lunes, 28 de noviembre de 2022

Bolaño con “B” de Borges

 

Maximiliano Castillo

 

Es indudable que uno de los escritores que tuvo mayor influencia dentro de la narrativa bolañesca fue Jorge Luis Borges. Para Roberto Bolaño: “Borges es y debería ser el centro de nuestro canon”. En esta oportunidad intentaremos realizar un diálogo entre los dos autores, repasando sus temáticas literarias y sus formas de comprender la literatura.

¿Por qué hablamos de Borges cuando hablamos de Bolaño?

En “Consejos sobre el arte de escribir cuentos” [1], Roberto Bolaño recomendaba leer a Quiroga, a Felisberto Hernández y a Jorge Luis Borges. Porque al igual que Borges se sentía más orgulloso por las páginas que había leído que por las que había escrito. Según Borges: “Leer, por lo pronto, es una actividad posterior a la de escribir: mas resignada, mas civil, mas intelectual” [2].

Ambos autores se consideraban con la capacidad de leer infinitamente cualquier tipo de literatura con el fin de ampliar sus conocimientos, de abarcar una mayor amplitud de temas, de considerar su propio mundo a través de los libros, como afirmó Ignacio Echevarría en el ensayo Bolaño Internacional:

Su voracidad lectora, su nomadismo tanto biográfico como literario, su asimilación y combinación de modelos procedentes de una y otra orilla del Atlántico, el modo en que su propia literatura navega entre esas dos orillas en un constante recorrido de ida y vuelta, son elementos todos ellos que sirven para explicar la aceptación y el aplauso prácticamente unánime que Bolaño ha cosechado en buena parte del mundo, donde lectores de todo tipo detectan en su obra resonancias que les son familiares [3].

Borges, para Bolaño, sería el canon de su literatura, serviría de gran influencia para sus escritos narrativos, como la asimilación en su forma de concebir la escritura cercana a los tópicos borgeanos: la infamia, los libros y las reseñas apócrifas junto a personajes de la realidad, y el lector como detective.

Y a pesar de ciertas diferencias ideológicas y políticas entre ambos escritores, mientras Borges se dedicó al texto breve y Bolaño realizó publicaciones extensas, hay similitudes que trazan sus vidas de forma paralela. Fueron lectores y escritores autodidactas con una vasta publicación de sus libros, dedicaron gran parte de sus vidas no solamente a la narrativa sino también a la poesía, participaron en movimientos literarios: Roberto en los Infrarrealistas y Jorge Luis en el Ultraísmo en torno a la revista Ultra durante su estadía en España. También podríamos recordar que ambos vivieron en España, recorrieron Europa, siendo que Buenos Aires fue la ciudad de Borges, mientras Chile, México y España fueron las residencias de Bolaño.

A pesar de todas estas similitudes, Borges nunca conoció a Bolaño y Bolaño fue un gran asiduo de la literatura borgeana.

La literatura como el lugar de lo apócrifo

La infamia denomina aquello que posee vileza en cualquier línea, es decir, aquella persona que no inspira confianza para nadie. Borges, en Historia universal de la infamia, escribe sobre personajes viles de la historia universal, a través de un compendio de retratos menores sobre rufianes, piratas, falsos profetas y asesinos, a través de mínimas pistas sobre la vida de cada uno. Borges lo sintetiza en el Prólogo a la primera edición de la siguiente manera: “La reducción de la vida entera de un hombre a dos o tres escenas” [4], considerando que se tratan de ejercicios influenciados por sus relecturas de Stevenson, Chesterton y tal vez de cierta biografía de Evaristo Carriego.

Originalmente la obra fue publicada en 1933 y revisada por el autor en 1954, a los primeros siete relatos se le suman “Hombre de la esquina rosada”, para finalizar con seis relatos titulados “Etcétera”, denominados por el autor como ejemplos de magia que se debe a sus traducciones y lecturas.

En 1999, Bolaño escribió un artículo, el cual tituló “El bibliotecario valiente”, en el cual no solamente se refirió a la vida y obra del escritor Jorge Luis Borges de forma implícita –es decir, no lo especifica, pero se sobreentiende que habla de él–, definiendo a la primera obra del autor argentino como: “Y entonces se puso a escribir una historia en donde la épica solo es el reverso de la miseria, en donde la ironía y el humor y unos pocos y esforzados seres humanos a la deriva ocupan el lugar que antes ocupara la épica” [5]. Es decir, define a Historia universal de la infamia como aquel libro de biografías semificcionales, producto de la mezcla de realidad y ficción, que a falta de épica, el autor utiliza para dar cuenta de la ausencia del heroísmo y la miseria de aquellos que prefirieron vivir a la deriva a través de la vileza, ocupándose del pillaje y los malos actos.

Continuando con Historia universal de la infamia, el autor agrega un mínimo de elementos ficticios a cada uno de estos personajes, pero se limita al final del libro a dejar las fuentes de donde seleccionó cada una de las historias. A diferencia de Borges, Bolaño en la novela La literatura nazi en América deja un “Epílogo para muertos” donde caracteriza a los personajes, algunas editoriales, revistas y los libros de cada uno de los autores nazis que presenta en su obra.

Bolaño en esta novela, publicada en 1996, profundiza la utilización del mecanismo literario de lo apócrifo, esta vez escritores y editoriales nazis en toda América. En palabras del autor “una antología vagamente enciclopédica de la literatura filonazi producida en América desde 1930 a 2010, un contexto cultural que, a diferencia de Europa, no tiene conciencia de lo que es y donde se cae con frecuencia en la desmesura” [6].

La obra actúa como un pequeño diccionario literario que reseña vida y obra de autores ficticios de tendencias nazis, fascistas o falangistas que no solo son narradores o prosistas sino también personajes marginales que crearon editoriales y publicaron revistas de derecha. El autor permite observar las distintas vicisitudes que desafiaban a diario estos escritores en los círculos de lectura de América y los aportes que realizaban a las derechas que se iban perpetuando en el continente. Quizás Roberto Bolaño hoy tendría bastante para hablar en una época donde el autoritarismo y las derechas extremas intentan fortalecerse en una coyuntura de crisis orgánica.

Nota sobre los libros imaginarios

Una de las características más importantes dentro de la escritura de Borges es la reseña apócrifa o biografía ficticia, elemento que utiliza el autor para darle estructura a sus escritos y, al mismo tiempo, para lograr introducir diversas temáticas a la obra ficcional. Tal es el caso de la reseña que realiza sobre “El acercamiento a Almotásim” en el libro de ensayos Historia de la Eternidad de 1936, en el cual el protagonista, que no se nombra pero profesa la infamia “comedores de perros y de lagartos, hombres al cabo tan infames como nosotros dos” [7], es invención del escritor ficticio Mir Bahadur Alí, de Bombay, por el cual, según cuentan, Adolfo Bioy Casares escribió a la editorial londinense de Gollancz solicitando el envío de la novela de Alí.

Como se logra ver, tanto el autor como el libro son invenciones de Borges y en sus propias palabras aclara que este cuento: “Prefigura y hasta establece el modelo de los cuentos que de algún modo me esperaban, y sobre los que se asentaría mi fama como narrador” [8] es decir, encuentra una forma de narrar sus ficciones a través de personajes reales o semificticios, con la utilización de libros apócrifos en sus narraciones.

Lo mismo sucede con “Examen de la obra de Herbert Quain", en que el autor realiza una reseña necrológica del escritor ficticio Herbert Quain con un análisis crítico de sus producciones, incluso valorando las obras de Quain –como sucede en la novela de Bolaño La literatura nazi en América, permitiendo que el narrador reseñe las producciones de escritores de derecha de América, haciendo una evaluación crítica de sus obras–.

En el prólogo “El jardín de senderos que se bifurcan”, Borges se excusaba de la siguiente manera cuando hacía referencia al “Examen de la obra de Herbert Quain”: “Más razonable, más inepto, más haragán, he preferido la escritura de notas sobre libros imaginarios” [9].

Otro ejemplo que podría tomarse de Borges sobre la utilización de la biografía ficticia es la trascripción de la silueta de la educadora (personaje ficticio) señorita Adelma Badoglio sobre Honorio Bustos Domecq (autor ficticio) en Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), en la cual realiza una pequeña síntesis de la vida del autor nacido en Pujato y que precede a una colección de varios relatos en colaboración entre los escritores Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, como también en el indispensable vademécum “Crónicas de Bustos Domecq” de 1967, en el cual los autores presentan de forma enciclopédica las crónicas, como lo define el título, del autor ficticio que publica en el suplemento literario de Última Hora sobre extravagantes personajes y sus obras.

El lector como detective

“El fantasma cada día más vivo de Pierre Menard, la validez de muchos párrafos repetidos” [10]. Así comienza Estrella distante, la novela de Bolaño que amplía el último capítulo de la Literatura nazi en América, que intenta ser, en palabras del autor, espejo y explosión en sí misma.

En este caso Arturo B, alter ego del autor chileno, cuenta la historia del piloto Carlos Wieder o Teniente Ramírez Hoffman de la FACH, quien también usó el seudónimo de Alberto Ruiz-Tagle, a Roberto Bolaño, y componen Estrella distante. Como tantas veces comenzó sus cuentos Borges, aquí lo hace Bolaño, contando una historia que le contaron, además de citar a Pierre Menard, escritor ficticio de Borges –quien escribe capítulos de un Quijote que coincidiera, palabra por palabra y línea por línea, con el original de Cervantes–, como fuente de influencia para narrar la novela.

En la novela Roberto Bolaño utiliza personajes reales como Iván Cherniakovski, Sophie Podolski o Enrique Lihn, al mismo tiempo que los involucra con sus personajes de ficción que son escritores, poetas, militantes de izquierda, trotskistas, socialistas, comunistas que fueron asesinados, perseguidos y, en algunos casos, se perdieron durante la dictadura de Chile que comenzó el 11 de septiembre de 1973.

Carlos Weiber, poeta aéreo y militar de las FACH, es el personaje principal de la novela y es la antítesis de los intelectuales de izquierda que fueron perseguidos, participando en la desaparición de personas e intentando vincular el arte de vanguardia con el régimen de terror, ya que como dice el crítico literario Ignacio Echevarría: “El proyecto revolucionario, pues, era inseparable, para Bolaño, del proyecto artístico. Y el fracaso de uno conlleva el del otro” [11]. El fracaso de la vía pacífica al socialismo el Chile, para Bolaño significaba en consonancia el fracaso de la vanguardia artística del país. Cabe recordar que el 2 de junio de 1982, cinco aviones surcaron el cielo por encima de los edificios de Queens, Nueva York, y escribieron quince versos que componen el poema "La Vida Nueva", del poeta Raúl Zurita, detenido y torturado en 1973 por las fuerzas del golpe de estado de Augusto Pinochet y que formó parte del Colectivo de Acciones de Arte (CADA).

El narrador de Estrella distante, a través de las cartas que le envía Bibiano O´Ryan –quien calificó al poeta aéreo de la dictadura chilena con la cita borgeana que hace alusión al Vathek de William Beckford: “Yo afirmo que se trata del primer Infierno realmente atroz de la literatura” [12]–, en las que por medio de recortes de diarios o de sus recorridas por el Archivo de la Biblioteca Nacional, intentan trazar las huellas de Carlos Wieber; logra que la novela sea un campo de investigación sobre la vida del poeta, obteniendo su paradero hacia el final de la novela, por medio de la lectura de revistas que le acerca el policía Abel Romero para vengar sus asesinatos.

En los cuentos policiales de Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), los cuales fueron escritos por el autor ficticio Honorio Bustos Domecq, se presenta la misma estrategia del uso de la lectura de las noticias publicadas por el periodista Aquiles Molinari, que sirven como uno de los elementos que toma Isidro Parodi para resolver los casos policiales que le llegan a su celda N.° 273 de la Penitenciaría Nacional. Isidro Parodi, al igual que el narrador de Estrella distante, utiliza sus lecturas para resolver los casos que se le presentan.

El gaucho insufrible

En el cuento “El Sur” del libro “Artificios” –segunda parte de Ficciones (1944)–, Borges narra la experiencia que sufre Juan Dahlmann a través de la discordia entre los dos linajes de sus antepasados, el culto a los libros y el culto al coraje, postergando su secretaría en la biblioteca municipal para elegir la muerte romántica después de un duelo a cuchillo en el campo, que parecería ser soñada después que el protagonista sufriera una septicemia. Juan Dahlmann pasa a ser una figura apoyada en la biografía propia de su autor, Jorge Luis Borges.

Por otra parte, Héctor Pereda, protagonista del cuento “El gaucho insufrible” (2003), de Bolaño, lector de Borges y del cuento “El sur”, abogado distinguido de Buenos Aires que a través de la lectura de la literatura gauchesca secuestra su propia realidad, como el Quijote de Cervantes donde la literatura caballeresca lo lleva a pelear contra molinos de viento, decide irse a vivir a la pampa y convertirse en un gaucho como los personajes de la poesía gauchesca, encontrándose con un campo muy distinto, donde los gauchos no crían vacas sino se dedican a la caza de conejos.

En este cuento Bolaño construye una parodia de la literatura gauchesca tomando algunos elementos del cuento de Borges “El sur”, siendo que el protagonista sufre el mismo destierro de la ciudad a la pampa que Juan Dahlmann, aunque el campo no es el mismo y Pereda asesina a un escritor cocainómano al volver a su ciudad de visita en una escaramuza nocturna y Dahlman se trenza en lucha con un compadrito de estancia.

El rol de la ficción

Por último, Ricardo Piglia en la clase abierta dedicada a la vida y obra de Jorge Luis Borges: “Borges, por Piglia”, se pregunta sobre la necesidad de pensar más que cómo está la realidad en la ficción, el problema es cómo está la ficción en la realidad, es decir, cómo actúa la ficción en la realidad.

Para Piglia, Borges reproduce una ficción que permite modificar la realidad en sus narraciones, donde esta es modificada por un nuevo texto ficcional, al mismo tiempo, que modifica el hacer literario, dando como ejemplo el cuento “Tlon, Orbis Tertius”, donde una nota al pie puede ampliar el texto original o abrir nuevas interpretaciones.

Por esto mismo, podemos considerar que Borges originó una nueva forma de narrar, capaz de producir un universo borgeano con temas como el héroe, la biblioteca, el infinito y los laberintos, y de manera simultánea, Bolaño logra producir narraciones basadas en sus propias lecturas que no escapan del universo borgeano, que ocurren en su mundo, con sus propias reglas, entre hechos reales, conjeturas y personajes apócrifos. Confirmando que los autores intentaron explorar los límites de la tradición literaria para lograr un nuevo canon en sus lectores y diversificar sus temas sosteniendo características de una literatura anterior.

 

NOTAS AL PIE


[
1] Roberto Bolaño, “Consejos sobre el arte de escribir cuentos” en A la intemperie, Barcelona, Editorial Alfaguara, 2019, p. 36.


[
2] Jorge Luis Borges, Historia universal de la infamia, Buenos Aires, Emecé Editores S.A., 1974, p. 8.


[
3] Echevarría Ignacio, “Bolaño internacional: algunas reflexiones en torno al éxito internacional de Roberto Bolaño” en Estudios Públicos, 130 (otoño 2013), p. 18.


[
4] Jorge Luis Borges, ob. cit., p. 7.


[
5] Roberto Bolaño, “El bibliotecario valiente” en A la intemperie, ob. cot., p. 109.


[
6] Roberto Bolaño, La literatura nazi en América, Barcelona, Anagrama Editorial, 2017, contratapa.


[
7] Jorge Luis Borges, “El acercamiento a Almotásim” en Obras Completas I, Buenos Aires, Emecé Editores S.A, 2007, p. 496.


[
8] Jorge Luis Borges, Autobiografía 1899-1970, Buenos Aires, El Ateneo, 1999, p. 82.


[
9] Jorge Luis Borges, Prólogo de “El jardín de senderos que se bifurcan” en Obras Completas I, ob. cit., p. 511.


[
10] Roberto Bolaño, Estrella distante, Barcelona, Anagrama, 1996, p. 5.


[
11] Echevarría Ignacio, ob. cit., p. 23.


[
12] Roberto Bolaño, Estrella distante, ob. cit., p. 55.

 

 

Fuente: La Izquierda Diario

https://www.laizquierdadiario.com/Bolano-con-B-de-Borges

 

 

lunes, 21 de noviembre de 2022

Un poema olvidado de Borges, que podría estar dedicado a su primer amor, se encontró por casualidad en Israel

 

“Dedicación de un silencio” es un poema de juventud que el celebrado escritor argentino nunca publicó. En diálogo con Infobae Leamos, la investigadora Ruth Fine cuenta la historia que hay detrás de estos versos de Borges.

 

Por Pablo Nardi

 

15 de Noviembre de 2022

 

Cuando se dice que Borges es una cantera inagotable, no significa solo que el alcance simbólico de su literatura se expande cada vez más. Significa también algo muy concreto: que siempre hay textos, poemas, fragmentos de cuentos, correcciones y cartas que salen a la luz.

 

Esta vez, el poema es Dedicación de un silencio, una pieza perdida y encontrada por casualidad muchos años después, en Israel, “seguramente dedicado a un primer amor de Borges”. Así lo demuestra la profesora e investigadora argentina Ruth Fine, catedrática de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien brindará una charla en el ciclo “Borges e Israel: diálogo”, este jueves 17 de noviembre a las 19, en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.

 

Historia de una casualidad

 

Pensemos en un muchacho que vive en un kibutz, en Israel, y no tiene ningún vínculo con la literatura. Salvo uno, involuntario: es sobrino de Manuel Glazer, el mítico editor argentino encargado de difundir la obra de autores como Leopoldo Marechal, Scalabrini Ortiz y Borges. El joven vive en un kibutz, en Israel, y heredó de su tío varios libros y papeles. Un día se dispone a limpiar la casa. Entre los papeles encuentra un libro de César Tiempo: lo abre, quizás para quitarle el polvo, y cae una hoja suelta.

 

Es –el joven lo sabrá mucho después– un poema inédito de Borges. Se trata de un texto manuscrito, con esa letra tan particular, y tiene un título que se ajusta perfectamente a la condición de inédito: se llama Dedicación de un silencio. Además, tiene marcas de corrección con un tipógrafo, lo que demuestra que estaba destinado a la publicación.

 

“El poema en sí es interesante, habla de Villa Urquiza, un barrio que Borges transitó mucho, en el que se encontraba con una muchacha”, explicó a Infobae Leamos Fine, quien decidió reservar parte de la información para el día de la charla. “Borges le dedica varios poemas a Villa Urquiza, allí estaba también la casa de Norah Lange, había reuniones de poetas, él iba caminando hacia allí, de modo que también tiene ese interés topográfico y poético”.

 

Borges y las mujeres

 

Dedicación de un silencio podría ser, entonces, una pieza clave para armar el rompecabezas amoroso de Borges, un conjunto de tropiezos y frustraciones que en el imaginario argentino cobró un nivel casi mítico. “Es el amor, tendré que ocultarme o que huir”, escribió en su famoso poema El amenazado.

 

Se sabe que Borges estuvo enamorado de Norah Lange y que ella decidió quedarse con Oliverio Girondo; se conocen sus cartas de amor dedicadas a Estela Canto, se sabe que se casó con Elsa Astete en 1967 y que sin embargo volvía a dormir la siesta a casa de su madre (“Le perturban, por alguna razón oscura y posesiva, mis amigos actuales y anteriores, mi familia e incluso mis antepasados”, cita Norman Thomas Di Giovanni, traductor de Borges, en su libro Georgie & Elsa). Se divorciaron en 1970. Y se conoce, claro, la última y la más famosa de sus parejas, María Kodama. Pero ¿qué sabemos de la primera?

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La poética del silencio

 

La pieza literaria se puede fechar entre 1923 y 1924. El escritor era joven y buscaba en Buenos Aires una ciudad que ya no era, recreaba en sus poemas el arrabal y las casas bajas que había visto en su infancia, antes de viajar a Europa en 1914, y de donde volvió en 1921. “En términos materiales, el poema puede leerse como un homenaje a César Tiempo, a Israel y al entorno editorial de la época y el modo en que se ayudaba a escritores desconocidos, a la historia de Buenos Aires (Villa Urquiza era un barrio limítrofe, ahí empezaba el Sur)”.

 

Situado en los últimos coletazos de la etapa vanguardista del escritor, el poema “representa o ejemplifica muy bien lo que algunos críticos dieron en llamar la poética del silencio en la lírica de Borges”. Un dato: el título original es Dedicación de un silencio, pero en las obras póstumas se lo publica como Dedicatoria de un silencio, y así es como se compiló en una antología en 2003. “Yo sostengo que tal vez sea dedicación y no dedicatoria”.

 

“Dedicación” tiene un sentido adicional: es abocarse a algo, emplear tiempo y voluntad para lograr un objetivo. “Dedicación” sería, también, el esfuerzo que conlleva el silencio, y no solo “dedicarle” el silencio a alguien. “Siempre es bueno conocer los pre-textos de Borges, la historia textual de sus escritos”.

 

Borges e Israel

 

La relación de Borges con Israel es, como tantas otras, digna de explorar. “El tema está muy transitado e intento darle una vuelta un poco distinta, sobre todo a los poemas dedicados a Israel. Porque siempre es sorprendente que el autor se haya pronunciado tan explícitamente a favor de Israel en un aspecto político en el que no solía meterse” explica la investigadora, que en el mismo ciclo dictó una charla titulada “Israel y el judaísmo desde Borges”.

 

“Tengo una lectura que muestra que su mirada era mucho más aguda de lo que se cree, no era algo panfletario. Mi tesis es que le atraía el carácter paradójico de lo judío”, señala Fine, y explica: “Borges dice que es la más antigua y la más joven de las naciones, convive lo que es y lo que no es. Cómo vivir en Israel es uno de los grandes temas, cómo conciliar esa tensión imposible entre la tradición y el peso de la religión con un estado que se quiere moderno y democrático”.

 

En cuanto a la recepción de Borges en Israel, Fine asegura que es un autor “muy citado y muy traducido”. La investigadora, que desde 1981 reside en Jerusalén, no es ajena a su difusión. Dirigió un proyecto de investigación sobre la fe en Borges (“la fe literaria, no la fe religiosa”) que culminó en la publicación de un volumen de poemas en idioma hebreo.

 

“A Borges se lo estudia, se lo venera; ahora el Departamento de Literatura Comparada de la Universidad Hebrea de Jerusalén termina siempre con un seminario dedicado a Borges. “Es verdaderamente un ícono, está muy presente”.

 

Dedicación de un silencio

 

Villa Urquiza, hemos dialogado firme en las tardes

 

y esta es la última vez que hacemos un verso.

 

Sé que para merecerte, debo ignorarte;

 

para que estés en mi corazón, no debes estar en mi canto

 

¡mi intimidad y mi silencio sean tuyos

 

y sea conmigo el beneficio de tus ocasos!

 

Fuente: Infobae

https://www.infobae.com/leamos/2022/11/15/un-poema-olvidado-de-borges-que-podria-estar-dedicado-a-su-primer-amor-se-encontro-por-casualidad-en-israel/

 

Lo que podemos aprender de Voltaire y Borges: formarnos un cuadro del mundo

                           Musée Carnavalet

 

Yesurún Moreno

 

 Noviembre 12, 2022

 

En 1756 el filósofo e historiador ilustrado Voltaire publicaba su Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones, obra que dedicó a su amiga la marquesa de Châtelet. 

 

En el Prólogo, el francés se molestó en dar algunos consejos para aquellos que quisieran abordar con éxito el estudio de la historia moderna. Carga, por ejemplo, contra Bossuet por tratar de reducir la Historia a los avatares del pueblo judío: “Parece que escribió únicamente para insinuar que todo se había hecho en el mundo para la nación judía”; invita a poner la atención sobre el Oriente “cuna de todas las artes y desde adonde ha venido todo al Occidente”; desmitifica el pasado de los pueblos galo, toscano, celta, germano, bretón en tanto que bárbaros: “La naturaleza humana ha permanecido sumergida durante una serie de siglos en un estado muy inmediato al de los brutos”; y, sobre todo, se lamenta de la historiografía occidental (Tito Livio, Tácito o Polibio) por su excesivo empleo de “moldes” ya que “este es el modo como se insulta la razón en las historias universales, y como se obscurece, bajo un conjunto de conjeturas forzadas, el corto conocimiento que podríamos tener de la antigüedad”. Sin embargo, me gustaría detenerme en un aspecto del texto que quizá pasa algo desapercibido. 

 

En apenas la segunda página del Prólogo señala que el objeto de su trabajo -y, por extensión del historiador- no consiste en conocer al detalle las fechas exactas, sino en formarnos un cuadro del mundo. Habla, incluso de “desgracia”, esto es, al afirmar que “si se tuviese la desgracia de conservar en la memoria la serie cronológica de todas las dinastías, nada se sabría”. ¿Cómo? ¿Voltaire el enciclopedista acaso está insinuando que un exceso de memoria va en detrimento del saber mismo? Efectivamente, pues “es inútil el sobrecargar la memoria con una multitud de reyes cuyos nombres pueden quedar ignorados” y, por ende, “en todas las recopilaciones inmensas que no es posible recorrer, conviene limitarse a escoger lo mejor”. Esta es la madre del cordero por cuanto al juicio se refiere. Y me remite, por un lado, a la consciencia del ser humano de ser perfectible e incompleto, y más en particular del “filósofo”, y, por otro, a un relato en que Jorge Luis Borges aborda esta aparente antinomia. Vayamos por partes. 

 

    El querer conocer, retener nombres, fechas y detalles, autores y sus obras es tan sólo el reflejo especular de un anhelo de plenitud en el hombre que se sabe incompleto

 

Leo Strauss en ¿Qué es la filosofía política? (1957) trata de definir al filósofo en sentido amplio. El filósofo, sabiéndose finito, limitado, impotente debe pretender “discernir”, es decir, distinguir. De este modo, “la filosofía consiste esencialmente no en la posesión de la verdad, sino en la búsqueda de la verdad. El rasgo definitivo del filósofo es que ‘sabe que no sabe nada’”. En efecto, de no ser seres por completar, si fuéramos seres completos y acabados desaparecería nuestra sed de conocimiento, nuestra más genuina curiosidad. El querer conocer, retener nombres, fechas y detalles, autores y sus obras es tan sólo el reflejo especular de un anhelo de plenitud en el hombre que se sabe incompleto. De ahí que la mayor de las virtudes del filósofo sea la humildad. El que -henchido de orgullo- cree saberlo todo o, al menos, saber todo lo necesario, está cerrado al conocimiento. 

 

La compra compulsiva de libros, por poner un ejemplo moderno, es una relación libidinal con el saber. El “letraherido” se ve atraído por dos polos: el consumismo más extremo (del que se aprovecha la industria editorial) y el intento de saciar ese vacío. Este tópico de hacer acopio de un mayor número de libros que tiempo material para leerlos, lejos de ser negativo, resulta un síntoma francamente alentador: una búsqueda -a trompicones- de la Verdad con mayúscula. 

 

Esto me lleva al relato de Borges: Funes, el memorioso, escrito en 1942. Según el propio Borges, este relato breve es una “una larga metáfora del insomnio”. El protagonista, un chico uruguayo llamado Ireneo Funes que, tras haber sufrido un accidente a los 19 años, al recobrar el conocimiento quedó preso de hipermnesia (vinculada al síndrome del sabio): “Al caer, perdió el conocimiento; cuando lo recobró, el presente era casi intolerable de tan rico y tan nítido, y también de las memorias más antiguas y más triviales”. Los que padecen esta enfermedad muestran una memoria prodigiosa, así como tremendas dificultades para conciliar el sueño. Sea como fuere, Borges presenta a Funes como un chico enigmático, misterioso: “Lo recuerdo, la cara taciturna y aindiada y singularmente remota, detrás del cigarrillo (…) Funes era un precursor de los superhombres, ‘un Zarathustra cimarrón y vernáculo’”.

 

    Si bien con Strauss oponíamos humildad a soberbia, con Borges oponemos memoria prodigiosa a olvido

 

Tullido y desesperanzado “llevaba la soberbia hasta el punto de simular que era benéfico el golpe que lo había fulminado… Dos veces lo vi atrás de la reja, que burdamente recalcaba su condición de eterno prisionero”. Si bien con Strauss oponíamos humildad (como apertura al saber) a soberbia (como imposibilidad de saber), con Borges oponemos memoria prodigiosa (como eterna prisión) a olvido (como libertad). ¿En qué sentido? Solemos relacionar la memoria con la inteligencia. De algún modo, es su precondición, ¿no? Pero ¿qué sucedería si una memoria extraordinariamente enfermiza nos permitiera recordarlo absolutamente todo, hasta el detalle más nimio e insignificante? En primer lugar, claro está, nos volveríamos locos, pero más allá de eso, Borges nos muestra cómo el olvido (selectivo) es tanto más importante que la propia memoria. El sueño depura y drena los recuerdos intrascendentes para dejar espacio a aquellos “eventos” realmente relevantes. Una absoluta memoria es sinónimo de una absoluta condición de eterno prisionero. La dictadura del dato sin narrativa nos conduce al no-pensamiento, a la ausencia de correlación, de abstracción y de generalización. El exceso de detalle, tal y como sugieren Voltaire y Borges, cada uno a su modo, impide el juicio. 

 

Ireneo Funes sumido en la oscuridad de su cuarto, tullido era esclavo de sus recuerdos que repasaba una y otra vez en bucle. En unas horas aprendió el latín. Recitaba pasajes de la Historia Natural de Plinio el Viejo, obra que le había prestado su amigo porteño: “La materia de ese capítulo es la memoria; las palabras últimas fueron ut nihil non iisdern verbis reddetur auditum” (“Todo lo que había oído lo repetía con las mismas palabras”). Antes del accidente era un ciego, un desmemoriado, “ahora su percepción y su memoria eran infalibles”. Pero esa infalibilidad que, en esencia, es contraria a la falibilidad humana, conlleva una enorme carga. “El vertiginoso mundo de Funes” era el recuerdo indeleble de la humanidad: “Más recuerdos tengo yo solo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo. Mis sueños son como la vigilia de ustedes”. Imaginen por un instante la terrible condena de cargar sobre sus hombros con la miseria del mundo. Imaginen por un instante recordar en vida cada imagen, cada palabra, cada sonido, sin descanso. Imaginen por un instante ser omniscientes, en lugar de ser seres finitos y limitados, creaturas. 

 

Olvido y sueño renuevan cada noche nuestra vida y nos redimen de la condena eterna de la memoria. A Funes, en cambio “le era muy difícil dormir. Dormir es distraerse del mundo”. La “desgracia” de conservar en la memoria hasta el más pequeño de los detalles detalles nos empujaría a un absoluto rencor existencial, porque nadie está preparado para cargar con la injusticia de la Historia toda sobre sí. 

 

Sigamos a Voltaire, “conviene limitarse a escoger lo mejor” pues “pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles”. Contra el imperio del exceso de información y datos; el relato y el pensamiento, el criterio y el discernimiento, abstraer y generalizar. En otras palabras, formarnos un cuadro del mundo... 

 

Fuente: La Gaceta

https://gaceta.es/ideas/lo-que-podemos-aprender-de-voltaire-y-borges-formarnos-un-cuadro-del-mundo-20221112-0645/