miércoles, 27 de julio de 2022

Milonga de Jacinto Chiclana en el Subte de Buenos Aires


 Música: Astor Piazolla

Letra: Jorge Luis Borges

Grabado por Marilina, pasajera de subte, que nos envió el video (marilina_dance).

Martes 5 de Julio de 2022,  Buenos Aires, Argentina.

@Fuelle Criollo

 

"Milonga de Jacinto Chiclana"

 

Me acuerdo, fue en Balvanera

En una noche lejana

Que alguien dejó caer el nombre

De un tal Jacinto Chiclana.

 

Algo se dijo, también

De una esquina y de un cuchillo

Los años no dejan ver

El entrevero y el brillo.

 

Quién sabe por qué razón

Me anda buscando ese nombre

Me gustaría saber

Cómo habrá sido aquel hombre.

Alto lo veo y cabal

Con el alma comedida

Capaz de no alzar la voz

Y de jugarse la vida.

 

Nadie con paso más firme

Habrá pisado la tierra

Nadie habrá habido como él

En el amor y en la guerra.

 

Sobre la huerta y el patio

Las torres de Balvanera

Y aquella muerte casual

En una esquina cualquiera.

 

Solo Dios puede saber

La laya fiel de aquel hombre

Señores, yo estoy cantando

Lo que se cifra en el nombre.

 

Siempre el coraje es mejor

La esperanza nunca es vana

Vaya, pues, esta milonga

Para Jacinto Chiclana

 

Jorge Luis Borges

 

Fuente: You Tube

https://www.youtube.com/watch?v=WujjHixHpTs

 

La asombrosa afirmación de uno de los mayores expertos en Borges: “Descuidaba los libros”

              Daniel Balderston (foto: Adrián Escandar)     
 

Daniel Balderston estudia hasta el detalle cómo escribía el autor argentino. Qué fuentes consultaba. Cuánto de lo que citaba era verdadero. Y hasta qué dejaba sin corregir y qué repetía en sus libros.

 

Por Patricio Zunini

25 de Julio de 2022


—¿Qué aportes le da el estudio de los manuscritos, lo que se llama crítica genética, a la obra de Borges?

 

—Lo desmonumentaliza. Lo saca del pedestal de la perfección de la prosa y el verso, y muestra que llegaba a través de un proceso arduo, de verter sobre la hoja muchísimas posibilidades, de ir escogiendo, puliendo, pensando el ritmo, etc. Permite reconstruir los pasos de esos textos famosos. En La muralla y los libros, por ejemplo, pudimos reconstruir todo lo que consultó sobre China: ponía en el margen izquierdo las fichas bibliográficas precisas —qué párrafo, qué verso — de lo que usaba. A veces anotaba citas traducidas, a veces las ideas. Los manuscritos muestran una relación muy cercana con las lecturas. Muchos decían que Borges tenía una erudición falsa, y el 99,5 por ciento de las citas son precisas. Eso lo dicen sus manuscritos. Hasta pone la palabra “verificar” en mayúsculas.

 

    Muchos decían que Borges tenía una erudición falsa, y el 99,5% de las citas son precisas

 

—También habla de cómo Borges borronea los datos: poner en tensión la veracidad de una fuente es una forma del escritor.

 

—Esconde muchas citas. En El método Borges hay un par de ejemplos. La cita de Conrad al final de “El inmortal”; el verso de Kipling en “El hombre en el umbral”. Están sin comillas, un poco irreconocibles, pero son traducciones de citas.

—En Lo marginal es lo más bello, usted también muestra la importancia del Martín Fierro en Borges, que es mayor de la que se pensaba.

 

—Sus opiniones varían mucho dependiendo de las décadas. Cambia de opinión cuando empieza a decir que es una novela y no un poema épico, con lo que se posiciona en contra de Lugones y Rojas, y del uso en los manuales escolares. Yo creo que el Martín Fierro le interesa por muchos motivos. Borges tenía una memoria extraordinaria para los octosílabos y la poesía popular. En el diario de Bioy cita muchísimos y hasta recita poesía popular obscena. El Martín Fierro y Ascasubi son muy importantes para él, y los pone en contacto con textos circundantes no necesariamente literarios. Borges está muy interesado en cómo se inventa una literatura popular. Yo lo pondría en relación con lo que dice sobre la milonga y el tango, y el famoso ensayo “Séneca en las orillas”, que después es “Inscripciones en los carros”. Para él no existía la superstición de una superioridad de las lecturas cultas con respecto a las demás.

 

    Borges está muy interesado en cómo se inventa una literatura popular. Para él no existía la superstición de una superioridad de las lecturas cultas con respecto a las demás.

 

—Durante años se creyó que el primer cuento de Borges había sido “Pierre Menard, autor del Quijote”, y después se supo que no era así. ¿Cuál fue el primer cuento de Borges?

 

—Los primeros están en Textos recobrados. Son textos sobre la guerra de trincheras de la primera Guerra Mundial claramente influidos por Kafka, a quien él dice en una nota que reproduzco en El método Borges que lo había leído en alemán entre 1916 y 1918. Borges fue uno de los primeros lectores que, viniendo de otras lenguas, se fijaron en Kafka antes de que fuera Kafka. Algunas personas llegaron a la ridícula conclusión de que Borges no tradujo “La metamorfosis” por casticismos en la versión que salió en Revista de Occidente… que tenía correctores españoles. Pero él dice le dice a Victoria Ocampo en una nota que reproduzco que sí lo había traducido junto con otros cuentos. Borges viene traduciendo e imitando a Kafka desde los años 20, así que para cuando escribe “La lotería de Babilonia” y “La biblioteca de Babel” ya lo tiene internalizado.

 

—¿Por qué, entonces, decide —o decide decir— que su primer cuento es Pierre Menard?

 

—Borges decide decir muchas cosas en las entrevistas. En las entrevistas en español dice que leyó el Quijote en inglés...

 

—Sí: tampoco es verdad.

 

—… y en las entrevistas en inglés dice que por supuesto lo había leído en español. También dice que aprendió alemán leyendo a Heinrich Heine con un diccionario. Estudió cuatro años alemán. Yo creo que lo hace para burlarse de la idea de Funes, que había aprendido latín leyendo a Plinio.

"Lo marginal es lo más bello. Borges en sus manuscritos", de Daniel Balderston (Eudeba)

"Lo marginal es lo más bello. Borges en sus manuscritos", de Daniel Balderston (Eudeba)

 

—Es que uno siente que Borges es un estratega constante y, si dice que su primer cuento es “Pierre Menard”, no parece que sólo fuera un chiste.

 

—Julio Premat acaba de publicar un libro [Borges. La reinvención de la literatura] donde argumenta, entre otras cosas, la importancia de “El acercamiento a Almotásim”, que es una incursión en ese terreno varios antes de Pierre Menard. Los cuentos de Historia universal de la infamia son calcos de lectura. Es decir que la idea de reescribir cosas ajenas viene de antes. Hay que recordar que la inmensa mayoría de las entrevistas y el Ensayo autobiográfico son del tiempo en que ya era famoso. Y cuando era famoso le encanta molestar al entrevistador. Provoca. Dice cosas, pero no todo eso es verdad.

 

—En Borges: el misterio esencial, de Willis Barnstone, que incluye conversaciones en universidades norteamericanas, Borges cae en varias imprecisiones. La más evidente, para mí, es sobre el “Poema conjetural”, que dice que lo escribe durante el peronismo, cuando, en realidad, lo escribió tres años antes.

 

—Lo escribe en el 43, pero lo lee en Montevideo en el 45 al final de una charla sobre poesía gauchesca. Perón llega por las urnas al poder al año siguiente, pero en el 45 ya era una figura importante. Borges reconoce en ese poema una intervención sobre un asunto político que le importa y que, después, va a desarrollar en “El escritor argentino y la tradición”, en “El culto de los libros” —que es una respuesta a “Alpargatas sí, libros no”—, en “Destino escandinavo”, en “El pudor de la historia”, donde dice que los grandes acontecimientos son producciones de directores de cine. Hay una serie de textos del 51 al 53 en los que claramente usa sus lecturas y sus ideas literarias para intervenir en el debate público.

 

—Menciona “El escritor argentino y la tradición”, sobre el que escribió en El método Borges. Ese texto es crucial para la literatura argentina, pero ¿cómo lo lee un lector de los Estados Unidos?

 

—Yo creo que ese ensayo cobra intensidad en los debates en torno a la condición poscolonial y su importancia excede la Argentina y Latinoamérica y llega hasta a los escritores de África y Asia. Desde el 80 para acá, se lee así. A mí me interesa como objeto, porque hay dos juegos de apuntes: tres páginas en un cuaderno, tres hojas sueltas donde no desarrolla mucho el argumento, luego lo presenta en el Colegio Libre de Estudios Superiores, y la versión que se publica dos años después en Cursos y conferencias se basa en una versión taquigráfica. No lo corrige; hay errores de puntuación y sintaxis en la versión publicada.

 

—Pero está también en Discusión.

 

—Sí, lo pone en la segunda edición. Lo publica en Cursos y conferencias en el 53, en Sur en el 55 y en Discusión en el 57. Lo de Discusión es pura casualidad: como Otras inquisiciones ya se había publicado en el 52, en la segunda de Discusión acomoda ensayos publicados después. Lo mismo pasa con Ficciones: la segunda edición tiene “Tres versiones de Judas”, “El sur” y “El fin”, que son más parecidos a los de El Aleph. Pero la primera edición de El Aleph es del 49 y la segunda del 51. Como la segunda edición de Ficciones es posterior, pone esos cuentos aunque no tengan el mismo aire de familia. Borges descuidaba los libros.

 

Fuente: Infobae

https://www.infobae.com/leamos/2022/07/25/el-mayor-investigador-de-borges-y-una-afirmacion-asombrosa-descuidaba-los-libros/

 

Borges y la Historia: el cuento sobre Guayaquil que tardó 17 años en escribir

En un cuento del libro “El informe de Brodie” (1970), Borges indagaba sobre los misterios de la entrevista que San Martín y Bolívar mantuvieron en Guayaquil hace doscientos años

 

Por Patricio Zunini

26 de Julio de 2022

 

Sábado 3 de octubre de 1953. Bioy anota en su diario que Borges fue a comer con él. Le llevó un libro de Kafka y le refirió el argumento de un cuento que gira en torno a la confrontación entre San Martín y Bolívar. Un historiador quiere investigar el misterio de la entrevista de Guayaquil, y, en medio de sus trabajos, se entrevista con otro investigador y acaba por retirarse.

 

Un día después, Borges y Bioy vuelven sobre el tema, pero ahora por teléfono. Borges le dice que el héroe tiene las razones, pero el otro tiene la fuerza. “Tal vez el otro también sienta que el héroe tiene la razón; ambos se dan cuenta de quién es más fuerte”.

 

Aquellas son las primeras menciones que hace sobre un cuento que recién se publicará en El informe de Brodie, de 1970: diecisiete años después. En todo ese tiempo Borges dejó de escribir cuentos. Son años en los que se queda ciego definitivamente, es nombrado director de la Biblioteca Nacional, sufre el desamor, se casa y se divorcia, da numerosas conferencias en todo el mundo, recibe el premio Formentor junto a Samuel Beckett, escribe un puñado de poemas memorables —el “Poema conjetural”, el “Poema de los dones”, “Un soldado de Urbina”, la “Milonga para Jacinto Chiclana”—, escribe prosa poética. Pero no escribe cuentos.

 

Y, cuando regresa, ahí lo está esperando “Guayaquil”.

 

Política y/o violencia

 

Once relatos integran El informe de Brodie. En estos cuentos se tematizan al extremo las formas del enfrentamiento, que se repite indefinidamente. Los personajes, como dice Beatriz Sarlo, “son impulsados por fuerzas muy diferentes de las que creen reconocer en sus actos”. Es posible que estos cuentos catalicen una postura refractaria de Borges hacia la trama política argentina, desde siempre urdida por la violencia. Ese “destino sudamericano” del “Poema conjetural” que se sellaba con el “íntimo cuchillo en la garganta”.

 

En aquel poema, Borges imaginaba los últimos pensamientos de Francisco Laprida, quien fuera presidente del Congreso de Tucumán —y un lejano antepasado suyo—, que murió en 1829 en manos de una tropilla de montoneros del Fray Aldao en medio de las guerras civiles. Casi un siglo y medio después, en mayo de 1970, otros Montoneros iniciaban la lucha armada con el secuestro, juicio revolucionario y condena a muerte del General Aramburu, figura clave del golpe de Estado que volteó a Perón en el 55.

 

Parecería que la historia argentina era —y quizá todavía lo es— el eco continuo de “La trama”, el relato en el que Borges señala que “al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías”. En ese texto, diecinueve siglos después de la muerte del César, en el sur de la provincia de Buenos Aires, “un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): ¡Pero, che! Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena”.

 

Redes familiares de sumisión y resistencia

 

En El informe de Brodie hay un cuento fascinante cargado de lascivia bíblica, “La intrusa”, y también una reescritura de Arlt, “El indigno”. Está el cuento en el que Borges se corrige a sí mismo: “Historia de Rosendo Juárez” es el lado B de “Hombres de la esquina rosada”. Está el cuento más sangriento que Borges haya escrito, “El otro duelo”, en el que narra una carrera de degollados. Y están “Juan Muraña” y “El evangelio según San Marcos”. Todos son grandes clásicos.

 

En ese ambiente entra “Guayaquil”, que, de nuevo en palabras de Beatriz Sarlo, “pone en una disputa académica banal entre historiadores, esta misma dimensión de temporalidad infinita, que repite en cada enfrentamiento en abismo, especular y periódicamente, una historia pasada”.

 

Otra entrada del diario de Bioy: lunes 13 de enero de 1958. Borges, ciego, ha comenzado a dictar sus textos. Va a comer a lo de Bioy la noche antes de irse con Alicia Jurado a una estancia. “Piensa dictar allá el cuento de Guayaquil”, escribe Bioy demostrando la obsesión del amigo. “Su problema: que la superioridad de todas las respuestas esté de un lado (San Martín) y la fuerza de la personalidad, del otro (Bolívar)”.

 

El Estado y sus otros

 

El motor inicial del relato es el descubrimiento de unas cartas de Bolívar que arrojarían luz sobre la entrevista en Guayaquil. Dos historiadores, entonces, pujan para ver quién será el que llegue antes a ellas. Uno es argentino —hijo y nieto de argentinos; su abuelo fue un héroe de las gestas patrióticas—; el otro es un judío checo que huyó de los nazis y se nacionalizó argentino. ¿Qué es ser un argentino? Esa es una de las tensiones que recorren el cuento.

 

En 1951, antes de empezar a hablar de este cuento, Borges había dictado la conferencia “El escritor argentino y la tradición”. Allí, en contra del color local y del nacionalismo peronista, Borges planteaba que la literatura argentina tenía el derecho de apropiarse de toda la cultura occidental como si fuera propia, porque lo era. (¿Qué es ser un argentino? ¿Qué es ser un escritor argentino?)

 

Los cuentos de Borges tienen la característica singular de leerse como si uno los viera en tres dimensiones y uno, a medida que avanza en la trama, va entrando en cada capa.

 

En “Guayaquil” hay tres niveles bien delimitados. El primero corresponde el encuentro de Bolívar y San Martín, donde el misterio late como un corazón delator. El segundo es el contrapunto entre el narrador y Zimmermann, los dos historiadores. El tercero es la discusión filosófica que se da entre las ideas de Schopenhauer y Hegel. Cada pieza del rompecabezas que es “Guayaquil” entra con precisión, pero, sobre todo, con presión. La literatura de Borges es un campo de batalla.

 

Poder y desaparición

 

El narrador y Zimmermann discuten sobre quién será el encargado de viajar. Sin pensar en eso, repiten la escena que otros —que Bolívar y San Martín— ya han interpretado. Uno tiene la razón, el otro la fuerza. No es casual —no puede ser casual; nada es casual en Borges— que el encuentro se dé en una casa de la calle Chile: el lema nacional chileno es “Por la razón o la fuerza”.

 

Hablan, pero es un simulacro de diálogo. La suerte está echada. “Dos hombres se enfrentaron en Guayaquil”, dice Zimmermann, “si uno se impuso, fue por su mayor voluntad, no por juegos dialécticos”. El que vence, claro está, es el que tiene la fuerza. “Words, words, words”, agrega Zimmermann con una sonrisa: “Shakespeare, insuperado maestro de las palabras, las desdeñaba. En Guayaquil o en Buenos Aires, en Praga, siempre cuentan menos que las personas”. La fuerza vence a la razón: esa es la tragedia y el destino sudamericano.

 

Pero, a la vez que es derrotado, el narrador se libera. Ha dedicado toda su vida a cuidar las reliquias de sus ancestros (“en usted vive el interesante pasado”, le dice el otro) y ahora ya nada lo ata a esa responsabilidad. La última frase del cuento —escrita en francés— dice: “Mi asedio ha terminado”.

 

Sábado 28 de noviembre de 1970. Bioy lee El informe de Brodie. “Descreía de este libro, porque lo juzgaba por mi recuerdo de los primeros cuentos. ‘El informe de Brodie’ me parece excelente; también ‘El evangelio según Marcos’ y ‘El duelo’. ‘Guayaquil’ está a punto de ser extraordinario, pero se frustra un poco”.

 

Fuente: Infobae

https://www.infobae.com/educacion/2022/07/26/borges-y-la-historia-el-cuento-sobre-guayaquil-que-tardo-17-anos-en-escribir/

 

Daniel Balderston, el "detective salvaje" de Jorge Luis Borges

                Daniel Balderston.  (Fuente: Leandro Teysseire)
 

El catedrático estadounidense busca por el mundo manuscritos y cuadernos del autor de Ficciones. Vino a Buenos Aires para presentar dos libros sobre el escritor. "Los materiales de Borges están muy dispersos", señala.

 

Por Silvina Friera

 

22 de julio de 2022 - 00:57

 

Los manuscritos y cuadernos de Borges son una obsesión para el catedrático estadounidense que, como una especie de detective salvaje, sale a buscar esos materiales dispersos en bibliotecas y colecciones particulares. La pasión literaria por el escritor argentino empezó cuando estaba estudiando el último trimestre en la Universidad de California, en 1974. Y se prolongó en Princeton, con una tesis doctoral sobre la lectura que hace el autor de Ficciones de la narrativa de Robert Louis Stevenson. Daniel Balderston, director del Borges Center de la Universidad de Pittsburgh y de la revista Variaciones Borges, volvió a Buenos Aires para presentar sus últimos libros: Lo marginal es lo más bello. Borges en sus manuscritos (Eudeba), lo presenta este jueves a las 18 (Rivadavia 1571), acompañado por Graciela Goldchluk y Julio Schvartzman; y El método Borges (Ampersand), en diálogo con Luis Gusmán y Luis Chitarroni, el lunes próximo a las 19 en el Malba (Figueroa Alcorta 3415). También dio un taller gratuito,“Las muertes de Thor y de Odín, según Borges: un examen de Dos Manuscritos”, en el Centro Cultural Borge

 

“La literatura de Borges hace un uso crucial y estratégico de las citas: como puntos de partida, pero a veces también de llegada”, plantea el catedrático estadounidense en El método Borges.

 

-¿Hay algún escritor anglosajón o en otras lenguas que haya hecho un uso tan estratégico de las citas como lo hacía Borges?

 

-Borges es único en este aspecto, me parece. Hay miles de citas en su obra sacadas de fuentes muy diversas. Algunas visibles, con comillas y fuentes, pero muchas otras invisibles, incorporadas en su texto sin ninguna indicación de que son citas. En el libro discuto algunas (Kipling, Conrad), pero hay muchas más. No conozco otro autor que use las citas de forma tan imaginativa.

 

-¿Qué es lo que más te sorprende del método de escritura de Borges?

 

-No esperaba que hubiera tantas variantes, a nivel de la palabra pero también de frase y de párrafo o estrofa. En sus primeros borradores vierte sobre la hoja muchísimas posibilidades, sin indicar cuáles va a escoger en el segundo borrador (y a veces en terceros y cuartos). Los otros escritores cuyos originales he estudiado a fondo --Manuel Puig, Juan Carlos Onetti, Juan José Saer, Silvina Ocampo-- no exploran de modo tan libre las muchas alternativas a la hora de comenzar a redactar.

 

-¿Por qué afirmás que “los manuscritos de Borges revelan que la suya es una escritura de la incertidumbre”?

 

-Borges va tanteando, sin esquemas previos. Las hojas de sus manuscritos se distinguen por lo que llama la pululación de posibilidades (en “El jardín de senderos que se bifurcan”).

 

-¿Cuáles son las diferencias más significativas en las anotaciones y correcciones de Borges respecto de los ensayos, poemas y cuentos? ¿Se podría afirmar que tiene un “método” para cada género, más allá de que procurara desdibujar las fronteras entre géneros?

 

-Hasta 1949 los manuscritos de los cuentos no tienen fichas bibliográficas en el margen izquierdo, ni tampoco los poemas. A partir de esa fecha, sin embargo, comienzan a aparecer sus fuentes en los borradores, como estudio en el caso de los cuentos “El hombre en el umbral” y “La secta del Fénix” (en El método Borges) y “Página para recordar al coronel Suárez, vencedor en Junín” (en Lo marginal es lo más bello). En general diría que la exploración de posibilidades es una característica de los borradores que he visto de cuentos, ensayos y poemas.

 

-“El proyecto de Borges como escritor consiste, en gran medida, en una reescritura obsesiva que transforma los textos individuales (y publicó más de dos mil setecientos) en fragmentos o ruinas de un todo inconcluso”, destacás en uno de los capítulos de “El método Borges”. Esta reescritura obsesiva, esta oposición a la idea de “texto definitivo”, ¿permite que la obra de Borges pueda ser leída más desde las vanguardias literarias?

 

-Sin duda sigue siendo una especie de vanguardista después de la década del veinte. Textos como “El acercamiento a Almotásim” y “Pierre Menard, autor del Quijote” participan de los impulsos radicales de las distintas vanguardias. Y en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” la discusión del poema como un objeto creado es una autoparodia de su poesía ultraísta (y de la poesía creacionista de Vicente Huidobro).

 

-Se conservan dos manuscritos del cuento “El jardín de senderos que se bifurcan”. Uno fue puesto a la venta por la casa de remates Bloomsbury hace varios años con una base de 200 mil a 300 mil dólares estadounidenses; aparentemente no hubo ofertas, el manuscrito no se vendió y no sabés cuál es su ubicación actual. ¿A quién deberían pertenecer los manuscritos y archivos de los escritores? ¿Hay legislación en Estados Unidos y otros países que regule esta cuestión?

 

-Es obvio que para escribir estos dos libros, El método Borges y Lo marginal es lo más bello, tuve que crear un archivo virtual en mi computadora, porque los materiales están muy dispersos. El segundo borrador de “El jardín de senderos que se bifurcan” y el tercero de “El Aleph” hicieron apariciones fugaces, pero por suerte pude guardar imágenes. Hay colecciones de manuscritos de Borges en distintos lugares --la Fondation Martin Bodmer en Ginebra, la Biblioteca Nacional de España, la New York Public Library y las bibliotecas de las universidades de Virginia, Texas, Michigan State y Pittsburgh--, pero ninguna de esas fue suficiente para que me pudiera dar cuenta de las muchas etapas del proceso de composición. Tuve que cotejar, comparar, pero también conjeturar. Hay muchos otros escritores cuyos archivos están en una o dos bibliotecas, no tan dispersos en bibliotecas y colecciones particulares. En Francia hay una gran tradición de recoger los archivos de los escritores más importantes. Las bibliotecas nacionales de Uruguay y Chile han avanzado mucho en esa dirección. Desgraciadamente la Argentina no tanto, y en mi país tampoco.

 

La oralidad de Borges

 

Daniel Balderston, junto a un equipo internacional, está estudiando unos 35 cuadernos de Borges que están en bibliotecas de Estados Unidos, que contienen apuntes para sus conferencias y clases de 1949 a 1955. “Son apuntes muy ricos porque Borges anotó en el margen izquierdo (y a veces en otros lugares en las hojas) la bibliografía consultada sobre los temas de los que va a hablar, que son muy diversos. Así estamos comenzando a precisar las fuentes de la zona oral de su producción, que no se había estudiado sistemáticamente”, explica el catedrático estadounidense. A fines del año pasado publicaron 14 ensayos sobre esos cuadernos en el número 52 de Variaciones Borges. “Es un material importante que va a abrir muchos nuevos ángulos para la investigación”, anticipa Balderston y agrega que está trabajando también en el Oxford Handbook of Jorge Luis Borges, junto a Nora Benedict de la Universidad de Georgia. El libro, que se publicará en 2024, incluirá 35 ensayos en 950 páginas.

 

Fuente: Pagina12

https://www.pagina12.com.ar/438908-daniel-balderston-el-detective-salvaje-de-jorge-luis-borges