una creación conjunta de Borges y Bioy Casares –bautizado así a partir de los apellidos de sus respectivos bisabuelos– autor de relatos policiales humorísticos, así como el menos conocido Benito Suárez Lynch. En un paroxismo de lo ilusorio, cancelados ya totalmente los límites entre lo real y lo ficticio, Domecq llegó a tener su propia biógrafa, Adelma Badoglio, quien contaba que el escritor había nacido en Pujato, Santa Fe, y se había dedicado a la docencia.
José Saramago se unió también a este juego virtual. En El año de la muerte de Ricardo Reis, Ricardo regresa a Portugal tras la muerte del poeta Fernando Pessoa. En la biblioteca del trasatlántico en el que viajaba desde América encontró un libro de Herbert Quain, The God of the Labyrinth. Se sintió atraído por su título y quiso conocer de qué dios y de qué laberinto se trataba, pero descubrió "una simple novela policíaca, una vulgar historia de asesinato e investigación". Saramago declaró en una entrevista que, como en su novela él no había aclarado que ésta era una referencia a Borges, seguramente unos cuantos críticos literarios en Portugal estarían tratando de dilucidar quién era este nuevo autor y buscando desesperadamente las obras de Herbert Quain.
También el escritor alemán Gerhard Kopf proclama No existe Borges desde el título de su novela publicada en 1993. El narrador de la historia es un profesor en viaje a un congreso en Malasia para defender su hipótesis de que Don Quijote no había sido escrito por Cervantes sino por William Shakespeare. En el avión conoce a un pasajero argentino que le dice que Borges es una invención, "historias, nada más que historias". La novela describe una serie de encuentros oníricos con el escritor en un oscuro corredor de hotel.
Alguien tiene que decir la verdad
Tal el lema de la revista Cabildo. ¿Qué tiene que ver la publicación nacionalista con Borges? Es que fue precisamente en sus páginas donde se publicó por primera vez la noticia de la inexistencia del escritor, que reprodujo L’Express y luego fue retomada por Sciascia, que cita a "la revista argentina de derecha ("extrema", según L’Express) Cabildo".
El actual director de la publicación, Antonio Caponnetto, no sólo recuerda la polémica surgida en 1981 sino que sigue indignado contra quienes no supieron comprender la "broma genial" urdida por el autor de la nota, Aníbal D’Angelo Rodríguez. "Con una mezcla de memez y villanía pocas veces vista, un grupo de incapacitados para el sentido del humor nos acusó de falsarios por sostener la inexistencia de Borges", declara el director. En rigor de Verdad –a tono con el lema de la publicación– parece obvia la intención jocosa de lo escrito por D’Angelo, aunque algo fuera de lugar en una revista cuya ideología no se caracteriza precisamente por su sentido del humor. Pero los franceses, y no sólo ellos, se lo tomaron en serio, la broma se transformó en noticia y tuvo eco internacional.
La nota de Cabildo se titula "Borges no existe" y relata que a mediados de la década del '20 Leopoldo Marechal escribió un artículo que no quiso firmar, y entonces se inventó un seudónimo: Jorge Luis Borges. Luego, como diversión, creó un pasado y una personalidad para este personaje. Más adelante se unieron a él Bioy, Mujica Láinez y otros, y "pasó lo mismo que con Frankenstein: el monstruo tomó vida propia y sobrepasó a sus creadores".
La intención eutrapélica (sic Caponnetto) aparece come evidente, por ejemplo, cuando el periodista presenta al actor que los escritores decidieron contratar para personificar a Borges: "Se encontró el candidato ideal. Se llamaba Aquiles R. Scatamacchia. Se lo vistió adecuadamente, se le dieron dos o tres lecciones sobre urbanismo elemental (el Scatamacchia pre-borgeano mondaba con techito) y se lo lanzó a la vida pública". El hecho de que el actor fuese casi ciego facilitaría la simulación, ya que permitiría explicar que "Borges" no reconociera a personas que tendría que haber conocido.
Las críticas recibidas desde Francia, donde se preguntaban por las intenciones ocultas de la "noticia" publicada por Cabildo, apagaron el espíritu jocoso de los periodistas argentinos, que decidieron responder a las acusaciones. Dice Caponnetto: "Como un periodista imbécil de L’Express insistía en hacer gala de su incapacidad para el goce de la auténtica ironía y del género ficto, e insistía en llamarnos mentirosos, le remitimos una carta abierta poniéndolo en su lugar". En ella la revista se queja de que la Francia de Miterrand sólo se acuerde de Argentina para criticarla, y de que la dictadura argentina, seducida por el presidente francés, hubiese permitido una apertura a los partidos de izquierda.
La polémica continuó por varios números, y la revista prometía: "Lea en el próximo número además de la continuación del apasionante ‘caso Borges’ una nueva encuesta: ¿Existe realmente Martínez de Hoz?".
La única verdad es la irrealidad
Quizá sea un lugar común decir que a Borges le hubiera resultado divertida toda la historia. Él hizo repetidas referencias, tanto en entrevistas como en su obra, a la inexistencia de su identidad personal. En palabras de Tabucchi: "Ésta no es sólo una actitud existencial llena de ironía, sino el tema central de su obra narrativa".
En una conferencia brindada en los ochenta en el Hospital de Niños, una espectadora le hizo una pregunta acerca de Dios, y Borges respondió: "Señorita, en este momento yo no tengo la seguridad de mi propia existencia, imagínese si puedo hablar de la existencia de Dios". En otras oportunidades manifestó que no era realmente un escritor sino un impostor o un chapucero, y que temía el día en que todos se dieran cuenta de ello. También hizo declaraciones que admiten diversas interpretaciones, como "El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges".
Tabucchi concluye su ensayo diciendo: "Yo creo que Borges quiere decir (...) que el escritor es, ante todo, un personaje que él mismo ha creado. Si queremos sumarnos a su paradoja y aceptar jugar su juego, podemos decir que Borges, personaje de alguien llamado como él, no existió jamás".
Fuente : Laura Kopouchian - La mujer de mi vida - 2007
miércoles, 23 de junio de 2010
Alemania disfruta de la poesía de Borges
Coloquio Internacional
Especialistas de tres continentes disertarán desde hoy en una antigua ciudad alemana sobre la poesía de Jorge Luis Borges (1899-1986), una de las facetas menos conocidas del creador de El Aleph, durante un encuentro organizado por el Comité para la participación de Argentina como invitada de honor a la Feria del Libro de Frankfurt (Cofra).
Se trata del Coloquio internacional Borges como Poeta-Borges Poeta que hasta el próximo viernes se desarrollará en la Universidad de Leipzig bajo la dirección del catedrático Alfonso del Toro y la doctora Claudia Gatzemeier, en el marco del Seminario de Investigaciones Iberoamericanas (Iafsl) de esa casa de altos estudios.
María Kodama, viuda del escritor fallecido a los 86 años en Ginebra, asistirá a la conferencia que reunirá a más de 20 académicos de diversos lugares del mundo.
El coloquio está dirigido a científicos y pretende contribuir a cerrar un vacío en la investigación de una parte importante de la obra de Borges. Expertos de Argentina, México, Alemania, Uruguay, Italia, Israel y Estados Unidos, entre otros, abordarán la lírica de Borges, que si bien fue unos de los fundamentos de su quehacer literario al inicio y al final de su carrera, fue mucho menos analizada que la prosa y los ensayos que le valieron el reconocimiento mundial.
Destacadas figuras como el argentino Mario Goloboff y la uruguaya Lisa Block de Behar; el mexicano Rafael Olea Franco; los alemanes Michael Rossner y Roland Spiller; y la israelí Ruth Fine participarán del congreso que aspira a generar un panorama de la creación poética borgeana como antecedente para futuras investigaciones.
Javier Gómez Montero, de la Universidad Christian Albrechts; y Edna Aizenberg, del Marymount Manhattan College de New York, también se darán cita en el coloquio que pretende comenzar a ocupar ese vacío en el análisis de la obra del creador de Historia universal de la infamia.
De Toro explicó que el congreso “permitirá clasificar históricamente y valorar su lírica mediante la investigación de las diferentes tradiciones e innovaciones que ésta presenta”, a través de la exposición sistemática de las características de su poesía.
El estudio comenzará con Fervor de Buenos Aires, editado en 1923; y pasará por Cuaderno de San Martín (1929), El otro el mismo (1924), Para las seis cuerdas (1965), El elogio a la sombra (1969) y El oro de los tigres (1972); para terminar con Los conjurados (1985).
Este análisis estará enmarcado en las grandes escuelas y grupos poéticos de Latinoamérica y Europa, a fin de someter la tonalidad, la melodía, el ritmo y la oralidad de sus textos —consideradas por Borges como estructuras portadoras de sentido para el autor— a una exhaustiva revisión.
En la apertura, Kodama disertará sobre la poesía como comienzo y fin de la tarea literaria de Borges; mientras que el alemán Roland Spiller buceará en sus imágenes oníricas; Aizenberg repasará lo que considera hechos poéticos y Olea Franco abordará
La construcción borgeana de Buenos Aires será tema de De Toro; en tanto el alemán Walter Bruno Berg intentará responder si se trata de un poeta posmoderno; Forster se introducirá en su relación con Walter Benjamin para trazar un mapa urbano desde la escritura como pasión de la memoria; y el mendocino Víctor Gustavo Zanona abordará la predicación metafórica de algunas obras.
La italiana Susanna Regazzoni se encargará de analizar su poesía como fundadora de una nueva Buenos Aires y el germano Christian Wehr se ocupará de la presencia de Borges en la poesía latinoamericana.
España estará presente en el coloquio con temáticas como el Golem, el logos divino y la huella de ese país en la poesía borgeana; la mística en sus poemas será tema de Rossner; la israelí Fine analizará la impronta del silencio en sus versos; y el tema de la fidelidad a sí mismo será desarrollado por la romana Laura Silvestri.
La estadounidense Silvia Dapia, la argentina Elisa Calabrese y el alemán Víctor Andrés Ferretti repasarán, por otro lado, la subjetividad, la realidad y la repetición dentro de la poesía del escritor a quien le debemos valiosas traducciones de otros grandes como Edgar Allan Poe, Franz Kafka, James Joyce, Hermann Hesse, Rudyard Kipling, Herman Melville, André Gide y William Faulkner.
Fuente : Telam
23/6/2010
BORGES POETA
Dentro del marco de uno de los puntos centrales de investigación del CIIAL, “Jorge Luis Borges”, y basándonos en la docencia, investigación y múltiples publicaciones de este centro así como en un gran número de congresos internacionales que le han conferido un reconocimiento internacional, y al mismo tiempo aprovechando la presencia de Argentina como invitado de honor de la Feria del Libro en Francfort en 2010, llevaremos a cabo un congreso internacional cuyo tema será “Borges poeta”.
El motivo de este congreso radica en el conocido hecho de que la poesía de Borges ha sido investigada de forma periférica, al contrario del sinnúmero de publicaciones dedicadas a sus cuentos que son mundialmente muy conocidos. El número de referencias bibliográficas destinadas a la investigación de su poesía es mínimo si se compara con aquéllas dedicadas a sus cuentos.
El descuido que la poesía de Borges ha experimentado se debe en parte a la gran fama
alcanzada por sus libros Ficciones, El Aleph o El Libro de Arena. No obstante, este desinterés no es justificable ya que Borges apreciaba mucho la poesía –quizás aun más que la forma narrativa– y, recordemos, ella estuvo siempre en el centro de su interés, al inicio y al final de su carrera literaria, sin ser ni cuantitativa ni cualitativamente menor a sus cuentos. Borges es sin lugar a dudas un excelente poeta que también en este ámbito incursionó nuevos caminos que hasta ahora han permanecido o permanecen desconocidos.
El Coloquio Internacional tiene como objetivo dar un primer paso para abolir a largo plazo este desequilibrio así como también ofrecer un panorama sobre la producción poética deBorges y brindar de esta forma una base pionera para investigaciones futuras.
El Coloquio se centrará en una aproximación sincrónica y diacrónica a la poesía de Borges que permita clasificarla y calificarla históricamente, al mismo tiempo investigará las distintas tradiciones a las que Borges se afilia, las innovaciones que éste introduce e intentará exponer sistemáticamente sus características líricas.
El corpus abarca su poesía temprana y tardía, de Fervor de Buenos Aires (1923) hasta Los conjurados (1985), considerando el Cuaderno de San Martín (1929), El otro, el mismo (1964), Para las seis cuerdas (1965), Elogio a la sombra (1969) y El oro de los tigres(1972).
La poesía de Borges se investigará relacionándola con las grandes líneas, escuelas y grupos líricos de Latinoamérica y Europa. Asimismo, el coloquio someterá a una revisión su desdeñado inicio lírico como parte del ‘creacionismo’ –incluso por Borges mismo comentado en forma despectiva– examinando esta estética bajo una nueva perspectiva. Igualmente, los conceptos gnósticos, místicos y culturales contenidos en sus poemas gozarán de un lugar privilegiado en el análisis. El timbre, la melodía, el ritmo y la oralidad, todos aquellos elementos caros a Borges como estructuras significativas (vid. The Craft of Verse) también serán consideradas.
Fuente ; Prof. Dr. Alfonso de Toro
Universidad de Leipzig -Alemania
Internationales Kolloquium in Leipzig: Experten diskutieren die Lyrik des Weltliteraten Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges (1899 - 1986) zählt zu den wichtigsten Vertretern der Weltliteratur des 20. Jahrhunderts. Vom 23. bis 26. Juni ist er der "Held" des vom Ibero-Amerikanischen Forschungsseminar der Universität Leipzig veranstalteten Internationalen Kolloquiums "Borges Poeta".
Mit seinen phantastischen Erzählungen konnte der argentinische Autor Ruhm und weltweite Aufmerksamkeit erlangen, während seine Lyrik – die am Anfang und am Ende seines literarischen Schaffens im Vordergrund stand – ein Schattendasein führte und nahezu unentdeckt blieb.
Das „Internationale Kolloquium Borges als Dichter / Borges Poeta“ soll einen Überblick über Borges‘ dichterisches Schaffen bieten und so eine zukunftsweisende Vorlage für künftige Untersuchungen liefern. Unter der Leitung von Professor Dr. Alfonso de Toro und Dr. Claudia Gatzemeier – beide vom Ibero-Amerikanischen Forschungsseminars (IAFSL) der Universität Leipzig – werden 24 Literaturwissenschaftler aus sieben Ländern (USA, Europa, Israel und Lateinamerika) die Lyrik des Dichters Borges aus verschiedenen Perspektiven untersuchen.
Als Ehrengast wird unter anderem die langjährige Lebensbegleiterin und zweite Ehefrau des berühmten argentinischen Schriftstellers, die Autorin, Übersetzerin und Literaturwissenschaftlerin María Kodama erwartet. Kodama, die Borges auf zahlreichen Auslandsreisen begleitete und dem erblindeten Weltliteraten ihre Augen und ihre Stimme lieh, ist Universalerbin seines Nachlasses sowie Präsidentin der Fundación Internacional Jorge Luis Borges und wird an der Konferenz aktiv teilnehmen.
Das Kolloquium wendet sich an Wissenschaftler und soll dabei helfen, eine Forschungslücke bei einem bedeutenden Teil von Borges‘ Werk zu schließen. Die Konferenzsprache ist Spanisch. Für interessierte Zuhörer ist das Internationale Kolloquium Borges als Dichter / Borges Poeta kostenlos.
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Coloquios y Conferencias sobre Borges
domingo, 20 de junio de 2010
Bloomsbury Auctions Subasta en Nueva York el manuscrito de Borges : El jardín de senderos que se bifurcan
El manuscrito de "El jardín de senderos que se bifurcan", el primer trabajo del autor argentino Jorge Luis Borges que fue traducido al inglés, será subastado en Nueva York el próximo 23 de junio por la firma de subastas Bloomsbury Auctions.
"Es el manuscrito de Borges (1899-1986) más importante jamás sacado a subasta", detalló en un comunicado la casa, que ha calculado su posible precio entre 200.000 y 300.000 dólares.
"El jardín de los senderos que se bifurcan", publicado por primera vez en 1941 por la revista literaria "Sur", fue celebrado por el escritor Adolfo Bioy Casares (1914-1999), íntimo amigo de Borges, como una revelación "de las posibilidades literarias de la metafísica".
El cuento, que Borges calificó de "policial", dio título también a una colección de narraciones que, posteriormente, fue recogida en su totalidad en el volumen "Ficciones" (1944).
"Este manuscrito es uno de los mejores ejemplos del trabajo del autor y un hito de la literatura universal", aseguró la casa de subastas.
Asimismo, la firma señaló que este cuento introdujo el concepto de "hipertexto" para referirse a textos a partir de los cuales se puede acceder a otra información, "una noción clave para el pensamiento moderno y una base intelectual para internet".
Además de este importante manuscrito, la casa ofrecerá una primera edición firmada por Borges del ensayo que realizó sobre el poeta Evaristo Carriego, así como las hojas en las que el autor anotó correcciones y cambios que se incluyeron en ediciones posteriores.
Otra de las obras del escritor argentino que se pondrá a la venta en Nueva York será una primera edición de 1929 de "Cuaderno San Martín", valorado entre 18.000 y 20.000 dólares, que incluye un poema escrito a mano por el propio autor para la que entonces era su prometida.
Bloomsbury Auctions también destacó la venta de un borrador manuscrito del obituario que Borges escribió para el autor francés Paul Valéry, uno de sus referentes literarios, y que se incluyó en su ensayo "Valéry como símbolo" y en "Laberinto". Está valorado entre 10.000 y 15.000 dólares.
Bloomsbury Auctions Presents Important Works from Borges and Steinbeck in its Travel, Literature, Autographs and Fine Books Sale
Wednesday, 23 June, 2010 at 10am and 2pm
New York, NY—Bloomsbury Auctions is delighted to bring to market an important selection of works from two major 20th century authors featured in its June 23rd, Travel, Literature, Autographs and Fine Books sale. The two-part sale, which takes place at 10am and 2pm in Bloomsbury’s Manhattan salesroom, presents 580 lots split into six sections that cover a range of interests including Travel, Literature, Autographs, Law Books, Fine Books, and Private Press.
Among the highlights is a particularly rare and intriguing collection of works by protean Argentine writer Jorge Luis Borges. The standout of the collection is an extraordinary holograph manuscript of El jardin de senderos que se bifurcan or The Garden of Forking Paths, one of the outstanding imaginative and speculative works of the 20th century—the present stands as the most important Borges manuscript to ever appear at auction. One of the finest examples of the author’s work extant, and with no other manuscript examples in institutional collections, it is a singular and landmark work to world literature and the introduction of the idea of ‘hypertext’; a key concept of modern thought and an intellectual basis for the internet (estimate $200,000-$300,000).
Additionally included are several inscribed first editions including Borges’ own copy of Evaristo Carriego, heavily corrected with numerous changes in his own hand (estimate $25,000-$30,000), and a first edition of Cuaderno San Martin inscribed to his former fiancée with a 22-line holograph poem (estimate $8,000-$10,000). Also of special note is a draft for the obituary of Paul Valéry that appears as the essay “Valéry as Symbol” in Labyrinths; a writer of immense importance for Borges (estimate $10,000-$15,000). There are also several holograph manuscripts dating from the 1920s to the 1940s – among these are two book reviews that provide a fascinating glimpse into Borges’ esthetic concerns (estimate $8,000-$12,000 each). Another remarkable manuscript in Borges’ hand is the critical essay El Estilo y el Tiempo describing his thoughts on the act of writing and translation and represents an important precursor to his groundbreaking 1939 fiction Pierre Menard (estimate $30,000-$40,000).
The auction’s second headlining collection consists of the contents of the John Steinbeck archive gathered from the apartment in New York City that he and his third wife, Elaine, shared for thirteen years. The items include many important autograph manuscripts, voluminous correspondence, several inscribed illustrated works including original drawings and photographs. Steinbeck’s personal library comprising some 500 books, including first editions, presentation copies, many with his rubber stamp as well as later presentation copies to Elaine Steinbeck, is offered as a stand-alone group. Also offered are documents relating to stage, screen and film productions including interesting material on Viva Zapata, original typescripts and manuscripts, an unproduced film treatment of Ibsen titled The Vikings and an abandoned reworking of Cervantes’ Don Quixote, both in original typescript.
The ephemera encountered here is as fascinating as it is comprehensive: newsprint clippings from around the world, publicity and contractual matter, property deeds, solicitations for public appearances, political commentary, even a group of audio and visual recordings, all spanning forty years. Of a more intimate nature are the personal effects gathered, such as Steinbeck’s standing globe and chair, even a collection of his tobacco pipes and reading spectacles. Also found is a poignant and extraordinary memento: Edward Ricketts’ briefcase and the telegram received by Steinbeck upon his friend and collaborator’s fatal car wreck.
For interested Steinbeck collectors and institutional bidders, Bloomsbury Auctions is pleased to offer this entire archive en bloc (estimate $200,000-$250,000). If the reserve for the lots as a collection is not met, the lots will be sold individually.
In addition, there are large groups of material from Jules Verne and Thornton Wilder obtained from two private collections that include first editions, unpublished typescripts, inscribed copies, and an uncorrected galley proof of The Bridge of San Luis Rey (estimate $2,500-$3,500). The travel material also boasts many highly desirable items including Schoener’s Luculentissima quaeda[m] terrae totius description… (estimate $40,000-$60,000), and a profusely extra illustrated set of
The South Polar Times (estimate $25,000-$35,000). Additionally a fine private collection of mainly 16th century law books, a large autographs section, signed theater memorabilia and a sampling of private press and fine books are offered.
Fuente :http://ny.bloomsburyauctions.com/
Examen de la obra de Herbert Quain - Borges, Saramago y la increible carta de Pedro Pou
Pedro Pou se convirtió esta semana -a la que quizá termine recordando como la más importante de su gestión- en adalid de los cultores de Borges. Su cruzada literaria tuvo dos aspectos: uno público y, si se quiere, ligeramente baladí (adjetivo que lo hace feliz y que adoptó como propio a partir de leerlo en «Ficciones»), que consistió en presentar la moneda de dos pesos acuñada con la efigie del Gran Ciego. Es obvio que quiere ser más literato que titular del Banco Central.
El otro aspecto, en cambio, es secreto, y una circunstancia fortuita lo impulsó a hacer partícipe del misterio al Premio Nobel de Literatuta José Saramago, quien pasó esta semana por Buenos Aires para dictar una conferencia en los actos del centenario. Pou, en esa carta, intenta convencer al sabio portugués de que las criaturas imaginarias de Borges quizá no lo sean tanto, hasta el punto de que él -Pou- tiene pruebas irrefutables sobre la existencia real de Herbert Quain, uno de los muchos escritores fantásticos que surgieron de la imaginación borgeana. En su cuento «Examen de la obra de Herbert Quain», Borges había creado uno de los muchos escritores apócrifos de los que está poblada su literatura. Pierre Menard fue otro de los más famosos. Saramago (contaba después en un restorán, rodeado por amigos y cofrades literarios) no podía salir de su asombro. Al llegar al hotel, cansado por el trajín de la conferencia y de los muchos libros que debió firmar en El Ateneo, encontró debajo de la puerta, con membrete del Banco Central de la República Argentina, la carta con la revelación. Para un comunista parece impensable que un hombre de las finanzas también se dedique a los libros.
Existe, dice Pou, «un registro contable del ex Banco Argentino Lusitano que, como usted sabe, abrió sus puertas en Turdera a principios de siglo y que luego se convirtió en el Banco Popular de Turdera. En el Banco Central se guardan documentos y éste, del que le envío fotocopia, lo he atesorado con pasión insana. Es una transferencia que Pessoa hizo a nombre de Ricardo Reís a favor de Jerry Corrigan, con cargo de cancelar una deuda que Pessoa mantenía con Herbert Quain».
¿Por qué eligió Pou a Saramago como destinatario del arcano? Sencillamente, porque su conferencia se había denominado «Algunas pruebas de la existencia real de Herbert Quain», lógicamente en plan fantástico. Nunca pudo haber adivinado Saramago, pese a su frondosa inventiva, que con ese título había acertado en el corazón del misterio que durante tanto tiempo atesoró Pou en soledad y que ahora, al fin, se iba a hacer público.
Pero no fue así: anónimo, en medio de los respetuosos escuchas, Pou comprobó que el venerable portugués sólo seguía el juego de Borges; hablaba de Herbert Quain como de un mero personaje imaginario que había escrito obras no menos irreales.
Ya era demasiado: al retirarse de la conferencia, Pon se sintió en la obligación de reordenar ese universo fantástico y desengañar a Saramago: su documento no sólo refutaba el carácter imaginario de Quain, sino también involucraba a Pessoa y a Reis.
«Yo no sé -dijo más tarde Saramago- si este señor Pou quiso remedar a Borges, hacerme una broma o se cree en serio todo esto y ha ingresado decididamente al mundo de lo fantástico. Me dicen que ha tenido que ver con una moneda con la cara de Borges que tiene en la contracara algo tan elemental y obvio como un laberinto. Pero eso no importa. Si tienen gente así - sonrió-, yo creo que la Argentina tiene posibilidades.» Hay proximidades de gremio más fuertes que la ideología.
Este es el texto de la carta que dirigió Pedro Pou a José Saramago, en la que sostiene que Herbert Quain, escritor inventado por Jorge Luis Borges, existió realmente.
Estimado José:
Tuve el enorme placer de escuchar la conferencia que diera ayer en la Fundación Borges, donde me enteré de que compartimos -además de la admiración por la obra de Kafka, Pessoa y Borges- un, tal vez insano, interés por saber si verdaderamente Herbert Quain existió. Me gustó mucho conocer esos datos irrefutables que usted aportó, en particular el nombre del bibliotecario del Highland Brigade (¿no leparece que tal vez rastreando su familia podamos encontrar ese recibo del libro que Ricardo Reis tomó prestado y nunca devolvió, y que ésta sería otra prueba irrefutable?).
Agradecido, quiero compartir con usted un documento que creo que es único y que ratifica su tesis sobre la existencia de Herbert Quain y le permitirá ser aun más enfático a la hora de transmitir esta convicción a quienes (vaya a saber por qué motivos o intereses) aún dudan de su existencia. Se trata de un registro contable del ex BancoArgentino Lusitano que, como usted sabe, abrió sus puertas en Turdera, Provincia de Buenos Aires, en 1911 o 12, y llegó a ser uno de los bancos más importantes de la Argentina hasta su compra por el que ahora es el Banco Popular de Turdera. En los archivos del Banco Central se guarda toda la documentación de los movimientos de divisas desde 1910 a 1945 y de 1948 a 1966. Existe un documento, que hasta ahora he atesorado con pasión insana, y que quiero compartir con usted (le adjuntofotocopia), de una transferencia que Fernando Pessoa hace a nombre de Ricardo Reis a favor de un tal Jerry Corrigan, con cargo a cancelar una deuda que Pessoa mantenía precisamente con Herbert Quain.
Quedo a su disposición por si usted quiere consultar la documentación original -celosamente guardada en la bóveda de este banco que asi, sumando este antecedente a los tantos otros que usted nos aportara en el día de ayer, damos por terminada esta estéril discusión sobre la existencia o no de quien en vida fuera el autor de una obra que merece ser recordada y releída permanentemente como es «God of the Labyrinth». (Desdichado destino el de Quain, que comparte con Homero y Shakespeare, aunque a fuerza de ser sincero, debo decir que su obra no alcanza el nivel de algunos pasajes de la Odisea o de Macbeth).
Aprovecho su atención para referirme a su visión de Borges y el Laberinto. Coincido con usted en que hay en él una mirada filosófica (yo agregaría que también religiosa), mirada que, tal vez la belleza deslumbrante de su literatura se ha encargado de ocultar. (Como dice Romano Guardini, tanto Platón como Homero exponen un gran pensamiento religioso, pero el talento filosófico del primero poético del segundo lo enmascaran, lo ocultan).
Pero no coincido totalmente con su visión de la que ha sido la ceguera de Borges lo ha llevado a percibir el mundo como un laberinto y a recrear los mundos interiores, infinitos mundos de imágenes a través de la pa'labra. ¿Qué son esos mundos interiores que Borges crea y recrea? ¿Son realidades virtuales desvinculadas de este mundo sensible o, por el contrario, son el mundo real que nosotros no alcanzamos a ver mientras que lo que suponemos real es lo verdaderamente virtual? Con el debido respeto, me inclino por esta segunda hipótesis y hay abundantes testimonios en este sentido en su obra.
Como creo que hoy parte de BuenosAires y no quiero dejar de aportarle esta valiosa evidencia de la existencia de Herbert Quain, no abundo en este argumento (aunque como usted intuirá, la verdadera razón es que me resultaría difícil polemizar como simple amigo de Borges -y desde que leí «Su Evangelio», también de Saramago- con quien ha fatigado las letras con tantos aciertos).
Si me permite una sugerencia, que creo puede ayudarnos a buscar la verdad sobre un tema tan importante, tal vez pueda usted releer algunas poesías de «Fervor de Buenos Aires», escritas por Borges a los 24 años, donde creo que encontrará (como encontró el mismo Borges) prefigurada su obra. Leer «El truco» (con un tema que reelabora en «Nueva refutación del Tiempo. Otras Inquisiciones», 1952), «Final de año», «Inscripción en un sepulcro» y tantas otras son entrar de lleno en uno de los temas que intentará abarcar su obra: el inasible tiempo; estos temas que vuelven en «Luna de Enfrente» (1925), encontramos el mismo tema en «Manuscrito Hallado en un Libro de Joseph Conrad» o «Jactancia de Quietud».
Con gran afecto y admiración
Pedro Pou
Buenos Aires 1999
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Aquel almuerzo de 1999 con José Saramago
Había estado de visita en Brasil y partía hacia Italia, con un breve alto de apenas un par de días en su casa de la isla de Lanzarote. Así, a las corridas, era la vida del escritor portugués José Saramago aquel lunes 23 de agosto de 1999. Así, corriendo, vivía desde que había obtenido el premio Nobel de Literatura a fines del año anterior. Su vida se había transformado en una rutina de actividades que le impedía trabajar en su nueva novela. Eran poco más de las 13.30 de aquel lunes en Buenos Aires y llovía como si no fuera a parar nunca más.
La espalda del último Premio Nobel se recortaba contra la vidriera del paquetísimo restaurante Lola, en Recoleta. Saramago esperaba a cinco periodistas para almorzar: esa era la última de las actividades previstas antes de que volviera a su casa de Lanzarote. ¿Por qué cinco, por qué esos cinco? Saramago despejó las dudas:
“Bueno, son los únicos que me tuvieron en cuenta al visitar Argentina antes de ganar ningún premio. Creo que me quieren por lo que escribo. Les debo un almuerzo”.
Después supe que, mientras viajábamos hacia ese almuerzo, los cinco periodistas pensábamos en otra de las frases de Saramago. “Va a parar, va a parar. Aunque el tiempo nunca tuvo demasiado en cuenta las lealtades con los escritores, por más Nobel que sean”, había dicho tres días atrás, en la Fundación Borges, donde dio una conferencia sobre el centenario del autor de Ficciones. Recordábamos, los cinco, a aquel Saramago que también se refería a la lluvia que, de tanto en tanto, caía y sigue cayendo en Lisboa: “Ya se sabe que los portugueses tenemos fama de melancólicos, sobre todo cuando llueve”.
Era el último día de Saramago en Buenos Aires. Ya había pasado la conferencia de prensa, su discurso sobre Borges, su breve intervención en el programa Hora clave (“jamás tuve que esperar tanto para diez minutos”, dijo después Saramago, tratando de evitar la sonrisa). Sólo le quedaba esa “deuda” del almuerzo, preparar las valijas y tomar el avión. Después, como venía haciendo desde octubre de 1998, luego de unos días en su casa, seguiría su recorrido por el mundo: Italia, Francia, Mozambique, una larga lista de etcéteras. Podría haber estado cansado, harto, de mal humor por un presente que lo alejaba a futuro de la escritura. Pero Saramago estaba aquel mediodía de agosto de 1999 como recién levantado, dispuesto, contento.
Y, con un poco de vergüenza, comprobamos que él había sido el primero en llegar. Que era él quien esperaba a los invitados allí, en Lola, como un parroquiano más. Pocos comensales comprendían que en la mesa de al
lado estaba el Premio Nobel de Literatura. Sí giraron todas las cabezas de Lola cuando salió, acompañado de dos personas, un personaje de aquel año: Gustavo Béliz. Ese anonimato de lunes en Recoleta de Saramago
era una pequeña tregua. El viernes, cuando se había sumado al homenaje por los cien años del nacimiento de Borges, la larga cola de saramagoadictos frente a la puerta de la Fundación demostraba que las paredes no eran de goma. Al día siguiente volvió a repetirse el gentío en el Museo de Bellas Artes, donde más de seiscientas personas (y otro tanto que se quedó afuera) se agolparon para escucharlo. Y el domingo, los paseantes de Florida pudieron ver una larga hilera de quienes pugnaban por un autógrafo suyo en el local porteño de El Ateneo. Fueron tres horas, de 17.30 a 20.30, momento en el cual la librería cerró sus puertas para que el Nobel portugués pudiera masajear, tranquilo, su brazo.
Los que estaban a su lado no podían comprender de dónde sacaba Saramago una dedicatoria distinta para cada lector. “Es mucho el amor que me demuestra la gente –dijo Saramago aquella tarde–. Es raro. No sé por qué quieren a alguien que, como yo, parece pregonar el pesimismo”. Pero lo mejor sucedió cuando el escritor salió de la librería: un chico de la calle –de ocho, nueve años, esa edad imprecisa de los chicos de la calle– le alcanzó un papelito arrugado para hacérselo firmar. Después de recibido, el pibe salió corriendo, trofeo en mano, con la misma sonrisa que se dibujaba en la cara de Saramago.
Aquel lunes de agosto, después de hojear durante quince minutos el menú (“siempre tengo el mismo problema: las cartas de platos en la Argentina parecen novelas”), el autor de Memorial del convento quedó atrapado en el capítulo pescados. “Estaría bien un lenguado, pero es que hay con tantas salsas que se me embarullan”. Cuando le comentamos que en Lanzarote debía comer bastante pescado, Saramago dejó la lista de lado y se confió: “Es cierto, pero es que aquí, cuando uno pide carne, le traen casi una vaca, y yo no como tanto, dejo siempre más de la mitad, y eso es una pena”.
De todos modos, pidió costillas de cerdo con puré de manzanas. Y syrah. Y agua mineral sin gas que nadie probó.
“Desde octubre tengo una novela parada allá, en Lanzarote –contó–. No puedo escribir mientras viajo, necesito mi casa, mis cosas. Mi entorno, diríamos. Dentro de poco se cumplirá un año de abstinencia escritural. Hay, por supuesto, papelitos con algunas notas, otros con bocetos, pero de la novela, La caverna o La cueva, como se termine llamando, nada. Quedó allá, en mi casa”.
Con la intención idiota de darle ánimos, los cinco le planteamos que la próxima entrega del premio Nobel le devolvería la tranquilidad. Que sería otro el que comenzaría a viajar y a dejar sus escritos lejos. “No –dijo Saramago–, es cierto que el próximo Nobel tendrá sus obligaciones, pero yo voy a seguir teniendo las mías. Así que supongo que la novela seguirá descansando, aunque espero que no tanto como hasta ahora. Por lo general, tardo entre ocho y diez meses en escribir una novela; ésta me llevará un poco más”. Y a las obligaciones (“viajes, charlas, amistades y hasta algunos congresos a los que me invitan sin que yo sepa nada sobre el tema, sólo porque creen prestigioso que asista a un encuentro de fisioterapia o radiología”, rió Saramago) también se les sumaría su infinita generosidad con quienes llegaran hasta la legendaria casa de Lanzarote.
Como para demostrarlo, Saramago contó una anécdota: “Una mañana llegó una pareja (ella de Israel, él de Suiza) a los que mi esposa hizo pasar, ya que venían para conocerme. Se quedaron tanto, que se hizo la hora del almuerzo. ‘Yo carne de cerdo no como’, dijo ella. Y justo ese día había, cosa poco común en casa, cerdo. Tuve que preparar de apuro otra comida, ya ni me acuerdo qué era, supongo algo que guardábamos para la noche en la heladera”.
Nos costaba bastante comprender que el Nobel no lo había modificado, pero la realidad estaba ahí: Saramago seguía igual. Sencillo, afectuoso, de una complejidad simple.
“Un poco más alto –bromeó cuando se lo hicimos saber–, pero, en realidad, a mi edad ya se empieza a ir para abajo, a decrecer. Estoy, eso sí, un poco más delgado: es que uno se pone nervioso, duerme menos y come mal. No porque la comida sea mala, todo lo contrario, sino porque en las mesas siempre hay invitados y uno tiene que hablar. Al menos eso esperan los invitados que haga uno. Y la comida se enfría”. Aunque después de la frase todos nos esforzamos en dejarlo comer, un poco avergonzados, Saramago rió de nuevo por nuestro esfuerzo y dejó intacta una de las dos costillas que le trajeron: “Lo dicho, sólo que en lugar de una vaca trajeron casi un cerdo entero. Me da mucha pena dejarlo, pero aquí no están mis perros”. Saramago se enfrascó aquel lunes de agosto de hace casi once años en una extraña y cautivante teoría sobre la mente canina, tan extraña y cautivante como cualquiera de sus novelas: “Los perros, al volver, me saltarán encima y me lamerán por dos o tres minutos. Pero luego vendrá la recriminación: me ignorarán, me tirarán mordiscones, me mirarán de reojo y un tanto ofendidos. Es que los perros no reconocen el tiempo. Para ellos, una ausencia de un día es similar a la de un año: sufren lo mismo. En ellos, el sentimiento de soledad pesa más que el sentido del tiempo”.
Afuera seguía lloviendo. Era de suponer que en algún momento iba a parar. Como siempre ocurrió y como siempre seguirá ocurriendo. Después del café, después de contarnos la increíble historia del por entonces presidente del Banco Central y sus desvaríos sobre Pessoa (Ver Carta en nota Aparte), ya en la puerta del restaurante, los cinco periodistas le propusimos, como despedida, otra despedida: la del fin de año que, en aquel 1999, parecía casi casi el fin del mundo. “Creo que decidí no apurarme. Festejaré el comienzo de 2000, un festejo numeral, ya que cambian todos los números del año, y en 2001, como corresponde, festejaré el inicio del milenio”, dijo guareciéndose debajo del toldito de Lola. Y ahí, Saramago, el autor de Memorial del convento, de El evangelio según Jesucristo, de Ensayo sobre la ceguera, el premio Nobel de Literatura 1998, debajo del toldito de Lola, sonrió nuevamente y dijo “pero antes, por favor, déjenme llegar a Lanzarote”.
Fuente : El Argentino, Miguel Russo, 19-06-2010
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José Saramago rinde homenaje a Jorge Luis Borges, el "último gigante literario"
El escritor y Premio Nobel de Literatura José Saramago asistió hoy en los jardines del Arco do Cego, en Lisboa, a la inauguración de la escultura del argentino Jorge Luis Borges, al que calificó de "el último gigante literario" del que se puede hablar, ya que "hay mundos que existen a partir del momento en el que él los creó".
La escultura de Borges, con el que la Casa de América Latina conmemora su décimo aniversario en Lisboa, está situada muy cerca de la casa de Saramago en la capital portuguesa, por eso, dijo el Nóbel, "talvez venga con Pilar al jardín para sentarme en el banco y estar cerca de él".
Saramago destacó que Borges es "un gran escritor y humanista" que "descubrió la literatura virtual". Un concepto que el autor luso reconoció que le es difícil de explicar, pero que se aplica a la prosa y a la poesía en la medida en que "hay mundos que existen a partir del momento en que Borges los creó", por tanto -dijo- es "el último gigante literario del que se puede hablar".
En el homenaje estaban presentes, además de Saramago con su esposa Pilar del Río, la viuda de Borges y presidenta de la Fundación del escritor argentino, María Kodama, que consideró esta iniciativa "realmente maravillosa y emocionante" y calificó a Saramago y a su mujer como "ángeles providenciales".
Borges, que nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899, decía que la palabra portuguesa "saudade" y la inglesa "uncanny" las llevaba en la sangre porque representaban dos países relacionados a su ascendencia, y decía que "no era posible explicarlas intelectualmente. Había que sentirlas como el alma y el cuerpo", recordó la viuda de Borges.
En el acto también estaba el autor de la escultura, Federico Brook, el alcalde de Lisboa, Antonio Costa, y el secretario general de la Casa de América Latina, Mario Quartim Graça.
EL ESPÍRITU DEL HOMBRE
Este homenaje a Borges, que se realiza en el ámbito de las conmemoraciones de los diez años de la Casa de América Latina en Lisboa, tiene como objetivo "incentivar a los lisboetas a profundizar su conocimiento sobre uno de los grandes legados literarios del siglo XX", explicó Quartim Graça.
La escultura que hoy fue inaugurada es obra del autor Federico Brook, que explicó que la obra, compuesta por la mano del escritor argentino en bronce dorado y sobre ella una nube de mármol, representa "el espíritu del hombre. Cambia siempre, nunca es igual, y eso es la esencia del hombre". Brook comentó que debido a su gusto por las nubes, Borges creó en 1985 un poema que le dedicó. La obra escultórica también incluye el poema 'Los Borges' en el que relata la ascendencia portuguesa del escritor.
Fuente : Europapress.es 12/12/2008
Borges
Por José Saramago
María Kodama regresó a Portugal, esta vez para asistir a la inauguración de un monumento a Jorge Luis Borges. Había bastante público en el Jardín del Arco del Ciego, donde el memorial fue implantado. Una banda filarmónica tocó el himno de Argentina y también, no el himno nacional portugués, sino el himno de María da Fonte, expresión musical de la revolución a la que se le dio ese nombre allá por los anos 1846-47 y que todavía hoy sigue siendo tocado en ceremonias civiles y militares. El monumento es simple, un bloque vertical de granito de la mejor calidad en el que se abre un vano donde una mano dorada, molde directo de la mano derecha de Jorge Luis Borges, sostiene una pluma. Es sencillo, evocativo, mucho mejor que un busto o una estatua ante la que nos cansaríamos buscándole semejanzas. Improvisé unas cuantas palabras sobre el autor de Ficciones, a quien continúo considerando el inventor de la literatura virtual, esa literatura suya que parece haberse desprendido de la realidad para revelar mejor sus invisibles misterios. Fue un buen principio de tarde. Y María Kodama estaba feliz.
Fuente : El Cuaderno de Saramago
15 de diciembre de 2008
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Saramago develó que un personaje de Borges vivió
Fernando Pessoa tiene relación con la revelación del misterio
Mediante una serie de paradojas literarias, el Nobel de Literatura portugués legitimó la existencia de un personaje del autor de El Aleph. Se trata de Herbert Quain, del célebre relato El jardín de los senderos que se bifurcan.
Milán – El premio Nobel de Literatura portugués, José Saramago, se sumergió en los laberintos del escritor argentino Jorge Luis Borges para intentar desentrañar el misterio acerca de uno de sus personajes: Herbet Quain. El autor de El Evangelio según Jesucristo concluyó que no se trató sólo de una ficción sino que existió en la realidad.
En un texto publicado hoy por el diario italiano Corriere della Sera (ver columna completa en su edición original), el escritor portugués asegura que Herbert Quain –que según escribió Borges en su cuento “El jardín de los senderos que se bifurcan” murió en la ciudad de Roscommon y fue autor de varios libros, entre ellos The God of the Labyrinth– existió en la realidad.
Si bien no existen huellas digitales, cartas o fotos del protagonista del relato, Saramago concluye que “a fines de 1935, es decir, dos años después de la publicación de The God of the Labyrinth, un ejemplar de este libro, al menos un ejemplar, formaba parte de la biblioteca de una nave inglesa llamada Highland Brigada”.
“Lo tomó en préstamo –agrega– un poeta portugués, Ricardo Reis, embarcado en Río de Janeiro, y de quien curiosamente, durante muchos años, se dijo también que no había existido”. Reis es, a su vez, uno de los más conocidos heterónimos del poeta portugués Fernando Pessoa, y protagonista del libro de Saramago, El año de la muerte de Ricardo Reis.
“No es necesario haber estudiado lógica intuicionista –dice el autor de Memorial del convento– para comprender que dos proposiciones contradictorias no pueden ser, ambas, falsas. “¿Cómo se aplica esto a Ricardo Reis y Herbert Quain? Aceptando, aunque con un recurso a la paradoja, que si uno de ellos es auténtico, puede serlo también el otro”.
El escritor sostiene que la “prueba” que encontró acerca de la vida de Quain radica en la “existencia material del libro” y explica: “Cuando desembarcó en Lisboa, el poeta Ricardo Reis, por olvido, no devuelve The God of the Labyrinth a la biblioteca (...). Digamos entonces que la existencia material del libro está demostrada por el hecho de que, en primer lugar, Ricardo Reis lo encontró y, en segundo lugar, lo lleva consigo al hotel”.
Finalmente, el escritor portugués se “asombra mucho de que Borges no haya escrito, por ejemplo, El año de la muerte de Ricardo Reis”, es decir, su propia obra. Y concluye: “Si Borges fue capaz de convertirse en Pierre Ménard y Herbert Quain, está claro que para él hubiera sido un juego de niños dar vida a Ricardo Reis. Tal vez no lo hizo justamente porque no era tan fácil”.
El texto de Saramago publicado por el Corriere della Sera pertenece a una serie de conferencias durante un convenio internacional sobre Borges, realizado por la Universidad de Bérgamo, reunidas en el volumen Reencuentros con Borges. Per speculum in oenigmate, a cargo de Fabio Rodríguez Amaya.
Fuente: Télam
23.05.2007
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sábado, 19 de junio de 2010
Borges y el Hotel Dorá
El Hotel Dorá, calzada de por medio, en Maipú 963, fue uno de los lugares donde frecuentemente almorzaba y comía Borges, además de sentarse a beber su té de la tarde. Borges le recomendó este lugar al pintor mexicano José Luis Cuevas, cuando en 1958 visitó por primera vez el país, para exponer y éste le solicitó ilustrar su obra.
El día anterior a su partida a Europa, a donde viajó con María Kodama, fue a comer al Hotel Dorá con su hermana Norah. Borges pidió lo de siempre: arroz blanco hervido con un agregado de muy poca manteca y queso rallado. No tomó ninguna sopa como ocasionalmente lo hacía, pero si comió su postre preferido: una porción de dulce de leche. Cuando su hermana le preguntó que había desayunado esa mañana él le dijo que, como siempre, "cereales con leche".
El 9 de julio de 1985, de pura casualidad, crucé unas palabras con Borges. Recuerdo la fecha porque era el día después de mi casamiento y antes de partir para la luna de miel, mi mujer y yo habíamos ido a saludar a mis padres que se alojaban en el hotel Dorá, en la calle Maipú al novecientos. Mi madre me tomó del brazo y me acercó al comedor. Las mesas estaban vacías, salvo una, y ahí estaba Borges, sentado junto a una mujer, que posiblemente fuera Estela Canto, con quien hablaba por momentos en inglés y por momentos en castellano. Diría que me sentí en frente de un personaje ficticio y, paralizado por la fascinación de comprobar que su figura se correspondía con las imágenes de la publicidad, lo examiné como se mira a las estatuas, que no pueden devolvernos la mirada. Llevaba un traje oscuro, una corbata prolija, y en su plato había un austero montículo de arroz blanco. Mi padre me convenció de que fuéramos a charlar con él. Esperamos que terminase de almorzar y cuando el mozo, que lo trataba de "maestro", le trajo una taza con un saquito de té, nos acercamos a su mesa. Mi padre inició el diálogo y Borges, que se mostró encantado con la idea de conversar, nos regaló algunas fábulas de su erudición. Habló de Dios, del minotauro, y criticó duramente a Ortega y Gasset ("lo conocí en su visita a Argentina y me pareció cero".
Borges y la mecánica cuántica (fragmento)
Alberto Rojo
Osvaldo Ferrari rememora ricas anécdotas de sus conversaciones con Borges, –con 50 años de diferencia–. Desde la literatura pasaban a la política, la filosofía, la actualidad, y tantos otros temas.
“Solíamos ir a almorzar al Hotel Dorá, frente a su casa de la calle Maipú. “A Borges le gustaba mucho el pan, el arroz, que por su condición de ciego, lo comía con cuchara. Sentía predilección por el dulce de leche. Tomaba siempre agua mineral. Era frugal, cuidaba su estética y su estilo era muy porteño.”
¿Conociste a Borges?
–Sí, pero nunca le hablé. Lo conocí en el hotel Dorá.
–El de Mar del Plata.
–No, el de Buenos Aires, el de Maipú 453. En parte, yo me crié ahí; yo era un chico e iba con mis viejos.
Guillermo Vilas
Lo recibí en la Biblioteca Nacional, en Bogotá, y los jóvenes sabiamente derribaron las pesadas puertas de la calle 24 sólo para quedar mudos ante su voz quebrada que devanaba versos y versos. Celebramos que Enrique Banchs hubiera sido abandonado por una mujer: gracias a eso, a ese don, pudo escribir un soneto inmortal. Luego, en Buenos Aires, y a partir del 83 y hasta su viaje a Ginebra, a morir en el 86, cenábamos los sábados en el Hotel Dora, raviolis y de postre, el preferido de policías y porteros: “vigilante” (queso y dulce de batata), con José Bianco —traductor de Henry James y Ambrose Bierce— el legendario secretario de redacción de Sur. Reunidas estas cenas en mi libro Lector impenitente, las repaso incrédulo: ¿Me senté a su lado, lo escuche reír, compartimos un tiempo, presumiblemente inmortal? En su orbe todo es ficción.
Juan Gustavo Cobo Borda – Bogota - Colombia
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Borges en Tres Arroyos
Fue un 29 de julio de 1970, cuando Borges llegó a Tres Arroyos acompañado de Norman Thomas di Giovanni, el hombre que traducía sus textos al inglés. En esa oportunidad, el excepcional escritor había sido convocado para disertar sobre Pedro Bonifacio Palacio, más conocido como Almafuerte. Fue recibido con todos los honores y el municipio lo declaró huésped oficial.
En la Biblioteca Sarmiento, abarrotada de gente que deseaba conocer al autor de los clásicos de la literatura mundial, Gustavo Saraví fue el encargado de presentarlo: "en estas tierras crece el trigo más feroz del mundo, origen del pan y los júbilos…a pocos pasos de aquí un museo de arte enorgullece a la ciudad.
Y aquí en la biblioteca multiplicada de Sarmiento, es un gusto y un asombro de sus habitantes, como probablemente no ha habido nunca: el día que Borges viene por primera vez a Tres Arroyos". Así quedará en la memoria para siempre el día que hubo que colocar parlantes en el exterior de la biblioteca para todos aquellos que no habían podido entrar y se conformaban al menos con escuchar.
Esta primera visita quedará marcada a fuego en su historia. Fue ese mismo 29 de julio, en el cuarto del Parque Hotel de la ciudad cuando Borges le dictó a Thomas di Giovanni: "Lo que quiero ahora es paz, la alegría de pensar y la de la amistad y, aunque puede ser muy ambicioso, la sensación de amar y de ser amado". Fue la última frase de su autobiografía.
La Autobiografía, el ensayo autobiográfico dictado a Norman Thomas Di Giovanni, se publicó en la revista The New Yorker en 1970
Seis años más tarde, un 2 de enero de 1976, esta vez invitado por la Agrupación Literaria, Borges retornó a Tres Arroyos a disertar sobre la vida de Leopoldo Lugones.
Fuentes :
La voz del Pueblo, Tres Arroyos
El Periodista de Tres Arroyos
Biblioteca Popular Sarmiento, Tres Arroyos
Galeria Fotográfica Periodística
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Mural en Granada, Alhambra Poema de Borges
Jorge Luís Borges visitó la Alhambra cuando ya había perdido del todo la vista, y lo hace para enseñársela a su compañera María Kodama. Así ha interpretado los escritores Antonio Muñoz Molina y Francisco Ayala este poema:
"…Que la tarde que miras es la última", dice al final el poema de Borges, fechado en Granada en 1976, diez años exactos antes de su muerte. Probablemente, intuía, al salir de la Alhambra con melancolía y desgana, con cansancio de hombre viejo y ciego al que la celebridad le acumula viajes agotadores, presencias de desconocidos, horas de abatimiento en habitaciones de hotel, que ya no volvería nunca a ese palacio tan claro en la memoria, tan hecho de niebla y de voces en el regreso. Con frecuencia escribía sobre las cosas que hacemos inadvertidamente por última vez: cerrar una puerta que ya no cruzaremos de nuevo, un libro que no tendremos ya tiempo de abrir. Comprendería que se estaba despidiendo para siempre y no sólo de la Alhambra sino también, de algún modo, del recuerdo venerado de su visita de tantos años antes, cuando su padre vivía y su madre era joven, cuando él mismo era un muchacho miope y tímido, asustado del mundo, enfermo de literatura. María Kodama iba con él: ella es quien me contó la impaciencia con que Borges se preparaba aquella mañana para la visita, anticipándole las maravillas que recordaba bien y que ella aún no había visto, tan ilusionado por volver y mostrárselas que hasta se le olvidó que estaba ciego.
Es un poema conmovedor. La radiante, deslumbradora luminosidad de la Alhambra está ‘vista’ por el ciego mediante los sentidos restantes. Tampoco ahora ha de rebajar ‘a lágrimao reproche’ la referencia a su ceguera. ‘Grata la voz del agua / A quien abrumaron negras arenas’, comienza, recogiendo a través del oído la impresión del paraje que se niega a sus ojos, para apelar en seguida al sentido del tacto: ‘Grato a la mano cóncava / El mármol circular de la columna’. Y otra vez al oído: ‘Gratos los finos laberintos del agua […]. (Ayala 2006: 494)
viernes, 18 de junio de 2010
Mural evocando a Borges en Mar del Plata
La ciudad que Jorge Luis Borges escogió para escribir algunas de sus imborrables historias inauguró en el 24 de agosto del 2000 un gigantesco mural situado en la plazoleta que lleva su nombre, en la esquina sudoeste de San Martín y La Rioja.
La obra pertenece al dibujante Miguel Antonio Repiso, conocido como Rep. Mide 9 metros de alto por 14 de ancho, y en su construcción se utilizaron 3200 cerámicos de 20 centímetros de lado, lo que la convierte en una de las más grandes del país.
La imagen, coloreada con tonos pastel, muestra la zona céntrica de la ciudad vista desde el océano y sobre el horizonte se levanta la figura de Borges, con las manos descansando en su bastón. Los edificios y los principales paseos están representados por libros cerrados y semiabiertos, parados y acostados. Allí se reconocen Punta Iglesia, el muelle de pescadores de la Playa Bristol, el complejo Casino y Hotel Provincial y los rascacielos más conspicuos del balneario.
Galeria Fotográfica
Fotos : Julio Giustozzi
Borges en un Mural de Segui
Foto : Julio Giustozzi
Un retrato argentino del maestro Seguí deslumbra en la 9 de Julio
Tiene 88 metros de largo por 34 de alto. Y evoca a personajes y lugares tradicionales.
La revista Billiken, la casita de Tucumán, Isidoro Cañones, Gardel, Fangio, Gatica y el Obelisco. Todos ellos, entre otros grandes clásicos argentinos, ilustran “Los mitos de mi infancia”, la obra del artista Antonio Seguí que desde ayer luce sobre el frente del Edificio del Plata, en Carlos Pellegrini al 200. Tardaron casi cuatro horas en desplegar y fijar al edificio una reproducción de 2.992 m2 de la obra del artista cordobés, continuando así con el ciclo Arte en el Plata, iniciado el año pasado por el Ministerio de Cultura porteño y la Fundación Banco Ciudad.
“Seguí combina el rigor artístico con la identidad popular –afirmó el ministro de Cultura, Hernán Lombardi–. Es fantástico que además de estar en museos y las galerías, renueve el espacio público de la Ciudad”.
En la obra que ahora cubre el Edificio del Plata, Seguí rescata con el humor que lo caracteriza figuras de manual escolar, como la del Cabildo. Y también personajes como Borges, el nadador Pedro Candioti, el jugador de River Adolfo Pedernera y el de Boca, Severino Varela, aún recordado por el gol que le metió a River de cabeza y con una boina blanca puesta en 1943. Pero además de usar imágenes, el artista refleja mitos y máximas en leyendas escritas a veces en cursiva, a veces en mayúscula, como si el lienzo fuera un cuaderno. “Sean solidarios”; “Alpargatas para todos”, “La Misa Criolla”, “Sargento Cabral” se lee en una gran sopa de letras.
Antonio Seguí creó “Los mitos de mi infancia” por encargo del Gobierno porteño, especialmente para el edificio donde es exhibida . “Traté de reflejar lo que veía en mi pizarra cuando tenía 8 años”, le contó a Lombardi mientras ambos supervisaban la impresión de la reproducción, el lunes pasado, un día antes de regresar a París, donde reside desde 1963.
“El retorno a la infancia es, en Seguí, una marca registrada –explicó la curadora Clelia Taricco–. Para este artista cordobés, que suele decir que trabaja en París pero vive en Córdoba, la infancia es y ha sido permanentemente a lo largo de toda su producción, la fuente de donde abrevan sus ideas. De la niñez provienen sus imágenes, sus recuerdos y hasta sus comidas”.
Como las cuatro obras ya exhibidas en el frente del edificio (“Velocidad”, de Fabián Burgos; “Siesta”, de Guillermo Ueno; “Ventana”, de Max Gómez Canle, y “Terraza”, de Marcos López), la de Seguí está impresa sobre una lona vinílica microperforada o MESH. Tiene 88 metros por 34 y es un material liviano y resistente al viento, que no impide la entrada de luz ni tapa la visión del edificio hacia afuera.
Este no es el primer trabajo de Seguí que irrumpe en el espacio público. Una de sus esculturas, Icaro, realizada en piedra de lava, se erige en el Parco Nazionale del Vesuvio en Herculano, Italia. Sus esculturas en acero pintado también están presentes en Córdoba y en distintas ciudades de Francia, Bélgica y Colombia.
Fuente : Nora Sánchez
Clarín 06/06/10
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