miércoles, 25 de agosto de 2010
Jorge Luis Borges entre sus laberintos
Ubicado en los vestigios de un antiguo templo incendiado, el cuento “Las Ruinas Circulares” de Borges, publicado en sus emblemáticas “Ficciones”, nos acerca al tema de la circularidad. Por medio de un hombre que, luego de haber soñado a otro hombre y de llevarlo a la realidad, descubre que él también es soñado por otro ser al que desconoce, el creador y el creado se enlazan en el entramado del eterno retorno, en unas ruinas que se incendian periódicamente.
El sueño o la ensoñación.
Enfatizando el proceso sueño-vigilia, a partir de la generación de ensoñaciones (o sueños), es posible identificar el ciclo del hombre que sueña y es, a su vez, soñado. Extrañamente, el protagonista es capaz de tener ensoñaciones voluntarias (concentrando su imaginación en modelar un hombre) y recordar detalladamente su contenido, creando a un hombre que le permite encarnar su presencia en el mundo y asumirse como Dios.
“Y si él dejara de soñar con usted…”
Esta frase de Lewis Carroll (autor de “Alicia en el País de las Maravillas”), tomada por Borges, delinea la relación entre el mundo de los sueños y el mundo de los soñados: si el soñador deja de soñar al sujeto soñado, éste dejaría de existir. En este eje se desarrolla el cuento: el mago tiene como propósito “soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad”, lo cual logra con ayuda de una deidad, olvidada de los hombres, que preside el templo en ruinas donde se ha quedado a soñar.
El mago sueña a una criatura que duerme y sueña, a su vez, a la deidad. Posteriormente, el mago se percata de que también él es soñado por alguien más, pues al quemarse el templo, las llamas no le causan ningún daño, comprendiendo que “también era una apariencia, que otro estaba soñándolo”, estableciendo la continuidad, el entramado laberíntico del texto: ¿Quién sueña al mago que sueña al dios que le da vida al hombre soñado por el mago?
La circularidad.
La circularidad es un tema esencial para el hombre. La palabra, por ejemplo, requiere ser definida a través de palabras. Borges lo expresa de la siguiente manera: “¿Por qué nos inquieta que el mapa esté incluido en el mapa y las mil y una noches en el libro de Las Mil y Una Noches? (…) tales invenciones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros sus lectores o espectadores podemos ser ficticios” (Gordon).
El Calendario Azteca da forma a esta idea, pues simboliza, entre otras cosas, el paso del tiempo, no como principio y fin determinado, sino como continuidad. El significado de circularidad nos remite al postulado del eterno retorno, según el cual los acontecimientos se vuelven a repetir en el mismo orden. En el cuento, el mago sueña y, a su vez, es soñado. Es principio, pero también fin que genera un nuevo principio.
Borges trata del eterno retorno en “Historia de la Eternidad” de la siguiente manera: “El número de todos los átomos que componen el mundo es, aunque desmesurado, finito, y sólo capaz como tal de un número finito (aunque desmesurado también) de permutaciones. En un tiempo infinito, el número de las permutaciones posibles debe ser alcanzado, y el universo tiene que repetirse”.
Esta tesis refuerza el tema principal del cuento: aunque el tiempo es infinito, las partículas del Universo son finitas y, por tanto, sus combinaciones, abriendo la puerta a la circularidad.
Fuente : Vanguardia Mexico
Liliana Contreras Reyes
24-Agosto-2010
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Caracteristicas del calendario Azteca
La Piedra del Sol representa la visión del cosmos de los pueblos antiguos, es también la imagen del mundo tal como se ve entre las cosas, encierra en sus símbolos el concepto de la dualidad que hizo posible la creación de los mundos, cuenta los días y los años, narra la trayectoria de Venus, tiene anotados los eclipses y el paso de los cometas, es un mapa de la acción del tiempo, una guía astrológica de la cultura mexica y guarda todavía muchos secretos de la cosmovisión azteca.
En la monumental escultura de 3.60 m. de diámetro y 20 cm. de canto, están labrados cuatro símbolos sagrados para los antiguos mexicanos: el punto, el círculo, el cuadrado y el quincunce.
Al centro, el Sol como unidad creadora, le sigue el primer círculo que ilustra los ciclos históricos de nuestro mundo, la llamada leyenda de los cuatro soles. Dice allí que en el día 4-Tigre la tierra fue destruida y las fieras devoraron a los gigantes; el día 4-Viento el planeta fue devastado por huracanes y los hombres se convirtieron en monos y se fueron a vivir a las cavernas; el día 4-Fuego, los hombres se volvieron pájaros y el mundo fue destruido por erupciones volcánicas; la última hecatombe el día 4-Agua, la provocó una gran inundación y los hombres se volvieron peces. Así fue como el día Omey Acatl o 13-Caña nació el quinto sol, el que vivimos los seres humanos de ahora el cual quedará sepultado bajo los escombros provocados por un terremoto.
La imagen de dos serpientes de fuego, que simbolizan el año y el tiempo, clavan sus colas en la parte superior del disco y se encuentran al pie en el perfil de dos hombres que salen de las fauces de los reptiles. Son Quetzalcóatl, "Serpiente- Pluma preciosa", dios de la sabiduría y del sacerdocio y Tezcatlipoca," Espejo Humeante", señor del norte, de la noche y de los jóvenes guerreros. También, se dice, que esas dos figuras representan a la deidad solar, Tonatiuh y a Xiuhtecuhtli, "Señor de turquesa", dios del fuego y centro del universo de donde parten los cuatro puntos cardinales. La serpiente simboliza además a Xiuhcóatl, arma de Huitzilopochtli, deidad central de la cultura azteca, señor del sol y de la guerra, hijo de Coatlicue, "la que tiene una falda de serpientes".
domingo, 15 de agosto de 2010
Jean-Pierre Bernés publico en Paris “La vie commence” un libro con los recuerdos de sus encuentros con Borges.
Le temps des rencontres
Un écrivain et son traducteur
Le spectre de Jorge Luis Borges hante une maison, à Arcachon…
Cette maison-musée, c'est celle de Jean-Pierre Bernés, ami et traducteur de Jorge Luis Borges. “Il me demandait de laisser des erreurs dans certaines traductions de ses textes antérieures aux miennes. Ça le faisait rire”, raconte le Français, qui vient de publier des souvenirs intimes sur le fantasque écrivain argentin.
Jean-Pierre Bernés, dans son antre. (Photo Rodolphe Escher pour Télérama)
Un autre monde. Dans cette grande maison, à Audenge, dans le « cul » du bassin d'Arcachon, le temps semble s'être arrêté. On n'y entend pas les tubes d'été des stations balnéaires voisines et plus huppées, mais des airs de tango. Jean-Pierre Bernés, son propriétaire, a le crâne rasé et l'air d'un moine bouddhiste. Son accent du Sud invite naturellement des sonorités espagnoles et des expressions typiquement argentines, et l'homme admet volontiers, comme on le lui a suggéré, que cette demeure familiale, où il a accumulé documents et souvenirs littéraires sur Borges, est à la fois un couvent, une prison ou déjà une tombe. Cela ne le perturbe pas : il vit ailleurs, il vit avant, ignore l'informatique, utilise encre et papier, sinue dans le labyrinthe de sa grande maison aux murs tapissés de tableaux d'ancêtres et de ceintures de mariées marocaines. Une maison dont chaque pièce est un musée dans lequel les frères Goncourt, japoniaiseries mises à part, auraient trouvé leur bonheur.
L'autre habitant de cet antre singulier est un Argentin, né en 1899 et mort en 1986, un écrivain dont le nom résonne dans toutes les histoires de la littérature : Jorge Luis Borges, le poète aveugle. « Bien sûr, dit Jean-Pierre Bernés, c'est la plus belle rencontre de ma vie. » Plus qu'une rencontre en fait, une marque du destin. Après Normale Sup et l'agrégation d'espagnol, préparée en même temps qu'un diplôme de relations internationales à Sciences Po en 1964 et une thèse d'Etat en études hispaniques, Bernés devient professeur à Nanterre, à Rabat, au Maroc, et à la Sorbonne. La « bifurcation », terme qu'il affectionne, intervient quand, pendant cinq ans, le jeune homme se retrouve attaché culturel à l'ambassade française de Buenos Aires. Il rêve alors de rencontrer Borges, qui figurait au programme de ses enseignements. Il rencontre d'abord un sphinx : après un dîner mondain, alors qu'il raccompagne le poète, celui-ci lui pose une devinette : « Comment est-il possible que l'on puisse faire rimer jusqu'au et Vasco ? Lorsque vous aurez trouvé l'auteur, vous me ferez signe. » Et Mallarmé, autre poète acoustique, de devenir le passeur entre ces deux hommes.
Pendant des années de complicité, où les confidences intimes se disent toutefois en espagnol, ils parlent la langue de Voltaire, échangent des références, dissertent sur la littérature, se récitent des poèmes, chantent des tangos, plutôt ceux des gouapes que les tangos trop sirupeux, « ces lamentations de cocus » que Borges abhorrait. Dans son appartement de Buenos Aires, Bernés organise des dîners, il est l'invité de ceux des autres, dont les sœurs Ocampo, les vestales argentines de la revue Sur, aristocrates, éditrices et poétesses.
“Pour Borges, j'étais la France, le pays
de la littérature, nous récitions Ronsard
ou Montaigne, son auteur fétiche.”
C'était le temps des salons littéraires, fréquentés par la cantatrice Régine Crespin, la danseuse Maïa Plissetskaïa, où les silhouettes de Roger Caillois, de Wladimir d'Ormesson ou de Drieu La Rochelle se perpétuaient dans les commentaires élogieux ou acides. Et, au milieu de tout ce monde, Borges, réfugié dans le silence, scandant des tangos et savourant des desserts. « Pour lui, dit Bernés, j'étais la France, le pays de la littérature, je lui lisais La Chanson de Roland, nous récitions Ronsard ou Montaigne, son auteur fétiche, qu'il était fier de côtoyer dans l'édition de la Pléiade. »
Borges, il ne suffisait pas de le traduire, comme le fit Bernés dans ses deux tomes de la Pléiade, il fallait aussi décrypter ses silences et comprendre le regard de ses yeux morts. « Il était une éponge littéraire, donnait des surnoms à tout le monde, y compris les plus cruels, et aimait semer des indices ici ou là. Il me demandait de laisser des erreurs dans certaines traductions de ses textes antérieures aux miennes. Ça le faisait rire. Il disait que son œuvre serait enrichie par les erreurs de traduction et que le traducteur et le lecteur écriraient la version définitive. Il avait une mémoire des textes ahurissante. Aveugle, il dictait, puis écoutait en corrigeant plusieurs fois la ponctuation, en commençant par les points, les virgules, puis les majuscules. » Jean-Pierre Bernés se lève pour aller chercher un livre, montrer une dédicace, une photographie sur laquelle il pose au côté de Borges et où les rôles s'inversent, lui, les yeux fermés, et l'aveugle, les yeux ouverts.
“Il disait quelque chose, puis attendait
votre réponse. Chez lui, tout était
ludique et pervers.”
Lit-il des œuvres contemporaines ? Très peu, avoue-t-il. Il suit le conseil de Borges : passé 60 ans, il faut relire les grands textes, Dante ou Montaigne. Rester un capitaine Nemo dont la bibliothèque s'est arrêtée avant l'immersion dans le temps. Quant aux romans, c'est de la petite eau. Borges avait son idée sur la question : « Vous commencez par "Il pleuvait". Vous racontez des déjeuners, des petits déjeuners, des menus, des coucheries, le suicide de la belle-sœur à la fin, et vous remplissez de descriptions trois cents ou quatre cents pages, c'est mieux. N'oubliez pas les coucheries et les desserts ! » Et de conseiller à Bernés : « Ne lisez pas de romans, ne lisez que les titres. » Bernés sourit, énigmatique : « Il disait quelque chose, puis attendait votre réponse. Chez lui, tout était ludique et pervers. »
Quand on lui demande si le spectre de Borges, omniprésent dans la demeure, ne le hante pas trop, s'il ne se sent pas étouffé par cet écrivain qu'il fréquenta tant d'années et qui finit ses jours à Genève, Bernés nous regarde, incrédule : « J'ai eu la chance de connaître la fin d'une génération extraordinaire. J'étais l'intime de gens qui rivalisaient de culture, qui se détestaient ou s'aimaient en secret. Un jour je dirai tout. Mais je ne publierai la biographie de Borges qu'après ma mort et celle de l'autre. » « L'autre », c'est la Kodama, la veuve de Borges qui intenta deux procès à Bernés, qu'elle perdit. « Borges disait : "On ne sait rien de l'intimité de Dante, de Cervantès ou de Shakespeare ; moi, je veux qu'on sache, il faudra dire !" Je dirai donc, reprend Bernés, car Borges me condamnait à être sa mémoire. » Il s'installe alors au piano et interprète la milonga – musique ancêtre du tango – préférée de Borges, puis un air de Gershwin. « Caramba ! » aurait dit Borges.
Fuente : Gilles Heuré
Télérama n° 3160
Ses dialogues avec Borges
Exégète passionné de Jorge Luis Borges, Jean-Pierre Bernès publie aux éditions du Cherche Midi les souvenirs d'années de rencontres avec le maître argentin.
Jean-Pierre Bernès : « Borges avait 40 ans de plus que moi et la naissance de cette amitié littéraire coulait de source ». photo archives chantal moreau
Jean-Pierre Bernès : « Borges avait 40 ans de plus que moi et la naissance de cette amitié littéraire coulait de source ». photo archives chantal moreau
Audenge
Gironde
«Nous nous sommes tant parlés… » Le 14 juin 1986, Jorge Luis Borges, l'écrivain argentin, décédait à Genève, à l'âge de 87 ans. Avant de mourir, il travaille avec son ami Jean-Pierre Bernès, spécialiste de son œuvre.
Jean-Pierre Bernès a connu Borges lorsqu'il était en poste à Buenos Aires comme attaché culturel à l'ambassade de France, de 1975 à 1979. Il a aussi passé une année entière auprès de lui à Genève, à la fin de la vie de Borges et tous deux ont établi pour la Pléiade, des œuvres complètes du maître argentin : « Grâce à la Pléiade, je vais coudoyer tous mes amis, Montaigne, Dante, Shakespeare, et Cervantes, s'était exclamé Borges », raconte Jean-Pierre Bernès. Cette amitié entre les deux hommes ? « Borges m'a condamné à être sa mémoire. »
Une maison musée
Aujourd'hui, Jean-Pierre Bernès s'est retiré à Audenge, dans une maison musée extraordinaire. Une « survivante » du XVIIIe siècle, avec sa longue galerie basse, son parc, ses pièces à la fois sombres et majestueuses. Là, se côtoient, dans un ordre que seul le maître de céans connaît, les souvenirs : des tonnes d'ouvrages - « Je suis toujours à la recherche de documents inédits » - de grands pianos, des lustres somptueux, des mélanges de souvenirs argentins, berbères, russes…
L'ami de Borges fut professeur de littérature - il a enseigné vingt-cinq ans à la Sorbonne - et depuis sa « retraite » audengeoise, s'est consacré à l'œuvre de ce génie de la littérature. Il fut d'ailleurs le dernier traducteur de Borges. En publiant « La vie commence » (1) il a souhaité raconter les liens étroits qui l'unissaient au grand écrivain, le faire vivre, revivre : « Borges est en train de ressusciter ! », lance-t-il.
Jean-Pierre Bernès est né à Beyrouth et il arrivait à l'âge de 18 mois avec sa famille à Audenge. Il y vit désormais quasiment seul. Aux côtés de sa « vieille gouvernante » aveugle, Amanda, 95 ans. « C'est elle qui me dit, en parlant de moi : ''Ce pauvre monsieur est un saint, il est devenu le cuisinier de sa cuisinière…'' Elle m'a suivi partout, elle a connu Borges, lequel lui disait toujours qu'elle était la reine des "postres", des desserts. »
Les belles années
Jean-Pierre Bernès parle « avec cet accent gascon que je ne renierai jamais ». Chemise boutonnée jusqu'au col, cravate, port d'une extrême droiture. Il l'avoue volontiers : « Borges avait 40 ans de plus que moi et la naissance de cette amitié littéraire coulait de source. Enfant, mes parents m'ont toujours interdit de jouer avec les petits Audengeois. Mes amis, c'étaient les adultes. Aussi quand j'ai rencontré Borges à Buenos Aires, j'ai tout de suite été attiré par ses amis, j'ai cru retrouver des copains d'enfance, tant ils étaient plus âgés que moi ! »
Car Jean-Pierre Bernès a eu la chance de vivre les belles années de Buenos Aires à l'époque de sa grande effervescence culturelle, fréquentant dîners et concerts. Il rencontre Victoria Ocampo, célèbre femme de lettres, et sa sœur Silvina, elle aussi écrivain, devient l'intime de ce cercle où Borges est le centre, où l'on dîne de littérature. Le soir, on joue du piano, où l'on chante, on parle livres, on chante, on s'amuse. La musique, le chant ? « J'ai eu un Prix d'excellence de piano et un autre de chant, dit-il. Et je prends encore plaisir à jouer du tango pour ma vieille gouvernante. »
Bifurcations du destin
Borges, encore ? « Un homme pudique. Tous les messages qu'il voulait faire passer, il le faisait avec la littérature. La rencontre devait se faire. Ma grand-mère qui vivait en Argentine, était la meilleure amie de sa grand- mère. Le destin est fait de symétries inattendues. ''Sachez lire les mystérieuses bifurcations du destin'' me répétait sans cesse Borges. »
Jean-Pierre Bernès, dans ce phrasé précis qu'il manie à la perfection, évoque, encore, et toujours Borges. Est-ce lui qui parle, ou est-ce Borges qui nous parle ?
Des regrets de cette vie Argentine ? « Non, je vis dans un autre monde, je suis installé dans l'éternité. » Une « éternité » où Jean-Pierre Bernès s'échappe de temps en temps pour chanter, chez lui, de la musique religieuse, ou encore donner, de ci de là, un concert public de tango : « Mon vieux maître Borges s'était autoproclamé archéologue du tango ! », lance-t-il.
(1) Jean-Pierre Bernès : « J. L. Borges : La vie commence ». Éditions Le Cherche Midi, 198 pages.
Fuente : Journal Sud Ouest - 15 de Agosto de 2010
Un écrivain et son traducteur
Le spectre de Jorge Luis Borges hante une maison, à Arcachon…
Cette maison-musée, c'est celle de Jean-Pierre Bernés, ami et traducteur de Jorge Luis Borges. “Il me demandait de laisser des erreurs dans certaines traductions de ses textes antérieures aux miennes. Ça le faisait rire”, raconte le Français, qui vient de publier des souvenirs intimes sur le fantasque écrivain argentin.
Jean-Pierre Bernés, dans son antre. (Photo Rodolphe Escher pour Télérama)
Un autre monde. Dans cette grande maison, à Audenge, dans le « cul » du bassin d'Arcachon, le temps semble s'être arrêté. On n'y entend pas les tubes d'été des stations balnéaires voisines et plus huppées, mais des airs de tango. Jean-Pierre Bernés, son propriétaire, a le crâne rasé et l'air d'un moine bouddhiste. Son accent du Sud invite naturellement des sonorités espagnoles et des expressions typiquement argentines, et l'homme admet volontiers, comme on le lui a suggéré, que cette demeure familiale, où il a accumulé documents et souvenirs littéraires sur Borges, est à la fois un couvent, une prison ou déjà une tombe. Cela ne le perturbe pas : il vit ailleurs, il vit avant, ignore l'informatique, utilise encre et papier, sinue dans le labyrinthe de sa grande maison aux murs tapissés de tableaux d'ancêtres et de ceintures de mariées marocaines. Une maison dont chaque pièce est un musée dans lequel les frères Goncourt, japoniaiseries mises à part, auraient trouvé leur bonheur.
L'autre habitant de cet antre singulier est un Argentin, né en 1899 et mort en 1986, un écrivain dont le nom résonne dans toutes les histoires de la littérature : Jorge Luis Borges, le poète aveugle. « Bien sûr, dit Jean-Pierre Bernés, c'est la plus belle rencontre de ma vie. » Plus qu'une rencontre en fait, une marque du destin. Après Normale Sup et l'agrégation d'espagnol, préparée en même temps qu'un diplôme de relations internationales à Sciences Po en 1964 et une thèse d'Etat en études hispaniques, Bernés devient professeur à Nanterre, à Rabat, au Maroc, et à la Sorbonne. La « bifurcation », terme qu'il affectionne, intervient quand, pendant cinq ans, le jeune homme se retrouve attaché culturel à l'ambassade française de Buenos Aires. Il rêve alors de rencontrer Borges, qui figurait au programme de ses enseignements. Il rencontre d'abord un sphinx : après un dîner mondain, alors qu'il raccompagne le poète, celui-ci lui pose une devinette : « Comment est-il possible que l'on puisse faire rimer jusqu'au et Vasco ? Lorsque vous aurez trouvé l'auteur, vous me ferez signe. » Et Mallarmé, autre poète acoustique, de devenir le passeur entre ces deux hommes.
Pendant des années de complicité, où les confidences intimes se disent toutefois en espagnol, ils parlent la langue de Voltaire, échangent des références, dissertent sur la littérature, se récitent des poèmes, chantent des tangos, plutôt ceux des gouapes que les tangos trop sirupeux, « ces lamentations de cocus » que Borges abhorrait. Dans son appartement de Buenos Aires, Bernés organise des dîners, il est l'invité de ceux des autres, dont les sœurs Ocampo, les vestales argentines de la revue Sur, aristocrates, éditrices et poétesses.
“Pour Borges, j'étais la France, le pays
de la littérature, nous récitions Ronsard
ou Montaigne, son auteur fétiche.”
C'était le temps des salons littéraires, fréquentés par la cantatrice Régine Crespin, la danseuse Maïa Plissetskaïa, où les silhouettes de Roger Caillois, de Wladimir d'Ormesson ou de Drieu La Rochelle se perpétuaient dans les commentaires élogieux ou acides. Et, au milieu de tout ce monde, Borges, réfugié dans le silence, scandant des tangos et savourant des desserts. « Pour lui, dit Bernés, j'étais la France, le pays de la littérature, je lui lisais La Chanson de Roland, nous récitions Ronsard ou Montaigne, son auteur fétiche, qu'il était fier de côtoyer dans l'édition de la Pléiade. »
Borges, il ne suffisait pas de le traduire, comme le fit Bernés dans ses deux tomes de la Pléiade, il fallait aussi décrypter ses silences et comprendre le regard de ses yeux morts. « Il était une éponge littéraire, donnait des surnoms à tout le monde, y compris les plus cruels, et aimait semer des indices ici ou là. Il me demandait de laisser des erreurs dans certaines traductions de ses textes antérieures aux miennes. Ça le faisait rire. Il disait que son œuvre serait enrichie par les erreurs de traduction et que le traducteur et le lecteur écriraient la version définitive. Il avait une mémoire des textes ahurissante. Aveugle, il dictait, puis écoutait en corrigeant plusieurs fois la ponctuation, en commençant par les points, les virgules, puis les majuscules. » Jean-Pierre Bernés se lève pour aller chercher un livre, montrer une dédicace, une photographie sur laquelle il pose au côté de Borges et où les rôles s'inversent, lui, les yeux fermés, et l'aveugle, les yeux ouverts.
“Il disait quelque chose, puis attendait
votre réponse. Chez lui, tout était
ludique et pervers.”
Lit-il des œuvres contemporaines ? Très peu, avoue-t-il. Il suit le conseil de Borges : passé 60 ans, il faut relire les grands textes, Dante ou Montaigne. Rester un capitaine Nemo dont la bibliothèque s'est arrêtée avant l'immersion dans le temps. Quant aux romans, c'est de la petite eau. Borges avait son idée sur la question : « Vous commencez par "Il pleuvait". Vous racontez des déjeuners, des petits déjeuners, des menus, des coucheries, le suicide de la belle-sœur à la fin, et vous remplissez de descriptions trois cents ou quatre cents pages, c'est mieux. N'oubliez pas les coucheries et les desserts ! » Et de conseiller à Bernés : « Ne lisez pas de romans, ne lisez que les titres. » Bernés sourit, énigmatique : « Il disait quelque chose, puis attendait votre réponse. Chez lui, tout était ludique et pervers. »
Quand on lui demande si le spectre de Borges, omniprésent dans la demeure, ne le hante pas trop, s'il ne se sent pas étouffé par cet écrivain qu'il fréquenta tant d'années et qui finit ses jours à Genève, Bernés nous regarde, incrédule : « J'ai eu la chance de connaître la fin d'une génération extraordinaire. J'étais l'intime de gens qui rivalisaient de culture, qui se détestaient ou s'aimaient en secret. Un jour je dirai tout. Mais je ne publierai la biographie de Borges qu'après ma mort et celle de l'autre. » « L'autre », c'est la Kodama, la veuve de Borges qui intenta deux procès à Bernés, qu'elle perdit. « Borges disait : "On ne sait rien de l'intimité de Dante, de Cervantès ou de Shakespeare ; moi, je veux qu'on sache, il faudra dire !" Je dirai donc, reprend Bernés, car Borges me condamnait à être sa mémoire. » Il s'installe alors au piano et interprète la milonga – musique ancêtre du tango – préférée de Borges, puis un air de Gershwin. « Caramba ! » aurait dit Borges.
Fuente : Gilles Heuré
Télérama n° 3160
Ses dialogues avec Borges
Exégète passionné de Jorge Luis Borges, Jean-Pierre Bernès publie aux éditions du Cherche Midi les souvenirs d'années de rencontres avec le maître argentin.
Jean-Pierre Bernès : « Borges avait 40 ans de plus que moi et la naissance de cette amitié littéraire coulait de source ». photo archives chantal moreau
Jean-Pierre Bernès : « Borges avait 40 ans de plus que moi et la naissance de cette amitié littéraire coulait de source ». photo archives chantal moreau
Audenge
Gironde
«Nous nous sommes tant parlés… » Le 14 juin 1986, Jorge Luis Borges, l'écrivain argentin, décédait à Genève, à l'âge de 87 ans. Avant de mourir, il travaille avec son ami Jean-Pierre Bernès, spécialiste de son œuvre.
Jean-Pierre Bernès a connu Borges lorsqu'il était en poste à Buenos Aires comme attaché culturel à l'ambassade de France, de 1975 à 1979. Il a aussi passé une année entière auprès de lui à Genève, à la fin de la vie de Borges et tous deux ont établi pour la Pléiade, des œuvres complètes du maître argentin : « Grâce à la Pléiade, je vais coudoyer tous mes amis, Montaigne, Dante, Shakespeare, et Cervantes, s'était exclamé Borges », raconte Jean-Pierre Bernès. Cette amitié entre les deux hommes ? « Borges m'a condamné à être sa mémoire. »
Une maison musée
Aujourd'hui, Jean-Pierre Bernès s'est retiré à Audenge, dans une maison musée extraordinaire. Une « survivante » du XVIIIe siècle, avec sa longue galerie basse, son parc, ses pièces à la fois sombres et majestueuses. Là, se côtoient, dans un ordre que seul le maître de céans connaît, les souvenirs : des tonnes d'ouvrages - « Je suis toujours à la recherche de documents inédits » - de grands pianos, des lustres somptueux, des mélanges de souvenirs argentins, berbères, russes…
L'ami de Borges fut professeur de littérature - il a enseigné vingt-cinq ans à la Sorbonne - et depuis sa « retraite » audengeoise, s'est consacré à l'œuvre de ce génie de la littérature. Il fut d'ailleurs le dernier traducteur de Borges. En publiant « La vie commence » (1) il a souhaité raconter les liens étroits qui l'unissaient au grand écrivain, le faire vivre, revivre : « Borges est en train de ressusciter ! », lance-t-il.
Jean-Pierre Bernès est né à Beyrouth et il arrivait à l'âge de 18 mois avec sa famille à Audenge. Il y vit désormais quasiment seul. Aux côtés de sa « vieille gouvernante » aveugle, Amanda, 95 ans. « C'est elle qui me dit, en parlant de moi : ''Ce pauvre monsieur est un saint, il est devenu le cuisinier de sa cuisinière…'' Elle m'a suivi partout, elle a connu Borges, lequel lui disait toujours qu'elle était la reine des "postres", des desserts. »
Les belles années
Jean-Pierre Bernès parle « avec cet accent gascon que je ne renierai jamais ». Chemise boutonnée jusqu'au col, cravate, port d'une extrême droiture. Il l'avoue volontiers : « Borges avait 40 ans de plus que moi et la naissance de cette amitié littéraire coulait de source. Enfant, mes parents m'ont toujours interdit de jouer avec les petits Audengeois. Mes amis, c'étaient les adultes. Aussi quand j'ai rencontré Borges à Buenos Aires, j'ai tout de suite été attiré par ses amis, j'ai cru retrouver des copains d'enfance, tant ils étaient plus âgés que moi ! »
Car Jean-Pierre Bernès a eu la chance de vivre les belles années de Buenos Aires à l'époque de sa grande effervescence culturelle, fréquentant dîners et concerts. Il rencontre Victoria Ocampo, célèbre femme de lettres, et sa sœur Silvina, elle aussi écrivain, devient l'intime de ce cercle où Borges est le centre, où l'on dîne de littérature. Le soir, on joue du piano, où l'on chante, on parle livres, on chante, on s'amuse. La musique, le chant ? « J'ai eu un Prix d'excellence de piano et un autre de chant, dit-il. Et je prends encore plaisir à jouer du tango pour ma vieille gouvernante. »
Bifurcations du destin
Borges, encore ? « Un homme pudique. Tous les messages qu'il voulait faire passer, il le faisait avec la littérature. La rencontre devait se faire. Ma grand-mère qui vivait en Argentine, était la meilleure amie de sa grand- mère. Le destin est fait de symétries inattendues. ''Sachez lire les mystérieuses bifurcations du destin'' me répétait sans cesse Borges. »
Jean-Pierre Bernès, dans ce phrasé précis qu'il manie à la perfection, évoque, encore, et toujours Borges. Est-ce lui qui parle, ou est-ce Borges qui nous parle ?
Des regrets de cette vie Argentine ? « Non, je vis dans un autre monde, je suis installé dans l'éternité. » Une « éternité » où Jean-Pierre Bernès s'échappe de temps en temps pour chanter, chez lui, de la musique religieuse, ou encore donner, de ci de là, un concert public de tango : « Mon vieux maître Borges s'était autoproclamé archéologue du tango ! », lance-t-il.
(1) Jean-Pierre Bernès : « J. L. Borges : La vie commence ». Éditions Le Cherche Midi, 198 pages.
Fuente : Journal Sud Ouest - 15 de Agosto de 2010
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Biografias,
Libros sobre Borges,
Sobre Borges
Borges en Junin
Club Social en donde J L Borges en 1966, dio una conferencia sobre Leopoldo Lugones.
El día que secuestraron a Borges
Esta historia es absolutamente verídica, aunque omitiré algunos nombres por razones personales, pero no los de todos los protagonistas que intervinieron, para asignarle no sólo veracidad sino también la cuota de sorpresa que espero alcanzar con ella.
Era 1966 y en los círculos culturales de la ciudad se había anunciado con gran solemnidad la presencia de Jorge Luis Borges en Junín. La cita era en los salones del Club Social, en donde ofrecería una conferencia sobre Leopoldo Lugones.
Aproximadamente a las 20, el salón mayor estaba colmado de público y el gran maestro estaba sentado en el medio de dos docentes del Instituto del Profesorado. Borges escuchaba distraídamente la presentación que se hacía de su persona y de su prolífera obra mientras aguardaba el momento de iniciar su disertación.
Confieso que la charla se prolongó por casi dos horas, pero casi nadie advirtió tal circunstancia, por la simple razón de que el escritor se desenvolvía con su natural erudición y, además, esa noche hizo gala de una simpatía y un buen humor que hizo las delicias de los concurrentes.
Debo reconocer que a partir de esa conferencia me hice conocedor de Leopoldo Lugones y luego lector de su obra, poeta a quien continúo admirando después de tantos años y ello se lo debo a Borges y a la inteligencia de sus apreciaciones.
Cuando la disertación terminó, luego de evacuar algunas preguntas del público y después de que se retirara educadamente del lugar, Borges y su mujer comenzaron a bajar las escalinatas hacia el hall del club Social, cuando de pronto una mano me sujeta del brazo y me pregunta ansioso dónde había dejado mi auto.
-“Está en la puerta”, le contesté. “¿Lo necesitás?”.
Eran Juan Mazzadi y Rodolfo Portela, quienes tenían sujetado a Borges de un brazo y lo llevaban disimuladamente hacia la salida, mientras me indicaban que saliera junto con ellos.
De inmediato lo introdujeron en el asiento delantero, a su mujer en el trasero con “Bochita”, por entonces mi novia, y me indicaron imperativamente:
- “¡Vamos a ´Mi Refugio´ ... A lo de Berro!”
No podía dar crédito a lo que estaba sucediendo y pensé que en breves minutos estaríamos todos presos, pero sin dudar arranqué y me dirigí a “Mi Refugio", más conocido como el "Boliche de Berro".
Bajamos en una calle de tierra y entramos al lugar ante la sorpresa de los parroquianos. Alberto Berro nos atendió solícitamente, armó una mesa para nosotros y nos ofreció de beber. Borges, naturalmente y ante el estupor de los asistentes, pidió... ¡Un té!.
Demás está decir que fueron a solicitarle a una vecina que le hiciera uno, ya que en el lugar ese brebaje era desconocido. A los pocos minutos estaba complacido y mientras esperaba que se enfriara, trataba de adivinar dónde se encontraba.
“Juancito”, Rodolfo y unas profesoras cuyo nombre omito, ya que también concurrieron sorprendidas siguiéndonos y aún viven, le explicaron que se trataba de un típico lugar de tango, cuyos habitués solían improvisar, cantar o recitar y que se encontraba en el barrio más típico de la ciudad.
Juan le aclaró que era el barrio por excelencia de Junín, cargado de historias de cuchilleros, malevos y gente del tango. Era el barrio de Las Mo-rochas, con sus plazas, su alcantarilla, sus cortadas y sus poetas.
En un momento dado, uno de los asistentes, Félix Nasiff, pidió silencio y le recitó un poema de Celedonio Flores: "Porque canto así", inmortalizado años antes por Julio Sosa como introducción a la Cumparsita.
Todas las miradas se posaron en esos dos personajes: el recitador y el poeta. Este lo escuchaba fascinado y debo reconocer que Nasiff debe haber efectuado la mejor versión de su vida de un poema del Negro "Cele" y se le notaba emocionado ante semejante oyente: ¡Nada menos que Jorge Luis Borges!
En un momento dado llegó un grupo de personas que nos increparon por nuestro proceder y se lo llevaron a un club en donde habían preparado una recepción más acorde a la jerarquía del ilustre visitante, aunque bueno es dejar sentado que en ningún momento fue molestado por los clientes del lugar.
Más aún, estaban orgullosos de haber recibido semejante visita y nos agradecían haber tenido la delicadeza de llevarlo al barrio de sus amores y a un lugar tan pintoresco como "Mi Refugio".
Como no estábamos invitados a la culta recepción organizada por los cultos que habían preparado tan culta velada, nos quedamos con “Juancito”, “Bochita”, Rodolfo Portela y algunos amigos más en el lugar y lamentábamos no haber sacado unas fotos de lo que había sucedido.
Pero no fue así, porque uno de los concurrentes, fotógrafo él, inmortalizó la presencia de Borges en el lugar. También retrató cuando, ya entrada la noche, señalaba con su bastón el cartel indicador de la calle Coronel Borges de Junín, que fuera publicada en la revista local "Expresión", que dirigía precisamente Rodolfo Portela.
Dos domingos después se publicó en La Nación el poema que el poeta le dedicara a Junín, ese que titulara: Junín "Vuelvo a Junín, donde no estuve nunca a tu Junín, abuelo Borges....”
********************
Así vivimos esta historia. Así la recuerdo. Así conocimos a Jorge Luis Borges. Quizás alguien dude de la veracidad de estos hechos. No lo culpo, a mí también a veces se me ocurre que todo lo imaginé, si no fuera por una dedicatoria del gran maestro que “Bochita” guarda celosamente en un libro y que está fechada en 1966, en el mismo año en que se escribió el poema.
Fuente : Diario Democracia de Junin
14 de Agosto de 2010
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Influencia Borgeana en El Secreto de sus ojos. El laberinto que es Buenos Aires, sobrevuela la película. Según Guardian de Londres
The Secret In Their Eyes (El Secreto De Sus Ojos)
There is usually, and often with justification, serious criticism of the movie voted by the American Film Academy to receive its Oscar for best film in a foreign language. It happened again this year when the international critics' anointed contenders – Michael Haneke's The White Ribbon and Jacques Audiard's A Prophet – were ignored in favour of Juan José Campanella's The Secret in Their Eyes. Well, Haneke's picture is certainly more original and Audiard's altogether harsher, but Campanella's Argentinian thriller is a film of subtlety, distinction and depth that in most other years would have made it appear a very worthy recipient. Moreover, it seems an apt choice to mark what Sight & Sound celebrates on the front page of its September edition as "The Rise and Rise of Latin American Cinema" over the past decade.
The film's subject is the obsessive pursuit of a brutal murder long after its significance has faded into the past, a theme familiar from movies as different as Anatole Litvak's The Night of the Generals and Sean Penn's The Pledge, both based on bestselling European novels. In this instance, the crime is the rape and murder of a pretty schoolteacher recently married to a young bank clerk in Argentina in 1974 when the country was on the brink of its dirty war and dictatorship.
The case is investigated by a relatively junior policeman, the handsome, bearded, working-class Benjamín Espósito (Ricardo Darín), who 25 years later, having married, divorced and retired from the police, is trying to exorcise his memories by writing a novel based on the crime. He visits his former superior, the beautiful, upper-class lawyer Irene Menéndez Hastings (Soledad Villamil), now married with children and occupying a senior judicial post, to discuss the affair and show her an early draft of his book.
The movie then proceeds with immense narrative skill to cut between past, present, fictionalised memories, plausible conjecture and unverifiable accounts as it puts together a complex jigsaw linking private lives and troubled social currents over a period of a quarter of a century. Running through the film as a leitmotif to suggest the idea of secrets revealed and concealed, of stories within stories, are references to the opening and closing of doors and shots of people seen through doorways.
When Benjamín is first introduced to Irene, and instantly smitten by her, he's told by the officious head of their department that she's recently graduated from Harvard. She immediately corrects him by saying she studied at Cornell, a crucial distinction it seems. This is possibly an oblique nod by Campanella and his co-writer Eduardo Sacheri (on whose novel the film is based) to Vladimir Nabokov, a longtime teacher at Cornell, and Thomas Pynchon, a student there, two great modernists fascinated by unreliable narrators and the interlocking of fact and fiction. Their influence, along with that of Jorge Luis Borges, the guide to the labyrinth that is Buenos Aires, hovers over the film.
The first revelation of a pervasive corruption comes when Benjamín's rightwing rival beats murder confessions from two innocent immigrant workers. This is more than confirmed when the real perpetrator is freed after conviction on the grounds that he's a valued freelance informer and operator, presumably for police death squads. Between these incidents there is an ingeniously conducted investigation by Benjamín and his brilliant, ironic, alcoholic sidekick that takes them (via an inspired reading of snaps in the victim's photograph album and clues spotted in letters illegally seized in a provincial town) to an exciting chase in a football stadium.
Along the way, the movie develops two very touching and disturbing parallels that continue over the arc of 25 years. The first is the close relationship between Benjamín the investigator and Ricardo, the grieving widower of the murdered schoolteacher, whose life is shaped and corroded by the pursuit of the killer. Both are obsessed with a search for justice, one public, the other private, and end up confronting the moral consequences of submitting to this tunnel vision.
The second parallel, of a romantic and erotic kind, is that between Ben and the remote Irene on the one hand, and its ugly mirror image, that between the killer and his victim on the other. In one of the movie's most powerful scenes, an interrogation of the suspected killer, Irene cruelly brings her sexuality and social superiority into play as a means of driving him into making a confession. Later, the rightwing policeman who has been a constant thorn in Ben's side mocks him over the unattainable Irene in an attempt to provoke him into an act of violence.
There are occasional moments of implausibility in Campanella's film, but they're more than outweighed by the emotional force of the narrative and its incidental felicities. The latter include a running joke about an old Olivetti typewriter that has a faulty "A" on its keyboard, and a note made in the night by Benjamín on his bedside table that reads "Temo" (I fear) which he later corrects into "Te Amo" (I love you). Both central performances are excellent, the pair ageing convincingly, and they're well supported by Guillermo Francella as Benjamín's assistant and Pablo Rago as the inconsolable husband of the murder victim. The excellent atmospheric photography is the work of Félix Monti, who in 1985 lit Luis Puenzo's The Official Story, an earlier picture about the time of Argentina's dirty war and "los desaparecidos", which also won an Oscar for best foreign language film.
Fuente : Philip French - guardian.co.uk
15 de agosto de 2010
sábado, 14 de agosto de 2010
Sello postal de Borges - Feria del Libro de Frankfort
Sello Postal Común Argentina - Alemania
En el marco de la participación Argentina como País Invitado de Honor en la Feria del Libro de Francfort 2010, el Correo Argentino, la Oficina de Sellos Postales del Ministerio Federal de Finanzas alemán y el Correo Alemán lanzarán una estampilla conjunta con el motivo Jorge Luis Borges.
La Feria del Libro de Frankfurt, Alemania, constituye el mayor encuentro de su tipo en el mundo. Su historia se remonta al siglo XV, cuando Johannes Gutenberg inventó la imprenta a pocos kilómetros de dicha ciudad. A diferencia de la Feria del Libro de Buenos Aires, la de Frankfurt está destinada fundamentalmente a editores, agentes literarios y otros actores de la industria editorial. El público en general accede a la Feria los dos últimos días del total de seis que permanece abierta.
Anualmente asisten a la Feria más de 250.000 personas, de las cuales alrededor de 150.000 son miembros de la industria editorial y cerca de 12.000, periodistas de más de 90 países. Cada año la Feria invita a un país a participar como huésped honorario en virtud de su historia literaria y su caudal cultural. El país “Invitado de Honor” tiene la oportunidad de presentar su potencial editorial y literario, incluyendo además de sus letras, diferentes expresiones culturales, artísticas y científicas, así como sus riquezas naturales y su oferta industrial, comercial, turística y deportiva.
Argentina ha sido elegida como “País Invitado de Honor” para la edición del año 2010 de la Feria -6 al 10 de octubre-, coincidiendo con la celebración del Bicentenario de la Revolución de Mayo.
jueves, 12 de agosto de 2010
Biblioteca Gutierrez - Lomas de Zamora
Cuando Borges visitó la Gutiérrez
La historia se hace presente en la biblioteca de múltiples formas. La más evidente sea tal vez a través de su arquitectura colonial que nos remonta a la época en que funcionaba como parada para diligencias en el camino a Chascomús. También la historia la encontramos en algunos ejemplares de libros que nos llevan a otras épocas y lugares.
Sin embargo, hay otra forma de acceder a la propia historia de la Gutiérrez y es a través del libro de visitas donde podemos encontrar firmas de ilustres personalidades que concurrieron y contribuyeron al desarrollo de las actividades culturales con su presencia. Como dice el historiador Juan Stoppini “desde su fundación, la Biblioteca Gutiérrez, realizó innumerables actividades para fomentar la cultura desde sus instalaciones. En este sentido, su salón de conferencias se enriqueció con la presencia de grandes y prestigiosas personalidades de las letras, de la ciencia y de las artes, en sus más amplias expresiones”. De esta manera, la biblioteca cuenta con la visita de personalidades como Vicente Forte, José Luis Romero, Pedro Miguel Obligado y Ernesto Sábato.
Jorge Luis Borges visitó la biblioteca en dos oportunidades. La primera vez para dar una conferencia sobre Goethe y la segunda para referirse a Estanislao del Campo.
Del libro de visitas logramos rescatar la firma de Borges de una de esas visitas que aquí reproducimos como testimonio de la historia que recorrió la biblioteca desde su fundación en 1938 hasta el día de hoy.
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Borges y otros ángeles, entre milongas y tango
"Tengo presente que le pedí también que cantara una canción en ladino y Usted me cantó una nana. Cante por favor otra vez Rachel, eso me reconforta".
JORGE LUIS BORGES
RACHEL LEBENAS es uno de los exponentes más representativos de la pintura argentina contemporánea, expuso junto a Picasso, Dalí, Miró y Chagall en Tel Aviv-Israel.
Expuso y creó, en China, India, Corea, Japón, Indonesia, Sudáfrica, Malasia, Tailandia, Australia, Italia, Bélgica, Holanda, Egipto, Israel. etc.
Dijeron de ella en China en el año 2000: "Ama, vive y es un estado de gracia, todo está en sus pinturas, su reveladora pasión, ángeles estallando del mundo, amantes abrazándose intensamente hasta fusionarse, caballos golpeando la tierra con tanta fuerza que hay simplemente una mancha borrosa de movimiento, un vistazo del golpe, su obra se convierte en una majestuosa exposición sobre el alma y el amor".
Expuso su obra en los cinco continentes, Francia, Estados Unidos, Rusia, Holanda, Bélgica, Austria, España, etc. En México, Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, etc.
Su pincel mediador le da color a los atardeceres del alma y rubor a las mejillas de nuestra oscuridad.
Es una abertura por donde la luz entra y se arrastra como el primer y último día de la creación, en todo caso, los colores de Lebenas, son los colores que Borges solo podía ver en su añoranza.
Rachel Lebenas expone sus obras en la ciudad de Posadas, en la provincia de Misiones, donde fue invitada por las autoridades provinciales en reconocimiento a su trayectoria.
“Exponer en Misiones representa valorar enormemente el interior (de la Argentina) porque tiene un potencial y una sensibilidad enorme”, expresó Lebenas en declaraciones a la Agencia Judía de Noticias (AJN).
La muestra titulada “Borges y otros ángeles, entre milongas y tango” se presentará desde el próximo viernes en el Centro de Arte y Comunicación de Posadas y se mantendrá hasta el 12 de septiembre.
“En esta oportunidad he elegido como tema a (Jorge Luis) Borges, con quien he tenido una amistad muy importante”, comentó la artista.
Centro de Arte y Comunicación de Posadas, hasta el 12 de septiembre.
Borges y el Ajedrez
P.¿Como interpreta el ajedrez?
R.-El ajedrez es uno de los medios que tenemos para salvar la cultura, como el latín, el estudio de las humanidades, la lectura de los clásicos, las leyes de la versificación, la ética. El ajedrez es hoy reemplazado por el fútbol, el boxeo o el tenis, que son juegos de insensatos, no de intelectuales.
P.-¿No es demasiado abstracto para el espíritu?
R.-Sí, pero lo dispone bien. Hay un juego más abstracto aún: el go. Creo que tiene como trescientas casillas. Es un juego más complejo que el ajedrez. Si, el tablero es de 19x19. Yo tuve un juego chino de go.
P.-También existe un ajedrez chino que es distinto al nuestro.
R.-Si. Yo soy un mal ajedrecista.
P.-Pero Vd. escribió dos sonetos admirables sobre el ajedrez, que seguramente
perdurarán por milenios en nuestra literatura.
R.-Esos sonetos tuvieron que esperar no milenios pero si varios meses para que la Editorial Atlántida los publicara, pues no querían hacerlo. Cuando los fui a retirar me dijeron que ya estaban en prensa. Mi hermana les hizo una hermosa ilustración.
P.-Impresionan, como si usted conociera bien el juego.
R.-Soy un jugador nada más.
P.-Pero la índole de los adjetivos...
R.-Bueno, son tan evidentes, ¿no?: "sesgo alfil", "encarnizada dama".
P.-Torre directa: es muy personal, o subjetivo.
R.-No recuerdo los sonetos. Recuerdo, sí, como le dije, que no querían publicarlos. Finalmente, me dijeron que les habían gustado los dibujos. Claro, era una revista mundana.
P.-¿Qué símbolos les sugiere el ajedrez?
R.-El rey está destinado a ser vencido. Correspondería al matriarcado, ya que la reina es la mas fuerte y la más bélica.Ahora, el alfil es raro, porque viene del árabe, que significa elefante. Tiene raíz en la palabra inglesa "fil lai": saltar. En alemán se llama "Laufer":corredor. Saltar y correr son actividades afines.
P.-En una época el alfil saltaba por encima de los peones.
R.-Como el caballo: "Knight" en inglés, que también es el caballero. La torre, la fortaleza, los peones son peatones, ¿no? ¿Cual de los dos libros de Lewis Carroll sobre las aventuras de Alicia está basado en el ajedrez.?
Fuente : YouTube
P.--El segundo: "A través del espejo". El otro estaba basado en los naipes. Borges, en su obra el ajedrez cumple un papel pintoresco, como el rasgueo de una guitarra, los espejos.
R.-Es cierto nunca había pensado en eso. Mi padre era un buen jugador de ajedrez. En Ginebra, en 1914, me encontré con un amigo de él, judío-polaco. Me dijo: "I'm anxious to play a gambito de Ruy López." Lo específico lo dijo en español.
P.-Alfonso el Sabio escribió sobre ajedrez en su famoso libro sobre los juegos, allí se describe un ajedrez que se juega tirando los dados.(*)
R.-La palabra azar quiere decir dado en árabe. En persa, el nombre del juego da "Shah-mat" (el rey ha muerto), lo que equivale a jaque mate. Ahora la palabra "Shah", o "Shaj"(se aspira la h final), que es el título de rey en Persia, tiene una etimología muy linda: tenemos, al principio, Julius Caesar, Julio Cesar, eso da la palabra alemana "Kaiser". Porque el concepto de imperio era ajeno a la mente germánica. Usted ve que todas las lenguas germánicas, el nombre del emperador "emperor", en alemán es, "Kaiser". Porque ellos tenían, sí, la noción de rey (en inglés antiguo "mining", en el actual "King"; en alemán, "König"; en las lenguas escandinavas "con", "cu"). Entonces tenemos: Julius Caesar, nombre propio, eso da "Kaiser" como título en alemán; luego eso llega a Rusia y da "zar"; y luego en Persia, "sha". Es decir que el nombre de un individuo, Julio Cesar, dio el título de emperador a varios pueblos.
(ENTREVISTA APARECIDA EN LA REVISTA ARGENTINA "AJEDREZ" EN DICIEMBRE D3 1981
(*) En el poema épico hindú "Mahabharata",Yudisthira, príncipe de los Pandavas, pierde todas sus posesiones jugando al "chaturanga", posible origen del ajedrez que se jugaba con los dados. "Chaturanga", quiere decir cuatro lados, y participaban cuatro jugadores.
La compañía Idle Motion Theatre del Reino Unido presenta obras de teatro con temas Borgeanos
About Idle Motion
Over the past three years Idle Motion have created several pieces of physical and highly visual theatre. They work collaboratively to devise their productions, embracing the unknown and using play, workshops and improvisation to form their ideas and pieces. Their commitment to watching and sharing theatre is essential to their work, as is the sense of enthusiasm and fun that remains a constant in their rehearsals.
They are based in Oxford and are working as Artists in Residence at The Oxford Playhouse. They are a small company with big ideas and a huge passion for creating exciting and beautiful new work.
‘Idle Motion are an incredibly exciting young theatre company, who are already making work of real distinction. As an ensemble who devise and perform together, they are a committed and talented group who deserve to be seen by a wider audience. Their work is visually beautiful and emotionally engaging; they have a great talent for story-telling.’
Borges and I
Nominated for Best Emerging Company by Total Theatre Awards 2009
Idle Motion explore the parallels between Borges’ life, his stories, and his readership, taking you on a journey where books transform from a flock of birds, to a city, to an airplane. As these worlds collide, a vivid portrait of a man emerges during which we witness the aspirations of a librarian and of love found in a book group.
‘Dedicated, insightful, inspired...definitely a company to keep an eye on‘ Broadway Baby
Cast:
Sophie: Sophie Cullen
Nick: Joel Gatehouse (2009)
Nick Pitt (2010)
Borges: Julian Spooner (2009)
David Luke (2010)
Hilary: Grace Chapman
Ellie: Ellie Simpson
Kate: Kate Stanley
Crew:
Paul Slater
Robbie Wilson (2009)
Abby Reeves (2010)
Iggy Jeffery (2010)
The Vanishing Horizon
Idle Motion stick to their winning formula
Did someone accuse Idle Motion of being one-hit wonders? Because as if in response to such an accusation, the company has recreated the success of its 2009 smash Borges and I with near-scientific precision. Recreated, that is, as opposed to surpassed.
Make no mistake, The Vanishing Horizon is still one of the most compelling shows you’re likely to see at this year’s Fringe: an exquisite weaving-together of music, text, movement and design in which each element supports and bolsters every other. But the pattern of the weave remains exactly the same as for Borges and I: suitcases replace books, pioneering aviatrixes replace Jorge Luis Borges and the heartache of an absent parent replaces that of impending sight loss, but the proportions remain comfortably unchanged.
Perhaps there’s nothing wrong with sticking to a winning formula, and winning this formula certainly is: the luggage-based set pieces alone are so delightfully innovative that some spark spontaneous applause when deployed. Surely, though, innovation of this calibre could be put to better use than reliving past successes.
The Zoo
140 The Pleasance
Edinburgh, EH8 9RR
Phone: 0131 662 6892
Website: www.zoofestival.co.uk
viernes, 6 de agosto de 2010
Coronel Isidoro Suarez - Batalla de Junín
1968 - Borges habla frente al monumento al Coronel Suárez
Dice Borges de su bisabuelo el Coronel Isidoro Suárez :
Se llamaba Manuel Isidoro Suárez… Yo tenía unos 18 años cuando falleció mi abuela, que nos contaba las historias de él. Era hijo de Nicolás Suárez y Pérez y de Leonor Merlo y Rubio, nació en la esquina de San Martín y Cangallo, a tres cuadras de la Plaza de Mayo. A los catorce años se enroló como cadete en el Regimiento de Granaderos a Caballo y al año lo nombraron portaestandarte del tercer escuadrón, luego lo hicieron alférez y hacía parte del Ejército de los Andes de San Martín cuando la batalla de Maipú y en la batalla de Junín comandó los Húsares de Perú, un regimiento de caballería peruana y colombiana donde había pocos argentinos, ya San Martín se había ido, estaba a las órdenes de Bolívar y él comandó una carga de caballería que decidió la batalla. La batalla de Junín sería militarmente una escaramuza, sólo duró tres cuartos de hora y no se disparó un solo tiro, fue una batalla entre la caballería patriota y la caballería española y toda la batalla fue entre sable y lanza, y allí mi bisabuelo atravesó con su lanza a un español que había tomado prisionero al Coronel José Valentín de Olavaria, que era un amigo suyo, entonces él vio eso, fue al galope, y lo atravesó al godo, como se decía entonces, y le dio la libertad a su amigo, que era uno de los hombres más valientes del ejército de la independencia, pero, como Carlos XII, había una cosa a la que él le tenía mucho miedo, la oscuridad, no podía dormir en lo oscuro; Carlos XII de Suecia, para mí uno de los hombres más valientes que registra la historia, tenía miedo a la oscuridad también, Olavarría igualmente… Yo he dedicado demasiados poemas a mi bisabuelo, deben ser en verdad borradores… Sucre en las cartas que escribió a Bolívar hizo repetidos elogios de él… Era primo segundo de Rosas pero prefirió el destierro y la pobreza en Montevideo a vivir bajo su dictadura, le confiscaron los bienes y a uno de sus hermanos lo ejecutaron…
Fuente : Dialogo de Borges con Harold Alvarado Tenorio
Aquitrave,com
La batalla de Junín
La batalla duró tres cuartos de hora. Fue breve y silenciosa. No se disparó un solo tiro. “Una batalla sin humo” dirá un historiador. Se inició a las tres de la tarde del 6 de agosto de 1824 y antes de las cuatro el resultado estaba decidido. Los hombres de ambos bandos pelearon como valientes. Las armas fueron el sable, la bayoneta y la lanza. Se dice que todos eran temibles con ellas. El triunfo de Junín preparó el desenlace final de las guerras de la Independencia: Ayacucho, cuatro meses después.
Para 1824 la guerra estaba muy lejos de haberse resuelto. La declaración de la Independencia en julio de 1821 había sido importante pero por sí sola no resolvía la cuestión militar. San Martín se había retirado de Perú y el jefe máximo de los patriotas se llamaba Simón Bolívar. Las tropas realistas en esos momentos duplicaban a las criollas. Fueron sus disensiones internas, las frecuentes deserciones de la tropa y la intuición o presentimiento de que la causa española estaba políticamente derrotada lo que facilitó la victoria final.
No obstante, el escenario que se ofrecía para mediados de 1824 no autorizaba a ser demasiado optimistas. La batalla de Junín se libró en el lugar que se conoce como la pampa de Junín, muy cerca del lago que lleva el mismo nombre. El lugar no está muy lejos de Lima y se extiende al noroeste del valle de Jauja. Según los geógrafos, se levanta a cuatro mil metros sobre el nivel del mar.
Las tropas españolas estaban a cargo del general José de Canterac, un bravo y decidido jefe realista que ya le había dado sus buenos dolores de cabeza a San Martín. Bolívar será el jefe de las tropas criollas. En sus filas cabalgaban soldados y oficiales argentinos. También peruanos, colombianos y venezolanos. Se trataba de un ejército americano.
Los historiadores indagan acerca de las causas que permitieron que la batalla se desarrollara en absoluto silencio o, por lo menos, sin que se oyeran disparos. No hay una sola respuesta al interrogante, pero la más creíble es la que sostiene que las desinteligencias con la infantería de Sucre en las filas patriotas explican que quienes hayan entrado en combate sean las caballerías de ambos bandos.
Más allá de los datos históricos impresiona la imagen de dos ejércitos lanzados a la carga armados con lanzas y sables. Impresiona la ausencia de estampidos, el ruido acerado de las armas, el jadeo de los combatientes, tal vez los gritos de guerra, esos gritos que dan los soldados para intimidar al enemigo y darse coraje a ellos mismos. Un cronista dirá que a la distancia lo que más impresionaba era el silencio. El silencio que hacía más patética la muerte, tal vez más sigilosa.
Es verdad que la batalla fue breve, pero al mismo tiempo se me ocurre que debe haber sido eterna. Jorge Luis Borges plantea algunas hipótesis. Lo hace, entre otras cosas, porque el héroe de la jornada fue un bisabuelo suyo -el bravo coronel Manuel Isidoro Suárez-, inmortalizado en tres excelentes poemas que deberían leerse en las escuelas.
A la victoria de Junín, las crónicas se la atribuyen a Bolívar. Es una verdad a medias y, para más de un historiador, menos que una verdad a medias. Formalmente él dirigió a las tropas, pero la victoria se obtuvo gracias a un malentendido y una genial desobediencia. Si esto no hubiera ocurrido, la suerte de las armas criollas habría sido la derrota. Bolívar no sólo no tuvo mucho que ver con la victoria sino que después se dedicó a intrigar contra los héroes de la batalla. Ciertos protagonismos, el niño Simón no los perdonaba.
Se sabe que en una batalla, por lo menos en las batallas del siglo XIX, la elección del campo es tan decisiva como el posicionamiento de las tropas. Estas dos consideraciones parece que no fueron tenidas en cuenta por Bolívar. También se sabe que el despliegue de los soldados es importante. No hace falta ser Aníbal o Napoleón para admitir que las columnas deben desplegarse con amplitud, eludir las encerronas que a veces presenta la geografía. Nada de eso se le ocurrió hacer a Bolívar. Su infantería estaba mal posicionada, y en el caso de Sucre directamente retrasada. La caballería patriota se encerró a sí misma, o por lo menos entorpeció sus propios movimientos al ubicarse en una zona pantanosa que dificultaba futuros despliegues.
El que inició la primera carga fue Mariano Necochea. Fue una carga frontal. Seis escuadrones de granaderos lo seguían. Fue un encontronazo duro y sangriento donde las fuerzas criollas no salieron bien paradas. Necochea, un oficial que entonces no tenía treinta años, recibió catorce heridas, fue derribado y tomado prisionero. La misma suerte corrió José Valentín de Olavarría.
Para ese momento, la suerte de las armas criollas estaba echada. Bolívar ya se preparaba para escribir el parte de la derrota y sus principales oficiales se esforzaban por transformar la previsible desbandada en una retirada más o menos prolija. En esas circunstancias, el azar, la inspiración, o la mezcla de ambas cosas, es el único auxilio que puede asistir a un ejército. El soplo de los dioses rozó, en este caso, al mayor Andrés Rázuri, del escuadrón de Húsares. Y es en ese momento que Isidoro Suárez ingresa por la puerta grande de la historia encabezando una carga de caballería demoledora que habría de paralizar a los realistas, para luego hacerlos huir en desbandada.
Las batallas de entonces tenían esas cosas. En pocos minutos una derrota segura se transformaba en una victoria cierta. El balance de la batalla no puede ser más elocuente: más de 250 españoles muertos contra 45 criollos caídos en combate. Suárez, con su arrojo, no sólo había dado vuelta una batalla; también había rescatado a Necochea, muy mal herido pero aún con vida.
Como para tener una idea aproximada de cómo en esas batallas los soldados se jugaban la vida, recordemos que Necochea sufrió catorce heridas y no precisamente livianas. Según los informes, tenía cuatro sablazos en la cabeza, dos en el brazo izquierdo -motivo por el cual debieron amputárselo-, dos sablazos en el brazo derecho que le habrían de ocasionar la pérdida de tres dedos, dos heridas en la pierna derecha y dos sablazos en las costillas, uno de los cuales le había perforado un pulmón.
A Necochea no le había llegado la hora; morirá veinticinco años después habiéndose dado el lujo de participar en esa otra gran batalla nacional que fue Ituzaingó. Como Cervantes, podía decir que estaba orgulloso de haber perdido el brazo en la jornada más gloriosa que no verán estos tiempos ni los venideros. Para no irnos tan lejos, Necochea integrará junto con Paz -su compañero de batalla en Sipe Sipe- la pareja de mancos célebres de nuestra historia. Como se podrá apreciar, la historia argentina también ha tenido sus grandes mancos, me refiero -creo que es innecesario aclararlo- a quienes perdieron sus brazos en las guerras de la Independencia, no a otros que sufrieron desgracias parecidas pero no en batallas donde se jugaba el futuro de la patria.
El otro héroe de Junín, fue Olavarría. También fue un guerrero de la Independencia que peleó al lado de San Martín en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú. Cuatro meses después, el 9 de diciembre de 1824, Olavarría participará en la batalla de Ayacucho, la última gesta patria contra la dominación realista.
Pero los grandes laureles de la jornada se los llevó el bravo coronel Isidoro Suárez. Sobre él, las mejores páginas las ha escrito su bisnieto, Jorge Luis Borges. “Página para recordar al general Suárez vencedor de Junín” es un poema bellísimo donde Borges identifica a Junín con la patria, con el símbolo de todas las gestas nobles que hicieron la patria: “Junín son dos civiles que en una esquina insultan a un tirano”, concluye. Para los curiosos o indiscretos que quieren saber de qué habla Jorge Luis, les recuerdo que el poema está escrito en 1953.
No sólo Borges habla de Junín. También habla de los héroes de esa batalla una letra de tango firmada por Enrique Cadícamo. Con pudor, el tango “Tres amigos” dice en uno de sus versos “ ... los espero en la esquina de Suárez y Necochea”.La batalla de Junín
Ancestro de Borges. El coronel Manuel Isidoro Suárez, héroe de Junín, fue el bisabuelo del gran escritor argentino.
Fuente El Litoral.Com - Rogelio Alaniz
Ilustración: Lucas Cejas
5 de agosto de 2009
miércoles, 4 de agosto de 2010
Borges, a salvo de la erudición
Clasica y Moderna
VIERNES 6, 13, 20 y 27 de Agosto | 22.00 hs.
El filósofo Santiago Kovadloff y los músicos Marcelo Moguilevsky y César Lerner se unieron en una empresa nada común: un espectáculo autobiográfico sobre el gran escritor argentino
Santi toma la palabra, se abalanza sobre la minúscula mesa de bar y le habla, obediente, al grabador. Con los codos haciendo equilibrio sobre la misma mesa, César y Mogui harán lo mismo por turnos. Como chicos, se deshacen explicando su última "travesura" con una ansiedad y una alegría que se les nota en el cuerpo. Que Santi puso la lectura y la interpretación. Que Mogui puso hondura y corazón. Que César no entendía y ahora entendió. En un rincón apretado de la librería-café Clásica y Moderna, el filósofo, ensayista y poeta Santiago Kovadloff (Santi) y los compositores, arregladores e instrumentistas Marcelo Moguilevsky (Mogui) y César Lerner cuentan algo que, si no fuera por los ilustres apellidos implicados, parecería un absurdo: entre los tres se proponen hacer un espectáculo autobiográfico sobre un cuarto hombre: Jorge Luis Borges.
La historia se remonta muchos años atrás, cuando Kovadloff, Moguilevsky y Lerner dejaron de ser apellidos autónomos para convertirse en una marca registrada. Primero fue Babel, un espectáculo de poesía universal y música klezmer que incluyó "un Borges": el Aleph. Después fue Informe Pessoa, en el que trabajaron con textos del poeta portugués Fernando Pessoa. Y ahora, con Lo que Borges nos contó, prometen celebrar a uno de los mayores escritores de todos los tiempos.
-Ya se habían metido con Pessoa, ahora con Borges... Hay que ser atrevidos...
(Risas)
Moguilevsky: -Digamos que sí, aunque vale aclarar que el espectáculo tiene que ver con el recorrido que hicimos nosotros en su poesía. Es nuestra forma de leerlo, de recibir lo que él nos dejó. Por eso se va a llamar Lo que Borges nos contó.
Lerner: -Lo único que podemos dar es desde lo personal. Después están los libros...
Kovadloff: -Es que este espectáculo es una autobiografía. Es la autobiografía de tres lectores de Borges.
-¿Cuál es la música de Borges?, ¿cómo suena?
L.: -Es toda. Borges es tan singular como universal.
M.: -Yo siento que la música que estamos haciendo es muy argentina. Porque Borges es así. Estuvimos meses para ver cómo podíamos armar melodías con sus poemas. Es muy difícil. Muy comprometido. Para nosotros hubiera sido muy difícil hacerlo sin Santi al lado, sin tener su forma de leerlo, su indicación de dónde detenernos... Y no es un salameo, ¿eh? (le dice a Kovadloff). Para nosotros fue más fácil gracias a su lectura.
-¿Y por qué trabajar a Borges con músicos, Kovadloff?
K.: -Uno como literato aspira a ser un músico. Se desvela por la armonía, por la melodía, por la cadencia de los enunciados... No es que renuncie a su vocación, pero quiere, como Orfeo, entrar al universo del sonido. Y yo no sé cantar, no sé tocar... pero encontré mi manera de filtrarme en el mundo de los músicos. De estar con ellos a través de este artilugio de la lectura. Yo logré un sueño. Mi mayor expectativa era oír la lectura musical que ellos hacían de la literatura de Borges. Fue muy emocionante para mí, como lector de Borges, oír el destino que habían corrido sus poemas.
-¿Usted sintió representada inmediatamente su lectura de Borges en lo que escuchaba? ¿En ningún momento le sonó extraña esa banda sonora?
K.: -(Duda) Hubo momentos de búsqueda...
M.: -Y de extravíos. Nos extraviamos buscando. Fallamos varias veces...
K.: -Fue un tanteo prolongado. También hubo momentos de júbilo inmenso.
-¿Por ejemplo?
K.: -Con el final del espectáculo. No me gustaba como terminaba.
L.: -Me rebotó una canción... (risas)
K.: -Desde el analfabetismo en la materia que puedo tener yo... (risas). Yo soy un oyente, nada más. Dije "no me gusta", y a los días se me vinieron con una propuesta que me conmovió enormemente.
L.: -Es como un himno que la gente se puede llevar tarareando. Que es una manera de contrarrestar algunos aspectos áridos de la obra.
-¿Cuánto les preocupó lo árido de la obra?
L.: -Bastante. Estuvimos trabajando intensamente la estructura para poder tener momentos de relax pese a las cosas más herméticas de Borges. Para poder descansar en Borges y en su ternura.
K.: -Yo, gracias a haberlo conocido, puedo decir que su vida está colmada de episodios con anécdotas deliciosas. Su ingenio, su padecimiento, su soledad, su capacidad de ironizar sobre sí mismo, conforman un oasis en el espectáculo. Es el momento en el que la profundidad da lugar al hombre de carne y hueso.
-A Borges le gustaba hablar del "prestigio del tedio"... ¿Cómo se le escapa a la solemnidad tediosa cuando uno trabaja la obra de esa catedral de la literatura que es Borges?
K.: -Nosotros lo pusimos a salvo de la erudición, y ésa es nuestra alegría más profunda. No presentamos a un erudito. Presentamos a un hombre profundo y cercano. Cuando Mogui lo canta se oye la hondura de su palabra en el corazón de un hombre que lo pudo celebrar con su música. Es decir, que lo comprendió. Tal vez la aspiración más grande que tenemos es decir: "Esto es lo que Borges hizo de nosotros, esto es lo que nosotros hicimos con Borges". Ahora, si bien es importante escaparle al "prestigio del tedio" y ponerlo a salvo de la erudición, también lo es no llevarlo a esa banalidad que hoy parece cubrirlo todo...
-¿Cómo se evita caer en lo vulgar?
M.: -Las canciones son muy sentidas. Son canciones que podríamos escuchar en la radio una tarde de lluvia. Con la profundidad y la simpleza que tiene eso... Pero la gente debe saber que viene a ver un espectáculo de altísimo nivel poético y que esto no es la tele.
K.: -La profundidad y la popularidad no están reñidas. No hay tal escisión. De todas maneras, fuimos cuidadosos al reconocer que hay textos que no valía la pena incluir en el espectáculo porque quebrantaban o rompían la percepción inmediata de la belleza. Porque desviaban la atención hacia un aspecto erudito.
L.: -Lo que protege al espectáculo es que, ante todo, yo quiero acercarme a Borges. Yo quería que nos acercáramos a su obra. Quería entenderlo.
K.: -Y eso es muy notorio. César y Mogui se morían de ganas de meterse en Borges y yo tenía unas ganas extraordinarias de ver el destino musical que correría esto que yo leía.
-¿Por qué Borges?
L.: -Porque Borges es mío.
K.: -Porque así como a otros les tocó ser contemporáneos de Sófocles o de Shakespeare, a nosotros nos tocó serlo de Borges, y es maravilloso haberlo advertido y agradecérselo.
M.: -Porque Borges une mis partes. Las que me gustan de mí y las que no. Porque a mí Borges me gusta y no me gusta. Y ver en él cosas que veo en mí me conmovió tanto que necesito mostrárselo a la gente.
Por redonda y acabada. Por íntima y personal, la reflexión de Moguilevsky los deja a los tres pensando. Sin palabras. Tanto, que Kovadloff, el más indicado para ponerle palabras a los pensamientos, sólo puede decir: "Es muy lindo eso".
Por un momento, los tres parecen ausentarse y dejar vacía la mesa de bar. Reverentes discípulos que homenajean a su maestro, vuelven en sí sólo para seguir hablando de él.
-¿Cuál es el mensaje que Borges tiene hoy para dar?
M.: -Borges nos muestra una genialidad universal y sin límites, y a la vez una humanidad donde el límite es tan claro que me parece algo hermoso de mostrar y de descubrir. Tal vez por eso sus textos son tan dolorosos, porque muestran con una pirueta artística única una enorme belleza y a la vez un dolor, un vacío, un no haber encontrado, un haber fallado permanentemente... Hasta una vergüenza. Ese dolor es mi dolor también.
L.: -Para mí, el mensaje más claro es que la luz y la sombra conviven en nosotros. El tenía la genialidad de mostrarlo. Detrás de Borges hay un ser humano. Cuando vivimos tiempos de endiosamientos... Borges demuestra que era un ser humano.
K.: -Borges mostró su dolor con una intensidad y una universalidad que nos invita a todos a reconciliarnos con nuestra dificultad para vivir. Porque unida a esa dificultad está la capacidad de expresarlo.
L.: -Amén.
Fuente :
Leonardo Blanco
La Nacion Revista 7 -9-2008
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