June 29,
2010
New York Times recién publicó un ensayo por la escritora
canadiense Rivka Galchen, en donde ésta ofrece un comentario sobre el ensayo
“La ficción literaria”, una pieza juvenil de Jorge Luis Borges, publicada por
allá por 1928. El ensayo es parte de la antología On Writing, recientemente
publicada por la casa editorial Penguin Classic bajo la dirección editorial de
Suzanne Jill Levine.
En su ensayo, Galchen explora el tema de las influencias,
particularmente en cuanto a la práctica de la escritura y, por otro lado, en
relación al motivo, muy presente en Borges, del “ideal platónico del escritor” y
de su culto. Galchen se concentra, como se dijo antes, en el ensayo “Literary
Pleasure”, que Borges publicó originalmente en español (en 1928) como “La
fruición literaria” (en inglés, ver también The Total Library: Non-fiction,
1922-1986; en español ver El idioma de los argentinos).
Otro tema que Galchen explora en su ensayo es la influencia
del escritor de aventuras escocés, Robert Louis Stevenson, sobre Borges. La
misma ha sido bien documentada ya (por ejemplo, por Daniel Balderston en su
libro El precursor velado: R. L. Stevenson en la obra de Borges), así que en
esto Galchen no ofrece nada nuevo, fuera de su mención de la novela de
Stevenson The Wrecker, que tampoco es nuevo como puede verse en el trabajo del
mismo Balderston citado antes.
En fin, me interesa resaltar una cosa. Galchen menciona que
Borges, en su prólogo a la antología El jardín de senderos que se bifurcan
(parte de la colección Ficciones), explica sus razones para no escribir novelas
del siguiente modo (aquí ofrezco la versión original de la cita en español):
Desvarío laborioso
y empobrecedor el de componer vastos libros… Mejor procedimiento es simular que
esos libros ya existen y ofrecer un resumen, un comentario.
Esta cita y la mención a la obra de Stevenson (cuyo tema
ella resume con la frase “the hyperbolized material world measures up to the
outsize passions of the heart”), le sirven a Galchen para desarrollar lo que es
su motivo más interesante: la manera como el culto a la lectura conjura, en
Borges, el deseo de inventar el libro que su corazón “desperately wishes to
respond”. Galchen cita, por ejemplo, el cuento “Pierre Menard, autor del
Quijote” (está en Ficciones).
Como se recordará, Pierre Menard es un escritor que quiere
componer el Quijote, “no otro Quijote“, aclara, “sino el Quijote“. Su deseo no
es copiar la obra del castellano sino, usando la palabra de Galchen,
“conjurarla”. En otras palabras, Menard quiere crear una obra que produzca en
el lector una experiencia idéntica a la que produjo la obra original en el
lector del siglo XVII, pero trasladada al siglo XX. Si reiteramos, lo que
Menard quiere hacer es “conjurar” la grandeza de la obra del castellano pero
sin repetirla y, más importante aún, sin pretender ser otro Cervantes, sino
seguir siendo él mismo, es decir, Pierre Menard. [PD: por cierto, recuérdese
que la novela de Bolaño, Estrella distante, comienza conjurando al fantasma de
Pierre Menard. Bolaño practicó también eso que podríamos llamar la poética
borgesiana o la aproximación borgesiana a la literatura: que no es otra cosa
que, como dice Borges, inventarse los libros para luego resumirlos,
comentarlos.]
Galchen ve en esta insistencia de Borges por inventar libros
a los que él “desperately wishes to respond”, la consecuencia inevitable de su
convicción de que “book’s characters are only a string of words”. Ahora bien,
¿y qué tienen que ver los “strings of words” con los conjuros? Bueno la
relación es evidente sólo si entendemos la pasión de Borges por la cábala y por
el esoterismo. Como sabemos, evidencia de esta pasión abunda en muchas de las
historias de Borges, así como en algunos de sus poemas. Por ejemplo, uno de sus
cuentos mas famosos, “El aleph“, está inspirado en un tema cabalístico, al
igual que su poema “El Golem”, que es parte de la colección El otro, el mismo.
Como sabemos (sobre el particular ver el excelente libro de
Saúl Sosnowski Borges y la cábala. La búsqueda del verbo), Borges sentía una
fascinación casi enfermiza por la cábala, sobre la que aprendió en una serie de
encuentros con Gershom Scholem, el filólogo y estudioso de la cábala israelí
quien, además, fue también amigo y una gran influencia en el crítico alemán
Walter Benjamin. De ese interés por la cábala es que le viene a Borges eso que
Galchen caracteriza como una convicción por ver los personajes de un libro como
“string of words” y la lectura/escritura como una forma de “conjuro”. Y ello
porque para el cabalista – ver el libro de Scholem On The Kabbalah and Its Symbolism,
que fue uno de los usados por Borges – el mundo no es sino una emanación (i.e.,
algo que emerge después de conjurarse) de un “string” de cuatro letras: el
tetragrámaton hebreo: YHWH (יְהֹוָה).
Fuente : Samuel
Sotillo's The Invisible Friend
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