sábado, 25 de diciembre de 2010
Borges y los Beatles - Museo Beatles en Buenos Aires
Borges decia que "le gustaban los Beatles porque ese tipo de música tenía enorme fuerza, terrible pero vital".
Así lo afirmó María Kodama, última esposa del celebre escritor Argentino, en una conferencia que dió en Paris. Jorge Luis Borges escuchaba a Pink Floyd, los Beatles y los Stones; aborrecía a Beethoven y a Gardel; tenía pasión por la comida japonesa y dejó de tomar vino cuando un amigo de su padre vaticinó que se volvería un "borracho perdido". Así lo reveló su viuda María Kodama en París, donde se exponen 130 fotos de los viajes personales del genial escritor por el mundo. La noticia fue difundida por la agencia Télam.
"Él decía que era sordo musical porque tenía sólo oído para la música de la palabra. Decía que Beethoven no le gustaba, lo que producía horror en la gente entendida; y creía que Gardel había arruinado el tango porque lo había hecho sentimental y llorón", recordó Kodama en una entrevista que concedió a BBC Mundo en París, donde se exhibe la muestra "El Atlas de Borges".
Borges - Lenon
"Pero le gustaban Brahms, Bach, la música antigua, medieval, la música folklórica, la milonga y los tangos de la 'guardia vieja', como los llamaba, porque eran como milongas: tenían letras divertidas, en doble sentido", repasó Kodama.
Le gustaba ese tipo de música porque decía que tenía enorme fuerza, terrible pero vital". Los Rolling Stones y los Beatles "le encantaban por su fuerza increíble".
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El primer museo de los Beatles en Latinoamérica está en Buenos Aires
Reúne una amplia variedad de objetos, desde autógrafos y cheques firmados por los cuatro de Liverpool a un ladrillo del pub The Cavern y preservativos con la imagen de John y Yoko. Se abrió, además, la sala John Lennon.
No todo lo que orbita alrededor del cuarteto musical más famoso de Liverpool está tan lejos de Buenos Aires. Rodolfo Vázquez es argentino y es el coleccionista de objetos de los Beatles más importante del mundo. Por eso mismo, en 2001 ingresó al Libro Guiness de los récords. En la actualidad acumula más de 8500 ítems, dentro de un catálogo donde se mezclan figuritas, fotos, discos, piezas de vestuario, videos, juegos de mesa y objetos tan exóticos como cheques firmados por los famosos músicos o una caja de preservativos con la imagen de John Lennon y Yoko Ono. El miércoles, con música alusiva en vivo en el complejo teatral Paseo La Plaza, el infatigable coleccionista hizo realidad dos nuevos sueños: transformar su tesoro privado en el primer museo dedicado a los Beatles en América Latina y también inaugurar la sala de teatro John Lennon.
“Este es el único museo sobre los Beatles cuyo catálogo pertenece a un coleccionista privado. Es realmente el único en el mundo después del The Beatles Story en Liverpool”, cuenta Vázquez, seguro de que su pasión lo mantiene “vivo y activo porque siempre hay algo nuevo para agregar”. Hasta la inauguración de este nuevo espacio, que estará abierto al público desde el próximo 3 de enero con una entrada de 10 pesos, su colección de objetos sólo había hecho algunas giras para exhibiciones en el interior del país. Construido junto al Cavern Club Buenos Aires, que recrea la atmósfera del mítico pub The Cavern de Liverpool donde John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr comenzaron su carrera en Inglaterra –y con el cual desde hace una década se celebra anualmente en Buenos Aires la “Semana Beatle de Latinoamérica”, que este año atrajo a más de 3000 visitantes–, el nuevo museo porteño apuesta a atraer la atención de los fans más veteranos de los Beatles y la curiosidad renovada de nuevas generaciones.
En el interior del Paseo La Plaza, en plena avenida Corrientes y al alcance tanto de paseantes locales como de turistas, el único museo sobre Los Beatles a este lado del océano Atlántico es de por sí una propuesta original. La oportunidad para su inauguración no podía ser mejor: este año no sólo Paul McCartney pasó con su última gira por Buenos Aires, reavivando la clásica beatlemanía, sino que además se cumplieron 40 años desde la separación del grupo, 70 desde el nacimiento de John Lennon y 30 desde su asesinato en Nueva York. Una conjugación que hizo de 2010 el “año beatle” en el mundo. “Sé que hay más gente de la que uno cree que ama a los Beatles; y si no es un fan, seguro que al menos le gustan. A Paul lo fueron a ver más de 90 mil personas en Buenos Aires y muchas otras se quedaron con las ganas. Visitar el museo vale la pena: van a ver cosas que difícilmente puedan ver en otro lado. Las nuevas generaciones se van a sorprender”, dice Vázquez.
Entre sus tesoros hay piezas capaces de impresionar incluso a quienes mejor conozcan la historia de la banda. Por supuesto, los autógrafos de puño y letra de cualquiera de los Beatles a la vista tienen un poder magnético único. Pero no faltan otros objetos maravillosos, cargados con buena parte de la energía de su historia. Entre ellos, un pedazo del escenario del Star Club de Hamburgo, Alemania, donde la banda tocó antes de alcanzar la fama mundial; una baldosa del antiguo orfanato Strawberry Fields, que sirvió de inspiración para una de las canciones legendarias del conjunto, y hasta un ladrillo del pub The Cavern original. “Lo que más me costó conseguir es la baldosa de Strawberry Fields; y el más caro, no lo sé, hay colecciones de figuritas que cuestan mucho dinero, algunos discos también, autógrafos, cheques firmados por Harrison o Ringo…”, cuenta Vázquez, que desde su niñez “comenzó a juntar cosas, algo muy distinto a ser coleccionista”, aclara, rodeado de los cofres de madera desde los que hace semanas desembala con sumo cuidado la exhibición. Cada uno de esos baúles luce un mismo rótulo orgulloso: “Rodolfo R. Vázquez’s Beatle Collection”.
“Es bastante difícil para un coleccionista elegir un objeto determinado”, dice cuando se le pregunta por un ítem favorito. “Cada pieza vale lo mismo más allá de su valor monetario. Pero amo un autógrafo de Lennon que compré luego de su muerte. Fue lo que me decidió a empezar”, recuerda. Para quienes necesiten tener una idea del valor monetario de la colección para acercarse a la exhibición, hay algunas coordenadas del propio mercado. Un buen autógrafo de McCartney o Ringo, por ejemplo, puede cotizarse en alrededor de 3000 dólares, mientras que los de Harrison o Lennon varían entre los 4500 o 5000 dólares. Vázquez, sin embargo, aclara que sólo estaría dispuesto a vender piezas de su colección si se tratara de ítems ya repetidos o que pudiera volver a recuperar.
Pero los cuatro de Liverpool no hicieron de Rodolfo Vázquez un coleccionista infatigable, sino también un escritor y dramaturgo premiado. Sobre el Museo Beatle y con una capacidad para 70 espectadores, se emplaza la sala John Lennon. A partir del 7 de enero, con funciones nocturnas los viernes y sábados y entradas que rondarán los 70 pesos, se estrenará Diamantes en el paraíso. Una pieza escrita por el propio ganador del Guiness –a punto también de publicar un libro sobre el coleccionismo y otro sobre la bibliografía existente de los Beatles–, que narra a través de diálogos y números musicales, el encuentro imaginario de Lennon y Harrison en el cielo.
Con las actuaciones de Yumi Miyagi, Cristian Centurión y Federico Rimau, la propuesta de Diamantes en el paraíso es recrear anécdotas e historias íntimas alrededor de la trayectoria musical de los Beatles, pero también colocar en tensión cuestiones filosóficas diversas, que alcancen a un público multigeneracional y contemporáneo, no necesariamente conocedor de la vida de los Beatles. Entre esos temas, tal vez el más interesante es el eclipse de los proyectos políticos pacifistas colectivos (encarnados en la militancia de Lennon en los años setenta) y el triunfo del espiritualismo individualista (encarnado en Harrison y su acercamiento a la filosofía hinduista). “La obra ya se presentó en Mar del Plata en 2002 y ganó el premio Estrella de Mar. Hace ya dos meses que ensayamos para esta reposición”, explica el director y responsable de la puesta en escena, Gabriel Gestal, experimentado maestro de práctica vocal en la escuela de comedia musical de Julio Bocca y Ricky Pashkus. “Es una apuesta valiosa que en el contexto actual del teatro se abran nuevas salas. Atraer gente es un desafío y la producción musical y escenográfica detrás de esta obra aspira a lograr ese desafío”, asegura Gestal, encargado además de los arreglos vocales de las canciones de los Beatles, que en la obra se presentan en castellano. Una forma más para que la banda que cambió la historia de la música desde Liverpool pueda sentirse mucho más cerca de Buenos Aires.
Fuente : Tiempo Argentino
Nicolás Mavrakis
24 - 12 - 2010
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