jueves, 16 de noviembre de 2023

1980 - Entrevista a Jorge Luis Borges


 

Mariángeles Fernández

 

A Horacio Tato, periodista, in memoriam

 

Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. La celebración de cualquier efeméride relacionada con esa circunstancia vital o con cualquier otra, seguramente no contaría con su beneplácito pues, aunque agradecido, siempre se mostró austero y escéptico hacia los homenajes. Quizá tampoco habría dejado de resaltar con sorna y humor la raíz común de efeméride y efímero. Sin embargo Literarturas.com no pretende rendirle un homenaje circunstancial. El poeta y escritor que con descarnada modestia decía que sólo aspiraba a lograr un verso digno fue capaz de construir un universo literario, tan vasto que aún ofrece estímulos para la exploración a cada uno de sus lectores: a quienes lo han leído, el placer del reencuentro y a quienes lo leen por primera vez quizá la recompensa de un descubrimiento feliz.

Esta entrevista tiene una pequeña historia. El 9 de octubre de 1980 la Academia sueca concedió el premio Nobel de literatura al disidente comunista Czeslaw Milosz. Borges aparecía como el ³eterno candidato² pero sus posibilidades disminuían cada año. Sin duda 1980 sería el último año de su candidatura, y no sólo por una cuestión de edad. Yo era periodista de la agencia privada Noticias Argentinas (NA) cuyo director, Horacio Tato, era un hombre ético y un profesional ³de los de antes², para usar una frase hecha. Baste decir que NA, al igual que otros muchos medios de comunicación, era objeto de vigilancia y amenazas constantes e intentos de censura previa. Y no éramos héroes. Por eso cuando aquella mañana del 9 de octubre Tato me dijo: ³Vaya a ver qué dice Borges² sabía que él no esperaba que yo consiguiera sólo una entrevista ³literaria².

El fotógrafo Horacio Mucci y yo fuimos andando hasta la casa de Borges, en la calle Maipú. Fanny, la mujer que lo cuidó y atendió durante muchos años, nos abrió la puerta. Él estaba desayunando cereales y esperamos hasta que terminara. Beppo, el gato blanco, se paseaba por la casa y cada tanto venía para que su dueño lo acariciara. Fanny atendía el teléfono incesantemente. Una de las llamadas fue para proponerle que escribiera un prólogo a una nueva edición de El Quijote. También lo llamó su hermana Norah (que murió durante 1998), y quedaron para comer. Mientras estábamos allí llegaron otros periodistas que esperaron hasta que nos fuimos.

En 1980 la última dictadura argentina, instalada en su trono de sangre y horror desde marzo de 1976, no daba muestras de debilidad y menos aún de intenciones democráticas. De hecho, en esos días la junta militar había anunciado un recambio: en marzo de 1981 el teniente general Roberto Viola sucedería a Jorge Videla como presidente de Argentina. Los militares, aún no saciados con los crímenes cometidos y que continuaban cometiendo, estaban en pie de guerra contra Chile por cuestiones de límites en el Canal del Beagle. Aquella guerra afortunadamente no prosperó, pero en cambio Leopoldo Galtieri (también teniente general) abrió en 1982 otro frente contra Gran Bretaña por la soberanía de las Malvinas, muy cruento esta vez. Jimmy Carter era el presidente norteamericano y desde finales de septiembre Irán e Irak estaban en guerra.

Este preámbulo sólo intenta situar el marco de esta entrevista. En aquel momento representó algo muy importante: Borges rompió el silencio y por primera vez abrió juicio abiertamente contra los criminales. Al día siguiente todos los periódicos, las radios, las cadenas de televisión... difundieron y publicaron las declaraciones del escritor y fue como si Borges hubiera hablado por todas las conciencias... Marcó un antes y un después en cuanto al papel histórico de Borges ante la dictadura. Sin embargo los medios tomaron lo que era más importante en aquel momento, porque Borges, el escritor, había tocado los temas tabú... Quedaron inéditas las digresiones literarias, las anécdotas sobre sus viajes con María Kodama, sus historias familiares... todo lo que notablemente me seducía más que intentar respuestas a las preguntas que me imponía el ³deber².

Por eso ahora he querido reproducir la entrevista completa y para que, a través de la construcción de las frases (en las que puede notarse una reminiscencia anglosajona en el uso insistente del pronombre ³yo...²), los lectores puedan evocar la vacilación de su voz, su risa, su timidez, su gran sentido del humor, sus motivos favoritos... su coherencia ética y sus ideas sobre el honor, al margen de los juicios ideológicos a los que pueda ser sometido y aunque yo sepa que por mi parte no fue una ³gran² entrevista. A casi veinticinco años de aquella pequeña historia hay cosas que han cambiado: en 1982 abandoné aquel país justo el día que Galtieri declaraba la guerra a Margaret Thatcher; en 1983 hubo elecciones democráticas en Argentina; Horacio Tato se suicidó en 1984; Borges murió en Ginebra el 14 de junio de 1986.

Si hoy tuviera la oportunidad de entrevistarlo... me dejaría llevar por su encantadora conversación, no lo interrumpiría (no me importarían las prisas de la agencia para llegar a los periódicos vespertinos, ni a los telediarios de mediodía...). Y desde luego aceptaría su ofrecimiento de contarme un cuento... Creo que Tato, mi maestro, lo celebraría.

­Borges, ¿usted conoce a Czeslaw Milosz, el escritor que ha ganado el premio Nobel?

­No... Perdí mi vista como lector en el año 1955 y me he dedicado desde entonces a releer escritores que ya conozco. De modo que yo ignoro totalmente la literatura contemporánea. Yo no leo a mis contemporáneos. Yo en mi vida he leído un diario. Nunca he leído diarios.

­Sin embargo siempre estamos preocupados por de lo que usted dice. Usted tiene muchos lectores que lo siguen a través de los diarios...

­Entonces no son lectores míos, son lectores de lo que me hacen decir los periodistas, que son muy inventivos; son más inventivos que yo, ciertamente. Sobre todo me inventan toda clase de epigramas y de ocurrencias que no se me han ocurrido a mí, sino a ellos, me los regalan y yo me los atribuyo generosamente... (risas).

­Maestro, yo le quería preguntar...

­Yo no soy maestro de nadie...

­¿Usted cree que no?

­Soy un viejo discípulo. Además fui un mal estudiante. Yo hice un

bachillerato en Suiza y no tengo ningún otro título. Salvo los doctorados que me han dado pero esos son honoris causa, de modo que son dones; yo no los he obtenido. Soy doctor honoris causa de La Plata, de Santiago de Chile, de Oxford, de Cincinatti... pero realmente son regalos que me han hecho. Yo no he dado exámenes, si no, hubiera fracasado. Pero soy bachiller del College de Ginebra; es un bachillerato suizo. Ese sí es legítimo, los demás son errores, generosidades.

­¿Cree que en esta ocasión el premio Nobel lo recibió un hombre o el representante de la cultura de un país?

­No conozco la obra de él, no puedo opinar. Pero sería mejor que se tratara de un hombre, porque si a una persona le dan un premio porque representa algo abstracto... Yo preferiría que me dieran un premio porque he hecho algo divertido, no por el hecho de ser argentino, de escribir en castellano... (Atiende una llamada en la que le proponen un prólogo para una edición de El Quijote y comenta que le da un poco de miedo, porque cree que es una gran responsabilidad, y expresa que también le provoca esa sensación el hecho de estar escribiendo el prólogo a una edición de Shakespeare.)

­¿Piensa que en el ánimo de los jurados de la Academia sueca influye la existencia de un gobierno militar en Argentina para abstenerse de entregarle el premio a usted?

­No, no creo. Además, yo últimamente he firmado declaraciones contra una posible y absurda guerra con Chile; he firmado una protesta sobre la gente que desaparece, que es juzgada y ejecutada clandestinamente; de manera que nadie puede identificarme con el gobierno. El gobierno mismo tampoco me identifica con ellos. Ahora, posiblemente... No, sería raro que ellos me creyeran... En Buenos Aires todo el mundo sabe que no soy un partidario incondicional del gobierno. Quiero decir, oficialmente no cuento yo. Este gobierno es nacionalista, yo no soy nacionalista; es católico, yo no soy católico; es partidario de medidas violentas, yo soy enemigo de toda violencia, tanto de la violencia de izquierda como la de derecha. Pero quizá desde Suecia... me vean a mí como parte del gobierno militar... Es todo falso eso...yo no tengo nada que ver...

­No lo decía desde el punto de vista de que usted represente a un gobierno, sino porque vive en un país que no tiene un gobierno democrático.

­Pero entonces usted cree... vamos a suponer, a ver ¿cuántos argentinos hay, veintitantos millones? Entonces ¿alguien puede creer que el deber de esos ventitantos millones sea el destierro? Yo creo que no. Yo, durante la dictadura de Perón, viví aquí y todo el mundo sabía que yo estaba en contra de ese régimen. Tanto es así que llegó la Revolución Libertadora y me hicieron a mí director de la Biblioteca Nacional porque sabían que yo era antiperonista; no creo que nadie pueda pensar que todo un país tenga que abandonar su territorio. Además en mi caso habría una imposibilidad económica. Yo vivo de dos pensiones: una de la Historia de la Literatura Inglesa en la facultad de Filosofía y Letras y otra de director de la Biblioteca Nacional, cargo al que renuncié cuando subió Perón, y luego lo que me dan mis libros... bueno, se rinden cuentas cada seis meses... Yo no puedo vivir de la literatura.

­Usted ha traducido a Walt Withman, un gran demócrata de América del Norte...

­Bueno, sí. Yo creo que la democracia fue una buena inspiración para él, pero yo descreo de la democracia, para mí no sería un tema ético, en nada. Por ejemplo, la doctrina comunista hizo que Neruda, que había sido un mediocre poeta romántico, fuera un gran poeta público. Yo creo que las doctrinas, y eso lo dije ayer, pueden servir a cada escritor, no son de aplicación general. Por ejemplo si Hugo hubiera negado la rima, no hubiera podido ejecutar su obra; pero Withman negó la rima y eso le permitió ser un buen poeta....

­¿Últimamente usted ha cambiado su idea de la democracia, no?

­Sí, actualmente descreo de ella. Descreo de ella porque usted ve que la democracia elige a tiranos, o elige a demagogos. Sin duda Hitler... contaba con la mayoría de su país. Aquí la democracia nos dio dos veces a Perón. En Estados Unidos la democracia ha producido un muy mediocre como este Carter. Por ejemplo, yo creo que soy indigno de votar, o sea, que no entiendo de política. Permitir que yo vote es un error, y también es un error permitir que un analfabeto vote, o que vote yo, que soy un mero escritor,

simplemente. Si yo no entiendo de política...

­Pero tiene sentimientos y noción de la justicia, ¿o no?

­Ah, desde luego: yo soy un hombre ético, pero no sé si sabría elegir un buen candidato. Mas, ya la idea de un candidato, de una persona que se dedica a la política, me es antipática. Porque, después de todo ¿qué es un político? Una persona que se dedica a prometer, a sobornar, a sonreír, a hacerse retratar, a ser popular. Es una especie de impostor, es un personaje histriónico. Al rey de España yo le dije: un rey y un poeta es un hombre que acepta un destino; en cambio un político es una persona que busca un destino, que es algo totalmente distinto. Yo descreo de la democracia, sí. ­¿Cómo debería ser el hombre para vivir en sociedad, con sus semejantes? ­Creo que dentro de cien años quizá merezcamos que no haya gobiernos, que no haya leyes. Por ejemplo, yo he estado en un país muy civilizado, Japón, el cual es ciertamente un Estado, pero usted puede dormir con la puerta abierta y no temer a los ladrones, porque no hay. Luego, en la conversación se entiende que uno debe estar de acuerdo con el interlocutor, si no, es un guarango, un impertinente. Voy a darle este ejemplo: visitábamos... con María Kodama fuimos a ver el gran Buda de Nara, que tiene unos treinta metros de alto, muy imponente, un vasto edificio de madera y alguien le preguntó al guía: ³Este Buda, esta gran imagen del Buda ¿es de madera?². El guía le contestó: ³Sí, señor, de madera² Pero luego, al empezar a conocer la mentalidad japonesa, esa persona supo que la pregunta había sido mal formulada. Porque al decir ³es de madera² usted sugiere que es de madera. Entonces el otro tiene que decirle que sí, porque si no lo contradice y queda como un guarango. Entonces dejó pasar un tiempo y preguntó: ³¿De qué materia está hecha la gran imagen del Buda?² y entonces el guía le contestó: ³De bronce, señor². Porque así no contradecía lo que el otro había dicho, pero claro, que eso suceda en el Japón, un país muy antiguo y civilizado... y nosotros todavía somos jóvenes y bárbaros.

­¿Qué sintió esta mañana cuando se levantó y le comunicaron que el premio Nobel nuevamente no era para usted?

­Bueno, voy a tratar de analizar lo que sentí. El primer sentimiento fue de alivio, era una simplificación, y luego pensé: todos los años esto ocurre, es decir esto viene a ser como una simetría, quizá sea una prueba (ya sé que esto parece un poco fantástico) de que hay un orden en el mundo, de igual modo que se supone que la astronomía, que el día y la noche, que las cuatro estaciones son una prueba de que hay un orden el mundo y quizá de que haya Dios. Bueno, aquí tenemos otra simetría, mínima, desde luego, porque es una simetría, el hecho de que desde hace veinte años le prometen al premio Nobel o le dejan entrever la posibilidad del premio Nobel a un escritor sudamericano que se llama Borges y luego se lo dan a otro y este es un pequeño orden y está bien que se mantenga, porque viene a ser como una mínima prueba de que vivimos en un mundo ordenado.

­¿No pensó en escribir un cuento sobre este laberinto de carpetas que se formará anualmente en Estocolmo, detrás del premio Nobel?

­La verdad es que sería un lindo tema, pero al mismo tiempo no estoy tan interesado en el premio Nobel como para escribir ese cuento. A lo mejor no hay laberinto de carpetas, a lo mejor todo se decide... pero lo más probable es que la adjudicación de ese premio sea tan casual como la declaración de una guerra, por ejemplo ¿no?

­¿Qué le sugiere la idea de que haya guerra en un país donde transcurrieron los cuentos de Las Mil y una Noches?

­Terrible, me parece terrible. Mire, yo soy de estirpe militar. Mi abuelo, el coronel Borges se hizo matar en el combate de La Verde; mi bisabuelo Suárez comandó una carga de caballería peruana en la batalla de Junín; mi tío, el general Soler, comandó una de las alas del ejército de los Andes y mi abuelo se batió también en la conquista del desierto y todos se batieron en nuestras guerras civiles, pero yo, actualmente, soy pacifista. Yo me he convencido de que cualquier paz es preferible a cualquier guerra. Es lo que decía [Juan Bautista] Alberdi: el crimen de la guerra. Porque si admitimos que hay guerra justa (yo celebré la Guerra de los Seis Días) bueno, ya se sabe que si un gobierno quiere una guerra inventará o encontrará

justificaciones para ella. Yo creo que habría que pensar que toda guerra es injusta, que toda guerra es un crimen, que es lo que creía Alberdi. En ese libro, El crimen de la guerra no se refería a una guerra en particular, a la guerra del Paraguay, por ejemplo, no. Él decía que toda guerra es un crimen... una serie de homicidios organizados, es terrible. Creo que si uno se imagina un solo hombre herido, un solo hombre muerto, se da cuenta de que es espantosa la guerra. Y además... Ghandi, Bertrand Russell, Romain Rolland, Henri Barbusse... también fueron pacifistas y yo creo que si yo tuviera que aclararlo públicamente, yo diría que ahora soy pacifista.

­Shelley dijo una vez que el poeta es el legislador no reconocido de la historia ¿usted que opina?

­Ojalá lo fuera, sí. Se me ocurrió una frase de Carlyle que dijo: ³No soy un militar... no soy un hombre que vive de que lo maten los otros². Qué gracioso ¿no? (Se ríe a carcajadas).

­¿Conoce al nuevo presidente que vamos a tener el año próximo?

No, no sé absolutamente nada de eso.

­¿Sabe que es el general Viola?

­¿Sí? Creo que es una torpeza haber elegido a un militar, ya que los militares son tan antipopulares aquí. Hubiera sido mucho más fácil elegir un civil y manejarlo después ¿no le parece? (risas). Los militares son muy impopulares y es natural que lo sean. Un militar es un burócrata y al fin de todo quizá la carrera militar sea la única carrera segura. Por ejemplo, si usted pone un kiosco para la venta de caramelos y cigarrillos, corre algún riesgo, usted puede fracasar; si usted escribe, seguramente, es muy probable, que fracase, pero si usted observa ciertas leyes de juego muy sencillas que se exigen en la academia militar, usted sabe que si usted se ha tomado el trabajo de no insultar a sus superiores, de cumplir órdenes, usted va a llegar a tal grado, a tal otro... y está todo planificado eso... Además si hay una guerra corremos más riesgo los civiles, que podemos ser bombardeados.

­¿Qué le sugiere que haya algún problema con Chile?

­Me parece un problema inventado. Creo que no puede existir.

­¿El mundo deberían arreglarlo los poetas?

­Y... no sé ¿los poetas? Como yo soy poeta descreo un poco de los poetas, es natural, cada uno... Qué raro, por ejemplo, todo poeta piensa que la música es muy superior a la poesía y a lo mejor los músicos piensan que la poesía es superior a la música ¿no? Cuando uno entiende algo, uno es escéptico sobre ese tema. Yo soy escéptico de la literatura porque soy escritor, porque soy literato. La verdad es que nuestro destino está en manos de personas muy subalternas. Yo estaba leyendo la historia de la primera guerra europea, del capitán Liddell Hart, que era corresponsal militar del Times, y él cuenta cómo se original la guerra... ¿usted tiene unos minutos? ­Sí, por supuesto...

­Bueno, Austria tuvo un lío con Serbia y resolvió invadir a Serbia. Se buscaba un ultimátum que lo serbios no pudieran aceptar para efectuar esa invasión. Austria estaba aliada con Alemania; el emperador de Austria se resignó a una guerra con Serbia y se ordenó movilizar sobre el frente del sur, el frente serbio. El Estado Mayor le dijo que era imposible, que la movilización había sido prevista sobre la frontera rusa también, que no podían movilizar de otro modo, que ya estaba todo arreglado, los trenes que tenían que salir con los soldados, etcétera. Entonces Austria tuvo que movilizar sobre el frente ruso. Es decir, Alemania, que era su aliada, tuvo que movilizarse también. El Kaiser llamó a sus generales y les dijo: ³Vamos a movilizar sobre el frente ruso². Entonces el general Von Glück lloró. Dijo: ³Es imposible, tenemos que movilizar sobre el frente francés también porque todo está organizado así². Fíjese la inepcia de los dos Estados Mayores, el de Austria y el de Alemania. El Kaiser dijo:³No, si movilizamos sobre el frente francés, va a ser visto como una medida agresiva y Francia va a movilizar también y podemos tener una guerra... E Inglaterra es aliada de Francia. No, hay que movilizar sobre el frente ruso². ³No, no se puede², le contestaron. Se movilizaron sobre los dos frentes. Los franceses movilizaron sus tropas y se detuvieron a diez kilómetros de la frontera. Pero estaba todo organizado y los alemanes dijeron: ³Tenemos que invadir a Bélgica, porque ése es el plan que ya está hecho².

El Kaiser no quiso, le aseguraron que si no, no podía hacerse la invasión de Francia entonces, bueno Francia ya había movilizado... y empieza la guerra. Algunos en Inglaterra dijeron que era mejor que Inglaterra no participara pero estaban comprometidos con Francia... Es decir, la guerra europea se debió a la torpeza de esos dos Estados Mayores, el de Austria y el de Alemania.

­¿Cómo si hubieran jugado una partida de ajedrez mal organizada?

­Sí, pero el resultado fue la Primera Guerra europea, que fue terrible, y luego la paz injusta de Versalles y eso permitió a Hitler la Segunda Guerra europea... Bueno, y estamos en manos así... de azares.

­Ya que habla de azares... ¿qué soñó anoche?

­Anoche no sé; pero antes de anoche soñé que tenía que dar una conferencia sobre Quevedo.

­¿Le gustó el sueño?

­No, caramba ¿qué voy a decir? Luego me desperté y resultó que no, que era una conferencia sobre [Leopoldo] Lugones que di ayer; eso quiere decir que yo asocio esencialmente a Quevedo con Lugones, porque se parecen mucho. Se parecen en sus virtudes y en sus defectos, y en el hecho de ser... poetas públicos. Quiero decir que son poetas cuya intimidad raras veces se advierte.

­¿Y su intimidad, usted cree que se advertirá en sus poemas?

­Y si no se advierte mi intimidad en mis poemas, yo he escrito en vano... Lo que pasa es que yo tengo una incapacidad para hablar directamente. Todo lo que yo escribo es autobiográfico. Todo parte de emociones personales, pero yo no puedo decirlas directamente. Yo sólo puedo expresarme mediante fábulas, mediante metáforas.

­¿Acaso no es ésa la esencia de la poesía?

­Yo creo que sí; yo creo que si dijera las cosas directamente no sería un escritor. Creo que el mito es anterior a la lógica o a la expresión directa y yo creo poder expresarme en ese antiguo lenguaje del mito. Y en cambio creo que soy casi incapaz de pensar abstractamente. Hace un rato usted me preguntó sobre la pensión del escritor y yo no estaba seguro de qué contestación darle... Si me hubiera pedido que le contara un cuento quizá hubiera podido hacerlo...

­¡Qué hermoso! Pero... ¿dejamos para otro día el cuento?

­Sí, cómo no. Voy a tratar de inventar algo para usted... Yo trato de intervenir lo menos posible... Por ejemplo, yo tengo opiniones... por ejemplo, soy pacifista, pero no querría que mis opiniones modificaran mi obra. Trato de ser sincero a un sueño, digamos, pero no de ser sincero a un partido político o a opiniones mías, porque eso es secundario, además, las opiniones de los escritores ¿qué importan?

­Usted dijo hace poco tiempo que se consideraba anarquista...

­En el sentido terrorista, no, sino en el sentido de Spencer: el individuo contra el Estado. Creo que el individuo existe y los Estados son

convenciones, como los países son convenciones también y la humanidad también es una convención, porque es una organización demasiado vasta. ¿Qué piensa usted de la humanidad? Bueno ¿qué pienso yo de muchos millones de personas cada uno bastante distinto del otro...?

 

Mariangeles Fernández actualmente es editora en la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.

 

http://www.literaturas.com/v010/sec0505/memoria/memoria.htm

 

Fuente: Escritos Interesante blogspot

https://escritosinteresantes.blogspot.com/2008/01/entrevista-jorge-luis-borges.html

 

1 comentario:

  1. No creo que haya una grabación de esa charla porque el %80 de ella se nota que es armada. Borges no diría nunca algunas cosas y menos con esas palabras... MEGA FAKE.

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