viernes, 1 de abril de 2011
UN HOMENAJE A DELEUZE, LEVI STRAUSS Y BORGES
El antropólogo brasileño Eduardo Viveiros de Castro decidió en "Metafísicas caníbales. Líneas de Antropología postestructural" rendir un homenaje a Gilles Deleuze y a Claude-Lévi Strauss y también a Jorge Luis Borges.
El libro, publicado por Katz Editores, impugna la vertiente etnocéntrica de la antropología colonial para centrarse en un costado menos explorado: el de una ciencia que "nos devuelve de nosotros mismos (occidentales) una imagen en la que no nos reconocemos".
"Metafísicas..." carga las tintas contra la idea de que la antropología "no puede ser otra cosa que un teatro perverso en el que el `otro` siempre es `representado` o `inventado` de acuerdo con los sórdidos intereses" de los países centrales.
Según Viveiros de Castro, es imposible camuflar "el paternalismo complaciente de esa tesis, que transfigura a esos autodeclarados otros en ficciones de la imaginación occidental".
En ese punto, Deleuze con el concepto de devenir (o metamorfosis) y Borges, como autor de una enciclopedia de seres imaginarios, operan como claves de una nueva interpretación, postestructural, claro que después del estructuralismo de Lévi-Strauss.
El autor de este libro intenta quitarle el exotismo del que se ve imbuido el indígena, al mismo tiempo que trata de realizar el mismo procedimiento con el antropólogo, convertido por la sociedad del espectáculo en una suerte de Indiana Jones del conocimiento.
Frente al anacronismo cognitivo según el cual la llegada de la razón universal ilumina las tinieblas de la barbarie, el investigador brasileño, propone como práctica "un arte de las distancias (...) alejada de los recovecos irónicos del alma occidental".
En sus propias palabras: que la antropología sea una versión "de las prácticas de conocimiento indígenas", ubicadas "en una estricta continuidad estructural con las pragmáticas intelectuales de los colectivos que históricamente han sido menospreciados".
¿Y cómo juegan Deleuze y Guattari en este diagrama? Los autores de "El Antiedipo" son usados en el libro como caja de herramientas teórica. En el caso de Viveiros de Castro se trata de construir un `Antinarciso`.
Si la antropología clásica (exceptuando al "pensamiento salvaje" teorizado por Lévi-Strauss) se arma según la oposición nosotros-otros, el `antinarcisista` pensará a contracorriente, incluyendo en su práctica científica a esos otros excluidos.
Para semejante propuesta, el investigador adopta el concepto de `perspectivismo amerindio`, e incluso uno más extremo: el multinaturalismo.
Para el caso, los juegos de lenguaje de Ludwig Wittgenstein, ya que el pensador austriaco pensaba que las culturas se definen por sus universos de discurso, y que a su interior algunas conductas valen más o menos.
Si esta consideración se distancia del universalismo, no equivale, con todo, a una ausencia de normas. Pero las normas las define el lenguaje, de extrema flexibilidad.
No es casualidad que esa concepción del lenguaje sea similar a la de Don Juan, el brujo que desequilibra las académicas nociones que arrastra Carlos Castaneda, el antropólogo de "ficción" que la academia insiste en negar, como si la verdad o falsedad de una teoría fueran valores intrínsecos a "todas" las culturas.
Finalmente, el devenir animal, hombre, mujer, vegetal, mineral o lo que sea, es un operador por medio del cual Deleuze aligera el etnocentrismo que entiende al cuerpo, o al individuo como unidad cuando en rigor es -según el autor- una multiplicidad.
Fuente : Terra Argentina
01 de abril de 2011
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