domingo, 5 de junio de 2022

¿Cómo era la mamá de Borges? Un libro revela aspectos desconocidos

              Leonor Acevedo con su hijo Jorge Luis Borges.
 

El investigador Martín Hadis habló con Clarín de “Memorias de Leonor Acevedo de Borges”.

 

01/06/2022

 

“Alicia Jurado entrevistó a la madre de Borges, pero con el fin de entretenerla recordando un pasado feliz”, eso nos cuenta Martín Hadis, el singular investigador de Jorge Luis Borges, un detective no tradicional, un arqueólogo de todos los Borges que existen alrededor del gran poeta y ensayista argentino.

 

Y de esas conversaciones con Leonor Acevedo de Borges, la madre del gran escritor argentino quedó un manojo de notas y papeles que merecían ser interpretados, ensamblados y recopilados en un libro inesperado y muy atractivo: Memorias de Leonor Acevedo de Borges, que Hadis presentó en la Feria del libro.

 

“Después encontré unas cartas, que Leonor Acevedo envió a su prima Esther Haedo de Amorim, que son más breves pero también más ordenadas. Y eso me sirvió también para organizar las anécdotas sueltas provenientes de los textos de Alicia Jurado. La combinación de todos esos textos dispersos dio este libro”.

 

Hadis es profesor, investigador, y escritor. Licenciado en sistemas, realizó estudios de posgrado en el Massachusetts Institute of Technology (M.I.T.). También estudió inglés antiguo, escandinavo antiguo y religiones comparadas en la Universidad de Harvard y realizó otra maestría, en Antropología Cultural, en la Universidad de North Texas.

 

Entre otros libros, Hadis es autor de Borges profesor; Literatos y excéntricos: los ancestros ingleses de Borges; Siete guerreros nortumbrios; y Borges, el misterio esencial.

Memorias de Leonor Acevedo de Borges, trae al presente recuerdos de la madre de Borges, además de datos inéditos sobre la infancia y juventud del escritor y perspectivas hasta ahora desconocidas de su obra. El libro cuenta con fotos antiguas de Buenos Aires, de fines del siglo XIX y principios del XX.

 

Hadis señala que tiene varias capas: “Se superponen lo personal, lo familiar, lo narrativo, y de fondo están siempre Borges y la Ciudad de Buenos Aires. Y esos planos están todo el tiempo intersectándose.” La memoria detallada y los recuerdos del viejo Buenos Aires de Leonor Acevedo, señala Hadis, sirvieron luego a Borges como escenario de varios de sus cuentos.

 

–En las memorias de Leonor hay un Borges desconocido que emerge desde el punto de vista materno. ¿Cómo era ese primer Borges?

 

–Leonor Acevedo nos cuenta cómo era Borges de niño. No había hasta ahora ningún testimonio detallado de esto: Borges habla muy poco de su infancia. Y lo asombroso es que al leer las afirmaciones de su madre, uno nota que muchos rasgos característicos del Borges adulto tal como lo conocemos estaban ya presentes en él cuando tenía 3 o 4 años.

 

Entre ellos su humor feroz: en el libro figuran varias anécdotas que revelan que esa ironía agudísima que solía desplegar en su madurez estaba ya presente en su infancia. Asimismo encontramos el origen de los que serán luego los temas preferidos de su literatura: las espadas que habían sido de sus antepasados, las etimologías, la filosofía, y (curiosamente) los tigres.

 

La madre cuenta que lo llevaba al zoológico y él se quedaba como hipnotizado mirándolos y le resultaba difícil arrancarlo de allí. Para esos casos tenía una estrategia que nunca fallaba: cuando el pequeño Borges se empecinaba y no quería ceder, la madre le quitaba los libros que siempre llevaba en sus manos. “Era la solución”, comenta Leonor Acevedo.

 

Esther Haedo de Amorim coincide en su relato: afirma que cuenta que cuando los Borges iban a Uruguay a visitarlos en las vacaciones, el pequeño Borges estaba siempre leyendo y la única manera para que jugara con los otros chicos era sacarle los libros y escondérselos. Sorprende esa continuidad: que ya fuera tan devoto de los libros de pequeño. En resumen: que haya sido tan Borges ya de niño.

 

–¿Cómo ejerció Leonor su influencia, cuándo Borges pudo neutralizarla?

–Leonor cuenta el accidente que Borges tuvo en 1938, cuando tuvo una septicemia. Estuvo al borde de la muerte durante una semana y cuando se recuperó, se puso a escribir relatos fantásticos. La madre cuenta que eso la asustó un poco porque ella no entendía demasiado bien esos cuentos.

 

Entonces un día le pregunta “¿Por qué no volvés a escribir las mismas cosas de antes?” Y Borges le contesta: “Dejame, madre, dejame”. Y ella concluye “Y tenía razón.” Podríamos decir que en ese punto se termina el relato de la madre y acaso su influencia más directa, porque a partir de entonces, Borges deja de enfocarse tanto en Buenos Aires y se pone a escribir sus relatos más fantásticos.

 

–¿Hay anécdotas que permitan entender mejor a Borges?

 

–Sí, hay muchas. Por ejemplo, Borges tiene un breve texto titulado “El testigo” en el que relata el fin del paganismo anglosajón y la llegada del cristianismo a Inglaterra. Cuenta de un sajón que está muriendo, que es el último en haber visto imágenes talladas de Woden (Odín) y en haber observado los ritos de esa antigua religión que está desapareciendo.

 

Borges comenta: “El mundo será un poco más pobre cuando ese sajón haya muerto”, porque no han quedado registros de la mitología anglosajona y ese sajón había sido el último en conocerla. Borges se pregunta entonces: “¿Qué morirá conmigo cuando yo muera?”.

 

Y enumera los posibles recuerdos que quizá mueran con él, entre ellos “la imagen de un caballo colorado en el baldío de Serrano y de Charcas.” Borges no da ninguna explicación acerca de ese caballo ni de su significado. Pero ahora, gracias a los recuerdos de su madre esto queda explicado.

 

Cuenta Leonor que a Borges, de chico, le gustaba salir a caminar por Palermo, un barrio que por entonces era “bastante feo” con casas modestas y muchos terrenos baldíos. En uno de esos baldíos –recuerda la madre del escritor–, había un caballo sin dueño. El pequeño Borges decidió entonces que ese caballo le pertenecía. Y cada tanto le anunciaba a su madre que iba a visitar a “su caballo”.

 

Y eso a mí me conmovió singularmente porque este recuerdo de la madre nos permite entender ese recuerdo de Borges, entretejido en uno de sus textos, pero que hasta ahora no tenía explicación. Ahí te das cuenta que la imagen del caballo en el baldío es un recuerdo infantil y muy real de su niñez. Lo que lo hace muy enternecedor también.

 

–¿Y este libro también contiene observaciones acerca de Borges que no figuran en sus biografías?

 

–Sí, pero lo más interesante es que Leonor Acevedo relata episodios que ya figuran en las biografías pero desde una perspectiva totalmente diferente. Por ejemplo, es sabido que a la casa de los Borges llegaban figuras de la talla de Ricardo Güiraldes, Xul Solar o Macedonio Fernández. Pero para la madre estos personajes eran los invitados de su marido y ella. Entonces los describe de una manera muy poco formal.

 

De Oliverio Girondo dice que era “feo como un susto, pero un señor”. De Xul Solar dice que se sentaba en el sofá y entraba en trance. “Se puso hacer unas morisquetas que asustaban a Norah” – recuerda la madre de Borges – “así que le dije que se deje de pavadas y se normalizó”.

 

Y también habla de Macedonio. Dice que Borges tenía, al igual que su marido, “la chifladura de que Macedonio era un genio”. Porque a ella no le parecía ningún genio. Cuenta que cuando su marido, Jorge Guillermo, se lo presentó, Macedonio la miró un rato largo y le dijo: “¿Cuánto tiempo cree usted que se necesita para digerir una pasa de uva?”.

 

Luego cuenta que Macedonio se quería postular a presidente, y para eso creía que bastaba con que su nombre se hiciera conocido, entonces anotaba su nombre en papelitos y los tiraba por la calle. La conclusión de la madre de Borges es que Macedonio “era un loco de verano”. Ese punto de vista hogareño e irreverente hacia los invitados de su marido que hoy son figuras importantes de nuestra literaria es inesperado y realmente muy cómico.

Graduados de la Facultad de Derecho de la UBA, 1895. En ella se ve a dos de los graduados más célebres de toda la historia de la UBA. Segundo desde la derecha, aparece Macedonio Fernández. Y cuarto, desde la izquierda, aparece el abogado y profesor de filosofía Jorge Guillermo Borges, el padre de Georgie.

 

Graduados de la Facultad de Derecho de la UBA, 1895. En ella se ve a dos de los graduados más célebres de toda la historia de la UBA. Segundo desde la derecha, aparece Macedonio Fernández. Y cuarto, desde la izquierda, aparece el abogado y profesor de filosofía Jorge Guillermo Borges, el padre de Georgie.

–Ella parece ser de una personalidad avasallante, muy fuerte sobre Borges…

 

–Borges incluye una dedicatoria a su madre en la edición de 1974 de Obras Completas y en ese texto afirma que le debe muchas cosas, entre ellas, “tu memoria y en ella la memoria de tus mayores”. Al final de esa dedicatoria, Borges afirma “aquí estamos escribiendo los dos, y tout le reste est littérature, (todo el resto es literatura)”.

 

Es como un reconocimiento de todo lo que ella aportó para su obra. Ella fue, a través de sus recuerdos, la escenógrafa de los cuentos porteños de Borges. Y además le transmitió a Borges su identidad y su nostalgia por el viejo Buenos Aires. Todo eso le viene de su madre.

 

–Y así, Borges, con este entorno, va componiendo su obra.

 

–Sí, yo me quedé pensando en esta costumbre que tiene Borges de meter a sus amigos y conocidos como personajes en sus cuentos. Esto, me parece, tiene que ver con el linaje de Borges: está lleno de próceres y figuras tradicionales.

 

Él cuenta que su madre Leonor se refería a Cornelio Saavedra como “el tata Cornelio”. Leonor recuerda que su madre (que vendría a ser la abuela materna de Borges) solía visitar junto a Teresa Ocampo (una de las tías de Victoria Ocampo) la casa del tío Vicente, donde éste las hacía cantar el himno. Y luego resulta que “el tío Vicente” no era otro que Vicente López y Planes.

 

Además, entre los nombres de las calles de Buenos Aires figuran muchos de los ancestros de Borges. Por eso él habla en un poema de “la vana madeja de calles que repiten los nombre de mi sangre”. Debe ser bastante impresionante ir caminando por la ciudad y ver que una calle se llama “Soler” y pensar: “ah, ese era mi tío bisabuelo”, ver “Junín” y pensar, “esta es la batalla en que se batió mi bisabuelo”, etc.

 

–¿De qué modo influyo esto en los relatos de Borges?

 

–Influyó mucho en el sentido que muchos de sus relatos -y no solo los de cuchilleros y compadritos- están ligados a Buenos Aires. “El Aleph”, por ejemplo, transcurre en una casa de la calle Garay. Y luego Borges se coloca a sí mismo, y a sus amigos y conocidos, como personajes de esos relatos.

Y esto lo relaciono con el hecho de que Borges, dando muestras de su escepticismo anarquista, denomina “mitología” a la historia de cada país. Dice Borges que el planeta ha sido parcelado en países, “cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de una mitología particular”. De modo que la historia argentina vendría a ser para Borges otra de esas mitologías.

 

Y dado que su historia familiar se superpone con la historia argentina, no es extraño que Borges al crear esa otra mitología que conforman sus relatos, haya decidido vincularla con frecuencia a Buenos Aires, y poblarla de sus amigos y conocidos.

 

–La ironía de Leonor, tan característica, es la que le trasvasa a su hijo. ¿Y de su padre qué heredó?

 

–De su padre, Jorge Guillermo Borges, heredó sus rasgos más importantes: su formación literaria, su vocación de escritor, y también su marco intelectual y filosófico. Además, Borges se formó en la biblioteca de su padre, de la que afirmaba no haber salido jamás.

 

También heredó de él el idioma inglés y la literatura inglesa (la abuela paterna de Borges, Frances Haslam, era inglesa). Leonor Acevedo lo dice claramente, refiriéndose a Borges con su sobrenombre familiar: “Su inteligencia, su manera de escribir: todo eso Georgie lo ha heredado de su padre.

 

Jorge Guillermo Borges era tan irónico como Leonor Acevedo, pero de un modo más intelectual, más descreído y quizá más ácido. Solía decir que el mundo es tan extraño que hasta puede llegar a existir la Santísima Trinidad, para luego agregar: "Si tres personas pueden ser una, por qué no podría existir el unicornio” También pensaba que toda palabra encierra un sofisma.

 

La gente, decía, cree que va a sanar porque acude a un “sanatorio”. Desconfiaba también del estado y pensaba que era inminente una revolución anarquista, sin violencia pero que transformaría a la sociedad de fondo. Cuando Borges era chico, el padre le señalaba los cuarteles, las banderas y las carnicerías y le decía que mirara todo eso bien porque cuando él se hiciera adulto, todo eso no iba a existir.

 

El padre era realmente un erudito, un pensador, y de hecho empezó a escribir, pero su carrera de escritor quedó coartada porque la ceguera hereditaria de la familia le sobrevino siendo aún

bastante joven. De modo que el padre le brindó a Borges su formación intelectual, en tanto que la madre le legó su identidad porteña, la pertenencia a la Argentina a través de sus antepasados.

 

Para usar una metáfora edilicia, digamos que lo que es la estructura del edificio, los planos, las columnas y las portantes vienen del lado del padre, en tanto que podríamos decir que los materiales locales vienen del lado de la madre.

 

–¿Qué es lo que más te ha interesado de Borges?

 

–La intersección de todos estos temas: lingüística, germanística, el inglés antiguo, el nórdico antiguo, las sagas, las viejas mitologías de Europa, la historia argentina y las religiones. Y el hecho de que cada vez que Borges aborda cualquiera de estos temas lo hace con su genio y brinda una mirada inesperada.

 

Borges lo lleva a uno de la mano al budismo, al hinduismo, a la Cábala y tantos otros temas, y en cada caso afirma algo que te deja perplejo pensando. Por dar un ejemplo al azar, en el ensayo “El escritor argentino y la tradición” Borges afirma que “el culto de lo local es un hábito europeo que los nacionalistas deberían rechazar por foráneo”.

 

Y es verdad, el nacionalismo es un invento de Europa del siglo XIX… Borges lo deja a uno perplejo con esos razonamientos, que parecen paradójicos pero a la vez contienen afirmaciones muy profundas, verdades que parecen simples pero son geniales y reveladoras. Y sólo a Borges se le podía ocurrir señalarlas.

 

Fuente: Clarín

https://www.clarin.com/cultura/-mama-borges-libro-revela-aspectos-desconocidos_0_JvMYWYtzIl.html

 

 

1 comentario:

  1. Muy buena página, muy completa. Soy de las Islas Canarias, admiro desde hace años a Borges. Entré para saber si tienes una página en concreto sobre Borges, sus conocimientos científicos y matemáticos. Después divagué en el tema de Borges y las mujeres, y en el tema de su madre.

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