Ya está disponible en la red el libro, a esta altura inhallable, “Borges”, de Adolfo Bioy Casares, que reúne las entradas del diario del escritor fallecido en 1999 donde se transcriben las conversaciones entre ambos.
Omar Genovese
El libro Borges, de Adolfo Bioy Casares (Destino, 2006), está agotado en librerías, usado e impecable, las casi 1.700 páginas encuadernadas en tapa dura hoy cotizan en no menos de $ 250 mil. Existe una versión minor (Back List, 2011), 692 páginas, que condensa lo relevante en los diálogos entre Borges y Bioy. Ambas ediciones al cuidado de Daniel Martino. Del primero, con todos sus excesos, se han realizado valoraciones positivas y negativas, estas últimas llegan a cuestionar la ética de Bioy Casares, si como amigo no traiciona la confianza que volcó Borges en la intimidad. Esto incluye dudas sobre la autoría, si la real contribuyente del mismo –y testigo memorioso– no fue Silvina Ocampo, esposa de Bioy Casares.
El diario de esta amistad tiene una frase inicial recurrente en el libro: “Come en casa Borges” –frase que tal vez hubiese debido ser el título natural del mamotreto–. Y la noticia, difundida el martes pasado en la red social Twitter, es el lanzamiento de una página web llamada comeencasaborges.org. Allí se puede consultar por palabras claves sobre el contenido de esas 1.700 páginas inhallables, es decir, al tipear, por ejemplo, “Wilcock” en la ventana de búsqueda se despliegan todas las citas, cronológicamente, donde aparece ese nombre.
La novedad produjo un reguero de entusiasmo entre lectores. Según Germán Gallo, creador de este buscador, la publicación en Twitter llegó a más de 100 mil vistas, 270 RT y 890 “me gusta”. Mientras a la web accedieron 5 mil personas que generaron 42 mil interacciones, donde la sesión de consulta promedia los cuatro minutos.
El top cinco de palabras más buscadas es: 1) Perón, 2) Amor, 3) Kodama, 4) Cortázar y 5) Sabato. Sobre la palabra clave, en primer lugar se puede inferir que la cultura argentina sigue atrapada en el paradigma “civilización o barbarie”.
La otra noticia, que da luz fantástica al ideario de Borges, es la intervención de inteligencia artificial en este motor de búsqueda. PERFIL dialogó con Germán Gallo al respecto.
—¿Cómo surgió la idea de hacer “comencasaborges”? ¿Qué viste en la ausencia del libro más allá de la inquietud del lector?, ¿qué proyectaste en esto?
—Surgió medio por una motivación triple. Me interesan los productos digitales, el fenómeno de la inteligencia artificial (por sus implicancias filosóficas y en el mundo del trabajo), y la literatura, en particular la de Borges. No soy especialista en estas tres cosas ni sé programar. No obstante, siempre me dio mucha curiosidad el Borges más tardío, el personaje público, sus entrevistas y conferencias. Y en el Borges de Bioy intuí que cruzaba un poco a todos, del más literario al más reflexivo, y una capa más: la del Borges privado, menos conocida, pero germen del resto. Entonces, después de buscar mucho el diario de Bioy y encontrarlo en formato pirata, me la pasé leyéndolo por la noche. Y lo enlacé con el proyecto de un amigo coleccionista de libros de Harry Potter, que había armado un motor de búsqueda donde podía rastrear en todos los libros lo que sea. Y ese fue el germen de la idea.
—¿Cómo interviene la inteligencia artificial en el diseño de la página web? ¿En qué fases de la misma interviene?
—Consideré que el diario de Bioy estaba mucho menos explorado, siendo difícil de abordar por la inconsistencia que tiene (no todo es interesante, ni hay un nexo entre las cosas, etc.). Y encontré dos desafíos técnicos importantes y ninguna habilidad: el primero es que el libro pirata estaba completamente desestructurado y un motor de búsqueda no funciona sobre algo así. El segundo es que no tenía la menor idea de cómo hacer un buscador en una web y que funcione de verdad. Ahí entra la inteligencia artificial, que me acompañó en todo el proceso, básicamente programando por mí. Fue mucho menos mágico de lo esperado y bastante arduo. Lo primero fue estructurar el diario, lograr un código que identifique bien los años, de esa manera logré que el libro esté en una base de datos ordenada. Y luego fue el motor de búsqueda y la forma en la que se muestran y comparten los resultados. Por último necesitaba un logo, y eso se lo pedí a otra inteligencia artificial, a la que tuve que mostrarle algunas fotos de Borges para que logre una ilustración parecida a él (creo que se intuye que es Borges en el resultado final, pero tampoco es tan preciso, ¿no?). El resto del diseño es lo único que hice sin ayuda de inteligencia artificial. Todo este proceso me llevó unos diez días. Básicamente, la inteligencia artificial me permitió poner en práctica una idea que no hubiera tenido otra manera de realizar.
—¿Te asesoraste legalmente antes de lanzar la web?
—Dudé de los aspectos legales. La decisión que tomé fue un poco la de “pedir perdón y no permiso”. Tengo la mirada de “si me escribe la editorial para decirme que lo baje, lo considero todo un éxito”. Tomé algunos recaudos que, creo, me protegen: el libro no está para descargar de ninguna manera, y yo no gano ni un centavo con esto (de hecho tuve que pagar servidores y cosas para que funcione). Que sea “.org” es también manifestación de eso, como difusión educativa, y dejar claro que no hay ningún interés comercial de mi parte. Honestamente, no quiero molestar ni perjudicar a nadie. Creo que es una herramienta útil y divertida, con potencial para ser mejorada, tengo varias ideas de hacia dónde llevarla.
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Fuente: Perfil