domingo, 20 de junio de 2021

Jorge Luis Borges y William James

 
 
 
Jaime Nubiola

 

""I am inflamed at the idea of seeing & knowing Spain."
Carta del 10 de julio de 1877 de Henry a William James.

 

William James viajó en el vapor Spain desde Nueva York a Europa el 10 de octubre de 18732, pero durante toda su vida no visitó España ni estuvo en ningún otro país de habla hispana. En sus frecuentes viajes a Europa, James mantuvo estrechos lazos con las comunidades filosóficas de Inglaterra, Italia, Francia y Alemania, pero sus relaciones personales con España fueron muy escasas. En aquel tiempo, España no solo era un país aislado y en declive sino que —como es bien sabido por todos— tuvo una guerra con los Estados Unidos en 1898 a causa del dominio sobre Cuba y Filipinas3. A pesar del fuerte contraste sociológico y cultural entre ambos países, el pensamiento y las obras de James fueron recibidas muy pronto en España por importantes pensadores como Miguel de Unamuno (1864-1936), José Ortega y Gasset (1883-1955), y Eugenio d’Ors (1881-1954). De hecho, y contrariamente a una primera impresión superficial, es posible afirmar que existe una profunda afinidad entre las cuestiones centrales del pragmatismo americano y los temas y problemas tratados por los pensadores españoles más relevantes del siglo XX4.

Desde hace años estoy dedicado al estudio del pragmatismo americano y me interesa en particular el estudio de la recepción del pragmatismo en el mundo hispánico y esa peculiar sintonía de fondo entre ambos mundos tan distantes, que ha sido de ordinario muy poco detectada. El tema que hoy me trae aquí —Borges y William James— resulta ciertamente colateral respecto de esa línea de investigación principal; viene a ser casi una distracción, una diversión, pero me parece que puede aportarles informaciones curiosas casi de primera mano, puede hacerles pensar y puede darles pistas para que ustedes sigan la investigación por su cuenta.

Por este motivo, tomé las decisiones de facilitarles el texto por escrito, de manera que pudieran con facilidad conservar las referencias bibliográficas indispensables y seguir sin agobio mi exposición, y de anteponer a la presentación de las conexiones entre Borges y James una breve descripción de los principales hitos de la recepción de James en el mundo hispánico.

1. La recepción de William James en el mundo hispánico

El propósito de esta sección es proporcionar algunos de los principales hitos de la recepción de William James en España y en el mundo hispánico, comenzando con las traducciones y los lectores de James que lo introducen al público de habla hispana. Inevitablemente tendré que mencionar un cierto número de nombres y datos que proporcionan el marco para una mejor comprensión de este largo proceso que recorre todo el siglo pasado y que actualmente vive un claro resurgimiento.

Sin lugar a dudas, una de las pruebas de la calurosa acogida de William James en España es la temprana traducción de un buen número de sus obras. La primera aparece ya en 1900. se trata de la traducción de los dos volúmenes de sus Principios de Psicología (1890), que publicó Domingo Barnés en la Editorial Jorro de Madrid, y que tendría una segunda edición en 1909. Barnés (1870-1943) fue un conocido educador español de la época, miembro de la Institución de Enseñanza Libre, y experto en psicología y sociología. Además de Principios de Psicología, Barnés tradujo obras de autores contemporáneos como John Dewey y Henri Bergson, entre otros5. La segunda traducción de James al español corresponde a la obra Talks to Teachers on Psychology and to Students on Some of Life’s Ideals (1899) que apareció en 1904. Su traductor fue Carlos M. Soldevila. Tres años más tarde se publica la primera traducción al español de The Varieties of Religious Experience llevada a cabo por Miguel Domenge Mir. Fue publicada en tres volúmenes con el título de Fases del sentimiento religioso. Estudio sobre la naturaleza humana6. Probablemente fue una edición limitada porque hoy en día pueden encontrarse muy pocos ejemplares de esta primera traducción en las bibliotecas españolas. Es necesario esperar ochenta años para una nueva traducción de esta importante obra de James: se trata de la que hizo José Francisco Yvars en 1986, que ha tenido ya cinco ediciones. Esta edición incluye un prólogo de José Luis L. Aranguren en el que escribe que aquellas Gifford Lectures de James de 1901-02 fueron "un punto de inflexión en la historia de la psicología, así como en la historia de la psicología religiosa y en la consideración de la religión por parte de la gente culta"7.

La cuarta traducción de James en España fue The Will to Believe and Other Essays in Popular Philosophy en 1909, publicada en español bajo el título de La vida eterna y la fe, y reeditada en 1922 como La voluntad de creer y otros ensayos de filosofía popular8. Su traductor fue Santos Rubiano (1871-1930), un médico militar pionero en la aplicación de los métodos y los conceptos de la psicología moderna en el ejército español. Rubiano fue un veterano de las guerras de Filipinas y del Norte de África, y se formó como psicólogo en la Universidad de Cornell en los Estados Unidos en 1916, becado por el Ministerio español de Educación Pública9. En ese año, Rubiano tradujo Psychology. Briefer Course, que tendría una segunda edición en 1930. En las primeras páginas de esta edición se puede encontrar una reproducción fotográfica de un texto manuscrito de James fechado el 22 de marzo de 1908, que dice lo siguiente:

22.III. 08

... and am very glad

to authorize you as my offi-

cial translator.

Believe me, dear

Doctor, with sincere and

grateful regards, yours

very truly .

Wm James

Dr. Santos Rubiano10

Rubiano incluye en su traducción del Compendio de psicología un "prólogo biográfico-crítico". En él Rubiano escribe que en esta obra "no solo habla el profesor, sino también el genio y el creyente" y que James "es capaz de hacer de su propia personalidad su método de enseñanza, y [que] en su personalidad no solo era posible encontrar al filósofo sino también al hombre bueno"11. Además de estas dos obras, Rubiano tradujo al español Pragmatismo en 1923, y en 1924 El significado de la verdad y una nueva traducción de Talks to Teachers12.

En la década de los treinta parece que el interés por James desaparece. Sin embargo, en las siguientes dos décadas algunas editoriales de Argentina y México reimprimen antiguas traducciones y hacen algunas nuevas. Entre ellas puede mencionarse la traducción de Algunos problemas de filosofía de Adolfo Vázquez en Tucumán, Argentina, en 1944, y una nueva traducción de Pragmatismo a cargo de Vicente P. Quintero en 1945, que incluye una nota preliminar de Jorge Luis Borges13, a la que ahora prestaremos atención. En ese mismo periodo en España pueden mencionarse las traducciones de Luis Rodríguez Aranda de Pragmatismo en 1954 y El significado de la verdad en 1957.

Con el resurgimiento del pragmatismo en la última década ha habido un nuevo impulso por traducir a James al español. En 1992 se publica la traducción de dos manuscritos de James sobre la sustancia y el fenómeno que aparecieron originalmente en la obra de Perry The Thought and Character of William James14, y en 1998 con ocasión del centenario de la publicación de The Human Immortality, se publicó una traducción de esta obra de James llevada a cabo por Ángel Cagigas15. La publicación más reciente de James en español ha sido una nueva traducción de Pragmatismo hecha por Ramón del Castillo en el año 2000, que incluye un prólogo y notas editoriales del traductor16. Como resumen de esta enumeración podemos decir que a lo largo de este siglo la mayoría de las grandes obras de James han sido traducidas, solo A Pluralistic Universe (1909) y Essays in Radical Empiricism (1912) están a la espera de su traductor al castellano.

La bibliografía secundaria de William James en español puede dividirse en dos grupos. El primero, los libros y artículos escritos en español por autores hispanos, y el segundo, las traducciones al español de libros y artículos de autores extranjeros. Está pendiente todavía un estudio exhaustivo, pero puede afirmarse que probablemente este segundo grupo es mayor que el primero. Este hecho puede ser interpretado como un signo del interés sobre James en los países de habla hispana y, al mismo tiempo, como un signo de la inexistencia hasta ahora de una verdadera investigación original sobre el pragmatismo americano.

Entre las traducciones más tempranas de la bibliografía secundaria debe mencionarse la obra de Emile Boutroux William James (A. Colin, París, 1911), que fue recensionada por Eugenio d’Ors en Arxius de l’Institut de Ciències, y traducida en 1921 al español en Montevideo con un prólogo del propio d’Ors. Además en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza se publicó otro artículo de Emile Boutroux sobre las ideas pedagógicas de James17. Otras traducciones relevantes son la del libro de Ralph Barton Perry, El pensamiento y la personalidad de William James (versión reducida) hecha por Eduardo Prieto en 197318, y Un paseo con William James de Jacques Barzun en 1986 en la que se apunta la afinidad entre William James y los pensadores españoles Unamuno y Ortega, "ambos luchando contra el positivismo"19.

Respecto a la producción original sobre James en los países de habla hispana, Pelayo H. Fernández estudió con detalle en 1961 cómo Miguel de Unamuno leyó a William James, sus frecuentes referencias a James y sus notas al margen en los libros de James que tenía en su biblioteca personal. Fernández concluyó que el pragmatismo de Unamuno fue "original con respecto al americano, del que solo absorbió ideas complementarias"20. Sin embargo, en mi opinión, la abundancia de pruebas que Pelayo recopila demuestra la gran influencia, y la gran similitud entre los dos pensadores en muchos temas y problemas. !Durante el pasado siglo a menudo se consideró que iba en detrimento de la originalidad o la autenticidad de los pensadores españoles el que tuvieran fuentes foráneas! El libro de Pelayo Fernández es una muestra impresionante de esta actitud. En todo caso, la tesis doctoral de Fernández y su posterior monografía son el punto de partida indispensable para todo aquel interesado en la recepción de James en España, especialmente a través de Unamuno.

En el caso de José Ortega y Gasset, John Graham publicó un minucioso estudio en el que, después de advertir la hostilidad de Ortega respecto al pragmatismo americano, revela "muchas conexiones básicas, similitudes y puntos de identidad, que hacen más plausible una concreta influencia y una dependencia más que una 'coincidencia' entre Ortega y James"21. Graham pone en evidencia que Ortega leyó a James al principio de su carrera, y que Ortega era consciente de que James había anticipado su noción central de "razón vital"22.

En contraste con Ortega, el ya mencionado Eugenio d’Ors es quizá el filósofo español más consciente de su personal conexión con el pragmatismo americano. En 1907 se había definido a sí mismo como un pragmatista, guiado por los mismos deseos que movían a sus colegas americanos, a los que esperaba superar mediante el reconocimiento de una dimensión estética de la acción humana que no podía ser reducida a lo meramente utilitario23. Cuarenta años más tarde, en 1947, en su obra El secreto de la filosofía que coronó su carrera filosófica, reconoció generosamente su deuda con la tradición americana24.

En Latinoamérica la conexión con el pragmatismo americano puede retrotraerse a las reacciones hostiles de los filósofos Coriolano Alberini (1886-1960), de Argentina, y Carlos Vaz Ferreira (1871-1958), de Uruguay, contra el pragmatismo de William James y F. C. S. Schiller: este último a causa del espiritualismo de los pragmatistas, mientras que el primero consideraba al pragmatismo de James como una amenaza a la religión25. El contraste entre ambas lecturas hizo difícil una abierta recepción de William James. Estas dificultades aparecen también en la lectura de James que hizo el chileno Enrique Molina. Este filósofo, defensor del positivismo en Chile, entiende a James como un pensador contradictorio que defiende al mismo tiempo el escepticismo y un tradicionalismo dogmático26.

En los últimos años, ha habido un pequeño resurgimiento de las obras y ensayos sobre William James. Solo mencionaré aquí para cerrar este recorrido los libros de Jorge Pérez de Tudela El pragmatismo americano (1988) y Ángel Faerna Introducción a la teoría pragmática del conocimiento (1996). Con Izaskun Martínez, tenemos el propósito de instalar en la web de nuestro Grupo (http://www.unav.es/gep/) un listado lo más completo posible de la bibliografía hispánica sobre William James: ¡Todas las ayudas y sugerencias serán muy bien venidas!

2. Borges y William James

En octubre de 1997 fui invitado al IX Congreso Nacional de Filosofía de la Asociación Filosófica Argentina, que tenía lugar en aquella ocasión en La Plata. Era mi primera visita a la Argentina y en mi intervención hablé de la recepción de la filosofía de Charles S. Peirce y el pragmatismo norteamericano en la filosofía hispánica, en particular en la Argentina27. Mi ponencia estaba enmarcada por aquel fragmento del final de "Del rigor en la Ciencia" de Jorge Luis Borges: "En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos"28, con el propósito de sugerir que había conexiones —aunque parecieran perdidas— entre la filosofía hispánica y la norteamericana y que alguna de esas conexiones debería rastrearse en Borges.

Dos datos muy valiosos obtuve en aquella primera visita. Por una parte, en el coloquio que siguió a mi intervención, uno de los asistentes, quizá Alberto Moretti, sugirió que la conexión entre Charles Peirce y Borges podría probablemente establecerse a través de la correspondencia de Macedonio Fernández, 'maestro' de Borges, y William James. Al año siguiente seguí esa pista en la Houghton Library de Harvard donde se conserva buena parte de la correspondencia de James, pero ni en el catálogo ni en los ficheros aparecía referencia alguna a Macedonio Fernández. Llegué a convencerme de que era una pista equivocada hasta que dos o tres años más tarde encontré que Murchison mencionaba esa correspondencia de Macedonio Fernández con James en el volumen Asedio a Jorge Luis Borges29 y me puse a seguir de nuevo la pista.

Por otra parte, puede dedicar algún tiempo a recorrer el viejo Buenos Aires, haciéndome la ilusión de que vivía en el universo borgeseano. Entré en casi todas las librerías sin saber lo que buscaba, hasta que un librero de viejo me habló con aire de misterio de aquella traducción de Pragmatismo de William James publicada por Emecé en 1945, que contenía un prólogo de Borges que éste no había querido posteriormente incluir en la compilación de prólogos. Decía el librero que tenía un ejemplar, pero que no lo vendería por nada del mundo. No hubiera tenido yo tampoco dinero para comprarlo, pero a mi regreso a España no fue difícil encontrar ese volumen en una biblioteca para leer con detenimiento aquella Nota preliminar de apenas cuatro páginas, a las que sigue una breve biografía de James y una lista de sus obras.

De aquel texto en el que Borges califica a James de "escritor admirable"30, hasta el punto de que fue capaz de hacer atrayente un modo tan razonable de pensar como era el pragmatismo de las dos primeras décadas de nuestro siglo, con "soluciones medias" e "hipótesis tranquilas", quiero entresacar el primero y el último párrafo. El primero dice lo siguiente:

Observa Coleridge que todos los hombres nacen aristotélicos o platónicos. Los últimos intuyen que las ideas son realidades; los primeros, que son generalizaciones; para éstos, el lenguaje no es otra cosa que un sistema de símbolos arbitrarios; para aquéllos, el mapa del universo. El platónico sabe que el universo es de algún modo un cosmos, un orden; ese orden, para el aristotélico, puede ser un error o una ficción de nuestro conocimiento parcial. A través de las latitudes y de las épocas, los dos antagonistas inmortales cambian de dialecto y de nombre: uno es Parménides, Platón, Anselmo, Leibnitz, Kant, Francis Bradley; el otro, Heráclito, Aristóteles, Roscelín, Locke, Hume, William James. (...) William James enriquece, a partir de 1889, esa lúcida tradición. Como Bergson, lucha contra el positivismo y contra el monismo idealista. Aboga, como él, por la inmortalidad y la libertad31.

Impresiona en este párrafo —cuya primera parte figura también en El ruiseñor de Keats— la lucidez del análisis de Borges de la historia de la filosofía. En esa polémica secular otorga Borges una incontestable ventaja a los platónicos porque "las conjeturas que proponen son singulares, increíbles e inolvidables". Quienes las combaten corren el riesgo de parecer representantes del mero e insípido sentido común, pero James soslayó brillantemente este peligro; fue —escribe Borges— tan asombroso como los hegelianos Bradley o Royce, pero mucho más legible: "Como Schopenhauer, como Hume, como Berkeley, como Descartes, James fue un escritor admirable".

Sin embargo, estos elogios no disminuyen la convicción del lector de que Borges se sitúa a sí mismo en la corriente alternativa. El párrafo final es un firme punto de apoyo para esta convicción:

El universo de los materialistas sugiere una infinita fábrica insomne; el de los hegelianos, un laberinto circular de vanos espejos, cárcel de una persona que cree ser muchas, o de muchas que creen ser una;

mientras que el universo de James es un río que crece de modo incesante. "El pragmatismo —termina la Nota preliminar— no quiere coartar o atenuar la riqueza del mundo; quiere ir creciendo como el mundo"32.

¿Cuál es la razón de la discrepancia fundamental de Borges con James? Me parece que, siguiendo a William James, puede retrotraerse esa discrepancia a una cuestión básica de temperamentos opuestos: mientras el pesimismo metafísico radical alimenta toda la obra borgeseana, la obra de James —y con ella todo el pragmatismo americano— se alimenta de un optimismo metafísico radical, o cuando menos de un meliorismo, esto es, de una confianza en la capacidad de la razón para lograr que la vida humana sea mejor. Cuando en 1999 hice esta afirmación en un homenaje a Borges en Bahía Blanca con ocasión de su centenario, añadí como para curarme en salud que si Borges, como uno de los Inmortales, pudiera escucharme quizá alzaría ahora su voz y me respondería que no, que él no era un pesimista, sino simplemente un optimista bien informado acerca de la condición humana. Yo, con un enorme respeto, trataría de responderle a mi vez que no; trataría de decirle que su escepticismo, válido quizá para un literato, sería en un filósofo la abdicación de nuestra personal responsabilidad sobre la humanidad y su futuro. Aquí se encuentra a mi entender la discrepancia básica entre James y Borges.

Algún tiempo después, tuve ocasión de escribir esto mismo en Streams of William James y recibí una interesante réplica de Matthew Stephens. En contra de mi interpretación optimista de James, Stephens lo presentaba como un cripto-pesimista que, sin embargo, procuraba poner buena cara a sus lectores e interlocutores, pero quizá lo más interesante era que mostraba, de una parte, cómo se solapan parcialmente las lecturas favoritas de ambos escritores y, de otra, sostenía que "el estilo literario de Borges está construido, o presupone, una fundamentación en el empirismo jamesiano"33. Me parece acertada esta sugerencia y a quienes les interese puedo facilitarles la bibliografía para explorarla.

3. El James de Borges y la mediación de Macedonio Fernández

En el índice de nombres de la difícilmente manejable obra de Borges que publicó Balderston en 1986 se registran más de una veintena de pasajes en los que a lo largo de su obras Borges citó a James34. No es posible recorrer ahora todas esas referencias, pero sí quiero dar noticia al menos del recuerdo de su infancia que viene a su memoria cuando es nombrado director de la Biblioteca Nacional:

Me vi nombrado director de la Biblioteca y volví a aquella casa de la calle México del barrio Monserrat, en el Sur, de la que tenía tantos recuerdos. Jamás había soñado con la posibilidad de ser director de la Biblioteca. Yo tenía recuerdos de otro orden. Iba con mi padre, de noche. Mi padre, que era profesor de psicología, pedía algún libro de Bergson o de William James, que eran sus autores preferidos, o de Gustav Spiller. Yo, demasiado tímido para pedir un libro, buscaba algún volumen de la Enciclopaedia Britannicao de las enciclopedias alemanas de Brockhaus o de Meyer. Tomaba un volumen al azar, lo sacaba de los anaqueles laterales, y leía35.

Este texto sugiere que el aprecio de Borges hacia James es heredado de su padre. Lo que ese texto no dice es que el padre de Borges era amigo de Macedonio Fernández (1874-1952), quien fue en cierto sentido el mentor de Borges a su regreso a la Argentina y es a quien Borges más oyó hablar de James. "Supongo que el mayor acontecimiento de mi regreso de Europa —escribe Borges— fue Macedonio Fernández. De todas las personas que conocí en mi vida —y he conocido algunos hombres notables— ninguno me impresionó de forma tan profunda y perdurable como Macedonio"36. Macedonio era un personaje realmente singular, algo así como un filósofo de tertulia porteña con un poso de tango trágico, al que Borges imitó durante sus años jóvenes: "Yo por aquellos años lo admiré hasta la transcripción, hasta el apasionado y devoto plagio. Yo sentía: Macedonio es la metafísica, es la literatura"37.

Como dije más arriba, mi búsqueda en Harvard de la supuesta correspondencia entre Macedonio y William James había sido un fracaso y había llegado a la conclusión que esa correspondencia era un "invento" de Borges. En 1999 la experta borgeseana Zulma Mateos me proporcionó alguna nueva información al respecto. Por una parte, el texto que acabo de citar en el que Borges escribe que Macedonio era lector de "Hume, Schopenhauer, Berkeley y William James, pero sospecho que no leyó mucho más que eso", y añade "alguna vez se carteó con William James, a quien ha escrito en una mezcla de inglés, alemán y francés, según él porque 'sabía tan poco de cualquiera de estos idiomas que constantemente tenía que pasar a otro'"38. Gracias a Zulma Mateos pude consultar, por otra parte, el volumen de correspondencia incluido en las obras completas de Macedonio: en él la editora Alicia Borinsky advierte que no ha "encontrado cartas de William James con quien se sospecha que Macedonio mantuvo una correspondencia que parece no haber dejado huellas visibles por el momento"39.

Sin embargo en ese volumen pude leer algunas de las cartas de Macedonio a Borges en las que le escribe a propósito de su lectura de la obra de James Pragmatism, le pide ayuda a Borges para la traducción de un pasaje más dificultoso de A Pluralistic Universe y muestra bien la sintonía entre su pensamiento y el de James, al quiere coronar con una metafísica: "Lo que me preocupa es la Metafísica, es decir, redondear a W. J., que es todo lo que le falta a la humanidad consciente"40. Toda esa correspondencia mostraba con claridad el buen conocimiento y vivo interés que tenía Macedonio por James, pero no proporcionaba ningún dato en favor de la existencia de una correspondencia personal entre los dos. En este punto llegué de nuevo a la convicción de que era una invención de Borges como buena parte de las referencias literarias que aparecen en sus narraciones. Estaba convencido de que a pesar de que la mayor parte de la bibliografía secundaria sobre Macedonio o Borges mencionaba esa correspondencia ninguno de los autores había visto las cartas reales y citaba su contenido porque nunca existieron.

Me quedaba una pista por seguir y era la de un artículo de Hugo Biagini "William James y otras presencias norteamericanas en Macedonio Fernández", que había aparecido en 1980 en una pequeña revista de Salta, al norte de Argentina, pero que afortunadamente había sido reimpresa en el Hispanic Journal41. Cuando conseguí una fotocopia de aquel artículo comprobé que mi búsqueda había prácticamente terminado. En ese breve y concienzudo trabajo Biagini daba cuenta de su exhaustiva investigación sobre Macedonio Fernández y sus conexiones norteamericanas, prestando una muy especial atención a la presencia de William James en Macedonio a lo largo de toda su vida: desde su temprana lectura de The Principles of Psychology (1896) hasta los comentarios llenos de admiración de los últimos años de su vida en los que presenta a James como "el más inteligente y de más espíritu de los filósofos" (1944)42, "que será leído todavía dentro de cien años"43 (1931).

¿Y qué había de la correspondencia entre Macedonio y James? Biagini reconstruye pacientemente los fragmentos de esa correspondencia fechada entre 1906 y 1910 a partir de los textos reunidos en el volumen octavo de las Obras completas de Macedonio. Se trata de los fragmentos de tres cartas de James fechadas respectivamente en octubre de 1906 (pp. 39-40), el 3 de noviembre de 1908 y el 27 de agosto de 1909 (pp. 237-238). Pero esos fragmentos de las cartas mencionadas en los escritos de Macedonio no me parecían una sólida evidencia. ¿No podría ser el asunto un invento de Macedonio, en lugar de un invento de Borges? Lo que a mí me llamaba la atención era que no quedara ningún rastro por parte de William James, quien —como se ha dicho alguna vez— todo lo que escribió, aun las postales más ocasionales, las escribió pensando que algún día serían publicadas. En una nota a pie de página Biagini decía que Macedonio no conservaba copia de sus propias cartas y que las cartas recibidas de James se habían perdido. En su valioso trabajo Biagini añadía que la admiración de Macedonio por James permaneció inalterada a lo largo de toda su vida hasta el punto de haber llegado a colgar sobre su cama uno de los dos retratos que James le había mandado hacia 1909, y que se hallaba ahora en poder del hijo de Macedonio, Adolfo de Obieta.

El siguiente paso fue localizar a Obieta en Buenos Aires e ir a visitarle en septiembre del 2001, acompañado de la profesora Adriana Gallego. Tenía 89 años y me enseño los textos manuscritos de Macedonio, algunos todavía inéditos, su biblioteca que contenía un buen número de obras de William James con las anotaciones de Macedonio al margen y, por fin, conseguí ver la foto —que les reproduzco en la última página y en la que puede advertirse la firma original de James— que es el único testimonio efectivo de aquella correspondencia. Obieta me explicó que entre los papeles que llevaba Macedonio siempre en su bolsillo, junto con una foto de su madre, se encontraba una carta, ya muy manoseada y deteriorada, de William James. No sin emoción recogí todas esas explicaciones y gustosamente se las transmito. Obieta falleció dos meses después y al parecer toda la biblioteca y los papeles de Macedonio han ido a parar a la Biblioteca Nacional Argentina. 

 

4. James en la biblioteca personal de Borges

El pasado mes de julio tomé parte en el congreso que tuvo lugar en Edimburgo para conmemorar el centenario de las famosas Gifford Lectures de James que serían compiladas con el título Las variedades de la experiencia religiosa. Estudio sobre la naturaleza humana. Allí, presentamos con Izaskun Martínez los datos principales de la recepción de James en el mundo hispánico —de los que antes les he dado noticia— y sobre todo destacamos la paciente lectura por parte de Unamuno de esa obra que tanto le influyó. En el coloquio que siguió a mi intervención, Ramón del Castillo apuntó al comentario de este libro que Borges y María Kodama habían incluido en su Biblioteca personal. Me parece que lo mejor es transcribirles por completo ese texto y añadir solo unos breves comentarios míos:

Como David Hume, como Schopenhauer, William James fue un pensador y un escritor. Escribió con la claridad que requiere la buena educación; no fabricó dialectos incómodos, a la manera de Spinoza, de Kant o de la escolástica.

Nació en New York en 1842. Su padre, el teólogo Henry James, no quería que sus dos hijos fueran meros provincianos de América. William y Henry se educaron en Inglaterra, en Francia y en Italia. William abordó el estudio de la pintura. A su regreso a los Estados Unidos acompañó al naturalista suizo Agassiz en una expedición a la cuenca del Amazonas. De la medicina pasó a la fisiología, de ésta a la psicología, de ésta a la especulación metafísica. En 1876 fundó un laboratorio psicológico. Su salud era pobre. Alguna vez lo tentó el suicidio; repitió, como casi todos los hombres el monólogo de Hamlet. De esa tiniebla lo salvaría un acto de fe. "Mi primer acto de libre albedrío", escribió, fue creer en el libre albedrío". Se libró así de la abrumadora fe de sus padres, el calvinismo.

El pragmatismo, que fundó con Charles Sanders Peirce, fue una extensión de ese acto de fe. La doctrina que abarca esa palabra lo haría famoso. Nos urge a interpretar cada concepción a la luz de sus consecuencias en la conducta. Se ramificaría en la obra de Papini, de Vaihinger y de Unamuno. El nombre de uno de los libros de James: Su voluntad de creer [su Voluntad de creer?] (1897), podría ser un resumen de la doctrina.

James afirmó que la sustancia elemental de lo que llamamos el universo es la experiencia y que ésta es anterior a las categorías de sujeto y de objeto, de conocedor y de conocido, de espíritu y de materia. Esta curiosa solución del problema del ser está, desde luego, más cerca del idealismo que del materialismo, de la divinidad de Berkeley que de los átomos de Lucrecio.

James fue adversario de la guerra. Propuso que la conscripción militar fuera reemplazada por una conscripción de trabajo manual, que impondría a los hombres la disciplina y los liberaría de sus impulsos bélicos.

James acepta en este volumen la pluralidad de religiones y le parece natural que cada individuo profese la fe que corresponda a su tradición. Juzga que todas pueden ser benéficas, siempre que la convicción sea su fuente, no la autoridad. Cree que el mundo visible es una parte de un mundo espiritual más diverso y amplio, que es [el?] revelado por los sentidos. Estudia casos particulares de conversión, de sanidad [santidad?] y de experiencia mística. Promulga la eficacia de una oración sin destinatario.

El año 1910 marca la muerte de dos hombres de genio, James y Mark Twain, y la aparición del cometa que ahora aguardamos44.

Este texto —aunque contenga algunas imprecisiones y erratas— muestra bien la familiaridad de Borges con James que en esta sesión he querido destacar. Una última información quiero compartir con ustedes y es la que puede estar detrás de la selección de Las variedades de la experiencia religiosa para formar parte de esa selecta biblioteca personal. Según me comunicó la hispanista portorriqueña Luce López Baralt, amiga personal de María Kodama, Borges manejó mucho de joven este libro de James y lo abrumó de notas. Luego, ya muy anciano, hizo que María se lo leyera para preparar una conferencia sobre el tema. López Baralt relaciona esta lectura a las dos experiencias de tipo místico que Borges confesó haber tenido de joven con los testimonios que ofrece James de personas laicas e incluso agnósticas que también tuvieron la misma experiencia del infinito. Probablemente sea esa la razón de la inclusión de este texto en el volumen Biblioteca personal de 1988.

Debo concluir ya mi exposición de esta curiosa exploración de las relaciones entre Borges y William James. Mucho más puede con toda seguridad investigarse en esta línea y quedo a disposición de cualquiera de ustedes para facilitarles copia de todos los datos y referencias bibliográficas que en estos años he ido reuniendo sobre esta conexión.





Notas

1. Agradezco la amable invitación de Jaime de Salas para impartir esta sesión. En mi presentación utilizo parágrafos de mis escritos precedentes: "Jorge Luis Borges and William James", Streams of William James. The Newsletter of William James Society I/3 (1999), p. 7, "Jorge Luis Borges and WJ Again: The Riddle of the Correspondence with Macedonio Fernández", The Newsletter of William James Society, III/3, (2001) pp. 14-15 y en colaboración con Izaskun Martínez: "The Reception of W. James in Spain and Unamuno's Reading of Varieties", European Studies of Process Thought, 2003 (en prensa). Debo gratitud a Izaskun Martínez por su ayuda y a Adriana Gallego por sus correcciones a este texto.

2. I. Skrupselis y E. M. Berkeley (eds.): The Correspondence of William James, Charlottesville, VA, University Press of Virginia, 1995, vol. 4, pp. 446-449.

3. Para la postura de James respecto a la guerra entre España y Estados Unidos, puede verse L. Simon: Genuine Reality. A Life of William James, Harcourt & Brace, Orlando, FL, 1998, pp. 279-282, y sus cartas en The Correspondence of William James, vol. 3, pp. 25-36.

4. Cf. J. Nubiola: "C. S. Peirce and the Hispanic Philosophy of the Twentieth Century", Transactions of the Charles S. Peirce Society 24/1 (1998), pp. 31-49.

5. W. James: Principios de psicología. Traducción de Domingo Barnés. Madrid, Editorial Daniel Jorro, 1900, 2 vols.; 2ª edición, 1909. Una fuente útil sobre Barnés es R. Cardá and H. Carpintero: "Domingo Barnés: Biografía de un educador avanzado", Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, II época, n. 12 (1991), pp. 63-74.

6. W. James: Fases del sentimiento religioso. Estudio sobre la naturaleza humana. Traducción de Miguel Domenge Mir Barcelona, Carbonell y Esteva, 1907-08, 3 Vols.

7. W. James: Las variedades de la experiencia religiosa. Traducción de José Francisco Yvars. Barcelona, Ediciones Península, 1986. También hay una traducción al catalán de M. Mirabent y J. Bachs, Les varietats de l'experiència religiosa: estudi de la naturalesa humana. Barcelona, Edicions 62, 1985.

8. W. James: La vida eterna y la fe. Traducción de Santos Rubiano. Barcelona, Heinrich, 1909; reeditado como La voluntad de creer y otros ensayos de filosofía popular. Madrid, Editorial Daniel Jorro, 1922.

9. Cf. J. Bandrés, y R. Llavona: “Santos Rubiano: la introducción de la psicología científica en el ejército español”, Psicothema, IX/3 (1997), pp. 659-669.

10. W. James: Compendio de psicología. Traducción de Santos Rubiano. Madrid, Editorial Daniel Jorro, 1916; 2ª edición, 1930.

11. S. Rubiano, "William James. Bosquejo biográfico. Nota crítica sobre su ideario psicológico", p. xiii. Todavía están pendientes de ser estudiadas con más detalle las relaciones entre Rubiano y James.

12. W. James: Pragmatismo. Madrid, Editorial Daniel Jorro, 1923; W. James: El significado de la verdad. Madrid, Editorial Daniel Jorro, 1924; W. James: Psicología pedagógica (para maestros). Sobre algunos ideales de la vida (para estudiantes). Madrid, Editorial Daniel Jorro, 1924.

13. W. James: Problemas de la filosofía. Tucumán, Argentina, Editorial YerbaBuena, 1944; Pragmatismo. Un nombre nuevo para algunos viejos modos de pensar. Traducción de Vicente P. Quintero con una nota preliminar de Jorge Luis Borges. Buenos Aires, Emecé Editores, 1945.

14. R. B. Perry: The Thought and Character of William James, I, Little, Brown, Boston, MA, 1935, pp. 525-528 y pp. 578-580. Traducción de Sebastián M. Pascual Sastre en “Manuscritos sobre la sustancia y el fenómeno”, Taula, 17-18 (1992), pp. 101-109.

15. W. James: La inmortalidad humana. Traducción de Ángel Cagigas. Jaén, Editorial del Lunar, 1998.

16. W. James: Pragmatismo. Un nuevo nombre para viejas formas de pensar. Traducción, notas y prólogo de Ramón del Castillo. Madrid, Alianza Editorial, 2000. En 1997 Ramón del Castillo publicó bajo el título de Lecciones de Pragmatismo (Madrid, Santillana) la antigua traducción de Rodríguez Aranda con un estudio introductorio.

17. E. d'Ors: "Review of Emile Boutroux's William James", Arxius de l’Institut de Ciències I, 1, (1911), pp. 150-153; E. Boutroux: William James y su filosofía. Traducción de Mario Falcao Espalter. Montevideo, Editorial Claudio García, 1921; E. Boutroux: "La pedagogía de William James", Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, n. 617, (1911), pp. 222-231.

18. R. B. Perry: El pensamiento y la personalidad de William James. Traducción de Eduardo J. Prieto. Buenos Aires, Editorial Paidós, 1973.

19. J. Barzun: Un paseo con William James. Traducción de Juan José Utrilla. México, Fondo de Cultura Económica, 1986, p. 228

20. P. H. Fernández: Miguel de Unamuno y William James. Un paralelo pragmático. Salamanca, CIADA, 1961.

21. J. T. Graham: A Pragmatist Philosophy of Life in Ortega y Gasset. Columbia, MI, University of Missouri Press, 1994, p. 145.

22. J. T. Graham: A Pragmatist Philosophy of Life in Ortega y Gasset, pp. 147-152; sobre la afinidad entre James y Ortega, ver J. Barzun, A Stroll with William James, London, The University of Chicago Press, 1983, p. 300.

23. E. d'Ors: Glosari de Xenius. Barcelona, Tallers Gráfics Montserrat, 1915, Vol. II, pp. 373-375.

24. E. d'Ors: El secreto de la filosofía. Barcelona, Iberia, 1947, p. 12.

25. C. Alberini: El pragmatismo. Buenos Aires, Otero Impresores, 1910; Carlos Vaz Ferreira: Conocimiento y acción, Montevideo, Imprenta El Siglo Ilustrado, 1920.

26. E. Molina: Filosofía americana. Ensayos. París, Garnier, 1914, pp. 212-213.

27. J. Nubiola: "C. S. Peirce y Argentina: La recepción del pragmatismo en la filosofía hispánica", accesible on line en http://www.unav.es/users/PeirceArgentina.html

28. J. L. Borges: Obras completas, Barcelona, Emecé, 1989, II, p. 225.

29. J. Murchison: "La obra visible de Macedonio Fernández", en J. Marco (ed.), Asedio a Jorge Luis Borges, Ultramar, Barcelona, 1982.

30. J. L. Borges: "Nota preliminar", en W. James, Pragmatismo. Un nombre nuevo para algunos viejos modos de pensar, Emecé, Buenos Aires, 1945, p. 10.

31. J. L. Borges: "Nota preliminar", p. 10.

32. J. L. Borges: "Nota preliminar", p. 12.

33. M. Stephens: "Borges and WJ revisited", Streams of William James 3/3 (2001), p. 14.

34. D. Balderston: The Literary Universe of Jorge Luis Borges. An Index to References and Allussions to Persons, Titles, and Places in his Writings, Greenwood Press, Westport, CN, 1986.

35. J. L. Borges: Siete noches, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, pp. 145-146.

36. J. L. Borges: "Macedonio", en "Homenaje a Borges", 11, La Maga Colección, febrero de 1996.

37. Palabras pronunciadas por Borges en el día del funeral de Macedonio Fernández, "Homenaje a Borges", p. 11, La Maga Colección, febrero de 1996.

38. J. L. Borges: "Macedonio", en "Homenaje a Borges", 11, La Maga Colección, febrero de 1996.

39. A. Borinsky: "Introducción", en M. Fernández, Epistolario. Obras Completas, Corregidor, Buenos Aires, 1976, II, p. 8.

40. M. Fernández: Epistolario, II, p. 24.

41. H. Biagini: "William James y otras presencias norteamericanas en Macedonio Fernández", Hispanic Journal 2 (1981). Compilado en H. Biagini: Filosofía americana e identidad, Eudeba, Buenos Aires, 1989, pp. 255-261.

42. M. Fernández: Epistolario, II, p. 184

43. M. Fernández: Museo de la novela eterna, Cedal, 1967, p. 36

44. J. L. Borges: Biblioteca personal, Alianza, Madrid, 1988; edición revisada 1997, pp. 165-167.

Fuente: Universidad de Navarra – España

https://www.unav.es/users/BorgesWilliamJames.html