sábado, 31 de agosto de 2019

El mandarín de la literatura y la Borgesmanía en China


Reediciones, una librería con su nombre, muestras, biografías, cursos y tesis cunden en un país que celebra a Borges como maestro absoluto.

  El autor de "Ficciones" flanqueado por dos estudiosos chinos de su obra. Y su gato Beppo. 



“Estimado lector. Soy Jorge Luis Borges. Como usted sabe, vivo solo en un cuarto piso de la calle Belgrano en Buenos Aires. ¿Querría pasar por mi casa a recitarme unos papeles?”, se lee en la red social china WeChat. La propuesta es al menos dudosa: escrita en ideogramas, la publicidad invita a los lectores a pasarse por el departamento en el que Borges solo vivió tres años a fines de los sesenta. Con una foto de Sara Facio y cuatro caracteres que imitan su nombre en español (“Bo’erhesi”), el perfil público del escritor difunde ensayos, traducciones, cursos en las universidades y charlas gratuitas. Todos los días, una nueva noticia se agrega a la larga lista de actividades sobre el autor de El Aleph en el gigante asiático.

“Es considerado como un maestro de maestro entre los lectores chinos”, dice la doctora Lou Yu, una de las máximas especialistas de nuestra literatura en la Academia China de Ciencias Sociales. De acuerdo con un relevamiento realizado por la investigadora, no solo es el escritor latinoamericano más traducido, sino el más citado y el que más atención ha recibido de la crítica especializada. Desde el 2000, ya se defendieron casi cien tesis de maestría y doctorado con la palabra clave “Borges”.

Es que, en las últimas décadas, sus libros adquirieron una masividad que solo es posible en el país oriental. Hasta la fecha se publicaron 58 volúmenes con tiradas que van desde los 10 mil hasta 27 mil ejemplares; tres compendios de entrevistas con Orlando Barone, Fernando Sorrentino y Willis Barnstone; y dos ediciones de sus obras completas. La última se terminó de imprimir este año, en cuarenta tomos que incluyen desde los poemas de juventud hasta los libros en colaboración con Adolfo Bioy Casares o Margarita Guerrero. Quizás, el dato más llamativo es que circulan al menos cuatro biografías escritas por autores chinos, que conviven con las de Emir Rodríguez Monegal y James Woodall, también disponibles en mandarín.

Su nombre, incluso, excedió las portadas de los libros y los anaqueles de las bibliotecas y se repite en bares y centros culturales. Existe una librería Borges en Cantón, una banda de rock que se presenta como su heredera y una pieza de teatro sobre su obra en la que actúan los alumnos de la Universidad de Nanjing. Sin ir más lejos, a fines de julio de este año se inauguró en Shanghái la muestra El Atlas Borges, que exhibe fotos de viajes y textos escritos a cuatro manos con María Kodama.

Si bien estos números y referencias podrían sugerir una larga tradición de estudios borgeanos, el interés es más bien reciente. Como destaca el antropólogo Enrique Larreta, profesor de la Universidad Normal del Este de China, la recepción de la obra del autor argentino no estuvo ajena a las transformaciones políticas y sociales del país asiático.

Hasta 1978, cuando comenzaron las políticas de Reforma y Apertura del líder Deng Xiaoping, el autor argentino solo había aparecido una vez en la revista Literatura Mundial, publicación estatal dedicada a los autores extranjeros. Se trataba de una referencia al pasar en un diálogo entre Estela Canto y Andrés Rivera sobre los “Problemas de la novela argentina”. En estas páginas, se destacaba el conservadurismo del escritor porteño.

Durante el maoísmo, las traducciones de literatura latinoamericana estaban relacionadas con la militancia política, con autores como Pablo Neruda, Jorge Amado y Nicolás Guillén, entre los más leídos y mencionados. Por eso, Ficciones debió esperar hasta la siguiente generación para hacerse camino entre los lectores chinos. La primera selección de sus cuentos apareció en 1979 con una traducción realizada por el hispanista Wang Yangle. En la introducción, se menciona que Borges había sido un “influjo fundamental para el realismo mágico”.

Según la doctora Lou, fue en la década de los noventa cuando empezó una verdadera “Borgesmanía”. A medida que se multiplicaron las ediciones y tiradas, la crítica buscó desprenderse de la lectura que relacionaba sus laberintos metafísicos y citas falsas con las novelas de Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa.

Ponencias, monografías y ensayos destacaron los “motivos orientales” en la obra borgeana, como la influencia taoísta, las referencias a la historia clásica china o la lecturas del filósofo Zhuang Zi al que comparaba con los sabios griegos.

“Pienso en aquel Chuang Tzu que soñó que era una mariposa y que no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre,” escribe Borges en un poema dedicado a su bastón de bambú. Allí, reconoce que quizás nunca visitará China.

Sin embargo, sus libros se volvieron casi una referencia obligada para los escritores y académicos que vivieron la apertura. Como afirma la hispanista Cheng Yiyang, su obra tiene otro sentido político en el gigante asiático. Su lectura quedó impregnada con el momento histórico en el que fue traducido por primera vez.

“China estuvo en el centro de algunos de sus principales ensayos y algunas de sus más famosas ficciones”, afirma Enrique Larreta y, de hecho, el narrador de “El jardín de senderos que se bifurcan” es un espía chino al servicio de los alemanes que asesina a un sinólogo británico. Hubo quienes leyeron esta trama como un pronunciamiento en contra del imperialismo inglés en el Extremo Oriente.

Con múltiples ediciones, cursos y muestras de arte, también surgió una crítica especializada. En el 2000, la traductora Can Xue publicó Una interpretación de Borges, la primera colección de ensayos dedicados al autor argentino. Entre los setenta textos, hay referencias más habituales, como a Franz Kafka y la literatura inglesa, y algunos vínculos inesperados con Lu Xun, considerado el padre fundador de las letras modernas en el país oriental, a quien Borges no había leído.

“Lo leí por primera vez a los 20 años y me voló la cabeza”, admitió el novelista Ge Fei en una entrevista para Télam. Reconocido como un autor experimental, artífice de fábulas oscuras sobre la China contemporánea, Ge publicó un libro de ensayos y reseñas que se titula La máscara de Borges.

Como en el poema “Fundación mítica de Buenos Aires”, la ciudad se adivina en sus orillas. A las afueras de Pekín, la sala de un hotel de lujo lleva el nombre del autor. Rodeado por un jardín de rosas y dos pabellones que imitan a la Ciudad Prohibida, cuesta imaginarse un lugar más distante e inesperado para homenajear al autor argentino.

Fuete: Revista Ñ – Clarin

Inauguran una muestra homenaje a Francisco Gil, el librero de Borges


El documentalista gallego Xan Leira ideó una exposición documental en homenaje a su coterráneo, que le vendía libros al célebre escritor y promovió un evento que dio origen a la Feria del Libro de Buenos Aires. La muestra abre este sábado.

Por Eva Marabotto

                   Francisco Gil con algunos de sus amigos.

Francisco Gil fue uno de los vecinos más queridos de Nueva Pompeya, aunque nació en Galicia, a miles de kilómetros de distancia, desde su tierra natal el documentalista Xan Leiras llega a la Argentina para recuperar la historia del “librero mayor der Buenos Aire”, quien frecuentó a Borges y a otros grandes intelectuales argentinos.

La muestra es una exposición documental y reúne fotografías,escritos y dibujos de Francisco Gil y algunos que le dedicaron sus amigos. En los 14 paneles que la componen hay dos tesoros: dos caligramas originales: uno de Pablo Neruda y otro de Manuel Mujica Láinez. Abre este sábado a las 17.30 en el Centro Lalín, de Moreno 1949 , en la ciudad de Buenos Aires.
Su curador, Xan Leiras, dialogó con Télam sobre la figura de su coterráneo y la muestra que busca recordarlo, en el macro de los 120 años del nacimiento de Jorge Luis Borges, uno de sus amigos entrañables.

-¿Cuál es la génesis del proyecto? ¿Cómo surgió?
-La figura de Francisco Gil me llega gracias a mi amigo Enrique Acuña, periodista e investigador, quien en la búsqueda de información en las hemerotecas de Galicia descubre, en el diario El Pueblo Gallego, de Vigo, Galicia, del 23 de octubre de 1963, un reportaje titulado "D. Francisco Gil, el más importante librero de Sudamérica, ha nacido cerca de Forcarey, (Pontevedra)". Me mandó la información y con ella produje un documental que estrené en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires de 2016, cuando Santiago de Compostela fue la ciudad invitada.

                       Un dibujo de Adolfo Bioy Casares.


La investigación para la producción del filme me trajo, en 2015, una vez más a la Argentina y allí contacté con sus hijas Ana María, Nora y Oscar, también con escritores y artistas plásticos amigos de Francisco Gil. En esa etapa de investigación y realización Ana María y Nora pusieron a mi disposición un verdadero tesoro artístico, que es la colección de manuscritos y dibujos con que los grandes escritores y artistas plásticos argentinos, gallegos y latinoamericanos agasajaron al entrañable librero. Ese enorme legado que dejaron en mis manos me condujo a la realización de la exposición documental "Francisco Gil, el librero de Borges", que ahora comienza el recorrido en Buenos Aires y el año próximo la llevaré a Galicia, Lisboa y Madrid.

-¿Por qué la muestra es itinerante y no fija?
-El proyecto de exposición fue presentado al Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires del año 2018 como una muestra itinerante para llegar con esta historia a diferentes públicos. La propuesta es ir hacia el público de la ciudad a partir de la red de bibliotecas públicas municipales, las entidades de la colectividad gallega e instituciones vinculadas a la creación literaria y cultural.

-¿Por qué la ciudad de Buenos Aires le concedió a Francisco Gil el título de “librero mayor”?
-Francisco Gil, sin lugar a dudas, aprendió el oficio de librero en una de las mejores librerías del mundo de la época, la centenaria librería y editorial Él Ateneo, situada en la emblemática y cosmopolita calle Florida.Entró en 1931 con 9 años y escasa alfabetización, a trabajar de joven de los recados hasta convertirse en un referente de la cultura argentina.

Gil, un hombre con poca instrucción, aprendió mucho de los grandes escritores y, luego, compartió ese saber orientando a millares de clientes que pasaban diariamente por la librería. Ese aprendizaje diario –de casi cincuenta años– cristalizó en una sabiduría que aplicó a la innovación en la venta de libros, por ejemplo creó la "Primavera de las letras" un evento donde convocaba a libreros de libros usados y a escritores para que se relacionaran directamente con sus lectores, firmaran sus libros. Esta iniciativa derivó en la creación de la famosa Feria del Libro de Buenos Aires, que nació allí mismo en las puertas de la librería Él Ateneo.

Luego, tuvo aportaciones como la "intervención" de un ejemplar del poema gauchesco "Martín Fierro" con centenares de textos, firmas y dibujos de sus amigos y amigas. También, y no menos importante, fue su propuesta de creación de un Libro de Artista, con manuscritos e ilustraciones de los más importantes escritores, escritoras y artistas plásticos argentinos, latinoamericanos y gallegos del siglo XX: Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Leopoldo Marechal, Pablo Neruda, Luis Seoane, Arturo Cuadrado, Lorenzo Varela, Francisco Luis Bernárdez, entre otros.

-¿Cuál fue su relación con los exiliados republicanos en Buenos Aires?
-Es importante destacar la cercanía que tenía Gil con los exiliados gallegos Arturo Cuadrado, Luis Seoane y Lorenzo Varela, grupo de intelectuales que, junto a otros exiliados españoles, modernizaron y crearon la industria editorial argentina, la más importante de Iberoamérica de la época. Francisco Gil desde su "púlpito", como define el escritorio del librero su querido amigo Roberto Alifano, escritor y ex secretario de Jorge Luis Borges, promovió a muchas escritoras y escritores entre los editores para que publicaran sus libros.
La relación de Francisco Gil con ese trío fantástico de intelectuales gallegos en Buenos Aires, Arturo Cuadrado, Luis Seoane y Lorenzo Varela, fue mucho más allá de la formalidad. Francisco Gil, anónima y discretamente, colaboró en alguna iniciativa político cultural de estos republicanos galleguistas.

-¿Qué otros reconocimientos tuvo el famoso librero?
-El escritor Leopoldo Marechal dijo de él que era "un puente de oro entre el autor y el lector"; el historiador Félix Luna lo consagró como el verdadero creador de la Feria del Libro de Buenos Aires; Roberto Alifano lo designa como el inventor de la venta moderna de libros; la Sociedad Argentina de Escritores lo reconoció con el Diploma de Socio de Honor, la Secretaría de Cultura del Gobierno argentino le otorgó el nombramiento de Librero Mayor de Buenos Aires y una pequeña plazoleta de su querido barrio de Nueva Pompeya llevó su nombre. Pienso que a estos reconocimientos se deben sumar el Ayuntamiento de Forcarei, lugar donde nació, la Diputación de Pontevedra y el gobierno de la Xunta de Galicia.

Fuente: Telam
https://www.telam.com.ar/notas/201908/388335-muestra-librero-francisco-gil-borges.html

sábado, 24 de agosto de 2019

Homenaje y acercamiento a Jorge Luis Borges en el 120º aniversario de su nacimiento




Homenaje y acercamiento a Jorge Luis Borges en el 120º aniversario de su nacimiento. Su viuda y albacea, María Kodama; escritores, periodistas y actores cuentan anécdotas de su tiempo junto a él en Buenos Aires, Santiago de Chile, Madrid, Montevideo, Ciudad de México y Bogotá.


Fuente: Me gusta leer  -  You Tube

Borges 3.0: ¿el escritor "inventó" el smartphone y los e-books?





Para él la ficción avanza sobre la realidad. Cómo sus ideas funcionan con fuerza en tiempos de Google.

Daniel Mecca

Les propongo que imaginemos esta posibilidad: los nazis han derrotado a los aliados en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos fue invadido y repartido entre los vencedores. En esta realidad los alemanes anexaron la costa atlántica bajo un régimen de terror, mientras que los japoneses han hecho lo mismo con la costa del pacífico. De repente, en este mundo, todos empiezan a hablar de un libro de ficción misterioso que trata de un mundo donde los americanos... han ganado la guerra.

La trama es de El Hombre en el Castillo, una novela de Philip Dick nítidamente borgeana. Como ha dicho Ricardo Piglia, en Borges —de cuyo nacimiento se cumplen 120 años este 24 de agosto— no opera la idea de cómo la realidad entra en la ficción sino, por el contrario, cómo la ficción penetra en la realidad. En otras palabras, cómo la ficción coloniza lo real. En este libro, así, el escritor estadounidense Philip Dick (conocido popularmente por Blade Runner) irrumpe con fuerza la idea de mundos alternativos y paralelos.


Universos paralelos, “descensos infinitos”, sueños dentro de sueños, libros virtuales que contienen todos los libros: todo apunta a indagar sobre el “Borges 3.0”, es decir cómo se vinculan sus ideas emblemáticas—sobre todo los de los años 40 con los libros Ficciones y El Aleph— en los tiempos de los smartphones, google, ebooks y las apps.


Veamos: la teoría de los universos paralelos plantea la posibilidad de infinitos universos simultáneos. Esto proviene de la física cuántica. Para no hacerla complicada: dentro de las leyes de la mecánica clásica –Newton mediante– se puede medir un valor único (digamos la trayectoria de una pelota de fútbol), pero en las partículas cuánticas es diferente: en lugar de tener una posición definida de la partícula en forma perfecta, se tiene una distribución de probabilidades ya que cada una puede estar en todos los lugares a la vez.

En otras palabras, cuando se hace la medición de las partículas microscópicas sólo se obtiene uno de todos esos estados posibles, pero las otras posibilidades que “desaparecieron” están ocurriendo en realidad en universos paralelos. Borges trabaja precisamente esta idea de El jardín de senderos que se bifurcan.

En este cuento, Borges narra la historia del espía del ejército alemán Yu Tsun quien, desde Inglaterra y perseguido por el implacable capitán Richard Madden, necesita comunicar a Berlín la ciudad que deben atacar. Acorralado por Madden, el protagonista idea su plan: encuentra en la guía telefónica el nombre de Stephen Albert, un sabio sinólogo cuyo apellido era igual a la ciudad que los alemanes debían bombardear. El plan era asesinarlo (finalmente lo fulmina de un balazo, con la única bala que tenía en el revólver). Los alemanes comprenderían el cifrado mensaje.

Veamos un poco más de la trama (ojo, sin entrar en spoilers): En los momentos previos a ser asesinado, el sabio reconoce que su asesino es bisnieto de un antiguo gobernador de China que había dejado todo para edificar un laberinto “donde se perdieran todos los hombres” y escribir una novela, El jardín de senderos que se bifurcan, la cual, tras publicarse, fue tratada de insensata ya que allí ocurrían todos los desenlaces, todas las posibilidades a la vez.

“Su antepasado ---le dice Albert a Yu Tsun-- creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En este, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto”.

Publicado originalmente en 1941, este cuento se adelanta 16 años a la llamada Interpretación de los muchos mundos. En rigor, el primero en hablar de "multiversos" (en vez de "universo") fue el filósofo estadounidense William James, en 1895, a quien Borges, efectivamente había leído (como así también a su hermano, Henry James). Esta idea de los universos paralelos también se usa en Rick and Morty, una serie que presente una visión punk, trash, de la astrofísica.

¿Era el Aleph un teléfono inteligente?

Pero pasemos a El Aleph, otro cuento clásico de Borges, incluido en el libro del mismo nombre de 1949. El texto parte de la muerte de Beatriz Viterbo —la mujer del Borges que es personaje del cuento— en una candente mañana de febrero. Ella era alta, frágil, muy ligeramente inclinada, de graciosa torpeza, como un principio de éxtasis.

El misterio, tras esa muerte , va a ocurrir en una casa de la calle Garay, en Constitución, donde vive el primo hermano de ella, Carlos Argentino Daneri. Beatriz Viterbo había muerto en 1929; desde entonces Borges no dejará pasar un 30 de abril, día de su cumpleaños, sin volver a esa casa.

En el sótano de la casa, en la parte inferior del escalón, hacia la derecha, hay una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Es "el Aleph". Al principio —dice Borges al ver este objeto— la creyó giratoria; luego comprendió que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.

¿Era el Aleph un smartphone? Guillermo Martínez, autor del libro Borges y la matemática, razona ante Clarín que en realidad en el Aleph están todas las imágenes a la vez, simultáneamente, pero su enumeración, forzosamente, es sucesiva. Es un lugar que es todos los lugares. Así, la esfera (el Aleph) parece tornasolada por la simultaneidad de lo que aparece a la vista. En un teléfono celular podemos encontrar algunas imágenes -no todas a la vez- y en forma sucesiva. Es decir, sería otro tipo de sistema respecto a la “experiencia” que propone Borges. Pero el razonamiento puede invitar a otras analogías.

En el texto está latente lo que Beatriz Sarlo llama estructura en abismo. Escribe ella en Borges, un escritor en las orillas: “El Aleph posee esa propiedad escandalosa: punto que incluye todos los tiempos y todos los espacios, esfera abstracta y concreta, desafía a la percepción porque es un infinito. Sugiere además un dilema filosófico: si contiene todo espacio y todo tiempo, entonces debe contenerse a sí mismo, pero, si se contiene a sí mismo, debe contener otro Aleph que contiene también todo, incluido otro Aleph, y así sucesivamente, de modo tal que es un infinito en abismo, que obliga a preguntarse sobre la ilusión perceptiva (¿se puede captar el infinito por los sentidos?) y sobre la paradoja (¿cómo un infinito contiene a otro infinito?)”.

Parece todo un delirio, ¿no?, pero esta idea de un punto que contiene otro punto la podemos ver cotidianamente. ¿Dónde? En la navegación en Internet (y, por tanto, en los smartphones): navegar implica un link dentro de otro link dentro de otro link, y así. Esta idea se ve con claridad en un cuento de Borges como Las ruinas circulares (un sueño dentro de otro sueño), o el poema Ajedrez. En este poema se lee al final: "Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. / ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonía?".

Este razonamiento, reflexiona Guillermo Martínez, es un concepto antiquísimo, que viene ya de los gnósticos que tenían “dioses detrás de dioses”, como así también de Aristóteles y, más cerca en el tiempo, de Lewis Carroll y su Alicia en el país de las Maravillas. También está en la teoría literaria con la intertextualidad, o sea un texto dentro de otro texto. Y en el “descenso infinito” de las teorías de la matemática. Es decir son razonamientos antiguos que Borges hace propios —en su mundo universal y a la vez nacional— para crear ese artefacto extraordinario que es su obra.

Pero, en la web, además de lo sucesivo está la profundidad, la memoria. Lo googleado, digamos. Entonces podemos hablar del cuento Funes el memorioso, aquel personaje de Borges que puede verlo todo, que conserva la memoria del detalle. Dice: “Nosotros, de un vistazo, percibimos tres copas en una mesa; Funes, todos los vástagos y racimos y frutos que comprende una parra. Sabía las formas de las nubes australes del amanecer del treinta de abril de mil ochocientos ochenta y dos y podía compararlas en el recuerdo con las vetas de un libro en pasta española que sólo había mirado una vez”.

Yendo más allá, utilizando siempre los rastros emblemáticos de Borges, Guillermo Martínez comenta que se podría implementar la idea del e-book que fuera como El libro de arena, en el sentido que describe Borges en dicho cuento y que contuviera todos los volúmenes de todas las bibliotecas.

El narrador, en este cuento, estaba en un cuarto piso de la calle Belgrano cuando oyó un golpe en la puerta. Abrió y entró un desconocido. Era un hombre alto, de rasgos desdibujados. Estaba de gris y traía una valija gris en la mano.

"Vendo biblias", dijo de repente este hombre desconocido. Siguió: "Puedo mostrarle un libro sagrado que tal vez le interese". Abrió la valija y lo dejó sobre la mesa. Era un volumen encuadernado en tela.

​El narrador lo examinó. Lo abrió al azar. Los caracteres le eran extraños. Las páginas, que parecían gastadas y de pobre tipografía, estaban impresas a dos columnas a la manera de una biblia. Llamaba la atención que la página par llevara el número (digamos) 40.514 y la impar, la siguiente, 999.

El vendedor le dijo: "El número de páginas de este libro es exactamente infinito. Ninguna es la primera; ninguna la última. No sé por qué están numeradas de ese modo arbitrario. Acaso para dar a entender que los términos de una serie infinita admiten cualquier número".

El narrador lo dice así: quedé prisionero del libro. Ya no se asombra a la calle. Examinaba con una lupa el gastado lomo y las tapas. Comprobó que las pequeñas ilustraciones distaban dos mil páginas una de otra. Las fue anotando en una libreta alfabética, que no tardé en llenar. Nunca se repitieron.​​​

Sin embargo, el protagonista rechaza la posibilidad que se tratara de un artificio, de materia de la ficción. En otras palabras, la ciencia ficción, como en el aleph, perturba la realidad y la hace propia, nueva. Sea a través del formato e-books o en las distintas narrativas de lo digital, lo que ha empezado como imaginación, como ficción, hoy es la materia de lo que está hecho el presente. Parafraseando una idea de Borges, toda ficción es precursora de la realidad.
La ficción colonizando la realidad

Así llegamos a cómo en Borges la ciencia ficción interviene en la realidad. En El Aleph, este objeto está en el barrio de Constitución. ​En otro cuento, Tlön, Uqbar, Orbis Tertius un misterioso mundo imaginario, citado en una enciclopedia, empieza a invadir la realidad de los narradores.

Borges escribe entonces: "el contacto y el hábito de Tlön han desintegrado este mundo. Encantada por su rigor, la humanidad olvida y torna a olvidar que es un rigor de ajedrecistas, no de ángeles.  Ya ha penetrado en las escuelas el (conjetural), 'idioma primitivo' de Tlön".

Entonces dice que el mundo será Tlön y que él, Borges, no hace caso, y sigue revisando en los quietos días del hotel de Adrogué una indecisa traducción quevediana (que no piensa dar a la imprenta) del Urn Burial de Browne.

También vemos que el 29 de julio de 1953, Borges y su amigo Adolfo Bioy Casares prologan su antología Cuentos breves y extraordinarios. En el texto ‘Der Traum Ein Leben’ se cita un fragmento del libro Memorias de un bibliotecario (1955), de Francisco Acevedo, que habla de un diálogo entre este autor y su sobrino donde el pequeño le cuenta que lo vio en un sueño y le pregunta, ya en la vigilia, qué estaba haciendo ahí.

Se trata de un autor y un libro ficticios. Francisco Acevedo es el propio Borges: el escritor usa su segundo nombre y el apellido materno para ocultar la pista. Como verificación: en 1973, en una entrevista con María Esther Vázquez, Borges narra la misma anécdota, pero dice que es su sobrino. Está en el libro Borges, sus días y tiempo (Tajamar editores, 2009).

En El acercamiento de Almotásim (de Historia de la Eternidad, 1936) Borges desarrolla la historia de la novela The approach to Al-Mu’tasim de Mir Bahadur Alí. Bahadur es, otra vez, un personaje ficticio. La clave está en el contexto: Borges introduce esta ficción en un libro de ensayos sobre textos reales. Hace así la reseña verdadera de un libro imaginario.


Y en "Examen de la obra de Herbert Quain” (Ficciones, 1944) hace una biografía de Herbert Quain y su obra. Es otro personaje de ficción, pero Borges va a producir un giro copernicano: le adjudica a Quain un cuento real, “Las ruinas circulares”... del propio Borges.

Un Borges 3.0 donde el futuro llegó hace rato.

Fuente: Clarin.com