Silvana Pfeiffer
Universidad Nacional
de Río Cuarto
RESUMEN
La originalidad literaria de Jorge Luis Borges se advierte,
entre otros aspectos, en su particular empleo de los mitos procedentes de los
más diversos ámbitos culturales. En este trabajo se consideran, precisamente,
las innovaciones que efectúa el autor al vincular dos mitos helénicos: el de
las Moîras y el del Laberinto.
ABSTRACT
The
literary originality of Jorge Luis Borges is notable in his peculiar employment
of myths proceeding from diverse cultural ambits. The purpose of this paper is
to analyze the innovations that Borges effect when he links two Hellenics
myths: the myth of the Moîras and the myth of the Labyrinth.
El mito ha constituido, en el mundo helénico, el punto de
partida para las más diversas reflexiones en torno de la existencia humana. A
lo largo del tiempo, gran número de mitos griegos han sido retomados por
hombres de distintas épocas y culturas (incluso en aquellas firmemente
adheridas a las exigencias de la racionalidad) para formular interrogantes e
iniciarse en la búsqueda de respuestas a los mismos. En nuestros días, junto a
la rehabilitación de diversos aspectos que escapan a una racionalidad
estrechamente concebida en épocas pasadas, el mito recupera un espacio
significativo.
Esta revaloración ofrece el marco para el presente trabajo,
que centra su atención en la resignificación que adquieren en la poesía de un
escritor argentino del siglo XX, Jorge Luis Borges, dos mitos que forman parte
del acervo cultural heleno, el del Laberinto y el de las Moîras.
Una de las figuras más poderosas en toda la obra narrativa y
lírica de Borges es la del Laberinto. En las piezas del autor abundan los
laberintos, que ocupan espacios reales e ilusorios y se multiplican infinitamente.
Asimismo, la figura de las Moîras cumple un papel destacado en esas
composiciones, en las cuales estas deidades, conservando los atributos con que
fueron presentadas por autores griegos, aparecen también con rasgos propios que
les aplica el poeta argentino.
El propósito concreto de este trabajo es demostrar los
efectos de la particular innovación que realiza Borges al entrecruzar esos dos
mitos en su obra lírica. Para ello se considera esta última con un
procedimiento que se funda en los postulados teóricos del análisis
filológico-literario, establecidos por Schleiermacher y Dilthey en el siglo
XIX, proseguidos por Heidegger y Gadamer en la centuria siguiente, y aplicados
al campos específicamente literario por Leo Spitzer. En primer lugar, entonces,
se efectuará el análisis a partir de los sustantivos y adjetivos que revelan el
mencionando entrecruzamiento, y, en un segundo momento, se hará lo propio
atendiendo a los vocablos que no aluden simultáneamente a ambos mitos.
II
Este apartado se destina a considerar el ya señalado
entrecruzamiento de los mitos del Laberinto y de las Moîras1 que se observa en
los poemas de Borges. En primer lugar, se tomarán como eje del análisis cuatro
sustantivos que, al mismo tiempo, aluden al producto del hilado (lo cual indica
la acción de las Moîras) y sugieren la función de atrapar (lo cual insinúa la
imagen del Laberinto). Ellos son: "red", "telaraña",
"maraña" y "trama". Posteriormente, se considerarán
adjetivos que indiquen la actividad de las Moiras y la índole confusa del
Laberinto.
El poema "El Golem" (OM 201) incluye el sustantivo
"red", que hace referencia al producto de la tarea de tejer y, en
este sentido, se puede considerar como la vida del hombre, que es aquello que
las Moiras regulan con su tarea. La función de atrapar que posee la red queda
subrayada por el participio "aprisionado". Quien se encuentra en esta
situación es el Golem, un muñeco que, según el poema, es "aprendiz de
hombre". En consecuencia, puede decirse que es el mismo hombre quien está
atrapado en la red, y así lo expresa la construcción comparativa:
"Gradualmente se vio (como nosotros) /
Aprisionado en esta red sonora / [...]".2 El adjetivo
"esta" hace concreto y cercano al sustantivo "red"; el otro
modificador, el adjetivo "sonora" seguido de un modificador indirecto
compuesto por nombres propios (vocablos que adquieren tal carácter en el poema
por estar escritos con mayúscula, lo cual acentúa su importancia), indica que
los elementos que componen la red son palabras que ubican al Golem en una serie
de relaciones temporales (Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora), espaciales
(Derecha, Izquierda) y personales (Yo, Tú, Aquellos, Otros). La presentación de
un Laberinto constituido por palabras establece una notable innovación en este
mito.
El sustantivo "red", en "A un poeta menor de
la Antología" (OM 184), cumple la función de predicativo ("los días
son una red de triviales miserias"): se equipara "días" con
"red". Con anterioridad, en el mismo poema, aparecen los días del
poeta menor como tejedores de dicha y dolor; ahora, hay una visión más
generalizada, puesto que no se especifica a quién pertenecen los días. El
dinamismo de la acción de estos, implícito en el verbo "tejieron", se
diluye en el verbo "son"; el pretérito perfecto simple de aquel
verbo, al indicar una acción acabada, contrasta con el carácter permanente que
sugiere el tiempo presente en "son": los días que tejieron ya no
existen ("¿Dónde está la memoria de los días / [...]"); los días son, ahora, el
producto de esa tarea: una red. El modificador indirecto de este sustantivo
("de triviales miserias") subraya únicamente el aspecto negativo del
objeto directo de "tejieron" ("dicha y dolor") y le añade
un matiz de insignificancia.
"Elvira de Alvear" (H 123) presenta un modificador
indirecto de "red" que sustituye el elemento habitual para la
constitución de ese "tejido-laberinto" (los hilos) por las
"causas"; este sustantivo, por la racionalidad que sugiere, se opone
al carácter arbitrario de la Moîra. Los adjetivos que modifican a
"red" le transfieren prerrogativas propias de la divinidad: un
carácter ilimitado, tanto en lo temporal ("infinita") como en lo
espacial ("ubicua"), con la omnipotencia que ello implica. Hay, por
lo tanto, un desplazamiento de la divinidad que las Moîras tienen en el mito
hacia el producto que estas elaboran, el cual, como se dijo, sugiere el
Laberinto. Así, este último recibe en el poema rasgos que no posee en el plano
mítico.
Esa transferencia de las prerrogativas de la divinidad al
Laberinto se advierte también en los poemas "El hilo de la fábula" (C
61), "El laberinto" (ES 325) y "Laberinto" (ES 326). Los
sustantivos "redes" (en los primeros) y "maraña" (en el
último) poseen un modificador indirecto ("de piedra") que, por la
dureza que sugiere, aumenta el carácter opresivo implícito en aquellos y guarda
correspondencia con la inflexibilidad e impersonalidad de la Moîra. En
"Laberinto", el adjetivo "interminable", que modifica a
"piedra", no sólo acentúa la naturaleza opresiva del Laberinto, sino
que transfiere a este el carácter infinito propio de la divinidad. En "El
laberinto", la proposición subordinada adjetiva que modifica a
"redes" ("que me cercan") agudiza la imagen de opresión que
ofrece el sustantivo. Aquí, además, el hecho de que ni el mismo dios supremo
del Olimpo pueda deshacer esas redes otorga al Laberinto la inflexibilidad de
la Moîra y la permanencia y el poder de la divinidad.
Los modificadores del sustantivo "red" (el
adjetivo "vasta" y la proposición subordinada adjetiva "que
tejen todas las arañas del mundo"), en "Alguien sueña" (C 44),
al mismo tiempo que indican la amplitud del producto del hilado, subrayan su
función de atrapar, ya que lo presentan como el resultado del tejido de las
arañas.
Ese acercamiento de la imagen de la red a la de la telaraña
se hace explícito en "Los espejos" (H 121), donde uno de los
modificadores ("vertiginosa") del sustantivo "telaraña"
acentúa los rasgos propios del Laberinto, y el otro modificador
("su") indica la pertenencia de aquella a los espejos. La vinculación
de estos últimos con ese objeto tramposo se reafirma con la expresión "Nos
acecha el cristal. [...]". Una vez más se observa la transferencia del
poder de las Moîras al Laberinto que es producto de su acción, pero en este
poema, además, la identificación del Laberinto con los espejos extiende ese
poder hasta abarcar ámbitos ilusorios. En este sentido, hay un acercamiento al
poema "A cierta sombra, 1940" (ES 327-328), que vincula las redes con
la actividad onírica y literaria.
La figura de la telaraña se esboza en "La
tentación" (OT 394), donde el núcleo de la aposición identifica a Rosas
con una "araña", en tanto que el adjetivo "recóndita"
sugiere la índole incognoscible de esta última y se corresponde, así, con el
carácter misterioso de las Moîras.
Un sustantivo que también ofrece la imagen de prisión y que
incluso acentúa los rasgos de confusión y complejidad (podría decirse "de
Laberinto") es "maraña". Este sustantivo se encuentra en
"Jonathan Edwards (1703-1785)" (OM 230), composición que presenta al
prisionero ubicado con precisión: "En el centro puntual de la maraña /
[...]". La "Araña", aposición de "Dios", cumple la
función que las Moîras tienen en el mito, puesto que su tarea es tejer, pero
aquí aparece atrapada en el centro de lo que ella misma ha creado. Esta imagen
está anticipada, en cierto modo, en "Mateo, XXV, 30" (OM 188), donde
los trenes construyen aquello que los atrapa: laberintos de hierro. Sin
embargo, en el poema que ahora se está considerando, la figura del creador
adquiere mayor relieve por el empleo de mayúsculas, el agregado de la aposición
y la presencia del circunstancial de lugar. No obstante, ese creador se
encuentra atrapado por su criatura.
Si se relaciona "Jonathan Edwards (1703-1785)" (OM
230) con "Edgar Allan Poe" (OM 232) y "A cierta sombra,
1940" (ES 327-328), se advierte con mayor claridad que el Dios o Araña es
el poeta, y la maraña, la poesía. La imagen de esta última como Laberinto es
sugerida por el adjetivo "complejo" en "Edgar Allan Poe" y por el objeto
directo de "teje" ("Redes de pesadillas") en "A cierta
sombra, 1940". Ahora bien, la divinidad aparece sin ninguno de los poderes
que le son propios, con excepción del de crear. Las características que las
Moîras tiene en el mito se transfieren a lo creado, al Laberinto de la poesía:
esta es fuerte, poderosa, perdurable; puede decirse que es divina. El poeta es
prisionero de esa divinidad y es divino él mismo, únicamente porque puede
crearla. La criatura supera al creador.
La "Milonga del forastero" (HN 529) alude a la
maraña de manera indirecta, a través de los verbos "cruzan" y
"enredó", y del sustantivo "madeja". La brevedad de las
proposiciones donde se encuentran esos verbos, el tiempo presente de
"cruzan", la sucesión prácticamente inmediata de "enredó"
(que, por estar conjugado en pretérito perfecto simple, designa acción puntual:
lo que se está haciendo en la primera proposición ya se efectuó en la segunda)
y la presencia (en las dos proposiciones) del adverbio "ya" (que
sugiere inmediatez temporal), proporcionan una imagen de dinamismo y
simultaneidad. A esto se suma el sustantivo "madeja", que designa, no
el producto, sino el elemento con el cual se realiza el tejido. La maraña, entonces, no tiene un carácter estático,
acabado; así, se atenúa la imagen opresiva propia del Laberinto.
Una figura semejante a la de la red, pero que acentúa la
idea de complejidad y de opresión presentes en "maraña" y
"telaraña" es la que ofrece el sustantivo "trama". Este
sustantivo aparece modificado por el adjetivo "oscura", que le
transfiere el carácter insondable de la Moira y de la divinidad en general, en
"Nubes II" (C 57), poema que presenta como hilos de la trama a esos
elementos de la naturaleza.
La trama es equiparada con el tiempo en
"Heráclito" (ES 315) y "Rubaiyat" (ES 330): en este,
mediante la mención de ese sustantivo; en aquel, a través de la sugerencia que
produce la colocación de la tercera persona del singular del verbo
"ser" conjugado en futuro simple, presente y pretérito perfecto
simple del modo indicativo, lo cual da una imagen dinámica del tiempo. Ahora
bien, el verbo aquí elegido y su sustantivación mediante la anteposición del
artículo dan un matiz de permanencia que relativiza ese dinamismo y se
corresponde con el carácter de las Moîras y de la divinidad. La oración
interrogativa ("¿Qué trama es ésta / del será, del es y del fue?")
transfiere la índole enigmática de estas diosas al producto de su acción.
El sustantivo "trama", en "Rubaiyat",
además de estar equiparado con el tiempo, posee modificadores que indican su
variedad ("diversa") y su carácter insustancial ("[...] de
sueños ávidos que somos / Y que el secreto Soñador dispersa."); aquella se
relaciona con los componentes de la trama: todos los hombres. La presentación
de estos como "sueños" susceptibles de ser diseminados se opone a la
imagen fuerte y compacta que ofrece la trama. Las características míticas de
las Moîras, implícitas en este sustantivo, quedan anuladas por sus
modificadores, que lo vinculan con los hombres. La insignificancia de estos se
traslada al tejido del cual ellos mismos forman parte.
El tiempo es el ámbito en el cual se constituye la trama en
"Caja de música" (HN 514), tal como lo indica el circunstancial.
Quienes la elaboran y, por lo tanto, realizan la actividad de las Moîras son
las gotas que se desprenden de la clepsidra; en este sentido, hay una
divergencia respecto del mito, puesto que en este la acción es externa,
mientras que en el poema quienes tejen la trama son, por así decirlo, los
"hilos" de la misma. Esta inmanencia se acentúa por el hecho de que
esta trama, constituida con y por el elemento que indica el paso del tiempo,
también se forma en el tiempo.
Ahora bien, la acción de tejer, implícita en el
sustantivo "trama", es reemplazada por el verbo "repiten",
lo cual otorga a aquella y, en consecuencia, al tiempo, un carácter circular
que queda reforzado cuando se dice de las gotas de la clepsidra que "Son
un ayer que vuelve". Los adjetivos que modifican a "trama" se
presentan en dos pares, cada uno de ellos antitético: el primero, "eterna
y frágil", manifiesta el doble carácter del tiempo, infinito si se lo
considera en su totalidad, pero fugaz en cada uno de los momentos de su
transcurso; el segundo par, "misteriosa y clara", muestra la índole,
a la vez incognoscible y manifiesta, de lo que transcurre. Los dos primeros
adjetivos de cada par señalan los rasgos propios de la divinidad que tienen las
Moîras y los transfieren a esa trama que sugiere el Laberinto; los dos
restantes muestran aspectos acordes con la condición de las gotas, pero
impropios de las Moîras y de la divinidad: con ello, se relativiza el carácter
divino de aquel.
También se advierte la vinculación de la trama con un tiempo
ilimitado en el poema "Cosas" (OT 378), donde aquella aparece
constituida, en parte, por un hecho al
cual la frase verbal "ha cesado" ubica en el pasado. Los
circunstanciales de negación ("no") y de modo ("de algún eterno
modo") relativizan esa ubicación, en tanto que el verbo "es" da
al sujeto un carácter presente que se corresponde con la inmovilidad que
sugiere el adjetivo "eterno".
Otras composiciones muestran una trama formada por
relaciones lógicas. Así, en "Qué será del caminante fatigado..."3 y
"Al iniciar el estudio de la gramática anglosajona" (H 150), los
sustantivos "trama" y "urdimbre", respectivamente, tienen
un mismo modificador: "de efectos y de causas". No se menciona ningún
otro elemento como constituyente de aquellas. Los otros modificadores otorgan
al producto del hilado las prerrogativas propias de la Moîra y de la divinidad:
en "Al iniciar el estudio de la gramática anglosajona", infinitud ("infinita"); en
"Qué será del caminante fatigado...", misterio ("[...] que
ningún hombre puede / predecir, y acaso ningún dios"), inflexibilidad y
poder ("fatal"). En este último poema, la incapacidad de penetrar ese
misterio se extiende (aunque de manera condicional) a la misma divinidad que,
en este sentido, aparece equiparada con el hombre frente a la trama. Una vez
más, los atributos divinos se transfieren al Laberinto.
El sustantivo "orden" y su modificador
"secreto", en "Metáforas de las Mil y Una Noches" (HN 511),
sugieren que aquello que gobierna la trama posee un carácter lógico y
misterioso. En este sentido, hay coherencia
con el mito en lo que respecta a los rasgos de las Moîras y a su tarea
rectora. La trama es equiparada con una obra pictórica. Los sustantivos y
adjetivos que se refieren a esta ("caos", "azar",
"vértigo", "irresponsables") refuerzan la complejidad
implícita en aquella y esbozan la figura del Laberinto; asimismo, la
irracionalidad e irresponsabilidad que manifiestan se oponen semánticamente al
sustantivo, el adjetivo y el verbo que sugieren la imagen de la Moîra. Este
verbo subordina el "caos", el "azar" y el
"vértigo" del tapiz a la acción del "orden secreto"; en
consecuencia, es el poder de la Moîra el que predomina.
También se equipara la trama con la obra de arte
(específicamente, con la obra literaria) en "Mil novecientos
veintitantos" (H 142), aunque aquí aquella no es mencionada expresamente,
sino que es sugerida por el verbo "tramaba". El yo lírico realiza la
tarea que las Moîras cumplen en el mito. A la complejidad y preparación de esa
labor, implícitas en el verbo, se opone la pequeñez del producto, indicada por
el adjetivo "humilde", que modifica a "mitología": las
peculiaridades de las Moîras y del Laberinto no se transfieren aquí al
producto, sino a la acción.
Las composiciones "1982" (C 93) y "La
trama" (LC 589) muestran una trama que llega a abarcar el tiempo ("la
historia universal", en "1982";
"el círculo sin principio ni fin", "los estoicos la
pensaron de un fuego / que muere y que renace como el Fénix", "lo que
ven las caras de Jano", en "La trama"), el universo ("el
proceso cósmico", en "1982"; "los estoicos la pensaron de
un fuego / que muere y que renace como el Fénix", "el universo es uno
de sus nombres", en "La
trama"), el orden lógico ("Es el gran árbol de las causas / y de los
ramificados efectos", en "La trama") y la obra poética, así como
aquello con lo cual Borges la vincula: el sueño ("También son parte de la
trama esta página, que no acaba de ser un poema, y el sueño que soñaste en el
alba y que ya has olvidado", en "1982"). Los poemas transfieren
al producto de la acción de las Moîras, no sólo la universalidad, sino también
el carácter misterioso (en "1982", mediante los interrogantes en
torno de la trama; en "La
trama", a través de la expresión "Nadie lo ha visto nunca") y
poderoso (sugerido en "La
trama" por el modificador "de hierro", el cual, por la rigidez y
frialdad que insinúa, mantiene coherencia con el carácter inexorable e impersonal
de la Moîra y acentúa, además, la imagen opresiva del Laberinto implícita en el
sustantivo "trama") de la divinidad.
La expresión "de hierro" modificando a
"trama" reaparece, con los efectos semánticos señalados, en
"Para una versión del I King" (MH 493). El otro modificador de este
sustantivo ("firme") le transfiere la solidez del Laberinto y la
inflexibilidad de la Moîra. El adjetivo "incesante", que modifica a
"hierro", indica tanto el carácter permanente del Laberinto como la
eternidad de la Moîra y de la divinidad. Así se amplía ilimitadamente la índole
opresiva de la trama. Por su parte, las palabras que constituyen el contexto
del verso ("ergástula", "oscura", "encierro")
acentúan la imagen del Laberinto como prisión.
El modificador indirecto de "trama", en
"Ajedrez" (H 118-119), contiene sustantivos que sugieren la debilidad
y contingencia de las cosas y de los hombres, puesto que mencionan elementos
que son fugaces e inasibles ("sueño", "tiempo") o que hacen
referencia a la muerte ("agonías", "polvo"). Más aún, el circunstancial
y el contexto que ofrece todo el poema extienden el influjo de la trama (con la
consecuente acentuación de la insignificancia de todo lo que queda atrapado en
ella) hasta abarcar incluso a ese "Dios" (regido por un
"dios") que mueve a los jugadores como estos mueven las
piezas del ajedrez.
Existen dos adjetivos que, como los sustantivos considerados
hasta el momento, sugieren, al mismo tiempo, la tarea de las Moîras (hilar) y
el aspecto confuso del Laberinto. Ellos son: "intrincado" e
"inextricable".
El adjetivo
"intrincado" aparece modificando sustantivos que hacen referencia a
elementos de la naturaleza -cf. "La suerte de la espada" (MH 485),
"Adán es tu ceniza" (HN 548) y "La víspera" (MH 469)-, a
productos del obrar humano vinculado con la literatura -cf.
"Inventario" (RP 420), "Al ruiseñor" (RP 426) y "A un
viejo poeta" (H 131)- y, finalmente, a los hombres, o mejor, a lo que
queda de ellos -cf. "The Thing I Am" (HN 543)-. Como en otros poemas
considerados, en estos la acción de las Moîras abarca tanto el ámbito humano
como el de la naturaleza, y el producto de esa acción constituye un Laberinto.
El adjetivo "inextricable" se encuentra únicamente
en el poema "El oro de los
tigres" (OT 409) y acentúa la oscuridad que señala el sustantivo
("sombra") al cual modifica. De esta manera, no sólo se sugiere la
índole inescrutable de la Moîra, sino que se incorporan ciertos matices (de
prisión, de trampa) que insinúan la imagen del Laberinto.
III
Hasta el momento, se ha considerado el entrecruzamiento de
los mitos de las Moîras y del Laberinto a través de palabras que reúnen rasgos
de los dos. A continuación, se efectuará una breve referencia a los poemas que
vinculan esos mitos mediante vocablos que, tomados aisladamente, no aluden a
ambos.
Numerosas piezas líricas hacen mención del Laberinto y lo
presentan como producto del hilado: alguna lo vincula con elementos de la
naturaleza -cf. "El otro tigre (H 132)-,
otras, con la creación humana
-cf. "Buenos Aires" (OM 273), "No eres los otros" (MH 499),
"El hacedor" (LC 585)- y muchas, con la obra literaria -cf. "A
cierta sombra, 1940" (ES 327-328), "Góngora" (C 83),
"Ariosto y los árabes" (H 147) y "Metáforas de las Mil y Una
Noches" (HN 511)-.
En consecuencia, ese obrar de las Moîras que constituye
un Laberinto comprende tanto el plano natural como el humano e incluso aquel en
el cual el hombre origina sus propias criaturas.
Mucho más abarcativa resulta esa acción en "La moneda
de hierro" (MH 501), donde lo tejido comprende diversos planos del espacio
y del tiempo, lo humano y lo divino. En este poema, la imagen de ensanchamiento
que produce la especificación de todo lo que se entreteje queda abruptamente
interrumpida por la presencia del sustantivo "laberinto" al final de
dicha enumeración. El Laberinto lo encierra todo, incluso a la divinidad.
Finalmente, en "Asterión" ("Quince
monedas", RP 430), el verbo "anudan" indica la acción de las
Moîras y, junto con el sujeto ("los caminos de piedra"), ofrece la
imagen del Laberinto. El núcleo del sujeto se opone semánticamente al verbo,
que incluso anula las posibilidades implícitas en aquel: los caminos
construyen, al igual que los trenes en "Mateo, XXV, 30" (OM 188), un
Laberinto. El modificador indirecto acentúa las características de este y
sugiere la inflexibilidad de la Moîra.
IV
La vinculación del mito de las Moîras con el del Laberinto
ocupa un lugar especial en la obra lírica de Borges, no sólo por la frecuencia
con que se produce, sino también por las modificaciones que derivan de su
ligazón. El autor no une ambos mitos en una mera síntesis ni los yuxtapone,
sino que, valiéndose de ellos, realiza una innovación poética. El procedimiento
seguido para ello, según se infiere de los poemas, es el siguiente:
a) Selección de aquellos aspectos que tienen en común las
Moîras con el Laberinto: impersonalidad, permanencia más allá de la vida del
hombre, complejidad del tejido de las Moîras y del diseño del Laberinto;
inflexibilidad de aquellas y dureza de este; poder, en ambos, de aprisionar a
los hombres: del destino que tejen las Moîras no se puede escapar, así como no
se puede salir del Laberinto.
b) Despojamiento de las mencionadas características de las
Moîras y transferencia de las mismas al Laberinto. Esta privación y traslación
se realiza también en lo que concierne a los atributos propios de la divinidad
que, en el mito, tienen las Moîras, pero no el Laberinto. Con ello, se aumenta
el poder de este último y se reduce a aquellas a uno más de los vanos elementos
de la existencia. Más aún, este Laberinto (identificado, con frecuencia, con el
tiempo) que abarca tanto ámbitos "reales" (la naturaleza, los seres
humanos) como "ilusorios" (los reflejos, la actividad onírica, la
literatura) llega a atrapar a la misma divinidad.
Así, un objeto que en la mitología griega no es divino e
incluso tiene un autor humano adquiere en la lírica borgeana los atributos
propios de la divinidad, al punto de que ningún dios puede escapar de él, en
tanto que las Moîras, poderosas diosas del destino, pierden sus prerrogativas
divinas: se produce una inversión de los mitos que recrea a ambos.
NOTAS
1 Este vocablo aparece, en las obras griegas, en algunas
oportunidades, en singular y, en otras, en plural. La Ilíada y la Odisea presentan la moîra como
una fuerza no personal (sólo en una ocasión la primera hace referencia a una
pluralidad de Moîras ), pero en Hesíodo se encuentran
personificadas como tres hermanas: Átropo, Cloto y Láquesis (Teogonía, 905). A
partir de este poeta, se desarrolla la idea de las tres Moîras rectoras del
destino individual. Personificadas de esta manera, son identificadas con las
Parcas. Por lo tanto, puede decirse que, en el ámbito de las creencias
helénicas, la idea de una moîra que dirige el destino universal se entrecruza
con la de las tres Parcas que determinan el destino individual: cada hombre
obtiene su lote, su moîra, de las Parcas. En este trabajo se empleará el
vocablo en singular o en plural de acuerdo con la resignificación que Borges
haga del mito en los correspondientes poemas. Para un análisis más detenido de
dicho mito, puede consultarse Pfeiffer 2002: 123-128.
2 La imagen de Laberinto que esbozan el sustantivo y el
participio se acentúa en una estrofa posterior en la cual se dice que los ojos
del Golem seguían a su creador "(...) por la dudosa / Penumbra de las
piezas del encierro" (OM 202).
3 Poema publicado por el diario "Clarín" en su
edición del 20 de marzo de 1980. Citado en : "Clarín. Suplemento
especial", Buenos Aires, 15 de junio de 1986, p.1.
Abreviaturas
empleadas
Del volumen Obra Poética 1923-1977
ES Elogio
de la sombra (1969)
H El
hacedor (1960)
HN Historia
de la noche (1977)
LC La
cifra (1981)
MH La moneda
de hierro (1976)
OM El otro,
el mismo (1964)
OT El oro
de los tigres (1972)
RP La
rosa profunda (1975)
De otros volúmenes
C Los
conjurados (1985)
BIBLIOGRAFÍA
Alazraki, J. (1974) La prosa narrativa de Jorge Luis Borges
(Temas-estilo). Madrid. [ Links ]
Blüher, K./de Toro, A. (Eds.) (1995) Jorge Luis Borges.
Variaciones interpretativas sobre sus procedimientos literarios y bases
epistemológicas, Madrid. [ Links ]
Borges, J. L. (1977) Obra Poética 1923-1977, Buenos
Aires. [ Links ]
Borges, J. L. (1980) Siete noches, México. [ Links ]
Borges, J. L. (1985) Los conjurados, Madrid. [ Links ]
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(1990) The idea of the labyrinth from Classical Antiquity through the Middle
Ages, New York. [ Links ]
Grimal, P. (1965) Diccionario de la mitología griega y
romana, Barcelona. [ Links ]
Pfeiffer, S. (2002) "La moîra en la cultura
grecolatina", en Cronía. Revista de Investigación de la Facultad de
Ciencias Humanas, Río Cuarto, Universidad Nacional de Río Cuarto, Año III, Vol.
3, Nº 3.
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Fuente : Scielo