sábado, 28 de mayo de 2011
Borges: Un laberinto, clave de su obra, conmemora al escritor en Venecia
Se inaugurará el 14 de junio, cuando se cumplan 25 años de la muerte del autor.
La vida en este mundo es como el laberinto, porque nunca sabemos dónde nuestra vida irá”. Aunque ya no vendrá con la vida, el 14 de junio, al cumplirse 25 años de la muerte de Jorge Luis Borges en Ginebra, el escritor tendrá su laberinto en Venecia.
Será un acontecimiento cultural mundial, por el escenario elegido –la Fundación Cini en la isla de San Giorgio, que es con la Bienal el otro gran faro de la cultura cosmopolita de Venecia–, y por la calidad del evento que están preparando en el claustro-jardín que fuera el huerto medicinal de los monjes benedictinos, habitantes de la isla desde hace mil años. Y cinco premios Nobel estarán presentes.
Borges usa el símbolo del laberinto para enseñarnos el universo completo y confundido, decirnos que no podremos escaparnos del laberinto que rige nuestras vidas, como escribió en “El Etnógrafo”: “Este es el laberinto de Creta. Este es el laberinto de Creta cuyo centro fue el Minotauro que Dante imaginó como un toro con cabeza de hombre y en cuya red de piedra se perdieron tantas generaciones, como María Kodama y yo nos perdimos”.
María Kodama, la viuda de Borges, custodia de su patrimonio literario y su figura, leerá “El poema de los dones” en el evento inaugural del laberinto borgiano, que Clarín visitó esta semana entre una nube de operarios y técnicos que están terminando de construirlo.
Los vericuetos de su realización también son laberínticos. El jardín fue diseñado por el arquitecto Randoll Coate, quién lo donó a María Kodama Borges, presidente de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. María Kodama, a su vez, cedió el derecho de construir el Jardín en la isla de San Giorgio a la Fundación Giorgio Cini.
Amigo de Borges, el inglés Randoll Coate, muerto a los 96 años hace cinco, vio realizado en 2003 su proyecto en la Argentina, en la estancia “Las Acacias” de San Rafael, Mendoza, y ese laberinto será iluminado el 14, simultáneamente con su par de Venecia.
María Kodama quiso realizar este proyecto frente a la Biblioteca Nacional en Buenos Aires, pero no fue posible y nadie lo ha explicado. Laberintos burocráticos mezclados con rencores profundos, tal vez. Lamentable.
Pero Kodama encontró en Venecia el apoyo y la gestión entusiasta de otro argentino, Pedro Memelsdorff, director del departamento de Música Antigua de la Fundación Cini. Y también el respaldo indispensable del director Pasquale Gagliardo, quien realizó grandes esfuerzos para concretar esta obra. El laberinto de Borges, forma un tercer claustro junto al del arquitecto Palladio, cuyo genio está presente en varias obras en la isla, y un magnífico Claustro de los Cipreses. El tercer claustro forma un recorrido que da una idea de bifurcación. “San Giorgio se vuelve una metáfora del laberinto”, explicó incansable Pedro Memelsdorff, que además de organizar y dirigir un seminario sobre música antigua de Chipre, sigue discretamente los trabajos. Frente al jardín de miles de plantas siemprevivas de Boj que forman el laberinto inspirado en “El jardín de senderos que se bifurcan”, hay una pequeña sala que fue en el pasado una capilla y que los mismos obreros que van y vienen todo el día bautizaron “la sala Borges”.
Y así se llama para siempre. Frente al jardín está el largo frente de la biblioteca palladiana de “La manica lunga” (La manga larga), que actualmente es la biblioteca que contiene la mayor sabiduría en libros y obras del arte véneto.
Memelsdorf destacó que el evento inaugural incluirá un coro de monjes venidos de Francia, que cantarán todos juntos pero por separado hasta que quedará uno solo “y que será un contraste armónico con el agnosticismo borgeano”. Se escuchará la voz del escritor que lee “El laberinto” y un quinteto musical ejecutará una obra homónima compuesta para la ocasión por el maestro Julio Viera.
El objetivo del proyecto es “realizar un espacio pleno de significados espirituales para acercar al público al mundo de Borges”. Se organizarán conferencias, seminarios y muestras de arte que exaltarán el imaginario borgeano.
En el laberinto, el nombre Borges está duplicado como en un espejo (que el escritor odiaba), con las “O” convertidas en relojes de arena y las “S” en signos de interrogación”. “Lo que parece igual es diferente: el laberinto favorece la necesidad que tenemos de perdernos para encontrarnos, ver cosas nuevas. Reflexionar. En el fondo, el laberinto es la biografía de Borges”, concluye Pedro.
Fuente : Clarín
Julio Algañaraz
28/05/11
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