Por: Kintto Lucas
El ajedrez puede ser una metáfora de la vida. Si miramos la
forma de caminar por el tablero de cada pieza, más allá del esquema militar,
podemos encontrar la forma de caminar del ser humano por el tablero del mundo.
El tablero del mundo, a veces, es cuadriculado como el del ajedrez y cada ser
humano tiene su lugar en él, hasta que le toque dejarlo.
Cada pieza tiene su lugar, o su esquina como las torres. En
el tablero, las piezas movidas por el jugador van creando su destino hacia la
victoria, la derrota o tablas. Para los creyentes, en el tablero del mundo los
seres humanos van creando su destino movidos por un dios o una fuerza superior.
Si bien Jorge Luis Borges se dice agnóstico, en entrevistas y en su literatura
deja entrever una mayor tendencia a creer en el poder de un dios.
Sin embargo, explica esa fuerza que mueve los destinos desde
la filosofía de Arthur Schopenhauer, sobre todo desde el libro El mundo como
voluntad y representación. Entonces, siguiendo a Schopenhauer, Borges asume que
el ser humano es voluntad y la voluntad es libre aunque las causas y los
contextos finalmente decidan.
El ser humano es ontológicamente libre porque todo está
arrastrado por una fuerza invisible que es la voluntad, pero en el fondo en el
mundo de lo material está condicionado en todo. Es libre pero actúa
condicionado. Es una pieza de un tablero de ajedrez. Así, la voluntad del ser
humano es movida por una voluntad que la trasciende.
El poema Ajedrez, de Borges, nos presenta en parte esa
visión, recurriendo a los versos del poeta persa Omar Khayyam cuando dice que
somos piezas mudas del juego de Dios “sobre el tablero abierto de noches y de
días” hasta que, luego de moverlas de aquí para allá, las guarda en una caja.
La de Borges es una visión determinista que no deja de tener un contenido
religioso, y eso se muestra en su creación literaria.
Pero más allá de sus creencias o miradas filosóficas, y del
juego en sí, para Borges la vida es como una partida de ajedrez que solo se
vive en el presente. Y eso se refleja en su literatura. Muchos relatos de
Borges son como un juego de ajedrez entre los personajes, entre los narradores
y los personajes, entre los personajes y el lector, entre los narradores y el
lector. Hay una partida oculta que se va jugando mientras se desarrolla la
trama y la lectura.
En los relatos policiales de Borges, se puede observar con
más claridad esa partida permanente hasta el final, hasta el jaque mate. Por lo
tanto, el poema Ajedrez es también una especie de pre-relato policial borgeano.
Las piezas son los personajes que se mueven en el tablero.
El jugador hace lo que quiere con las piezas y el escritor,
hace lo que quiere con los personajes. Por lo tanto, en el relato policial de
Borges los personajes asumen los roles que el escritor quiere darles, no los
que están previamente establecidos por las reglas del policial. Borges trata al
policial con una seria mirada de humor negro, muy típico del Río de la Plata.
Se burla de las reglas y del propio relato policial tradicional y crea otro
relato.
Primero ironiza sobre la realidad que se muestra en el
relato policial, sobre los personajes, sobre la construcción narrativa. Luego
crea una parodia de ese relato policial, del detective, del enigma a resolver,
del criminal y, finalmente, supera al propio relato policial. El jardín de
senderos que se bifurcan y La muerte y la brújula son ejemplos del nuevo relato
policial borgeano.
Ya desde el comienzo, en El jardín de senderos que se
bifurcan se percibe que la trama es una parodia del relato policial. Iniciarlo
con una nota de la Enciclopedia Británica dedicada al historiador inglés
Liddell Hart, y cambiar la versión por la de un espía chino al servicio alemán
en Inglaterra, es una genial ironía.
Hay una invasión de la realidad por parte de la ficción. No
es la realidad asumida por la ficción, sino que la ficción invade la realidad y
la modifica. Modifica la propia historia oficial. Entonces, la realidad y la
ficción son parte de la ironía borgeana. Borges termina con la supuesta verdad histórica
para crear una verdad paralela a ésta. Entonces se burla de la versión oficial,
de Liddell Hart y, de paso, de la Enciclopedia Británica.
La poca verosimilitud del personaje es otra ironía del
escritor argentino. La pobreza de Yu Tsun, la nota apócrifa del editor, el
hecho de encontrar en la guía telefónica el nombre de Stephen Albert, que
además es sinólogo; la deducción de los niños que el chino solo podría estar
buscándolo a él; el camino que se bifurca y lleva a la casa, todo es parte de
una gran ironía, de una gran parodia.
Pero más allá de la ironía, a lo largo de todo el relato, la
trama se desarrolla cual partida de ajedrez entre Yu Tsun y Richard Madden. Una
partida que parece regida por el azar, por lo inesperado, pero va camino al
final esperado para algunos lectores e inesperado para otros. El relato dentro
de otro relato le permite a Borges crear una parodia del enigma a resolver,
aunque no haya nada que resolver.
El escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986). Foto:
Archivo.
El jardín de senderos que se bifurcan cambia radicalmente la
estructura del policial, rompe las convenciones del género: narra el criminal,
muere el detective, no hay enigma, es un relato sobre otro relato, pone en
entredicho el conocimiento total e irrefutable del detective y del narrador.
También hay una ruptura en el manejo del tiempo, como antes
lo había hecho Ambrose Bierce, hay una subversión del espacio genérico, y el
crimen está al final como una especie de iluminación, como un jaque mate. Por
otra parte, el detective podría ser el lector que debe perseguir a Yu Tsun
hasta el final. Pero también Albert podría ser detective. Es un relato en tres dimensiones
y por lo tanto se realiza una persecución en tres dimensiones.
Jorge Luis Borges reformula el cuento policial y muestra su
crítica hacia ese relato. Es una crítica a la estructura tradicional, a los
personajes, a la trama. Pero es también una crítica a la razón como único
esquema para alcanzar la verdad, la razón idealizada en la figura de Sherlock
Holmes.
Pero el fracaso de la razón también se podría asumir como el
fracaso de la justicia. Si el relato policial es cuestionado de tal forma que se
puede burlar como se burla de la historia, quiere decir que no se puede creer
tampoco en la justicia que surge del detective o del relato policial. Borges
hace un cuestionamiento profundo a todo lo que está detrás de la narrativa
policial tradicional y es totalmente escéptico sobre ella.
En La muerte y la brújula, hay una utilización de simbología
masónica, desde el número tres y otros símbolos hasta el tetragrámaton que en
masonería representa la estrella flamígera, símbolo de la razón y el conocimiento.
Pero la utilización de la simbología masónica no es casual. Borges quiere
mostrar a través de esta simbología, el fracaso de la razón como única opción
para llegar a la verdad.
El detective Holmes es imagen de la razón y el conocimiento,
la razón es una reivindicación permanente de la masonería. El detective Holmes
fue creado por Arthur Conan Doyle, un escritor masón que en sus relatos
reivindica a la orden. Entonces, qué mejor que utilizar esa simbología para
criticar la razón. Pero también en La muerte y la brújula hay un duelo entre
dos ajedrecistas, cada uno intentando prever los movimientos que realizará el
otro.
En los dos cuentos mencionados de Borges, no interesa tanto
la búsqueda o la resolución del enigma sino interrogarse sobre los límites genéricos
del policial, problematizándolo, burlándose de sus reglas y la resolución de
enigmas por medio de la razón, del método científico. Pero también interrogarse
sobre la validez de un género que parece no aportar nuevas formas a la
narrativa.
En los relatos policiales de Borges, y en otros relatos
suyos, hay una influencia del escritor estadounidense Ambrose Bierce, que
generalmente no se menciona en los estudios sobre el escritor argentino. Por
ejemplo, en su cuento La partida de ajedrez, Bierce narra la historia de un
particular juego de ajedrez en un relato fantástico-policial -en el cual se
evidencia la influencia de Edgar Allan Poe- desarrolla una estructura y un
manejo del tiempo que luego se verá en relatos de Borges. También el juego de
ajedrez une a Borges con Bierce.
Bioy Casares, en el prólogo de la Antología de la Literatura
Fantástica que realizaron junto a Borges y Silvina Ocampo, dice:
“deliberadamente hemos omitido: a E. T. W. Hoffmann, a Sheridan Le Fanu, a
Ambrose Bierce, a M.R. James, a Walter de la Mare”. Esta frase, y el no
reconocimiento explícito de esa influencia por parte de Borges, crean también
un enigma literario que habrá resolver algún día investigando.
En todo caso, El puente sobre el río del Búho, también
conocido como El ahorcado, escrito por Bierce en 1891, que modifica el uso
narrativo del tiempo creando el tiempo subjetivo desde los personajes y el
narrador -lo que luego será muy utilizado por escritor argentino y tantos
otros- tiene ciertas semejanzas con El milagro secreto de Borges. El relato de
Bierce es señalado por Julio Cortázar y Rodolfo Walsh como uno de los mejores
cuentos de literatura fantástica.
Para Jorge Luis Borges, “lo mejor de la vida es su carácter
efímero”. Tal vez en esa afirmación explica por qué el tiempo de sus conflictos
siempre es el presente. O, mejor dicho, para Borges el futuro no existe, es
solo una sombra del presente. Entonces, la creación y la vida y las
interrogantes solo pueden tener el ahora como escenario. “Después reflexioné
que todas las cosas que suceden a uno precisamente, precisamente ahora. Siglos
de siglos y solo en el presente ocurren los hechos”, dice Yu Tsun en El jardín
de senderos que se bifurcan.
Borges, en el fondo, es un escéptico, pertenece a ese grupo
de escritores que en todos los tiempos, descreyeron del propio mundo. El mundo
es un laberinto en el tablero de ajedrez. Solo que el ser humano, a su vez, es
capaz de construir laberintos propios. Laberintos mentales, con hipótesis que
intentan explicar el misterio del laberinto anterior. Entonces, podríamos decir
que Borges abre nuevos laberintos en el ajedrez de la narrativa policial.
(Tomado de Firmas Selectas)
Fuente: Cubadebate