miércoles, 20 de junio de 2018

Borges y Xul Solar: entre el misticismo, la magia y la razón



                                “Panjuego”, de Xul Solar

El escritor y el artista plástico desconfiaban del saber humano y en cualquier orden inventado por el pensamiento. Un recorrido por sus principales influencias

Julio Crivelli, presidente de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes y coleccionista de arte contemporáneo, realizó una conferencia sobre Borges y Xul Solar, llamada  Entre el lenguaje escrito y el lenguaje visual. A continuación los momentos más destacados:

Es cierto que en apariencia hay dos lenguajes, uno visual y otro escrito, uno formado por imágenes y otro formado por conceptos.

Los griegos se referían a los seres humanos como "animales que hablan" o sea animales dotados de lenguaje, que es lo que nos distingue de los demás animales. Es cierto que también definieron al hombre como "animal racional", pero, ¿es posible distinguir al lenguaje de la razón? ¿Podemos válidamente sostener que lenguaje y razón son entes diferentes o son en realidad nada más que nombres?

También se lo preguntaron los griegos, y nos lo seguimos preguntando nosotros. El lenguaje permite cumplir las dos funciones del habla: comunicarnos y designar el Cosmos.

Comunicarnos y designar el Cosmos son los actos vitales que nos permiten existir, alejar el terror a la muerte, a lo imprevisible, al ataque de la naturaleza o de los otros, el miedo a la Noche, cuando no sabíamos si volvería la Luz.

Estos dos "lenguajes", tanto el de las imágenes, como el de los conceptos, tienen en común la representación, o sea que no contienen al objeto sino que solamente lo refieren, solamente reflejan el contenido, como si fuesen espejos.

Desde Heráclito el Oscuro sabemos que "todo cambia", "panta rei", refieren que él decía, y que la representación de la realidad es solamente una vaga referencia lejana, un mero código que designa, una arbitrariedad que nos permite existir.

Sabemos que la realidad marcha y cambia vertiginosamente, y deja atrás a nuestras imágenes y nuestros conceptos, que torpes y estáticos quedan como estructuras vacías y arcaicas, puras ilusiones y espejismos.
Todo lenguaje es falso, precisamente porque sólo puede construirse con la representación de algo que ya fue.

Inexorables, el misterio y la eternidad corren vertiginosamente delante de nuestras pobres categorías, que quedan como remedos, como imitaciones, como ídolos.

Pero esta calamidad, el lenguaje de la representación, no fue siempre así.
Porque al Principio, en el Paraíso, antes de la Caída, antes de comer el Fruto Prohibido, poseíamos la lengua adánica, la lengua de los ángeles, el habla que nada representa, sino que posee ella misma los contenidos.
Y así como los lenguajes de la representación son la falsedad, el lenguaje adánico perdido, es la verdad.

Una vez más Borges es quién explica con inigualable claridad y belleza aquel lenguaje perdido que compartieron Adán y los ángeles.

Dice en El Gólem:
"Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.

Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron
en el Jardín. La herrumbre del pecado
(dicen los cabalistas) lo ha borrado
y las generaciones lo perdieron. (…)."

Los dos hijos de la representación, la imagen y el concepto, son nada más que búsquedas, son los consuelos mezquinos que nos dejó Yahvé, puros espejismos ajenos a la verdad.

Desde la Caída hemos perdido el acceso a la verdad. Es nuestro deber, consignar la tarea inmensa que hemos emprendido desde los albores, tratando inútilmente de recuperar esa verdad.

En vano hemos inventado y recorrido los distintos anaqueles del conocimiento; la religión, la metafísica, la geometría y su hermana las matemáticas, la lógica formal; las ciencias particulares, todos esos lenguajes del encanto, sirenas que sólo producen una verdad de mentiras, sólo sustentable entre postulados indemostrables, según la severa condena de Kant.

Kant fue el último que nos advirtió, por enésima vez desde aquella Expulsión, que sólo podíamos conocer la apariencia, los fenómenos, y que jamás conoceríamos la verdad, los noúmenos. Y que como dijo Borges en Tlön, la metafísica es una rama de la literatura fantástica.

Sin embargo, Yahvé no es tan cruel y siempre que nos castiga, nos deja algún consuelo, alguna esperanza, como les sucedió a los Hombres después de la torpeza de Pandora. Y así nos permitió, que la imagen y el concepto puedan producir algo más que la mera representación.

Sabemos que es posible un "mensaje atrás del mensaje", la metáfora, que nos enseñan Hermes, el mensajero de los Dioses, y los Ángeles, los mensajeros de Yahvé.

Es cierto que estos mensajes herméticos o angélicos son siempre un enigma, siempre nos confunden porque están "cifrados", como diría Borges, porque aunque eluden la falsedad de la Razón, usan sus instrumentos, la imagen y el concepto.

Pero también es cierto que, oculta entre imágenes y conceptos, brilla en esas metáforas la única Luz que nos quedó, una luz tenue, cansada, que apenas ilumina, la única y gloriosa luz que tenemos.

Y así, con nuestras imágenes rudimentarias y nuestras vacías palabras, podemos construir metáforas, mensajes angélicos, enigmas herméticos que nos aproximan al Misterio, y que lejos de avivar el entendimiento, despiertan el espíritu.

En esos instantes tan fugaces, todo nuestro ser parece flotar, o más bien flota en el espacio interminable, en el tiempo infinito, cerca de la eternidad.
Pero este don no es de todos. Algunos, solamente algunos, pueden tejer estos mensajes que están atrás de los mensajes. Los llamamos poetas y artistas. Los veneramos, desde Orfeo y desde Altamira.

Borges y Xul, nos acercan a ese lenguaje de metáforas que a ellos les fue dado.

Xul Solar

La figura de Borges es tan conocida que no requiere referencias. Distinto es el caso de Xul Solar.

Oscar Agustín Alejandro Schultz Solari nació en San Fernando, un pueblo al borde de Buenos Aires, 12 años antes que Borges, en 1887. San Fernando está junto al Delta del río Paraná, una zona rodeada de juncales y pantanos. Sus padres fueron Emilio Schulz y Agustina Solari.

Emilio Schulz era un alemán nacido en Letonia, en la ciudad de Riga, bajo ocupación rusa. Había llegado a la Argentina en 1873, con 20 años, y en Buenos Aires completó sus estudios de ingeniería. Cuando terminó la carrera se asoció con Agustín Solari, un emigrado de la Riviera italiana, descendiente de una familia de licoreros. Con él puso una fábrica de cerveza "Schulz & Solari". Solari tenía dos hijas, Clorinda y Agustina, que serían inseparables durante toda su vida. Schulz se casó con Agustina y de ese matrimonio nació el pintor.

En San Fernando se vivía en un mundo cosmopolita en constante transformación, un mundo en que los inmigrantes estaban "haciendo" la Argentina. Se hablaban muchos idiomas europeos, italiano, francés, alemán y por supuesto el español.

Xul hablaba como idiomas familiares el alemán y el italiano, también el español y en la escuela aprendió francés e inglés.

Cuando Xul comienza la escuela secundaria, la familia se muda a la ciudad de Bueos Aires. Allí Xul comenzará la carrera de Arquitectura, de la que sólo cursó dos años. También comenzó a estudiar violín, pero un accidente en un brazo lo obligó a abandonar el aprendizaje.

En 1905 el padre de Xul comenzó a trabajar como ingeniero en la Penitenciaría Nacional y la familia Schultz se mudó a vivir allí.

La Penitenciaría de la ciudad de Buenos Aires fue un edificio muy celebrado, construido en 1870 según el modelo de la penitenciaría de Filadelfia, ubicado en la periferia de la ciudad de aquel entonces. Y ese edificio, la Penitenciaría es la misma en que Borges y Bioy alojarán a Isidro Parodi, el preso que resolvía todos los crímenes desde su celda.

Las torres, los muros estrechos, elevados, las almenas, las murallas, las banderas que aparecen en las acuarelas de Xul, lo mismo que los edificios cónicos, por donde se mueven simples espectros, bien podrían estar inspiradas en las impresiones de Xul de esos años en la Penitenciaría.

En 1912, con 22 años y dinero ahorrado para vivir un mes, Xul se embarca rumbo a Europa, donde permanecerá durante doce años.

El triángulo mágico

Los biógrafos de Xul creen que tres de las ciudades en las que vivió, Florencia, Munich y Londres, marcan un verdadero triángulo mágico que determinó su evolución.

Florencia, le acercó al esoterismo del Dante, a aquel camino místico de la Comedia, que se inicia en la "selva oscura" de la cual Dante no puede salir, y que conducido por Virgilio, (la Razón), recorre el Infierno y el Purgatorio, hasta que finalmente puede ver la Luz en el Paraíso.

Allí no puede entrar Virgilio, que simboliza la Razón, y su guía será entonces Bernardo de Claraval, que simboliza el misticismo, único camino hacia la Luz.

Pero además en Florencia Xul recibió los ecos de las polémicas futuristas y conoció y trabó intensa amistad con Pettoruti, un gran artista argentino.

Es junto con Pettoruti, en Florencia, cuando Xul de alguna manera tuvo un nacimiento simbólico, pues fue ahí que dejó su nombre original, Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, para empezar a llamarse Xul Solar, (Luz Solar).

La segunda es Londres. En Londres estuvo pocos meses, solo, sin dinero, y su estadía no está completamente develada. La Londres de los años 20 es una ciudad rebosante de magia, espiritismo, teosofía.

Dos son los objetos principales de interés de Xul: el Museo Británico y su biblioteca, donde estudió el Malleus Maleficarum, o "Martillo de las Brujas" y la Al Khem, alquimia, y la escritura visionaria, sobrenatural y bíblica de Blake y sus acuarelas.

La tercera ciudad es Munich, la capital de Baviera y cuna del nazismo, la Alemania romana, de los castillos y los bosques de la mitología germánica. Ahí pasó los tres últimos años en Europa, años de gran plenitud creativa, y se interiorizó en el Der Blaue Reiter, el Jinete Azul, célebre movimiento de la pintura alemana del siglo XX, en el pensamiento de Carl Jung y de Rudolf Steiner, a quien conoció personalmente.

En Munich conoció Xul la obra de Paul Klee, con quien coincide en una determinada forma, visionaria, romántica, de encarar la representación de lo real. En ese momento era muy importante en Munich la presencia de Kandinsky, quien estaba intentando ligar la práctica pictórica con posiciones teosóficas de Helena Blavatsky y del esoterismo.

Pero fue quizás Goethe el impacto más fuerte de Munich. Fausto es la poderosa advertencia de Goethe frente a la Ilustración, frente a la "Diosa Razón", cuyos mandatos intelectuales y materialistas sólo pueden cumplirse con un pacto con el Diablo, que termina con la muerte.
Goethe en la campiña romana (1786), cuadro de Johann Heinrich Wilhelm Tischbein
Goethe en la campiña romana (1786), cuadro de Johann Heinrich Wilhelm Tischbein

El camino para Goethe y para el Romanticismo es la búsqueda en el alma, lejos del sistema científico y cerca de la metáfora y la poesía. Y ese será también el camino de Xul.

Es el Misticismo y no la Razón, el salvoconducto del Hombre hacia la Luz. De esto Xul ya no tiene dudas.

En su obra empieza a consolidarse el simbolismo, el interés por el pasado precolombino y los mitos. También el erotismo y lo lúdico.

Pero si bien este triángulo es el que constituye a Xul como un místico, todavía le falta un alma. Y esto lo consigue en una ciudad que está afuera del triángulo mágico, en París.

En París se encuentra con Aleister Crowley, el Mago, un extraordinario personaje de la época. Alistair Crowley era un "mago" con una sorprendente conducta contradictoria, que incluía la contemplación, las visiones, las estafas y una vida enloquecida de crueldad amorosa, irresponsabilidad y quiebras comerciales.

Crowley fascinó a Pessoa, lo mismo que a Marcel Schwob y a Xul Solar y a tantos otros intelectuales y artistas.

Durante un mes febril, Aleister Crowley transmitió a Xul Solar un método para obtener visiones de manera sistemática, basado en la autohipnosis por medio de un símbolo. Los símbolos podían variar (los hexagramas del I Ching, las cartas del Tarot), pero siempre habrá una relación directa entre el símbolo invocado y la visión experimentada.

Crowley también inició a Xul en el registro cuidadoso de todo lo visto y sentido. Esos registros serán el origen del carácter visionario que Xul dará a sus pinturas. Xul pinta sus visiones.

Tenemos ahora caracterizado a este personaje que pertenece a un romanticismo tardío, a ese momento en el que aparecen Carl Jung, Thomas Mann, Herman Hesse, Paul Klee, creyentes en un orden oculto, en un "cosmos anticientífico", "antintelectual", que sólo puede descubrirse por caminos espirituales.

Como dijimos, Xul tendrá visiones y pintará esas visiones. Es importante señalar que Xul dijo muchas veces que pintaba las imágenes que veía en esas visiones místicas.

Breves comentarios acerca de Borges

Y Borges. Que como todos saben nace en Buenos Aires pero a los 9 años se va a Ginebra, y él cree que su nacimiento espiritual es en Ginebra, a punto tal que cuando siente que va a morir, decide morir en su patria espiritual, en Ginebra, la ciudad de "Los Conjurados", aquel poema emocionante dedicado a una Conspiración de la Razón, y no del Misterio.

Pero Borges también siente con la humildad propia de los sabios, siente que el Cosmos no nos ha sido dado aquí, que todo lo que nosotros pensamos que es un orden, es en realidad ilusión. Y participa del escepticismo, de la desilusión Kantiana, tiene una absoluta desconfianza de nuestros juicios, tanto de nuestros juicios científicos que son juicios de probabilidad solamente, como de nuestros juicios metafísicos o lógicos o matemáticos de los cuales piensa en definitiva que son tautológicos, un mero tejer y destejer vanos ovillos, como los de Cloto o los de Penélope .

Sentimos a Borges vibrar junto con Anaximandro frente a lo que no conocemos, frente a ese caos señalado por el Griego, ese caos que tiene esas calificaciones tan duras y a la vez tan emocionantes como lo desmesurado, el abismo, el precipicio, con las cuáles denuncia lo provisorio de nuestra conciencia, cuyas "verdades" flotan entre postulados indemostrables, como el cero y el infinito.

La verdad existencial de ese caos esencial es el temor a la muerte, al cesar de la vida, a la absoluta ignorancia de lo que está más allá.

Cada vez que puede, Borges nos lleva hasta el borde de ese abismo, hasta el precipicio, hasta "el lugar hondo en que no se oye la voz de Dios". Y nos deja allí, perplejos, sin posibilidad ninguna de abordar el entendimiento, fascinados y horrorizados por el Misterio.

Borges es una especie de seguidor de Maimónides, que escribió la Guía para Perplejos. Los perplejos de Maimónides recorren caminos científicos, a diferencia de los caminos poéticos que recorren los perplejos de Borges. Pero el final, el límite de estos caminos es el mismo, el Misterio, frente al cual no cabe otra emoción que la perplejidad. (¿Es la perplejidad una emoción?)

Borges y también Maimónides, nos muestran todo el tiempo que los sistemas de nuestro pensamiento, que ni la razón, ni el intelecto, nos permiten entender el universo, si es que hay uno que no sea mera ilusión.
Lo único que hay es Misterio. Y Borges nunca, salvo alguna vez que veremos, propone que pueda haber un camino hacia ese misterio, solamente la quietud de la perplejidad.

Borges, igual que un Gnóstico, se burla de los Dioses inventados, nos dice en el poema Ajedrez, que hay un "Dios detrás de Dios," o sea que el infinito orden causal, también afecta a este ídolo que hemos inventado y que llamamos Dios.

Xul y Borges tienen plena coincidencia en una desconfianza radical en el saber humano y en cualquier Cosmos, en cualquier orden o universo inventado por la razón.

Para Borges, frente al abismo hay solamente misterio y perplejidad.
Pero en cambio, según Xul, nosotros podemos avanzar, podemos aproximarnos a la Verdad por un camino místico como Bernardo de Claraval, como Meister Ekhart o como San Juan de La Cruz y asomarnos aunque más no sea, y ver muy desde lejos, como Dante, la luz del misterio.

En un plano menor, hay más coincidencias entre ellos: su amor por el idioma alemán, su amor por lo cíclico, la fascinación con Blake, un amor por las mitologías en general, por la magia, por los heresiarcas, y los sabios árabes, por el I Ching y por el Tarot, por la Alquimia. Ustedes saben que alquimia viene de Al Khem, tierra oscura en árabe.

*Conferencia pronunciada por Julio César Crivelli en Brown University, Rhode Island, Estados Unidos, el 27 de abril de 2017.

Fuente: Infobae




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