domingo, 31 de octubre de 2021

Jornadas Borges 2021 | Borges en el tiempo del cine: clase 2

 

Presentamos la segunda clase de Borges en el tiempo del cine a cargo de Pablo de Vita y con la participación de Matthias Hausmann.

 

En el marco de las actividades de las Jornadas Borges 2021, desde el grupo FILOCyT (FFyL, UBA), que coorganiza el encuentro, y con el aval de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, durante septiembre y octubre se dictan cuatro cursos en modalidad virtual –tres de ellos con inscripción previa– destinados a los asistentes de las jornadas y al público en general: “Introducción a Borges”, “Ficciones en cuatro tiempos”, “Formas de la violencia y el coraje en Borges” y “Borges en el tiempo del cine”.

 

Solo obstaculizada, y solo en parte, por la ceguera, la relación de Jorge Luis Borges con el cine fue de vital importancia, tanto en su experiencia como espectador cinematográfico, crítico de cine, argumentista y guionista como también en cuanto al análisis del hecho cinematográfico como fuente de inspiración para la estructura argumental de varios relatos. En sentido inverso, el cine se detuvo en Borges con una frecuencia e intensidad poco habituales, incluyéndolo incluso como personaje, pero también con resultados disímiles a la hora de transitar su poética. ¿Es posible pensar el cine en Borges? ¿Es posible pensar a Borges en el cine?

Fuente: You Tube

https://www.youtube.com/watch?v=bvUwgOhJIeE

Borges, los devotos de Dante Alighieri y el Palacio Barolo

 

Roberto Alifano

 

Se cumplen los setecientos años de la muerte del poeta Dante Alighieri y, como bien se sabe, Jorge Luis Borges fue uno de los devoto y estudiosos de la Divina Comedia. Retenía en su prodigiosa memoria infinidad de cantos y podía pasar horas enteras comentando pasajes del Infierno, el Purgatorio o el Paraíso. Desde muy joven frecuentó la obra de Dante Alighieri y mantuvo con ella un íntimo trato; según lo confesó, fue la lectura casi excluyente de la que se supo acompañar en los ciudadanos viajes, que realizaba a diario cuando trabajaba en el modesto cargo de auxiliar tercero de una modesta biblioteca municipal del barrio de Almagro, de la que fue cesanteado por el Peronismo y humillado con el ignominioso cargo de “inspector de aves, conejos y huevos”.

 

Los temas esenciales que dominan las páginas de Borges son suficientemente conocidos. Abarcan los espejos, el tiempo, los laberintos, el coraje, los tigres, la mitología y los sueños; también algunas veces lo exaltó el amor, algo inherente a todo genuino poeta. De manera que no fue ajeno a la poesía amatoria. Curioso incorregible, a quien sólo le interesaba una cosa: todo; además del prodigioso escritor, Borges fue un lector pertinaz y hedonista que nos devolvió, enriquecido por su genio, a los autores que lo deslumbraron.

 

“Yo vivía en Palermo -recordó ante mí una mañana- y en el tranvía 76 que me llevaba hasta el barrio de Almagro, ubicado en la otra punta de Buenos Aires, aprovechaba para leer todas las ediciones que descubría de la Comedia”.

 

Con el correr de los años, Borges se fue interiorizando como pocos en ese espléndido universo imaginado por el poeta florentino; no sólo en la magnitud de la obra, sino también en su azarosa existencia. Nueve ensayos dantescos, se titula el volumen que reúne sus conferencias y diálogos pronunciados en distintas épocas, y bien corroboran esas originales jornadas.

 

En la Década del ‘60, acompañando a Borges y a su entrañable amigo Carlos Mastronardi, llegué hasta una oficina del Palacio Barolo donde un grupo de devotos y estudiosos de Dante Alighieri, se reunían secretamente para leer y estudiar su Divina Comedia. El enjundioso traductor don Enrique Martorelli Francia, Norberto Silvetti Paz, Ariel Canzani D. y el pintor José María Mieravilla, lo encabezaban. Era una fiesta estar allí.

 

Recuerdo que un bochornoso mediodía de diciembre, que amenazaba con tormenta, almorcé con Borges en un restaurante cercano a la Plaza del Congreso. Cuando salimos a la calle me propuso hacer un alto en el Palacio Barolo para rememorar el sitio de esos encantadores amigos, ya dispersados. Al llegar a la Avenida de Mayo, la contenida lluvia que amenazaba desde la mañana se desató con un fuertísimo viento del norte y las nubes negras no tardaron en cubrir el cielo. Los truenos rebotaron contra las vidrieras de los comercios, estremeciéndonos.

 

“Quizá convenga protegernos -sugirió Borges, aferrándose de mi brazo-. ¿Falta mucho para llegar?

 

Caían las primeras gotas y le propuse hacer un pequeño esfuerzo.

 

“Nos queda menos de media cuadra; con un poco de suerte llegamos antes de que empiece la lluvia -alenté.

 

Así lo hicimos. El vendaval fue piadoso con nosotros, nos permitió llegar, pero apenas entramos en la galería del Palacio Barolo, el agua se precipitó con tal intensidad que en pocos minutos cubrió la vereda. Debido al impedimento de su ceguera, como siempre lo hacía cada vez que visitábamos el lugar, Borges me pidió que le leyera las inscripciones en latín que hay en las arcadas de los techos. El portero, con cara de sabueso y expresión de poco amigo, los codos apoyados en el mostrador de entrada, nos miró como bichos raros por encima de sus lentes, con ojos inquisidores.

 

“¿Los puedo ayudar? -preguntó, intentado ser amable- ¿A qué oficina van?

 

“No, no vamos a ninguna oficina -me excusé-, sólo queremos, si usted nos permite, resguardarnos de la lluvia.

 

El agua torrencial hizo que otra gente entrara para protegerse y el sabueso no nos prestó más atención.

 

“El poeta Carlos Mastronardi vivía en un hotel de esta avenida, a pocas cuadras de aquí, y cada tanto visitábamos también a un amigo abogado que tenía su despacho creo en el octavo piso -recordó Borges-. En este edificio se encuentran las oficinas del “Círculo Dante”.

 

“Se encontraban, Borges -me resigné-. Eso fue en otros tiempos.

 

“¡Caa-ram-ba cómo desaparecen las cosas gratas -se resignó también él-. De manera que ya no existe más la secta de los devotos de Dante.

 

“No. Algunos ya murieron y otros se han dispersado.

 

Siempre propenso a ilustrar a sus interlocutores, el autor de “El Aleph”, comentó:

 

“Esta construcción se hizo en épocas de bonanza económica, en los años veinte, cuando la Argentina era el granero del mundo.

 

“Tengo entendido que hasta fines de 1930 este fue el edificio más alto de Buenos Aires -agregué-. Y lo que podemos llamar el primer rascacielos de nuestra América.

 

“Sí -asintió Borges-, superó en altura al edificio de la galería Güemes, que está en la calle Florida. El Palacio Barolo no sólo fue el más alto de Buenos Aires, sino de toda Sudamérica. Eso fue hasta 1938, cuando construyeron el Kavanagh, que está ubicado cerca de mi casa, en la plaza San Martín. El Palacio Barolo tiene cien metros de altura por los cien cantos de la Divina Comedia. Yo recuerdo que cuando era muchacho si una persona pasaba el metro ochenta, decíamos: “fulano es más alto que el Barolo”. Resulta curioso que se lo haya construido con la simbología de la obra de Dante y que toda la estructura observe una correspondencia casi exacta con algunos cantos; por ejemplo, se divide en tres partes: infierno, purgatorio y paraíso. En la cúpula están representados los “Nueve Coros Celestiales” y tiene veintidós pisos, igual que las estrofas de la Comedia.

 

“¿Usted seguramente conoció a Mario Palanti, el arquitecto que lo diseñó y se encargó de la construcción? -pregunté-. Fue amigo de Victoria Ocampo y de los Bioy. Palanti fue otro devoto de Dante.

 

“Sí, eso lo sabía. Yo lo conocí, pero no fuimos amigos, es una pena -se lamentó Borges-. Era una persona muy agradable, y muy talentosa también. No tuve la oportunidad de ser amigo de Palanti, pero me hubiera gustado. Alguien me dijo, creo que Victoria Ocampo, que era un erudito del poeta florentino. Él visitaba a los Bioy muy seguido. ¿Y usted lo conoció?

 

“No. Yo recuerdo haberlo visto de lejos -dije-; pero nunca conversé con él. También fue amigo de la familia Vasena y del doctor Bioy, el padre de Adolfito, que fue quien lo ayudó para instalarse en Buenos Aires. Palanti era italiano, de Milán y, al parecer, le fue muy bien aquí. Construyó muchos edificios en esta ciudad y algunas bóvedas en el cementerio de la Recoleta. Las malas lenguas dicen que se apropió en Ravena de las cenizas de Dante y las ocultó aquí.

 

“¡Bue-ee-no! -exclamó Borges-. La gente tiende a lo descomunal. Es una exageración, me parece. ¡Cómo se le ocurre que van a estar aquí las cenizas de Dante!

 

“Palanti también pasó por Montevideo, donde diseñó otro edificio similar -comenté-, el Palacio Salvo.

 

“Sí, ese edificio está ubicado en la avenida 18 de julio -respondió Borges, buen conocedor de esa ciudad, que de joven había frecuentado gracias a sus parientes, los Haedo-. Pero no es tan alto como éste, creo que tiene cinco metros menos. Palanti llamó a las dos construcciones “Las columnas de Hércules del Río de la Plata”. Se decía que ambos edificios, con sus faros iluminados, podían dialogar entre ellos por sobre el río. Cuando pelearon los boxeadores Firpo y Dempsey en los Estados Unidos, la cúpula del Barolo estaba preparada para comunicar con sus luces el triunfo de Firpo, al que apodaban “el toro salvaje de las pampas”. Si ganaba nuestro compatriota se encenderían las luces verdes; si perdía, las rojas. Cuando se supo que Dempsey había caído fuera del ring se prendieron las verdes, pero se apagaron en seguida porque a Firpo lo durmieron en el segundo round. Imagínese la decepción… De la gente, digo, porque como usted sabe a mí nunca me interesaron demasiado los deportes. Bueno, Firpo perdió y al parecer aquel propósito de celebración quedó trunco.

 

“¿Usted me dijo que en el Palacio Salvo de Montevideo vivían algunos amigos suyos?

 

“Sí, allí vive una poeta muy famosa… Tiene un libro que se llama Nocturnos -recordó Borges, entrecerrando los ojos y levantando la cabeza, como haciendo memoria-. ¿Cómo es el nombre de esa poetisa? ¿A ver si usted se acuerda?

 

“Idea Villariño -respondí de inmediato, y agregué-: Una excelente poeta y también compositora de música.

 

“Sí, sí, es una gran artista -asintió-. De joven era muy bella. Yo conocí a su padre, que también fue poeta. Mi amigo Pedro Leandro Ipuche me lo presentó. También eran amigos de Fernán Silva Valdés.

 

“Los poetas del llamado “nativismo uruguayo” -completé.

 

“Sí, sí. Ese movimiento tuvo algunos atisbos de vanguardia -me ilustró Borges-. Se oponía al Modernismo utilizando palabras sencillas y profesionalmente criollas tratando de dar continuidad a la Literatura gauchesca. Mi libro, El tamaño de mi esperanza, que ahora me parece un verdadero disparate, está en parte inspirado por esa corriente. Yo trataba de imponer entre nosotros una forma de decir bien argentina, un disparatado estilo bien criollo. Creo que fracasé.

 

Borges se sonrió moviendo la cabeza con un gesto de desagrado. Y cambiando de tema, me propuso.

 

“¿Ah, ver, qué dicen las otras inscripciones? Léamelas.

 

Le alcancé a leer sólo una: “Omnis pulcritudinis forma unitas est”, que está en la entrada.

 

“¡Qué linda frase!: La forma es la unidad de la belleza -interrumpió, traduciendo-. Hay otra que dice: Ut portes nomen eius coram gentibus, o sea Para que lleve su nombre ante los gentiles, que está tomada de la Biblia.

 

“¡Efectivamente, dice así! -corroboré-. ¡Qué memoria asombrosa la suya!

 

Un señor mayor, vestido de manera impecable, se acercó para saludar a Borges y ofrecernos su ayuda, mientras el portero, escoba en manos, hacía esfuerzos para sacar el agua que ya entraba al edificio.

 

“La lluvia se vino con todo -dije por decir algo, y volví a nuestro diálogo-. Cuentan que el arquitecto Mario Palanti viajó a Buenos Aires con el propósito de construir un templo en el hemisferio austral, nombrado por Dante en el canto XXVI de la Comedia, donde Ulises y sus amigos, después de cruzar el Estrecho de Gibraltar y atravesar el Océano, navegando hacia el sur, descubren el Purgatorio.

 

I’ mi volsi a man destra, e puosi mente

 

a l’altro polo, e vidi quattro stelle

 

non viste mai fuor ch’a la prima gente… (*)

 

“Sí, eso dicen algunos estudiosos -aceptó Borges-. Palanti, eso me lo confirmó Victoria Ocampo, era un devoto lector de la Divina Comedia y el edificio está trazado, como le dije, según una precisa simbología. Más que un templo o un sitio para oficinas iba ser la futura tumba de Dante en Buenos Aires; ese, tengo entendido, era el verdadero propósito. Pero de ahí a que lo sea -agregó Borges sonriendo-. La persona que financió la construcción fue un millonario italiano, que le dio su nombre, don Luigi Barolo, se llamaba; también lector de Dante.

 

“En cierta forma usted está aceptando que el edificio pudo estar destinado para ser la tumba del poeta en Buenos Aires -me asombré-. ¿Cómo es eso?

 

“Se creía que el continente europeo, después de la Primera Guerra Mundial, marchaba hacia la destrucción total. La idea era salvar las cenizas de Dante, que se supone están Ravena (al menos eso se cree) y traerlas a la Argentina para depositarlas en este edificio. Ese pronóstico falló, a pesar de las guerras Europa sigue en pie y la reliquia quedó allá; eso sigo suponiendo…

 

“¿O sea que usted también tiene sus dudas? -comenté-. Quizá las cenizas de Dante están aquí, en Buenos Aires y no en Ravena.

 

“¡Cáa-ram-ba! -exclamó Borges-. Parece que dejó de llover. ¿Por qué no nos vamos?

 

Sospecho que el Palacio Barolo, un verdadero símbolo de Buenos Aires, se encuentra incluido en los circuitos turísticos de Buenos Aires. De todas maneras, me aventuro a proponer esta evocación como un estímulo para visitarlo.

 

Fuente: Indicador Politico

https://indicadorpolitico.com.mx/?p=11747

 

lunes, 18 de octubre de 2021

Daniel Balderston habla sobre El método Borges

Nada más misterioso que el proceso creativo de un escritor. Jorge Luis Borges dejó huellas de su trabajo a lo largo de su vida en cuadernos, papeles sueltos y libros impresos. A partir de las marcas en esos más de 180 manuscritos y documentos primarios, Daniel Balderston, uno de los mayores especialistas del mundo en la obra de Borges, reconstruye el proceso que llevó al escritor argentino a construir sus poemas, cuentos y ensayos en esta novedad de Ampersand.

 En el video el autor nos cuenta qué lectores imagina para su libro, cómo se explica el carácter fragmentario del archivo Borges, cómo cambió su apreciación sobre el escritor a lo largo de la investigación y cómo cree que será leído dentro de 100 año

 

Fuente: You Tube

https://www.youtube.com/watch?v=2UAG2ZzTtqE

domingo, 17 de octubre de 2021

Atahualpa Yupanki y Borges- El Legado

 

Fuente: You Tube

https://www.youtube.com/watch?v=YOp8pcjglG0

Borges en Oklahoma

 

En 1969, la Universidad de Oklahoma organizó una serie de conferencias en honor a Jorge Luis Borges, quien emprendió el largo viaje el 15 de noviembre. En la víspera, Borges tuvo que afrontar una serie de inconvenientes, sobre todo con Elsa, su primera esposa: “(Nos invitaron) a ir allá en noviembre, (hay) una suma para que pudiéramos viajar ella y yo. Thomas di Giovanni (su traductor) les escribió para demostrarles que por esa suma podrían también viajar él y su mujer. Elsa, furiosa, dice que posiblemente si fuéramos ella y yo solos, tendríamos más plata y que si van otros dos, ella podría llevar a una sobrina y yo a Luis. Yo no puedo enojarme con Di Giovanni porque se acople ni porque haya escrito esa carta a la Universidad, aunque teóricamente sea objetable. Yo prefiero ir con Di Giovanni y su mujer que con una sobrina de Elsa. (…) Elsa espera que en la Universidad pongan una persona para que la acompañe a hacer compras y a recorrer la ciudad. (…) Yo estoy viejo, quiero que me dejen tranquilo y quiero trabajar”.

La invitación provino de la revista Books Abroad, cuya redacción se hallaba en la ciudad de Norman, un pintoresco centro estudiantil ubicado a 32 kilómetros de la capital de Oklahoma. Un año antes, el jefe de redacción, Ivar Ivask, decidió celebrar a Jorge Guillén, quien había cumplido 75 años, con un número especial y un simposio en el que hablaría el poeta español y varios especialistas sobre su obra.

La presencia de Borges causó gran revuelo entre la comunidad intelectual. Algunas de las ponencias fueron: “La República argentina”, “Literatura gauchesca”, “Sarmiento y Hernández”, “Leopoldo Lugones”, “Macedonio Fernández”, entre otras. Por su narrativa extraordinaria fue comparado con Kafka, H.G. Wells, entre otros. En respuesta, Borges sostuvo que cada autor crea a sus precursores y no a la inversa.

El argentino estuvo presente en todos los eventos acompañado por Di Giovanni: “El poeta ciego, humilde, irónico, escritor de cuentos y ensayista se concentró en su literatura argentina nativa y en sus propios escritos y evocó un mundo circular, autónomo y mítico del pasado en sus dos conferencias públicas —dictadas en el impecable inglés que ama tanto como el español”.

El día de la clausura, Borges ofreció un recital y al ser cuestionado sobre la trascendencia de sus cuentos y poemas, respondió no temer ni al olvido ni a la muerte: “Espero que el olvido no tarde mucho en llegar. Estoy feliz de ser un hombre viejo. No me importa que mi escritura sea recordada. Eso no es importante para mí. La aventura (de la vida) debe ser agradable por nuestro propio bien. Sólo después de que un hombre haya muerto, tal vez se pueda comprender su vida. (…) Mi deseo es morir santamente. Mi deseo es morir con este compañero, mi cuerpo. Aunque he leído muchos libros de teología, no soy teólogo, no soy un pensador en absoluto. Soy un simple hombre de letras. Desearía escribir una oración que se pueda entender, si es que los hombres pueden entender algo. Quiero ser recordado menos como poeta que como amigo”.

Ivask aseguró que Borges era un nuevo Homero, un hombre que habitaba en el pasado, que vivía en un mundo que tendía a ser circularmente cerrado y autosuficiente, y que era “irónico, humilde, bardo de memoria mítica”. En el balance, esos días de otoño fueron “borgesianos en el mejor sentido, tanto estimulante como extrañamente inquietante, como muchas de las ficciones crípticas del escritor sobre bibliotecas laberínticas, eruditos absortos y documentos esotéricos”.

La grata experiencia que dejó Borges en “Sooner State”, hizo que Books Abroad le dedicara un número completo, que luego se editara un libro ampliado y que diera origen a una tradición de homenajes, primero a escritores de lengua española, luego a los francófonos y, al día de hoy, de todo el mundo. Después de él, otros cuatro de sus compatriotas han sido honrados: Julio Cortázar, Manuel Puig, Luisa Valenzuela y Andrés Neuman. Entre los mexicanos, sólo Paz y Fuentes lo han obtenido.

Al volver a su tierra natal, Borges compartió su experiencia a Bioy Casares: “Borges dice que Oklahoma significa ‘hogar o casa del hombre rojo’, que Rockefeller es un idiota, y que los norteamericanos están muy sentimentales con los negros”.

 

Fuente: El Universal - México

https://www.eluniversal.com.mx/opinion/borges-en-oklahoma-0

sábado, 16 de octubre de 2021

Presentación del libro «No voy a traicionar a Borges», de José Luis Rodríguez Zapatero

José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno Español entre 2004 y 2011, comenzó a leer a Jorge Luis Borges en la década de los setenta, en su casa natal, en León. Pasan los años y adquiere, como tantos otros, la sensación, nada fatigosa, de que se ha convertido en un relector del escritor argentino.

En 2001, se le brinda la oportunidad de prologar una edición de «Ficciones» y conoce personalmente a María Kodama, viuda del autor. A partir de la primavera de 2004, se abre un tiempo en el que apenas puede frecuentarlo, aunque en su despacho siempre le acompaña una foto de Borges junto a Adolfo Bioy Casares ante una biblioteca.

Desde la Nochebuena de 2011, lo recupera para ya no abandonarlo. Y ahora, con estas páginas, comparece ante los lectores de su escritor predilecto, en tal condición y no en ninguna otra, como uno de ellos. Lo hace para mostrar su lealtad borgiana, para no traicionar a Borges.

Fuente: You Tube

https://www.youtube.com/watch?v=EJMFNxGPaRc

Borges o el Aleph


 Con motivo de la presentación del libro Borges esencial, una antología de la obra del gran escritor argentino Jorge Luis Borges, publicada por la Asociación de Academias de la Lengua Española y la editorial Alfaguara, el distinguido académico especialista en la obra de Borges, Arturo Echavarría Ferrarri, compartió su reflexión sobre la emblemática obra del pintor y retratista puertorriqueño Francisco Rodón, Borges o el Aleph:

"El retrato de Borges o el Aleph es, no me cabe la menor duda, una obra maestra del puertorriqueño Francisco Rodón. Entre muchas razones, porque refleja aspectos esenciales del escritor que es Jorge Luis Borges. En la expresión de su rostro el pintor recoge magistralmente, de algún modo misterioso, la perplejidad y el asombro ante los misterios del mundo y el universo. Perplejidad y asombro ante un universo de por sí caótico, y al que su obra (sus ensayos, sus cuentos y sus poemas) impondrán a ese caos algún tipo de orden: el orden inherente a toda creación artística."

El insigne pintor y retratista Francisco Rodón Elizalde, nacido en San Sebastián del Pepino en 1934, nos ha legado retratos de personalidades emblemáticas de Puerto Rico, el Caribe y el resto del mundo. Entre ellos se destaca, el tríptico del máximo exponente del modernismo literario en lengua española, el nicaragüense Rubén Darío (1972), así como los retratos del laureado novelista peruano Mario Vargas Llosa, del novelista mexicano Juan Rulfo (Juan Rulfo o Pedro Páramo, 1985), de la soprano María Callas y de la bailarina cubana Alicia Alonso. Entre los retratos de figuras puertorriqueñas se destaca el retrato Luis Muñoz Marín, el soñador conturbado.

 

Fuente: Academia Portorriqueña de la Lengua Española

https://www.academiapr.org/component/tags/tag/borges-esencial.html