sábado, 30 de enero de 2021

Tema del traidor y del héroe. Jorge Luis Borges.

René Ruiz

No soy uno de los deslumbrados por J. L. Borges. No me cambió la vida leerlo. Sin embargo, puedo decir con total franqueza que la mayoría (no todos) de los cuentos de su libro ficciones me parecen excepcionales y entre ellos, “Tema del traidor y del héroe” es el mejor. En este cuento, Borges no solo desdibuja la línea divisoria entre la realidad y la ficción, sino que mezcla los dos conceptos, los conjuga. Todo lo que sucede en la realidad es plausible de ser un relato o una invención mágica.

Hay una serie de dobleces y vueltas de tuerca infinitas como dice Borges en el cuento: “Una secreta forma del tiempo, un dibujo de líneas que se repiten”.

En el ciclo de clases abiertas “Borges por Piglia”, emitido por la Televisión Pública, Ricardo Piglia cita con sus palabras una frase de Macedonio Fernández que es útil para explicar la relación entre realidad y ficción:

“El problema no es como la realidad está en la ficción, que es lo que siempre se busca, cómo la novela representa la época, sino ve cómo está la ficción en la realidad”.

En “Tema del traidor y del héroe” lo fantástico no irrumpe repentinamente dentro de la historia. Sino que lo fantástico está dado por el hecho de que todo lo relatado era una ficción, aunque quien creó esta ficción no lo haya realizado a través de la magia.

Más importante que la traición de una sola persona era el destino de todo un país. Fergus Kilpatrick, nacido en Irlanda, capitán de conspiradores, héroe de una revolución que nunca llegó a ver realizada, era en realidad un traidor. Pero la rebelión necesitaba un héroe, un personaje emblemático.

En el cuento “Deutsches Requiem”, Borges escribe:

“Morir por una religión es más simple que vivirla con plenitud; batallar en Éfeso contra las fieras es menos duro (miles de mártires oscuros lo hicieron) que ser Pablo, siervo de Jesucristo; un acto es menos que todas las horas de un hombre. La batalla y la gloria son facilidades, más ardua que la empresa de Napoleón fue la de Raskolnikov”.

Kilpatrick, al tener que firmar su propia sentencia de muerte opera de esta manera. Todo en su vida fue una sucesión de traiciones, pero decidió que al menos su muerte propiciara la rebelión. Ese acto no lo redime, ni tampoco lo vuelve heroico ante quienes conocen como acontecieron realmente los hechos.

Es un solo acto contra la vida entera de otras personas puestas en favor de sus ideales. Es allí, entiendo, donde se mueve la supuesta incoherencia del título del cuento, ese oxímoron: quien fue recordado por los libros de historia como un héroe, era un traidor, pero el traidor tuvo, ante su muerte, el heroísmo de lograr que su fallecimiento propicie la rebelión para beneficio de su pueblo.

La muerte de Kilpatrick se vuelve una ficción, una escena de teatro montada para producir que el fin de su vida sea recordado como un suceso épico. Cómo toda ficción, tiene intención estética. Los hechos adquieren reminiscencias históricas al encontrarse similitudes con la muerte de Julio César o la de Abraham Lincoln. Esto siembra la duda: ¿La muerte del conspirador irlandés es un hecho sobre natural?

Con el correr de la historia se van encontrando indicios no solo de las similitudes con otros hechos históricos, sino con obras literarias. Entonces surge en el cuento la siguiente afirmación:

“Ciertas palabras de un mendigo que conversó con Fergus Kilpatrick en día de su muerte, fueron prefiguradas por Shakespeare, en la tragedia de Macbeth. Que la historia hubiera copiado a la historia ya era suficientemente pasmoso; que la historia copie a la literatura es inconcebible.”

El misterio se resuelve cuando se informa que James Alexander Nolan, el más antiguo de los compañeros de Kilpatrick, urgido por el tiempo tuvo que plagiar a Shakespeare. Nolan logra su cometido y la ficción se vuelve realidad. Sin embargo, deja algunos cabos sueltos con la intención de que con el transcurso de los años se pueda alcanzar la verdad. El cuento, entonces, se encuadra dentro del llamado fantástico extraño.

La historia se resuelve cuando Ryan, el bisnieto de Fergus Kilpatrick, se dedica a escribir una biografía del héroe a cien años de su muerte. La situación en que el narrador, que no es Ryan, toma contacto con la historia es confusa. En ningún momento es especificado quien es la persona que narra y cuál es el motivo por el que le faltan pormenores, rectificaciones, ajustes y hay zonas de la historia que no le fueron reveladas aún. Deja en claro que el nombre de Fergus Kilpatrick ilustra versos de Robert Browning y de Víctor Hugo y que en un lugar de Irlanda hay una estatua en su honor, pero sin embargo antes informa que la elección del lugar y del año son elegidos por simple necesidad de lograr una narración más cómoda. El primer párrafo del cuento termina con una frase que acentúa la confusión: “Hoy, 3 de enero de 1944, la vislumbro así.” 

Entiendo que de esta manera Borges lleva al extremo su intención de demostrar que todo es una ilusión ficticia. La idea de la capacidad del engaño para influir en la historia, de la invención fingida de los acontecimientos pasados alcanza plenitud en ese punto. Al fin y al cabo, el cuento mismo se trata de una ficción con aires de realidad construida por Jorge Luis Borges.

 

Fuente: Revista Marfil

https://revistamarfil.com/2020/04/23/tema-del-traidor-y-del-heroe-j-l-borges-analisis/

 

 

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