Se estrena este jueves la serie de los creadores de “Game of Thrones” basada en el libro de Cixin Liu, autor estrella de China, elogiado por Barack Obama y por Mark Zuckerberg; una novela política sobre los excesos de las ideologías radicales y sobre la intolerancia
19 de marzo de 2024
Laura Ventura
Cixin Liu escribe una saga sobre una pugna ideológica irreconciliable entre Occidente y OrienteCixin Liu escribe una saga sobre una pugna ideológica irreconciliable entre Occidente y OrienteChina News Service - China News Service
Esta semana se estrena la esperadísima serie de Netflix El problema de los tres cuerpos, de los creadores de Game of Thrones. Esta historia de ciencia ficción está basada en la novela del autor chino Cixin Liu, una estrella en su país y en un referente dentro del género. ¿Cuáles son los puntos en común con Jorge Luis Borges y Ray Bradbury?
El primer capítulo de El problema de los tres cuerpos (Nova; $ 25.999) desconcierta al lector. Pocas veces (o ninguna) se narró desde China, por un autor chino, los abusos de la Revolución Cultural. La crueldad con la que se narra un episodio ficticio, pero inspirado en tantos casos similares, despierta de inmediato la piedad de quien ingresa en estas páginas. Un profesor, un brillante científico, es sometido en el Pekín de 1967 a todo tipo de vejámenes, acusado de contrarrevolucionario, de inculcar a sus alumnos ideas occidentales. Ye Zhetai, profesor de física, integra aquella generación que fue denostada con la categoría de “monstruos y demonios” otorgada a quienes eran considerados enemigos de la revolución. ¿Es esta una novela política sobre los excesos de las ideologías radicales y sobre la intolerancia? ¿Es una novela de ciencia ficción? ¿Es un policial? La respuesta a todas estas preguntas es sí.
Cixin Liu (Pekín, 1963) trabajó como ingeniero en una central eléctrica en Yangquan, en la provincia de Shanxi, antes de dedicarse a la literatura, un reducto que debió clausurarse debido a la contaminación atmosférica en aquellas coordenadas. Cixin escribió esta obra de ciencia ficción en sus ratos libres, por las tardes y durante los fines de semana. Ambicioso, la concibió como una trilogía, El recuerdo del pasado de la Tierra, y se dio a conocer en China con la primera entrega en 2008 con El problema de los tres cuerpos. La novela comienza en Pekín con el devenir de una joven astrofísica, Ye Wenyie, luego de que su padre, también científico, sea asesinado en el marco de la Revolución Cultural en 1967. ¿Cómo logrará reinsertarse en la sociedad la muchacha que lleva en sus hombres la carga de ser hija de un traidor? La novela se trasladará algunas décadas después donde un científico, Wang Miao, es contactado por la policía para intentar desentrañar un caso: decenas de científicos se han suicidado. ¿Qué enlace existe entre la primera y la segunda trama? Cixin no dejará cabo suelto en una ficción donde aparecen varias dimensiones además de los saltos temporales.
Cixin [Cixin es apellido; Liu es el nombre] es autor prolífico obtuvo ocho veces el Galaxy Award, el equivalente chino al Hugo, premio que también obtuvo en 2015. Su obra fue elogiada por el presidente Barack Obama y por Mark Zuckerberg.
Netflix estrenará este jueves la primera temporada de la saga de ciencia ficción, impulsada por los creadores de Game of Thrones David Benioff, D.B. Weiss y Alexander Woo. Entre ambas épicas hay varios puntos en común: lo fantástico, humanos y no humanos, la guerra y el poder como eje central, la política y la brutalidad. Además, como ocurría con la saga de George R.R. Martin, en esta obra no hay uno, sino varios protagonistas, líneas argumentales que se cruzan y alejan.
En China se desarrolló “la literatura de la herida”, una generación de autores que elaboraron sus textos a partir de 1970 con distancia crítica hacia el maoísmo. La voz más reconocida es la del disidente Gao Xingjian, Premio Nobel de Literatura. Cixin no es una voz opositora dentro de China, pero, como Leonardo Padura, en Cuba, se anima de modo valiente a criticar (con sutileza) el sistema que rige en su país, sin tampoco dejar de criticar los excesos del capitalismo. En un reportaje que publicó The New Yorker en 2019 se narra su propia historia. Primero la de sus abuelos paternos quienes tuvieron dos hijos varones y ante el resurgimiento de una guerra civil, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, para que no desapareciera toda la familia, tomaron una decisión riesgosa: al primer hijo, al padre del autor, lo afiliaron al Partido Comunista; a su tío, al bando Nacionalista. Nunca más supieron de su tío. Luego, y he aquí la herida mayor, los padres del escritor debieron abandonar Pekín con “el gran Salto de Mao” luego de que su padre perdiera el trabajo. El pequeño Liu se mudó a vivir con sus abuelos y no vio a sus padres durante varios años.
Es cierto que la censura, la persecución ideológica y la atrocidad del régimen aparecen retratadas en El problema de los tres cuerpos, pero como un hecho del pasado, a través de un narrador omnisciente que sigue de cerca los pasos de una joven física que advierte los estragos que se cometen en el planeta en nombre de la defensa de un partido y de sus ideales económicos. “Los jóvenes no tienen mucho interés en aquellos años. No son nostálgicos como nosotros”, decía Cixin en una conversación con Jim Al-Khalili para la British Library.
Ricardo Piglia decía en las conferencias que brindó en la TV Pública que Jorge Luis Borges había creado la ficción especulativa. En este sendero se ubica Cixin que, como Borges, inventa libros, textos ficticios que tenían un impacto clave en la trama de sus relatos.
Entre las influencias confesas de Cixin se encuentran H.G. Wells, Arthur C. Clarke y Julio Verne, pero hay además otra que orbita en su obra y nuevamente aparece el nombre de Borges, obsesionado con los laberintos y espejos del universo. En Tras los límites de lo real. Una definición de lo fantástico (Páginas de Espuma), David Roas indaga en un capítulo sobre la literatura fantástica después de la mecánica cuántica. Tras esta revolución emerge la pérdida de la certeza en la existencia de una única realidad objetiva; la realidad empieza a considerarse algo complejo, integrado por múltiples realidades simultáneas (también conocidas como multiversos). Esta idea que desarrolla Borges en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, por ejemplo, aparece en El problema de los tres cuerpos. Aquí aparecen los videojuegos como mundos paralelos y simultáneos que constituyen no solo ámbitos lúdicos, pero sino vías de comunicación con otras dimensiones.
Ray Bradbury publicó en 1950 Crónicas marcianas, un libro de relatos que tradujo luego Borges. En estos cuentos aparecen varias líneas de pensamiento que retoma Cixin: el poder destructor del hombre de su propia naturaleza y del planeta, los extraterrestres retratados no como máquinas de matar, sino como seres capaces de tener empatía y sentimientos, y también el énfasis en las emociones y procesos humanos (los duelos, la alegría, la soledad, etc.) como catalizadores de eventos clave capaces de torcer el curso de la historia.
La distancia entre Oriente y Occidente —cultural, política, religiosa— se plantea en la novela, una distancia entre dos mundos que no se entienden y que se temen entre sí. Otros dos mundos aparecen en esta novela, pero no se quiere develar más el secreto de la trama en este artículo. Concentrados en esta guerra económica e ideológica, aislados los dos mundos, el ser humano revela su fragilidad, su falta de libertad, por un lado. Pero también el hombre es una criatura destructora. Cixin describe la desforestación brutal y la contaminación atroz que ha estado llevando a cabo el hombre, así como el uso de pesticidas y también el efecto dañino de las radiaciones que ocasionan las antenas y otros objetos construidos en pos del avance de un sector de la humanidad, como si el planeta no fuese uno solo. “¡Deshidrataos!” es uno de los términos y condenas que seguramente se impregnarán luego en la cultura popular.
En esta novela de ciencia ficción Cixin deja abierta la puerta para otra pregunta: ¿Existe Dios? “Si por Dios te refieres a un tipo de superconciencia fuera del universo, no sé si existe o no. La ciencia no ha aportado pruebas fehacientes ni en un sentido ni en otro”, escribe. La ciencia está en primer plano en esta novela, y nuevamente se pregunta Cixin cuán objetiva es la ciencia ¿La ciencia tiene ideología? ¿Cuáles son los límites de la ciencia? ¿Cuántas ciencias hay? ¿Hay una ciencia para Occidente y otra para Oriente?
La novela plantea varios dilemas. Uno de ellos es el “problema de los tres cuerpos” que postuló Henri Poincaré, y que no ofrece solución hasta el momento. ¿Es posible establecer matemáticamente la conducta del sistema solar, o, por el contrario, es posible que la Tierra pueda salir de su órbita y desaparezca de nuestro sistema planetario? El científico francés, “el profeta del caos”, como lo llamaron los matemáticos y físicos posteriores que bebieron de sus teorías, plantea que las órbitas del sistema integrado por la Tierra, la Luna y el Sol no siempre permanecen estables, o, dicho con otras palabras, que las leyes de la física no permanecen invariables a través del tiempo y el espacio. También aparece en la novela otro debates cuya respuesta fluctúa según la época y la sociedad en la que se debata: ¿Es la filosofía la que debe guiar los experimentos o son los experimentos los que deben guiar la filosofía?
¿Cómo adaptará Hollywood esta novela sinocéntrica que recorre la historia China y transcurre en China con personajes chinos? ¿Cuán libre será esta adaptación? ¿Cómo aparecerán retratados los “enemigos del sistema” en esta serie? Sin lugar a dudas Cixin ganará nuevos lectores, pero, ¿qué dirán los fanáticos?
Fuente: La Nación