viernes, 30 de septiembre de 2011
Presentan en Madrid un texto de Borges inédito en español
Se trata de la versión íntegra de una conferencia que dio en inglés en EE.UU., en 1968
El Centro de Arte Moderno de la capital española cerrará esta noche el Año Borges, en el que se hicieron múltiples homenajes al autor de El Aleph al cumplirse 25 años de su muerte, con la presentación de un texto inédito que ahonda en la faceta borgiana más querida y defendida por el escritor, la de lector, y que analiza la obra máxima de Miguel de Cervantes.
"El libro Mi amigo Don Quijote es una buena oportunidad para explorar al Jorge Luis Borges lector. Porque él siempre se jactaba de los libros que había leído, pero no de los que había escrito. Y en estas líneas se puede ver muy claramente este rasgo tan suyo", afirmó María Kodama, su viuda, en una entrevista con LA NACION en el hotel Westin Palace de Madrid.
El libro contiene agudas apreciaciones sobre la lectura de la piedra angular de la literatura española, así como de su autor, y el personaje principal, Don Quijote de la Mancha, a quienes considera cálidamente "amigos" en aquellas líneas. "Siempre hay un placer; siempre hay una suerte de felicidad cuando se habla de un amigo. Y creo que todos podemos considerar al Quijote como un amigo", destaca Borges en el escrito.
La obra se basa en la transcripción de una conferencia ofrecida en inglés por Borges en la Universidad de Austin, Texas, en 1968. Y aunque ya fue publicada una versión en su lengua original en Europa, y se ha conocido una primera traducción al español en las páginas de la revista Poesía , este texto, según los editores, es "la versión íntegra, corregida, aumentada y más fiel" a la grabación que fue hallada por casualidad, a mediados de los 70, por el académico Julio Ortega, de la Universidad de Brown.
"Estudié y analicé mucho tiempo el contenido de ese cassette, ya que el inglés de Borges era muy claro, pero a la vez muy particular. Porque si bien lo hablaba con gran corrección, en muchas ocasiones utilizaba la sintaxis del idioma español, así como el modo de estructurar el pensamiento tan propio de nuestra lengua. Y eso, entre quienes no estaban al tanto de estas sutilezas, llevaba a hacer interpretaciones del texto que muchas veces no se correspondían con lo que el escritor había pensado o querido decir", señaló el experto.
La edición de Mi amigo Don Quijote , que incluye una grabación en inglés, una transcripción en ese idioma y su traducción al castellano, se caracteriza por el cuidado puesto en su tratamiento y por su exclusividad, ya que sólo fueron impresos, hasta el momento, 100 ejemplares. Sin embargo, Kodama no descarta que se realicen más copias. "Esta es una edición artesanal, que fue llevada a cabo gracias a los responsables del Centro de Arte Moderno. Y si bien no hay un proyecto concreto para editarlo, la idea es que este material tenga una mayor difusión", afirmó.
Pero Kodama, que se casó con el escritor en 1986, prefirió destacar en todo momento la mirada especial que el nuevo libro tiene sobre el Borges lector, sobre todo a través de su afinidad con los animadores de las historias que más lo entusiasmaban. "Cuando nos encontramos con un verdadero personaje en la ficción -dice el autor en el texto-, sabemos que ese personaje existe más allá del mundo que lo creó. Sabemos que hay cientos de cosas que no conocemos y que, sin embargo, existen. De hecho, hay personajes de la ficción que cobran vida en una sola frase." Y entre los ejemplos que acompañan al de Alfonso Quijano, Borges suma a Huckleberry Finn, Mr. Pickwick, Peer Gynt y Lord Jim.
No obstante, Kodama recordó, no sin ironía, que su marido también tuvo "enemigos" en la ficción, como el gaucho Martín Fierro, de José Hernández, a quien "asesinó" en un recordado cuento.
"Él siempre decía que el libro fundacional de la literatura argentina debió haber sido Facundo , de Domingo Faustino Sarmiento, y no la obra de Hernández. Borges sostenía que el Martín Fierro se apoyaba más en las conductas del Viejo Vizcacha, es decir, de la viveza criolla, y que eso había sido la perdición de todos nosotros", apuntó, acerca de La muerte de Martín Fierro .
Kodama dijo sentirse muy satisfecha con los homenajes realizados en distintas partes del mundo durante el Año Borges, y destacó que Mi amigo Don Quijote podría ser una de las últimas, si no la última obra desconocida del autor en ver la luz. "No hay más material inédito de Borges, más allá de que yo tengo el prólogo de un libro y el guión de Para salvar a Venecia , que aún no se publicaron. Pero todo lo demás que aparece son «fantasías del paciente», como dicen los psicoanalistas", sostuvo..
Fuente : La Nación
Adrián Sack
29de septiembre de 2011
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viernes, 23 de septiembre de 2011
Edición crítica de las Obras Completas de Borges
“Obras Completas III. Edición crítica”, de Jorge Luis Borges.
Anotada por Rolando Costa Picazo. Emecé. Buenos Aires, 2011.
Con el tercer tomo de las Obras completas. Edición crítica de Jorge Luis Borges, a cargo de Rolando Costa Picazo, se completa la publicación anotada del corpus fundamental de las obras publicadas en vida por el autor de El Aleph.
Este tercer tomo comprende las obras publicadas entre 1975 y 1985, a saber: El libro de arena, La rosa profunda, La moneda de hierro, Historia de la noche, Siete noches, La cifra, Nueve ensayos dantescos, La memoria de Shakespeare, Atlas y Los conjurados. De estas obras (la mayoría libros de poesía, es la primera constatación que puede hacerse), se transcriben los textos originales acompañados por numerosos números que se abren a las minuciosas y eruditas notas de Costa Picazo. Por dar un ejemplo, sólo la compilación de las siete conferencias dictadas por Borges en 1977 y reunidas en Siete noches conlleva nada menos que 509 notas en las que se develan, comentan y puntualizan nombres, alusiones, apelaciones y citas.
El carácter de esas notas, en su precisión (una precisión que no evita el comentario oportuno, transcripciones de citas en su lengua original, o sus traducciones), es capaz de satisfacer la necesidad tanto de estudiosos como los del lector común. La obra de Borges abunda en referencias, citas y apelaciones a teorías filosóficas, teológicas, literarias, históricas, de manera que estas anotaciones constituyen un soporte notable para aumentar el placer, las resonancias y la profundidad ante el despliegue de recursos y efectos que nos presenta la obra de uno de los autores más importantes del siglo XX.
En un Epílogo especialmente escrito para esta edición, María Kodama expresa: “Heredera de esta obra que, como ‘El Aleph’, concentra miríadas de universos que se ramifican, como ‘El jardín de los senderos que se bifurcan’, en infinitos caminos que son transitados no sólo por nuevos escritores sino también por artistas plásticos, por científicos y por los últimos descubridores de las modernas tecnologías, esta obra, tan llena de matices y de sutilezas que podría compararse con la misteriosa obra de Leonardo da Vinci, llena de imaginación y de videncia, es, para mí, la maravilla de observar este universo, de sentir que desde mi adolescencia fui parte del encantamiento de su creación, cuando cerrados lo ojos con fuerza, como si no le bastara la ceguera para aislarse del mundo y adentrarse en lo más profundo de su ser, comenzaba a trazar con la mano en el aire lo que será la sucesión de versos que darían el poema y, rompiendo la tiniebla como la luz de la primera mañana del mundo, iban saliendo de su boca los sonidos que yo comenzaba a escribir. Es imposible transmitir ese instante en que la creación se materializa”.
Agrega Kodama: “Hay en parte del trabajo un espacio que abre la perspectiva de un estudio de las variantes de texto en la obra de Borges. Sabemos que su obra, como ‘El libro de arena’, cambiaba a veces en las sucesivas ediciones, sobre todo en la poesía. Y también sabemos de la larga historia de las dedicatorias que ponía o sacaba a su antojo. Pero esto es un trabajo de investigadores. El mérito de esta edición consiste en facilitar y profundizar la lectura y llamar la atención sobre el futuro a estudiar”.
Fuente : El Litoral
17 de septiembre de 2011
Una lectura pictórica de los monstruos más borgianos
Hay pintores que no dudan en afirmar que sus influencias formativas bebieron de las fuentes de Velázquez, Picasso o Cézanne. Otros, los menos, citan a escritores o músicos. Es el caso del peroxileño José Carlos Lara, cuya obra reciente está claramente influenciada por sus lecturas de Borges.
“Con esta exposición he querido rendir un homenaje a Jorge Luis Borges, al que considero uno de los grandes olvidados, ya que el 25 aniversario de su muerte, que se cumple este año, está pasando prácticamente inadvertido”, señala José Carlos Lara. El pintor inauguró, el pasado viernes, en la Casa de Porras, un edificio del siglo XVI que la Universidad de Granada ha convertido en centro cultural, la muestra titulada Borges y los monstruos. La integran 18 piezas de gran formato, realizadas en técnica mixta con aportación matérica, algunas de las cuales forman parte de su proyecto “Dispersiones”, que DeLara, que es el nombre artístico con el que están firmadas, precisa que ni están basadas ni inspiradas en los relatos o poemas de Borges, sino que surgen “de la influencia de su lectura”. El pintor explica que Jorge Luis Borges estructura sus relatos en distintos niveles que conforman un todo dentro del lenguaje y eso es lo que él intenta hacer con su pintura.
Las obras son claramente figurativas, pero también están sustentadas en elementos abstractos, en el color, en la geometría, a veces en secuencias repetidas, e incluso que se apoyan en la oscuridad para que el efecto colorista y figurativo surja con fuerza, rotundo e inequívoco.
Estos monstruos borgianos se expresan con títulos como La tragedia, No es una menina, El retrato de Dorian Gray, La lujuria, Dragones, Mártires o la serie de caminantes Walkers, que siguen el rumbo de la rosa de los vientos. “Yo he titulado a mi exposición ‘los monstruos’ porque mis cuadros, en el nivel del lenguaje, son como los monstruos que describe Borges con cola de lagarto y cabeza de león. Es una realidad diferente, con una serie de capas, símbolos o imágenes antiguas, son diferentes formas con una base abstracta detrás”.
La sala. La exposición cuenta también con un aliado, una forma menos usual de mostrar el contenido. José Carlos Lara no ha querido colgar sus obras en las salas que hay dispuestas para tal efecto en la Casa Porras, sino en los espacios comunes. El edificio dispone de un patio central cuadrangular y dos galerías con arcos de madera. “Este espacio es muy sugerente y provocador —precisa el pintor—, porque por ahí pasa muchísima gente, ya que se trata de un centro de actividades de la Universidad de Granada enclavado en pleno Albaycín, y pensé que colgarlas en esas paredes sería la mejor forma de mostrar mis obras a un mayor número de personas”. José Carlos Lara explica también que todas estas obras forman también parte de su proyecto “Imágenes desde el sótano” que es el ‘leit motiv’ general de su obra, ese bagaje de experiencias que toda persona lleva de aquellas cosas que les han marcado en la vida y que, en su caso, aflora en su pintura, permanentemente, con distintas formas y ropajes.
Título: Borges y los monstruos. Sala: Casa de Porras. Dirección: Placeta de Porras (Albaycín), Granada.
Horarios: De nueve de la mañana a nueve de la noche. Lunes a viernes.
Fecha: Hasta el 24 de octubre.
Fuente : Diario Jaen – España
José Carlos Lara
23 – 09 - 2011
Badaró reinterpreta la literatura de Borges
La plástica en un diálogo con la narrativa borgeana
En la Alianza Francesa de Montevideo, se está presentando “Au frontispice duquel on lisait”, una exposición de obras de Enrique Badaró inspiradas en la literatura de Jorge Luis Borges. La misma cuenta con curaduría del artista argentino Leopoldo Estol, y se puede visitar en Br. Artigas 1271.
El eje de la muestra proviene de la lectura y análisis de dos cuentos del gran poeta y ensayista argentino: El Congreso y El Sur. Uno de los sectores de la exposición es una serie de 10 obras sobre tabla. Están trabajadas con técnicas mixtas, e intenta acercarse a El Congreso y su universalidad. Collage, pintura, tierra, graficaciones, esgrafiados, textiles, cerámica, conforman esta serie, que está separada en dos alas: un busca expresar mayor intensidad, la otra, asomarse al vacío, que también es el vacío universal.
La otra obra es El Sur, una gigantesca tela pintada que cuelga sin marco, con ciertas reverberaciones de escenografía teatral, mientras en el piso se marca una linealidad que establece la relación entre Norte y Sur. "Como mi lenguaje está formado por las artes visuales, la forma de hacer compatible desde mi sentir, desde mi punto de vista, es la resolución de esta nueva exposición", explica Badaró.
Fuente : País Digital - Uruguay
23 de septiembre de 2011
Borges y Perón: no los unió el amor pero sí la sangre
Increíble pero real. Jorge Luis Borges y Juan Domingo Perón compartieron un ancestro que vivió en el siglo XVIII en la pampa santafecina.
Compartieron un ancestro que vivió en el siglo XVIII, en la zona de Rosario.
ENTRE PRIMOS. SEGÚN IGNACIO CLOPPET,.LOS ORIGENES DE BORGES Y PERON REMITEN A PEDRO PASCUAL DE ACEVEDO.
Mucho, pero no suficiente se ha escrito sobre Juan Domingo Perón y Jorge Luis Borges, sobre sus obras y sus respectivas historias, vivencias e infortunios. También fueron públicos sus pensamientos diferentes y sus duelos verbales cargados de ironía y antagonismo visceral.
Desde el “ascenso” de Bibliotecario a Inspector de Aves obtenido por Borges en 1946, pasando por la máxima borgeana “los peronistas no son buenos ni malos… son incorregibles”, ambos representaron distintos escenarios de la vida política y cultural argentina durante décadas. Ni el amor, ni el espanto los uniría. El nexo entre ambos es, gracias a la investigación realizada por el abogado Ignacio Martín Cloppet, estrictamente sanguíneo.
Así lo demuestra el libro Eva Duarte y Juan Perón: La cuna Materna. Perón y Evita descienden de conquistadores. El parentesco de Borges y Perón , que acaba de editarse.
Efectivamente, Borges y Perón, comparten un ancestro : el Maestre de Campo Pedro Pascual de Acevedo, quien poblara de descendientes la pampa santafesina y bonaerense y uno de los primeros habitantes de Rosario.
De Acevedo se casó tres veces y tuvo numerosa descendencia entre la que se destacan los presidentes Luis y Roque Sáenz Peña. Como acaudalado estanciero, terrateniente y hombre de armas, participó en varias incursiones contra los indios calchaquíes que asolaban las estancias santafesinas a principios del siglo XVIII. Del matrimonio con su primera esposa, Estefanía de Obelar, en 1719, desciende Juan Domingo Perón, en tanto Jorge Luis Borges lo hace del segundo matrimonio, con Tomasa Benítez.
El escritor conocía su ascendencia Acevedo y “sospechaba” de su parentesco con Perón. Según cuenta Cloppet, en un momento Borges advierte a su sobrino Miguel de Torre Borges –que investigaba su genealogía– que no sacudieran demasiado el árbol genealógico, “a ver si algún día resultaba que éramos parientes de Perón”.
Esto, además del ya establecido parentesco de Borges con Juan Manuel de Rosas, por su bisabuelo Isidoro Suárez, primo del Restaurador.
La cuna materna es la saga del primer libro de Cloppet: Los orígenes de Juan Perón y Eva Duarte , de 2010, donde estudia los ancestros paternos de ambos. Cloppet tiene excelente documentación propia, pues posee un archivo personal gracias a su parentesco con los Duarte (su abuela materna y Evita eran primas hermanas) y por relaciones de amistad de su abuelo con los Perón.
Cloppet no habla de doctrinas ni de política en sus libros: enfoca su estudio en las familias. Así, desmiente que Perón tuviera sangre indígena, al identificar a sus ancestros maternos, originariamente españoles venidos a América desde mediados del siglo XVI. Esto pone en evidencia la falsedad de la versión que sostenía que la bisabuela de Perón –María Victoria Gaona– era tehuelche. La sangre materna de Perón resultó ser de viejo linaje conquistador al igual que la de Eva Duarte, de quien se informan datos filiatorios que remontan al siglo XV.
El primer libro de Cloppet puso fin a la controversia sobre el lugar de nacimiento de Perón y sobre los orígenes familiares de los Duarte (Huart), llegándose a conocer los pueblos vascos de donde procedían los apellidos.
Próximamente, las dos obras serán publicadas en francés en un volumen conjunto, lo que da una cabal imagen del interés de sus estudios.
El vínculo parental descubierto por Cloppet entre Borges y Perón le da nueva significación (tal vez irónica) a aquella frase borgeana: “… hay que tener cuidado al elegir los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos.”
Fuente : Clarin
Roberto Colimodio
20/09/11
jueves, 8 de septiembre de 2011
Borges y los Universos Paralelos
OSCAR ANTONIO DI MARCO
En su cuento “El jardín de senderos que se bifurcan” (Borges 1941) nos dice:
“Albert (¿una referencia a Albert Einstein?) se levantó. Me dió, por unos instantes, la espalda; abrió un cajón del áureo y renegrido escritorio. Volvió con un papel antes carmesí; ahora rosado y tenue y cuadriculado. Era justo el renombre caligráfico de Ts` ui Pên. Leí con incomprensión y fervor estas palabras que con minucioso pincel redactó un hombre de mi sangre: “Dejo a los varios porvenires (no a todos) mi jardín de senderos que se bifurcan”. Devolví en silencio la hoja. Albert prosiguió: _Antes de exhumar esta carta, yo me había preguntado de que manera un libro puede ser infinito. No conjeturé otro procedimiento que el de un volumen cíclico, circular. Un volumen cuya última página fuera idéntica a la primera, con posibilidad de continuar indefinidamente. Recordé también esa noche que está en el centro de las mil y una noches, cuando la reina Shahrazad (por una mágica distracción del copista) se pone a referir textualmente la historia de las mil y una noches, con riesgo de llegar otra vez a la noche en que la refiere, y así hasta lo infinito. Imaginé también una obra platónica, hereditaria, transmitida de padre a hijo, en la que cada nuevo individuo agregara un capítulo o corrigera con piadoso cuidado la página de los mayores. Esas conjeturas me distrajeron; pero ninguna parecía corresponder, siquiera de un modo remoto, a los contradictorios capítulos de Ts’ui Pên. En esa perplejidad, me remitieron de Oxford el manuscrito que usted ha examinado. Me detuve, como es natural, en la frase: “Dejo a los varios porvenires ( no ha todos), mi jardin de senderos que se bifurcan”. Casi en el acto comprendí: El jardín de senderos que se bifurcan era la novela caótica; la frase “varios porvenires (no a todos)” me sugirió la imagen de la bifurcación en el tiempo, no en el espacio. La relectura general de la obra confirmó esa teoría. En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras, en la del casi inextricable Ts ‘ ui Pên, opta – simultaneamente – por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan. De ahí las contradicciones de la novela. Fang, digamos, tiene un secreto, un desconocido llama a su puerta; Fang resuelve matarlo. Naturalmente, hay varios desenlaces posibles: Fang puede matar al intruso, el intruso puede matar a Fang, ambos pueden salvarse, ambos pueden morir, atcétera. En la obra de Ts’ ui Pên todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones. Alguna vez, los senderos de ese laberinto convergen: por ejemplo, usted llega a esta casa, pero en uno de los pasados posibles usted es mi enemigo, en otro mi amigo...”
Creo que fue ese párrafo de mi relectura del cuento de Borges, lo que despertó mis sospechas de la vinculación de su obra con la idea de los “universos paralelos” o “muchas mentes” o “muchos mundos” o muchas consciencias (MWT, por sus siglas en inglés de “Multiple Wordl Interpretation”) de la que hoy nos hablan las principales conjeturas y especulaciones científicas; parafraseándolo puedo decir como él: “casi en el acto comprendí: El jardin de senderos que se bifurcan era la novela caótica ...” ( y cuántica; agrego yo, nota del autor )
Habrá que pensar entonces que, a partir de la nueva interpretación de las tradicionales “partículas” puntuales (electrones, quarks, etc), como nubes de probabilidades (“ondas/cuerdas”) que nos propone ahora la revolucionaria Teoría Cuántica, lo que antes interpretábamos como una “realidad” única y definida, es mas bien una nube de probables interacciones y consecuentes “realidades”, cada una de ellas con el potencial de “colapsar” – decoherenciar según los físicos - en diferentes universos independientes o no causalmente vinculados: los “Universos Paralelos”
El término decoherencia designa en la física moderna, el fenómeno de interacción que se produce entre “partículas/ondas” elementales ó cuánticas de la naturaleza – la “realidad” exterior a nosotros, el Todo, the Wholesness - con los terminales, también cuánticos, de nuestros sentidos y por el cual “cristaliza” uno solo de los infinitos y mezclados (“entangled states”) estados de la materia o sea es un proceso que convierte el mundo impreciso y superpuesto de la “nube” de probabilidades del universo cuántico (del Todo, the Wholesness), en una sola “realidad” única y palpable para nuestra conciencia y también, aunque quizá solo parcialmente, para nuestra consciencia, constituyendo nuestra versión de la “realidad”.
Ver en Internet: ( www.tendencias21.net/Dieter-Zeh-La-observacion-es-cuantica_a67.html ) la entrevista al destacado físico teórico aleman, Dieter Zeh (Brunswick, 8 May 1932 - ): “La observación es cuántica”.
Estos procesos de interacción entre las particulas/ondas elementales, son estudiados con cierta precisión tanto mayor cuanto mayor es la posibilidad de transmitirle energía (velocidad) a las partículas/ondas elementales bajo análisis o experimentación, mediante el empleo de instrumental apropiado como podrían ser los aceleradores/colisionadores de partículas y en el cual “colapsa”, se concreta, e imprime en una placa, un remedo de lo que para nuestra conciencia, consciencia y conocimiento, es uno solo de los probables e infinitos estados superpuestos – entangled states - en los que, según el principio de superposición cuántica, se encuentran todos los elementos subatómicos que constituyen la naturaleza conocida en este, nuestro universo, con uno solo también de los probables e infinitos estados superpuestos a nivel subatómico de nuestro elemento sensible o sentido (terminales nerviosos de los ojos, oídos, piel, etc, etc), transmitiendo una determinada señal a través de las correspondientes conexiones y/o conductos del sistema nervioso central y conformando finalmente una especie de “instantánea”, “impresión”, “trayectoria” o “traza” en distintas partes de nuestro cerebro, en ocasión de cada suceso o experiencia y que según sean las características de intensidad y extensión del mismo, podrán registrarse como una experiencia conciente ó no por nuestro organismo, al menos en una o algunas de las probables e infinitas versiones del mismo.
En el modelo que pretendo describir, la consciencia es un concepto o propiedad “emergente”, de dos etapas de interacciones:
1-en el primer paso tenemos la interacción (relaciones y decoherencia) que se establecen entre los componentes cuánticos elementales ó terminales nerviosos de un organismo (los sentidos, o sea la antena del cerebro/sintonizador), con los componentes cuánticos del medio ambiente – señales provenientes de las cosas concretas - externo a él, generando conciencia, y
2- una hipotética segunda etapa o instancia en la cadena de sucesos, relaciones, interacciones electrobioquímicas (circuitos de neuronas, sinapsis, neurotransmisores, etc; o sea las conexiones y conductores del sistema nervioso central, que finalmente llegan a distintos sectores del cerebro/sintonizador, donde por diferentes caminos y mecanismos – no aún plenamente dilucidados, aunque se especula sobre procesos en serie, en paralelo y también de tipo holográfico- producen una “placa”, traza, marca o impronta propia y esclusiva del suceso, que estará disponible como una especie de banco de datos o memoria, que procesado (en una especie de asamblea política o “fama” según D. Dennet, o “selección natural” según Darwin) junto a otros datos ya existentes en el cerebro en lo que conocemos como actividad mental, generará conocimiento, acciones eferentes y en los seres humanos también consciencia.
Además,- no menos importante e insistiendo en este punto – cabe recordar que las “ondas/partículas” no deben ser consideradas como que actúan siempre en forma individual, salvo en las interacciones entre ellas, ya que a partir de esa primer vinculación surgen las nuevas propiedades emergentes y diferentes de sus agregados no sospechadas en los componentes originales, que van ganando en complejidad en la diversidad evolutiva comandada por el mecanismo de “selección natural” de la máquina darwiniana, actuando sobre miríadas de sucesivas experiencias en diferentes unidades o individuos.
O dicho de otra manera, si bien podemos apreciar la interacción entre algunas pocas partículas individuales a través del funcionamiento de los grandes aceleradores y colisionadores de partículas y sus accesorios, en la vida cotidiana lo que apreciamos y conocemos en cada experiencia única y puntual de nuestros sentidos (masa crítica mínima de nuestra sensibilidad) interaccionando con el medio exterior, es en realidad una multitud de interacciones en las que es dable suponer, según lo expuesto anteriormente, una serie inmensa de propiedades emergentes intermedias, difícilmente imaginables en sus elementos originales y sobre las cuales actúan siempre y permanentemente los mecanismos de selección natural darviniana o los mecanismos de “fama” según Dennet.
Hay una tremenda y dramática diferencia entre las escalas macro y micro de la naturaleza y recién estamos comenzando a apreciarlas con las realidades que nos propone la exótica Teoría Cuántica.
El concepto del TODO (the “Wholesness) cuenta con un mas que interesante “background” desde tiempos casi inmemoriales como insinuación conciente o inconciente en las mentes de diferentes pensadores como Spinoza , Bruno y por lo general de quienes han especulado con el meme o abstracciones del infinito, los espejos y hasta el mas allá, tal como Borges también lo hace desde algunas frases, entre otras, del magnifico cuento “El jardín de los senderos que bifurcan”(1941), que integra “Ficciones”:
“El jardín de senderos que bifurcan es una imagen incompleta , pero no falsa del universo...”
¿Acaso está proponiéndonos Borges que existe una entidad universal más abarcativa y completa que el universo conocido y aún que el imaginado?...o,
“...Esa trama de tiempos que se aproximan , se bifurcan, se cortan ó que secularmente se ignoran, abarca todas las probabilidades..."
¿Tiempos diferentes que se ignoran ?... ¿qué no interaccionan?,... Abarcar todas las probabilidades... ¿habrá imaginado Borges algo así como un TODO?...o,
“...el tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros...”
¿Perpetuidad, eternidad, infinito, ser por siempre en todas las posibilidades?...o,
“...el húmedo jardín que rodeaba la casa estaba saturado hasta lo infinito de invisibles personas...”
Saturación al infinito, ¿otra vez el “Todo”? , ¿la continuidad?
Poetas, literatos, pintores, plásticos y artistas en general, teólogos, chamanes, profetas, gurúes y otros intelectuales que desde diferentes enfoques nos proponen distintas conexiones entre la “realidad” y la fantasía, entre lo concreto y lo abstracto, en síntesis entre el mundo exterior o medio ambiente y nuestro cerebro/sintonizador, coinciden, aunque con distintos métodos e interpretaciones, con el hombre de ciencia cuando bucean también mas allá de la inmediata “realidad” sensible, en la profundidad del Todo (the “Wholesness).
Como mencioné anteriormente, la descripción mas arriba expuesta presenta objeciones de parte de quienes dicen que no se han podido observar aún esas restantes “partículas” elementales del Todo (the “Wholesness”) y menos su interacción con nuestro u otros organismos del universo conocido. Esta objeción recuerda la situación de nuestros antepasados en el mundo previo al desarrollo del conocimiento de las radiaciones electromagnéticas: todos ellos estaban inmersos en un mar de las mismas, sin embargo nadie era conciente de ello y consecuentemente todo ese universo no "existía"; bastó que Maxwell, Marconi y otros desarrollaran/explicitaran los elementos interactuantes entre ellas y nuestros sentidos - los cerebros/“sintonizadores” -, para que la "realidad" cambiara.
Vemos entonces que hay una relación directa entre lo que estamos dispuestos a admitir que "existe" y lo que seríamos capaces de “decoherenciar”, en función de conocimientos circunstanciales derivados de la capacidad de nuestro “cerebro/sintonizador”.
Según esta interpretación, la conciencia, la consciencia y el conocimiento – como cualquier otro elemento o concepto de la “realidad” conocida – es producto de la evolución natural de las cosas en este nuestro universo.
En resumen, la “realidad” cambia y aparentemente continuará cambiando al ritmo que marquen las interacciones de nuestros cerebros/sintonizadores con el medio ambiente (el todo, the “Wholesness”) y las propias interacciones neurales - las memorias, el conocimiento - derivadas de ellos.
Atentos a estos cambios evolutivos, algunos pensadores como el experto en informática Ray Kurzweil (“La era de las máquinas espirituales”, 1999), se atreven a vaticinar que la manipulación de las ondas/partículas elementales permitirán, quizás en un futuro no tan lejano, imaginar verdaderas realidades “a la carta” según los deseos de individuos que puedan crear y recrear su existencia a voluntad sobre estructuras artificiales – obviamente con materiales mas versátiles, resistentes y manejables - que remeden nuestros actuales organismos biológicos, cerebro/sintonizador incluido.
Como se expresaba ese personaje casi mitológico de la literatura universal hacia su compañero de aventuras: .... “cosas vederes Sancho que non crederes” (“Don Quijote”, Miguel de Cervantes Saavedra, primera 1605 o segunda versión 1615 – ¿apócrifa?)
Resumen del Trabajo presentado en las
Jornadas Internacionales Borges Lector
Biblioteca Nacional Argentina
25 de agosto de 2011
domingo, 4 de septiembre de 2011
Las novias de Borges
"Es el amor. Tendré que ocultarme o huir. Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única [...] Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo [...] Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la esperanza y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles. [...] El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo".
Jorge Luis Borges: "El amenazado", El oro de los tigres
Más allá de los muchos tigres, espejos y laberintos, el núcleo central de la poesía de Borges está referida al paso del tiempo y a la fugacidad del amor; o más bien, a su propia imposibilidad de ser amado. También, a la memoria como castigo («sólo una cosa no hay: es el olvido») . En su obra, sistemáticamente, Borges redujo a géneros literarios a la religión, la filosofía, las otras artes o la historia. También al amor. Borges convertía en literatura todo lo que tocaba.
Borges se odiaba. Lo avergonzaba lo que le devolvía el espejo (y por eso los espejos son "abominables"). Se llamaba a sí mismo "tapir", describía su rostro como "obeso y epiceno", odiaba su tartamudeo, su timidez, sus ojos débiles. Odiaba su letra ("de enano") y hasta su voz ("entre bebé y Matusalén"). Su coquetería era mínima: un peine en el bolsillo alto de la chaqueta para repasar el pelo y dejarlo en orden (a veces, recurso de tímido, escondía el peine en la palma de la mano). Pero sobre todo odiaba su carne y las necesidades de esa carne. Este adolescente eterno muchas veces se acostaba vestido para evitar el contacto con su propio cuerpo. A mediados de los 20 Borges escribe en su "Boletín de una noche": "Soy un hombre palpable (me digo) pero con piel negra, esqueleto negro, encías negras, sangre negra que fluye a través de la carne negra [...]. Me desvisto y (por un instante) soy esa bestia vergonzosa, furtiva, inhumana y, en cierto modo, alienada de sí misma que es un ser desnudo".
Vivió enamorado de mujeres a las que consideró únicas y creía que cuando uno está enamorado ve a la persona amada "igual que como Dios nos ve". Pero casi ninguna de esas mujeres lo amó. Muchas lo admiraron (que es un sentimiento parecido al amor e igual de noble, pero insuficiente) y algunas hasta jugaron con la idea de una relación completa. Pero siempre había un momento en que se producía el rechazo y la huida, y entonces llegaba la humillación y la desesperación, el deseo de ser otro y el deseo de dejar de ser (vivió pensando en el suicidio, y no atreviéndose). ¿Qué creía él que podía ofrecerles a esas novias fantasmales? Lo dice en uno de sus "Dos poemas ingleses":
Te ofrezco pobres calles, desesperados crepúsculos, la luna de los desarrapados suburbios.
Te ofrezco la amargura de un hombre que ha mirado largamente la luna solitaria.
Te ofrezco lo que pueda haber en mis libros, lo que pueda haber de hombría y de humor en mi vida.
Te ofrezco la entraña de mi ser, que de algún modo he preservado.
Te ofrezco explicaciones de ti misma.
Te puedo dar mi soledad, mis tinieblas, el hambre de mi corazón.
Borges odiaba el tango-canción que popularizó Gardel a partir de 1916. El primero de esos tangos, “Mi noche triste”, que es el molde de muchísimos otros, comienza: “Percanta que me amuraste /en lo mejor de mi vida” (o sea “muchacha que me abandonaste / en lo mejor de mi vida”) , que es la más ajustada descripción posible de la historia sentimental de Borges (y la explicación verdadera de su rechazo a este tipo de tangos). Borges solía afirmar que llorar por el amor de una mujer no es de hombres, porque una vez se lo oyó decir a un cuchillero de esos a los que luego él exaltó en sus relatos, pero la verdad es que se pasó la vida llorando por el amor de una u otra mujer. Además, desde un infausto atardecer ginebrino adquirió cierto horror por la cópula, que en sus cuentos siempre aparece bajo una forma atroz, excepto en “Ulrico”. Y por eso en sus relatos preferirá hijos soñados antes que paridos.
Las mujeres de todos sus poemas son ideales inalcanzables o amores no correspondidos. Las mujeres de todos sus cuentos son desagradables, vengativas y/o frívolas, que viven sólo para satisfacer la lujuria de los hombres. Donde ellas aparecen las historias son siempre de odio, de violencia, de rivalidad, de sangre. Hacia el final de su vida elaborará una teoría para calmar en parte tanta desesperación. Coincidiendo con la célebre frase de Proust, se consolará opinando que los únicos verdaderos paraísos son los paraísos que hemos perdido. Y se dirá, en consecuencia, que ya ha perdido tantas cosas que “esas perdiciones, ahora, son lo que es mío”. Para concluir: “Nuestras son las mujeres que nos dejaron, ya no sujetos a la víspera, que es zozobra, y a las alarmas y terrores de la esperanza. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos”.
“Ulrico” es su único cuento de amor cuasi físico. Hay una escena erótica en una habitación empapelada en color rojo y los personajes son un sudamericano y una noruega. El personaje, obvio alter ego de Borges, es “un hombre célibe entrado en años” para quien esta oportunidad de ser amado “es un don que ya no se espera”. “Ulrico” finaliza con esta frase: “En la sombra fluyó el amor y poseí por primera y última vez la imagen de Ulrico”. Poseer una imagen es más propio de Onán, pero así estaban las cosas. María Kodama ha dicho muchas veces que esta Ulrica es ella. Los principales biógrafos de Borges creen, en cambio, que se trata de Ulrike von Külmann, una alemana que Borges trató brevemente y a quien, según parece, escribió algunas cartas de amor. Probablemente las dos cosas sean ciertas: el cuento fue escrito pensando en aquella Ulrike, pero lo que se escribió en el cuento acabó ocurriendo en la realidad, alguna noche en alguno de tantos viajes, entre Borges y María Kodama. En medio de un abrazo algo habrá fluido, ganándose Kodama el agradecimiento eterno del hombre célibe. Otros, en fin, opinan que “Ulrico” es el relato de un sueño. Lo cierto es que en el cuento hay besos y hay ternura, insólitos en la literatura borgiana. Aunque también hay “el lejano aullido de un lobo”.
Novias, cuasinovias y musas
Novias, lo que se dice novias, Borges tuvo sólo tres: Concepción Guerrero, Cecilia Ingenieros y Estela Canto. A Conchita la conoció a su regreso del primer viaje a Europa, tras siete años de ausencia (entre los 14 y los 21) cuando redescubrió la ciudad en la que había nacido pero que hasta entonces sólo conocía por sus visitas infantiles al zoológico, a la Biblioteca Nacional o a unos parientes que vivían en San Telmo. En carta a Jacobo Sureda, su amigo mallorquín, describe a Conchita como “niña y pobre, muy hermosa, hija de padres andaluces”, de la que está enamorado “totalmente, idiotamente”. También alaba “la blancura gloriosa de su carne”. Conchita tenía dieciséis años (y él veintidós), ojos negros y una gran trenza también negra. “Cuando yo la abrazo, ella se estremece”. Su proyecto, le dice a Sureda, es volver a Ginebra a terminar el bachillerato y regresar a Buenos Aires para casarse. A principios de 1923 los Guerrero autorizan a Borges a visitarla en su casa de Villa Urquiza, casi en el borde de la ciudad, los días sábados por la tarde. Borges hace su nuevo viaje a Europa, que dura casi un año (“trescientos días como trescientas paredes”) y regresa en julio de 1923 a casa de los Guerrero y a las citas con Conchita, pero las relaciones van deteriorándose. Para colmo, ella se ha cortado la trenza. Borges decide romper. Será una de las dos únicas veces que Borges tome esa iniciativa.
Cecilia Ingenieros era hija de José Ingenieros (1877-1925), el filósofo positivista argentino. La conoció en 1939, en una reunión de la que salieron juntos por casualidad. Descubrieron que eran vecinos y que les gustaba caminar. La pretendió entre 1941 y 1943. “Yo estaba perdidamente enamorado de ella y las cosas marchaban bastante bien. Juntos planeamos un viaje a Europa. Nos casaríamos allí; esa era la idea. Pero un día nos encontramos en una confitería del Centro y Cecilia me dijo: “Dentro de dos semanas me voy a Europa". "Nos vamos, querrás decir", la corregí yo. "No, me voy sola. He decidido no casarme con vos“. Y allí se acabó el noviazgo. Cecilia, que era bailarina, se fue a EE.UU. a estudiar con Martha Graham y luego se casó y dejó el baile para dedicarse a la egiptología. Cecilia fue quien propuso a Borges el tema de “Emma Zunz”, historia de una venganza ejecutada a través de una falsa violación. Y él la escribió para complacerla. Pero a ella no le gustó que hiciera judíos a los personajes. Borges le contestó que los hizo judíos porque el argumento era raro y ocurre en Buenos Aires, y que la gente iba a admitirlo con más facilidad “si se trataba de judíos”. También decidió que la personaje femenina debía ser frígida (un tema del que Borges sabía poco) para subrayar su sacrificio. En el momento en que Emma Zunz se va a entregar al marinero que será el instrumento de su venganza, Borges escribe: “Pensó (no pudo no pensar) que su padre le había hecho a su madre la cosa horrible que ahora a ella le hacían”.
Estela Canto fue la novia más duradera. Borges se enamora de ella a fines de 1945, en pleno ascenso del peronismo. Era morena, esbelta, de grandes ojos pardos. Vivía en el Barrio Sur, donde Borges solía situar sus poemas y el escenario de sus cuentos. Venía de la clase media baja y era de izquierdas. Fue la única mujer de esas características que entró en la vida de Borges. Hablaba inglés y podía recitar de memoria páginas enteras de George Bernard Shaw, uno de los santos laicos del altar borgeano. Según las memorias escritas por Estela, Borges le propuso casamiento y ella, shawiana militante, le exigió previas relaciones íntimas para probar su mutua compatibilidad sexual. Borges, entonces, se pone enteramente en manos de ella: “Venceré mis inhibiciones, si me ayudas”. Pero no hubo caso, a pesar de los dos años y medio de terapia psicológica (de la que ella también participó) y no obstante su expreso reconocimiento de que, en sus abrazos, “la virilidad de Borges era perceptible”. Poco después Estela se casa, para separarse tres años más tarde. Hacia 1955 intenta reconquistar a Borges, sin éxito, al tiempo que comienza a beber. En los 80, poco antes del viaje final de Borges a Ginebra, se verán bastantes veces. En una de esas citas ocurre un hecho desgraciado: Estela, necesitada de dinero, le pide su autorización para vender el manuscrito de “El Aleph”, que Borges le había regalado y que le estaba dedicado. Le comenta, además, que su esposo era partidario de no venderlo hasta que Borges muriera “porque entonces esos papeles valdrán diez veces más”. Borges escucha la confesión en silencio y luego replica: “Si yo fuese un caballero, en este mismo momento iría al toilette y se oiría un disparo”. Finalmente, Estela vendió el manuscrito a Sotheby's por 25.760 dólares.
La cuasinovia fue Haydée Lange. Las hermanas Lange (Haydée y Norah) eran parientes lejanas de Borges. Vivían en la metafórica esquina de las calles Pampa y Tronador, en una casa muy literaria, que figura en Adán Buenosayres, la novela de Lepoldo Marechal. (A la hora del crepúsculo, saliendo de casa de las Lange, situada en el borde de la ciudad, se podía ver cómo el sol se ponía limpiamente en el horizonte.) Haydée era muy alta, lo que para Borges era sinónimo de belleza. Borges le había prologado un libro de poesías a su hermana Norah, La calle de la tarde, escrito a los quince años. Fue el primero de sus aproximadamente 250 prólogos, casi todos hechos de encargo para mujeres en las que Borges estaba interesado. Norman di Giovanni (su primer traductor al inglés) ha llamado a estos prólogos “el beso de la muerte”, porque los libros que los llevaron acababan irremediablemente en el olvido. No fue el caso, sin embargo, del libro de Norah, muy bien escrito. Norah, que tocaba un poco el bandoneón, acabará casándose con el poeta Oliverio Girondo Uriburu (que por entonces solía comprar sus cigarrillos egipcios en un kiosco del Bajo atendido por un inmigrante griego de nombre Aristóteles Onassis). Borges visitaba a las Lange los viernes. Allí conoció a Concepción Guerrero. En una posterior etapa, en los primeros meses del año 1939, Haydée trabajaba en un banco “y yo la iba a esperar casi todos los días. Le propuse matrimonio pero no aceptó”. Se estableció entonces un juego: Borges iba a la salida del banco y le hacía por señas, a la distancia, la pregunta de si quería casarse. “Y ella, con el dedo, me contestaba que no”. En un poema de “Los conjurados” Borges habla de Haydée, de la que enumera: “tus ojos que miraban otras cosas / un dejo de Inglaterra en tu palabra / las verjas de un jardín junto al ocaso / los viernes compartidos”. Borges la retrata también en “El Congreso” diciendo de ella que “era devota de la fe predicada por Ibsen y no quería atarse a nadie”. Por fin, en su libro Atlas, muchos años después de la muerte de Haydée, la evoca compartiendo un almuerzo en un restaurante del Centro. “No sentí miedo; sentí que era imposible y quizás descortés revelarle que era un fantasma, un hermoso fantasma”.
Borges tuvo, además, dos esposas y una musa de cabecera. Su primera esposa fue Elsa Astete, una de las siete hijas (“eran siete / las Astete”, escribió burlonamente Manuel Mújica Láinez cuando se enteró del casamiento) de la dueña de la pensión de La Plata donde vivía un gran amigo de juventud de Borges, el dominicano Pedro Henríquez Ureña. La conoció en 1927, el año de la primera de sus ocho operaciones de cataratas. Ella tenía diecisiete años y él veintiséis. Le propuso matrimonio y no aceptó. Elsa se casó dos años después y tuvo un hijo. Volvió a requerirla de amores en 1943 y 1944, poco antes de su relación con Estela Canto, mediante sendas cartas, sin ningún éxito. Veinticinco años después, ya viuda, al fin aceptó. Se casaron en 1969, por la iglesia, y se fueron a vivir a un apartamento de la calle Belgrano (aunque no la noche de bodas; Borges prefirió quedarse en el apartamento de su madre, pretextando lo avanzado de la hora). Ahora ella tenía cincuenta y nueve años y Borges, que era director de la Biblioteca Nacional, sesenta y ocho. Elsa no hablaba inglés ni francés. Cantaba tangos, sin demasiado gusto. Veía la televisión todas las noches. Jamás recordó un sueño. Estas cuatro quejas pertenecen a Borges, que puso fin al matrimonio, casi tres años más tarde, abandonando sin avisar el domicilio conyugal. Simplemente envió a unos peones de mudanza a retirar sus libros. Elsa se quejó amargamente, durante años, de que aquel día, al despedirse, le había dicho a Borges que habría puchero (cocido) para almorzar, y que él no le advirtió nada.
Su segunda esposa, hoy su viuda, fue María Kodama, hija del químico Yosaburo Kodama, japonés, y de María Antonia Schweitzer, hija de un judío alemán y una uruguaya descendiente de españoles. Se casaron cuando ella tenía diecisiete años y él cuarenta y siete. “Mi mundo siempre ha sido adulto y sublimado –ha dicho María-. Nunca pude utilizar mis armas de seducción para conseguir cosas. Mi padre me trataba como un hombre y yo respondía como un hombre”. Nació en 1937. Nunca jugó con muñecas. María y Borges venían de sendos “edipos no superados” y eso debió ser un lazo de unión entre los dos. Cuando se casó con Borges, poco antes de su muerte, llevaba diez años y siete meses acompañándolo. Borges le dedicó dos libros y varios poemas. María ha dicho que empezaron a salir juntos poco antes de que Borges se casase con Elsa. Reanudaron la relación cuando María se reunió con Borges en Islandia, en 1971. Sus padres estaban divorciados y ella sentía rechazo por el matrimonio, que Borges le habría pedido reiteradamente “porque, María, yo soy un caballero victoriano”. María fue quien lo convenció de pasar sus últimos días en Ginebra, lejos de esos amigos suyos que la odiaban. En 1978 Borges había sido operado de próstata (con anestesia local; la pérdida de la conciencia le resultaba insoportable) y era diabético desde 1980. Con María, el escritor pudo, al fin, realizar una frase de Nietzche que solía recordar a menudo: “el matrimonio es una larga conversación”. Borges nunca vio el rostro de María. Cuando la conoció, ya era ciego.
La más constante musa de Borges fue Elvira de Alvear. Es la Beatriz Viterbo de “El Aleph” y la Teodelina Villar de “El zahir” (y también Delia Elena San Marco y la Beatriz Frost de “El congreso”). Elvira tenía ocho años menos que Borges. Murió en 1959, a los cincuenta y dos años, precisamente para la época en que Borges estaba escribiendo “El Aleph” (donde Borges dice que “todos los Viterbo eran medio locos”). Era hija de Diego de Alvear, jefe de una de las familias más ricas del patriciado argentino (dueño de Botafogo, caballo mítico del turf argentino), y de Cotita Cambaceres. Borges la visitaba los sábados, cuando ella no le daba plantón, cosa que ocurría a menudo. Caminaban por el barrio de Belgrano, silenciosamente. En 1930 se radicó en París, donde sacó una revista, Imán. El secretario de redacción era Alejo Carpentier. Vivía en un palacio, con una mangosta. Se relacionó con Joyce y Valéry. A Neruda le prometió 5.000 pesos por la publicación de Residencia en la Tierra... y le perdió el manuscrito (Neruda la llamó irresponsable, loca y gusano). Volvió a Buenos Aires en 1937. Borges, cómo no, le prologó un libro de poesías, Reposo. Poco a poco se fue volviendo loca en su mínimo apartamento de San Telmo, donde Borges la iba a ver los 31 de diciembre por la tarde. Hablaban de la larga novela que ella estaba supuestamente escribiendo (“que al principio estaba hecha de palabras y al fin de vagos rasgos indescifrables”). Obesa, pálida y ausente lo invitaba a sentarse en el comedor y llamaba con su campanilla de plata a una servidumbre inexistente. En “El Aleph” es retratada como alta y frágil, de andar torpe y gracioso, aniñada, de desdenes crueles «que tal vez reclamaban una explicación patológica», de grandes y afiladas manos hermosas. Le dedicó, monográficamente, uno de sus más bellos poemas:
Todas las cosas tuvo y lentamente
todas la abandonaron. La hemos visto
armada de belleza. La mañana
y el claro día le mostraron,
desde su cumbre, los hermosos reinos
de la tierra. La tarde fue borrándolos.
[...................................]
Todas las cosas la dejaron, menos
una. La generosa cortesía
la acompañó hasta el fin de su jornada,
más allá del delirio y del eclipse,
de un modo casi angélico. De Elvira
lo primero que vi, hace tantos años,
fue la sonrisa y es también lo último.
El eterno enamorado
Borges se enamoró muchísimas veces, pero sólo algunas de esas mujeres dejaron una huella perceptible, al menos literaria.
Emma Risso Platero era uruguaya, cinco años menor que él, la única de las relaciones de Borges cuya belleza no se discute, con quien compartía el amor por la poesía de Dante Gabriel Rossetti. Fueron amigos hasta la vejez.
Susana Bombal,* chilena y pelirroja, causó gran impresión entre el grupo de amigos de Borges, en los 30. Borges le dedicó varios poemas, uno de ellos bajo su propio nombre (“Alta en la tarde, altiva y alabada...”). Era once años más joven que él. De una de sus novelas, La amortajada(1938), Borges escribió que es un libro de "triste magia". Era una novela casi policial en la que un cadáver habla en primera persona. Se la comparó en su tiempo con Virginia Woolf. Borges le dedicó el relato "El encuentro", en el que dos cuchillos utilizan a dos amigos para reanudar una antigua pelea. Wally Zener lo conquistó con su voz, el sentido que Borges más apreciaba en las mujeres. En 1927, en uno de sus primeros poemas, escribió: "tu voz, a la que deberíamos creerle todo" . Le dedicó su cuento "El zahir". Sara Diehl de Moreno Hueyo fue pretendida por Borges de casada, aunque sin consecuencias. Tras enviudar, vivió un romance platónico de un año con Borges, a fines de los cuarenta (pero según Elsa Rivero Haedo, Pipina Diehl estaba enamorada de Sábato, con quien, dice, mantuvo un apasionado idilio, cosa que Borges no supo hasta mucho más tarde). Sus famosos "Dos poemas ingleses" le están dedicados (aunque en ediciones posteriores Borges decidió trasladar la dedicatoria a Beatriz Bibiloni, que tenía un marido menos celoso).
Silvina Bullrich era la única mujer del círculo de la revista Sur que se ganaba la vida con su trabajo (de traductora, y luego con sus propias novelas). A finales de los 40 tuvieron una breve relación que naufragó cuando el sexo reclamó su espacio. Quedaron como amigos, aunque Silvina lo fue sobre todo de la madre de Borges. Le dedicó el poema "La noche cíclica" ("lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras...") que es de 1940. Ulrike von Külmann, que Borges conoció en 1950, era una verdadera valquiria, rubia, aventurera y rica. Tenía doce años menos que él. Fue Sábato quien se la presentó.
María Esther Vázquez –a quien Borges llevaba cuarenta años- entró a trabajar en la Biblioteca Nacional en 1957 y poco después empezó a ser secretaria y lectora de Borges, la primera de tiempo completo. "Cuando lo conocí –ha escrito-me pareció tan viejo como las pirámides". Viajó por primera vez con él en 1962. Borges ya no veía y doña Leonor había empezado a buscarle pareja, para no dejarlo solo después de su muerte (ella ya había cumplido los ochenta y cinco). Borges le propone casamiento en 1964 y, como casi siempre, es rechazado. (Coincidió con un día que tenía que ir al dentista, que le estaba arreglando tres muelas. Le pidió que se las extrajera sin anestesia, con la esperanza de que el dolor físico tapase ese otro dolor del alma. Pero no funcionó.) Poco después ella se casa con el poeta Horacio Armani. Borges escribe entonces sus textos más explícitos (en prosa y en verso) sobre el amor perdido:
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. [...].
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaban el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
A la misma tribulación se le debe otro de sus mejores poemas: “...La dicha que me diste / y me quitaste debe ser borrada; / lo que era todo tiene que ser nada. / Sólo me queda el goce de estar triste”. También estuvieron próximas al corazón del poeta Margarita Guerrero (a quien también pudo haberle ofrecido casamiento), Raquel Bengolea, Delfina Mitre, Martha Mosquera Eastman, Esther Zemboraín de Torres y Viviana Aguilar.
Todas, de uno u otro modo, alumbraron en el corazón de Borges ilusiones que terminaron por apagarse. En cualquiera de ellas pudo estar pensando Borges cuando escribió en La moneda de hierro, uno de sus últimos libros: “Qué no daría yo por la memoria/ de que me hubieras dicho que me querías / y de no haber dormido hasta la aurora / desgarrado y feliz”. Según propia confesión, el amor fue siempre para Borges “una gloriosa incomodidad”. También lo era, al parecer, para las mujeres de las que se prendaba, y sin gloria. María Esther Vázquez ha escrito que “cuando Borges se enamoraba era compulsivo, llamaba por teléfono varias veces al día y desarrollaba un asedio que no daba tregua”. Y para colmo, se pasaba todo el tiempo pidiendo disculpas por molestar.
Borges y las mujeres
En el poema “Buenos Aires”, aparecido en su libro Elogio de la sombra, Borges recuerda cierta calle de la esquina Perú, en el barrio sur de Buenos Aires, en la que César Dabove “nos dijo que el peor pecado que puede cometer un hombre es engendrar un hijo y sentenciarlo a esta vida espantosa”. Borges escribe este recuerdo a los setenta años. Para entonces es posible que coincidiera ya con ambos términos del drama que proponía Dabove (engendrar al hijo y sentenciarlo a una vida espantosa), pero la verdad es que durante casi toda su existencia lo que abominará Borges, al punto de aproximarlo al suicidio, será especialmente el acto de engendrar.
El primer origen de este trauma ocurrirá en una escuela del barrio de Palermo, donde Borges sólo estudió fugazmente, a los nueve años, porque su padre temía a las enfermedades contagiosas y prefería que los niños aprendieran en casa. Ese único año en que Borges salió de su secuestro, alcanzó sin embargo para que oyese a sus compañeritos (“chicos pobres que me intimidaban”) hablar de un extraño rito que luego expondría en uno de sus relatos más sugerentes, “La secta del Fénix”, que aparece en 1944. Allí se lee que el rito que constituye el secreto de la secta “se transmite de generación en generación, pero el uso no quiere que las madres lo enseñen a sus hijos, ni tampoco los sacerdotes; la iniciación en el misterio es tarea de los individuos más bajos. Un esclavo, un leproso o un pordiosero hacen de mistagogos. También un niño puede adoctrinar a otro niño. El acto en sí es trivial, momentáneo, y no requiere descripción”. Explica también que todas las palabras pueden, indirectamente, aludir al secreto: “así en el diálogo yo he dicho una cosa cualquiera y los adeptos han sonreído y se han puesto incómodos...”. Luego, incluye en el cuento su propio drama: “una suerte de horror sagrado impide a algunos fieles la ejecución del simplísimo rito; los otros le desprecian, pero ellos se desprecian aún más”. Dice, por fin, que “al principio a los adeptos el secreto les pareció baladí, penoso, vulgar y, lo que es aún más extraño, increíble. No se avenían a admitir que sus padres se hubieran rebajado a tales manejos”. Estos manejos de los padres le producirán angustia a Borges toda su vida y condicionarán dramáticamente su relación con las mujeres. “Todo lo amó y lo poseyó, pero desde lejos, como del otro lado de un cristal”, dice Borges en “La otra muerte”, un texto claramente autobiográfico.
Ya en 1934 Borges había hablado de la “paternidad abominable” que, igual que los espejos, reproducían (multiplicaban) lo real. Años después reaparecerá esa fobia en el relato “Tlön, Uqbar, Orbis tertius”, aunque ahora adjudicará su mención a Adolfo Bioy Casares, de quien acaba de hacerse amigo (y para quien, curiosamente, el coito no tiene nada de abominable puesto que es su ocupación principal): “...entonces Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres”. Y añade, hablando de cosas que sólo puede imaginar, que “todos los hombres, en el vertiginoso instante del coito, son el mismo hombre”, confundiendo quizás el coito con el orgasmo.
El otro origen de su rechazo al acto sexual ocurrió en Ginebra, cuando tenía diecinueve años. Los Borges habían llegado a Suiza en 1914, con el propósito de que Jorge Borges, el padre, atendiera sus problemas de vista con un oftalmólogo prestigioso. Dos generaciones de Borges varones habían muerto ciegos (y a Jorge Luis le ocurriría lo mismo). En Una biografía literaria (1987) Emir Rodríguez Monegal dice que “según las confidencias de Borges a diversos amigos, Padre lo llevó una vez a una de esas complacientes chicas de Ginebra cuyos clientes suelen ser extranjeros, hombres solitarios o jóvenes urgidos. Georgie realizó su parte con tanta rapidez que quedó abrumado por la fuerza del orgasmo. La "pequeña muerte", como la llaman los franceses, se acercó demasiado, para él, a la muerte real. A partir de allí Georgie sintió miedo ante la perspectiva del acto sexual”. Además, lo torturaba la sospecha de que esa mujer también brindaba sus favores a su progenitor: “compartir una mujer con Padre era algo que perturbaba arraigados tabúes”. Otros testimonios (por ejemplo, el del único psicólogo que Borges consultó en su vida, el doctor Kohan Miller) dan otra versión de lo sucedido: la prostituta de Ginebra habría sido grosera y cruel con Georgie, al que luego debieron suministrarle inyecciones y tónicos para fortalecerlo, dos veces por semana durante dos o tres años. Aquella revelación del patio de escuela acerca de los “manejos” entre padres y madres, y esta experiencia ginebrina, instalaron el pánico en la sexualidad de Borges, que hasta el fin de sus días será incapaz de traspasar esas barreras. En su caracterización de la sexualidad infantil, Freud subraya el coito parental como generador de angustia. Según él, el coito de los padres es vivido por el niño como “una agresión del padre, dentro de una relación sado-masoquista”. Luego la vida nos va enseñando cosas y aquella angustia se diluye y deja de presionar sobre nuestra conducta erótica. Pero no en Borges, que hasta su muerte siguió mortificándose con el tema.
En esa tradición freudiana el coito de los padres es “lo innombrable”, pero Borges preferirá llamarlo “el secreto”. En “La secta del Fénix” también escribe: “No hay templos dedicados especialmente a la celebración de este culto, pero una ruina, un sótano o un zaguán se juzgan propicios. El secreto es sagrado pero no deja de ser un poco ridículo; su ejercicio es furtivo y aun clandestino; y los adeptos no hablan de él. No hay palabras decentes para nombrarlo”. En 1968, en Nueva York, Borges confiesa su turbación sobre el tema a Ronald Crist, cuando éste le pregunta cuál era el famoso secreto de la secta del Fénix. Borges responde con una mención directa: «el acto es aquel que Withman llamaba “el conocimiento que el esposo divino tiene de la paternidad”. Y añade: “Cuando yo escuché por primera vez de ese acto, cuando yo era un muchacho, me sentí shockeado, sacudido, de pensar que mi madre y mi padre hubieran hecho eso”. Freud estudió esta repugnancia por el acto sexual en los escritos de Leonardo da Vinci. En uno de ellos Leonardo decía: “El acto del coito y todo lo que con él se enlaza es tan repugnante que la humanidad se extinguiría en breve plazo si dicho acto no constituyera una antiquísima costumbre”. De esta confesión Freud deduce que es muy dudoso que Leonardo haya practicado tal acto. Esa sentencia es también aplicable a Borges, y por parecidas razones. También Matthew Besdine, en su estudio sobre Miguel Ángel, había subrayado los mismos rasgos: “complejo de Edipo no resuelto, miedo al amor, un sentimiento subyacente de culpa y fuertes tendencias masoquistas, propensión persecutoria”.
Hay que recordar que Borges fue un niño precoz criado entre adultos, practicante de juegos casi autistas, con ciertos problemas disléxicos debidos al aprendizaje simultáneo de dos idiomas. Jorge Woscoboinik, que es quien más extensamente ha estudiado el perfil psicológico de Borges, aventura la hipótesis de que Borges tartamudeaba porque de niño tenía miedo de hablar. Y que se atrevió a exponerse, ya adulto, “cuando la ceguera le permitió la ilusión de no ser visto”, como ocurre en los juegos infantiles. Todos los recuerdos de niñez de Borges nos remiten a una especie de gran jaula (“me crié en un jardín, detrás de una verja con lanzas”), mientras afuera ocurría la vida. Sólo tenía un compañero de juegos, su propia hermana, que también desarrollará una personalidad evanescente. Aquel niño dará luego paso a un adolescente torpe, vergonzoso, hipersensible, callado, huraño, remoto, indócil. Y entonces empezará su calvario amoroso. En una de las múltiples entrevistas que concedió en su vejez, Borges confesaba: “Con toda tristeza descubro que me he pasado la vida entera pensando en una u otra mujer. Creí ver países, ciudades, pero siempre hubo una mujer para hacer de pantalla entre los objetos y yo. Es posible que hubiera preferido que no fuera así, hubiera preferido consagrarme por entero al goce de la metafísica, de la lingüística o de otras disciplinas”. Una de sus más cercanas secretarias, Alicia Jurado, ha dicho de él que tenía un “casi total desdén por los placeres derivados de los sentidos. Olores, sabores, sonidos, no parecen significarle nada. Además, tiene dificultad para comprender la sensualidad ajena”. Ya hemos dicho que Borges tenía el don de convertirlo todo en literatura, pero nada más que en literatura. No había conseguido desarrollar ningún otro sentido.
Muchas veces se ha comparado, con acierto, la vida de Borges con la de aquel Alonso Quijano del “mucho leer y poco dormir” que, igual que él, se pasó gran parte de la vida confinado en una biblioteca (aunque con la diferencia de que Borges nunca se atrevió a ser Don Quijote), pero el retrato quedaría mejor acabado si se agregara que Borges fue también, y quizás por encima de todo, un Gregor Samsa que se despertaba cada mañana sintiéndose un enorme insecto. Y virgen.
*En el original dice Susana Bombal, de inicio pensé que era María Luisa Bombal porque ella es chilena y ella fue la que escribió La amortajada. Susana Bombal fue una escritora argentina amiga de Borges.
Fuente : Revista de Occidente nº 301
Mario Paoletti
Junio 2006
sábado, 3 de septiembre de 2011
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius y la Anglo-American Cyclopaedia
Los estudiosos de Borges durante años habían supuesto que la Anglo-American Cyclopaedia, mencionada en el cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, era uno de los inventos de Borges
Sin embargo realmente existe como la Enciclopedia anglo-estadounidense.
“Desde el fondo remoto del corredor, el espejo nos acechaba. Descubrimos (en la alta noche ese descubrimiento es inevitable) que los espejos tienen algo monstruoso. Entonces Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres. Le pregunté el origen de esa memorable sentencia y me contestó que The Anglo-American Cyclopaedia la registraba, en su artículo sobre Uqbar. La quinta (que habíamos alquilado amueblada) poseía un ejemplar de esa obra. En las últimas páginas del volumen XLVI dimos con un artículo sobre Upsala; en las primeras del XLVII, con uno sobre Ural-Altaic Languages, pero ni una palabra sobre Uqbar.”
“El volumen que trajo Bioy era efectivamente el XXVI de la Anglo-American Cyclopaedia. En la falsa carátula y en el lomo, la indicación alfabética (Tor-Ups) era la de nuestro ejemplar, pero en vez de 917 páginas constaba de 921. Esas cuatro páginas adicionales comprendían al artículo sobre Uqbar; no previsto (como habrá advertido el lector) por la indicación alfabética. Comprobamos después que no hay otra diferencia entre los volúmenes. Los dos (según creo haber indicado) son reimpresiones de la décima Encyclopaedia Británica”
Fuente : Alan Williams
"An Appalling or Banal Reality"
http://web.williams.edu/philosophy/faculty/awhite/borges%202.htm
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Una película con guión de Borges, al Festival de Cine de NuevaYork
El Festival de Cine de Nueva York anunció ayer que dará como un Evento Especial de ésta, su 49° edición, una versión restaurada de la película Invasión , clásico del cine nacional dirigido por Hugo Santiago, que se basa en un argumento de Borges y Adolfo Bioy Casares y un guión del propio Borges junto al director.
El festival neoyorquino es el más prestigioso de los eventos anuales cinematográficos de la ciudad.
Invasión (1969) es uno de los dos guiones que escribió Borges para cine. Transcurre en Aquilea (“una Buenos Aires mítica”, como definía Santiago) y cuenta la historia de una misteriosa invasión a la ciudad y la lucha de un grupo de resistencia por evitarla. Con referencias a El Eternauta , pero con un tono sobrio, riguroso, más cercano al cine de la “nouvelle vague” francesa que a la ciencia ficción tradiciónal, con los años Invasión pasó de ser un objeto de culto a convertirse en uno de los clásicos de la historia del cine argentino.
Su reconocimiento y valoración internacional –que seguirá con una proyección en el Festival de Toronto– es una reivindicación no sólo del Borges escritor de y para cine, sino de un filme único que –gracias al talento de Hugo Santiago– conjuga el imaginario del autor y el de su amigo Bioy Casares en el terreno cinematográfico.
Fuente : Clarín
25/08/11
http://www.clarin.com/sociedad/pelicula-Borges-Festival-Cine-NuevaYork_0_542345792.html
viernes, 2 de septiembre de 2011
Borges Superstar: En su 112° cumpleaños, fue estrella en las redes sociales
Google cambió su logo habitual por uno que aludía al escritor. Es el primer argentino que ocupa ese lugar. Además, su nombre estuvo entre los temas que más aparecieron en el día, en Twitter.
Borges lo hizo. Lleva un cuarto de siglo bajo tierra, pero igual logró que el nombre de un argentino distinto al de Lionel Messi o Diego Maradona diera la vuelta al mundo. No fue cualquier día: ayer se cumplieron 112 años del nacimiento del autor. Ayer, también, Google, Twitter y Facebook multiplicaron exponencialmente las referencias al escritor más universal de la historia de la literatura argentina.
El gigante Google le dedicó por primera vez a un argentino su característico Doodle , el ícono que decora el logo del buscador y sitio web más visitado de Internet. La ilustración pudo verse en los más de treinta dominios del buscador, en distintos países. Charles Chaplin, Pablo Picasso o Leonardo Da Vinci, entre otros, son algunos de las personalidades históricas que accedieron – como Borges – al privilegio de un doodle global.
En la imagen en cuestión, entonces, se apreciaba a un anciano Borges, de traje y con bastón, que contemplaba un paisaje futurista y laberíntico, desde la ventana de una habitación llena de libros. Al fondo, por supuesto se leía bien grande el nombre de Google. La ilustradora estadounidense Sophia Foster-Dimino, de sólo 23 años, fue la encargada de dibujar al Borges de Google. “Imagino que Borges está mirando el mundo ficticio que creó con su escritura”, explicó por mail a Clarín . La artista, que vive en California, señaló que quiso retratar tópicos clásicos de la obra de Borges, como, bibliotecas, laberintos y la arquitectura de los sueños . “Representan ideas más profundas, como el paso del tiempo y la naturaleza de la realidad”, agregó Foster–Dimino, que reconoció que antes de este trabajo sólo había leído el cuento “La biblioteca de Babel”. “Ahora es uno de mis autores favoritos. Ha sido un honor para mí homenajearlo en su día”, terminó.
Con un simple click sobre el dibujo de Foster, Google producía una búsqueda relacionada con Borges. Ese detalle colaboró para que los usuarios ingresaran 12 veces más que lo normal (millones de veces) su nombre en el buscador. América latina lidera históricamente por amplio margen el ránking de consultas por región sobre Borges. Los usuarios en Argentina están a la cabeza, seguidos por los situados en Colombia, Uruguay y México. Sin embargo, la novedad del Doodle empujó a que en esta última semana Australia fuera el país con más consultas sobre el autor, seguido por Argentina, España, Italia, Francia y Gran Bretaña.
YouTube – que también es de Google – se sumó al festejo: ayer apareció un video que reproduce y explica el doodle y da nociones básicas sobre la obra del autor.
Normalmente, los términos con que más se busca a Borges son “ borges poema ”, “ biografía de borges ”. Paradójicamente en el quinto lugar aparece un ignoto “ josé luis borges ” y en el décimo “ Instantes ”, el título de un poema erróneamente atribuido a Borges.
El furor por el escritor argentino se trasladó a las redes sociales. En Twitter, se convirtió en Trending Topic – uno de los temas del día más citados por los usuarios – en Argentina y a nivel global. Otra vez, América latina lideró la cantidad de menciones, aunque España no se quedó atrás. De todos modos hubo una buena cantidad de tweets en lugares tan remotos como Alaska, Ghana, Tanzania, Indonesia, Dubai, India y Oslo.
La popularidad de Borges también creció en Facebook. Miles de usuarios cambiaron su foto de perfil por la del escritor mientras que un falso perfil de Borges recibió cientos de felicitaciones.
En las redes sociales muchos recordaron que hace 10 días María Kodama dijo en un Congreso en Santander que Borges jamás habría utilizado nuevas tecnologías – por los mensajes de texto y las redes sociales – porque deforman el lenguaje. Esas tecnologías, ayer lo homenajearon como nunca.
Fuente : Revista Ñ
Guido Carelli Lynch
Jueves 25 de agosto de 2011
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/borges-twitter-redes-sociales_0_542345964.html
Video : Fuente Google
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Inspirado en 'El jardín de los senderos que se bifurcan' El laberinto de Borges está en Venecia
El laberinto realizado para homenajear a Borges.
Fondazione San Giorgio.
Borges amaba Venecia. Con su enmarañado de canales y su presencia casi onírica la ciudad italiana ejercía sobre él una enorme fascinación. Al fin y al cabo el escritor argentino era un apasionado de los laberintos, y Venecia constituye un laberinto en si misma. "Llegó a pensar incluso en establecerse a vivir en esta ciudad", señaló su viuda, Maria Kodoma.
Ahora, cuando se cumplen 25 años de la muerte de Borges, la Serenissima rinde homenaje a Borges inaugurando en su honor en una de sus islas, la de San Giorgio Maggiore, un gigantesco jardín-laberinto formado por 3.200 plantas y en el que hay que recorrer al menos 1,2 kilómetros para lograr salir. Se trata del segundo más grande del mundo, después del que en 2003 fue levantado en Los Alamos, en Argentina.
Este nuevo laberinto borgiano, inspirado en su famoso relato 'El jardín de los senderos que se bifurcan', fue concebido en los años 80 por el arquitecto inglés Randoll Coate y, visto desde arriba, representa un libro abierto con el nombre de Borges escrito sobre él en sentido normal y al contrario (como en un juego de espejos) e integrando algunos de los símbolos preferidos del escritor: un bastón, un reloj de arena, un tigre, un signo de interrogación...
En total, este jardín laberíntico ocupa una superficie de 2.300 metros cuadrados y para realizarlo se han utilizado 3 kilómetros lineares de plantas, cortadas a una altura de 75 centímetros para evitar amplificar el efecto claustrofóbico. Para conseguir salir de él se tarda una media hora, siguiendo las indicaciones que muestran las dos vías de escape existentes: una de 1,2 kilómetros y la otra de 1,5.
Y aún falta añadir un pasamanos en alabastro en el que estará grabado, en braille, el relato 'El jardín de los senderos que se bifurcan', y que permitirá a quien sea ciego (como lo era Borges) encontrar sin dificultad la salida de esa espiral vegetal. "El objetivo, por supuesto, es salir. Pero yo en el laberinto prefiero perderme", destacó Maria Kodama en la inauguración de esta obra.
Fuente : El Mundo – España
Irene Hernández Velasco
15/06/2011
Video : Fondazione San Giorgio.- Venecia
La televisión Anuncia la muerte de Borges 1986 :
La televisión argentina anuncia la muerte de Jorge Luis Borges en 1986
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Borges, maestro de las máscaras y la ficción verosímil: Gabriel Linares
Jorge Luis Borges es el maestro de las máscaras y de la ficción verosímil. En su literatura fue capaz de crear personajes, imponerles un nombre y luego renombrarlos y controlarlos. Esa idea priva en su poesía y su narrativa, a partir de “monólogos dramáticos” para retomar la tradición de la literatura inglesa. Así lo detalla el libro Un juego con espejos que se desplazan. Jorge Luis Borges y el monólogo dramático, publicado por Gabriel Linares, experto en la obra del autor argentino.
Editado por El Colegio de México (Colmex), este volumen es la primera exploración en la crítica literaria hispanoamericana, donde analiza las formas de representar “del otro”, a partir de cuarenta textos poéticos. En entrevista, Gabriel Linares señala que Borges volcó sobre su literatura las caretas de personajes como Ulises, Lucrecio, Macbeth, Caliban y Joseph Cartaphilus, entre otros, para demostrar que es posible escribir poesía y narrativa sin que el autor esté presente.
Para Linares, el cuento de El inmortal es una metáfora de la relación entre Borges y los monólogos dramáticos. En éste, asegura, el argentino narra la vida indefinida de un personaje que ha vivido todas las experiencias y se convierte en todos los hombres.
“Este cuento no es más que una metáfora del trabajo que hace Borges con los monólogos dramáticos, los cuales le permiten explorar otras identidades, así como la fragilidad y la naturaleza líquida de cualquier identidad”, tal como lo señala José Gorostiza en Muerte sin fin.
DISTANCIAS. Para el investigador y profesor de Literatura Inglesa de la UNAM, Borges decidió distanciarse de sí mismo para explorar su literatura, y aunque parece haber una gran presencia de él en sus cuentos y su poesía, sólo se trata de un juego y una pretensión como se puede revisar en el relato El otro Borges, donde el personaje se bifurca, sin dejar de ser una máscara.
Además, refiere que la relación de Borges con “el Golem” es compleja y enigmática. “Borges constantemente crea varios golem, pero no de tierra, sino de palabras. De algún modo Sherlock Holmes es golem de Arthur Conan Doyle, Alicia lo es de Lewis Carroll, el Quijote lo es de Cervantes. Sin embargo, llega un momento en que éstos cobran vida, se vuelve imposible matarlos.
“Los monólogos dramáticos de Borges son ejercicios de creación de golem, que se centran en su proceso de creación y destrucción porque no sólo le importa crear el personaje, sino mostrar cómo lo ha creado y cómo lo ha desarmado”.
Fuente : La Crónica de Hoy
Juan Carlos Talavera
2 de septiembre de 2011
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