El escritor argentino dijo pocos años antes de morir que su
poeta favorito era el boliviano Ramiro Tamayo, un desconocido incluso en su
propio país natal. Borges le leyó su poema predilecto de este autor al escritor
y periodista argentino Albino Gómez.
Por:
Martín Zelaya Sánchez
Una noche de jueves,
tras largas horas hablando de libros y música junto a una botella de Fernet que
se resistía a ceder, mi buen amigo, el bardo tarijeño Marco Montellano, me
lanzó sin medias tintas: "¿Sabías que el poeta favorito de Borges era un
boliviano?"
Y me habló entonces de Ramiro Tamayo, "que nada tiene
que ver con Franz Tamayo, y que casi nadie conoce, pues ni siquiera aparece en
los libros de historia de la literatura'".
Pasaron muchos meses, entre vueltas y olvidos, hasta que
terminé por fin de decidirme a rastrear la ligazón –escasa, modesta, pero
ligazón al fin– de Jorge Luis Borges con Bolivia, y escribir un artículo al
respecto.
Dijo el autor de Los conjurados, pocos meses antes de morir,
a un entrevistador boliviano: "Bueno, quiero contarle que una vez en una
librería encontré un libro sobre Borges –le encantaba hablar de sí mismo en
tercera persona–. Lo había escrito Marcial Tamayo (boliviano), al que después
conocí.' Mi memoria asocia Bolivia con Ricardo Jaimes Freyre, el poeta más
preciosista del modernismo; y luego tienen a Reynolds, y al mismo
Tamayo'".
¿Cuál Tamayo?, habrá que preguntarse. ¿Tal vez, por el
contexto, esta vez sí Franz Tamayo? ¿O Marcial?, ¿O su hermano menor, Ramiro,
un comunicador, cineasta e intelectual boliviano que creció y vivió gran parte
de su vida en Buenos Aires, y que escribió el poema que tanto fascinó a Borges?
En 2007 el poeta y crítico Juan Carlos Ramiro Quiroga posteó
en su blog el artículo "Borges a calzón quitado", en el que Albino
Gómez cuenta de la relación del mayor escritor argentino de la historia con los
Tamayo. Nadie le dio entonces mucha bolilla a ese texto, pese a su valía.
Cuenta Gómez: "Ramiro comenzó a destacarse por una tan
excelente producción poética que motivó un breve prólogo de Borges a lo que
constituyó su primer libro de poemas, donde el escritor se refería a sí mismo
como un "poeta crepuscular" –a pesar de que todavía no tenía 50 años–
llamando a Ramiro un "poeta del alba".
Más adelante, Gómez cuenta que Tamayo era tan perfeccionista
que retiró y devolvió el libro varias veces a la imprenta y al final nunca se
editó. Y comenta: "'con sus 18 años, Ramiro Tamayo era para su gusto (de
Borges) el mejor poeta de nuestra lengua. Y con esa memoria prodigiosa que
siempre lo caracterizó, a pesar de los más de 20 años transcurridos, recordó y
recitó uno de los poemas de Ramiro.
DUDAS. Pero ¿cómo es posible, entonces, que pocos hayan oído
hablar de los Tamayo y, sobre todo, que nadie o casi nadie en el país se haya
preocupado de un poeta que deslumbró ni más ni menos que al mismísimo Borges?
"Ten cuidado con que sea un poema apócrifo", me
advirtió Luis "Cachín" Antezana, autor del libro Álgebra y fuego:
lecturas de Borges.
Considerado como uno de los máximos eruditos borgeanos en el
país, tras leer el texto de Gómez, Antezana se limitó a comentar:
"No hay mucho que decir al respecto: los Tamayo fueron
amigos de Borges, efectivamente. Biográfica y bibliográficamente se sabe que el
único libro dedicado a su obra que Borges leyó fue el primero: el que
escribieron Adolfo Ruiz Díaz y Marcial Tamayo (Borges. Enigma y clave). Está
inclinado a discernir las fuentes clásicas (grecolatinas) en Borges; pero, en
el camino, tiene un excelente
análisis del cuento 'La muerte y la brújula'".
Similares dudas tiene Rodolfo Ortiz, director de la revista La Mariposa Mundial:
"Que yo sepa Borges elogió no sin cierta dosis de ironía el poema
'Peregrina paloma imaginaria', de Ricardo Jaimes Freyre'."
"Del tal Ramiro Tamayo –comenta– nada encontré en mi
gaveta y tengo serias dudas del texto que me mandaste no vaya a ser un apócrifo
más sobre el maestro".
Qué mejor entonces que recurrir a la fuente primaria.
"Deseo que quede bien en claro que el poema recitado por Borges pertenecía
a Ramiro Tamayo y estaba dedicado a una bella muchacha que cursaba la carrera
de abogacía, y fue publicado en la revista de poesía Latitud 34", sostiene
Gómez, escritor y diplomático argentino, amigo de Marcial y Ramiro, y que hace
pocos días tuvo la gentileza de contestar un cuestionario, luego de que la
magia de Google permitiera ubicarlo. Hasta aquí lo de los Tamayo.
EL LIBRO DE DANTE. Terminé de decidirme a escribir esta
nota, decía antes respecto al "caso Tamayo", pero en realidad una
idea primigenia había surgido mucho antes, a fines de los '90, cuando hallé en
un cajón de ofertas de una librería de Sopocachi un libro en el que Dante Escóbar
cuenta cómo Borges le mostró, una tarde de 1985 en su casa de la calle Maipú,
en pleno centro de Buenos Aires, un ejemplar de Índice de la poesía boliviana
contemporánea, de Juan Quirós.
Hábil, conociendo todos los obstáculos de la casa, se dirige
a una sección de la biblioteca y trae consigo un volumen azul. "Vea este
libro –le dice el escritor a Escóbar, sí, al mismo Dante Escóbar que años
después fue juzgado y condenado por un millonario fraude y que aún hoy está
preso en La Paz–:
me llegó en los últimos meses. Me lo han recomendado y tengo deseos de conocer
lo que se ha escrito en Bolivia en los últimos diez años”.
En otro momento de la extensa entrevista –publicada en un
extraño libro llamado Las obsesiones de Borges (Distal, 1989)– el autor de El
hacedor comenta: "Qué bueno que ustedes los bolivianos se acuerden aún de
Ricardo Jaimes Freyre sus leyes sobre la versificación son una obra
maestra".
Cuando, tras hablar de autores, libros, estilos, mitología,
religión, ontología, la charla gira en torno al periodismo y las entrevistas,
Borges, franco, admite que "son reprochables" porque el periodista
generalmente "asume el predestinado papel de interrogador fiscal".
No obstante, lo arregla pronto y dice: "Pero si me
piden un reportaje para un diario del interior o, en su caso, de Bolivia,
pienso que puedo ayudarlos y lo hago contento. No sé, me llama la atención su
país, donde hay gente que se interesa por lo mío y los artículos que usted
publicó sobre mí en La Nación."
Siempre quise escribir algo en torno a este pequeño texto
–son 120 páginas, pero la entrevista ocupa apenas 70; el resto, es una
arbitraria "antología poética" de Borges elaborada por el autor–,
pero recién hace un par de semanas lo reencontré, tras varios años olvidado, en
uno de los cajones de libros que yacen bajo los anaqueles de mi pobre
biblioteca que nunca termino de ordenar.
LO DE MENOS Y LO DEMÁS. Menciona Ortiz a Jaimes Freyre, que,
sin lugar a dudas, es la máxima referencia que Borges tenía sobre Bolivia, pues
incluso lo mencionaba como ejemplo y recitaba sus versos en varias conferencias
de su vejez.
Además de Jaimes Freyre (ver recuadro), los Tamayo y Dante
Escóbar, algunas breves "relaciones" del autor de El Aleph con
nuestro país se hallan en el diario de Adolfo Bioy Casares:
Un comentario desfavorable de Borges sobre una conversación
que tuvo en 1968 con la esposa del embajador boliviano en Argentina y un
proyecto de luna de miel en Bolivia, cuando Borges quiso casarse con María
Esther Vásquez.
Por lo demás, en el
prólogo a Un bárbaro en Asia, de Henri Michaux, traducido por él mismo, Borges
escribe: "Hacia 1935 conocí en Buenos Aires a Henri Michaux ('). Solía
asombrarnos con noticias tristísimas de Bolivia, donde había residido un
tiempo."
La última, que sólo hay que tomar como rumor, pues no hay
fuentes ni rastros. En plena guerra de las Malvinas, Borges habría declarado
que "Argentina e Inglaterra parecen dos pelados peleándose por un
peine" y que "las islas habría que regalárselas a Bolivia para que
tenga salida al mar". No consta a nadie, pero quién sabe. «
Ramiro Tamayo, el
gran poeta sin libro
Tratando de zanjar la polémica, y tras ubicar su correo
electrónico, le preguntamos a Albino Gómez: "Aparte de lo que cuenta en el
artículo, ¿recuerda algo más que Borges haya mencionado sobre su relación con
Marcial y Ramiro Tamayo?"
Debido a que no pocas veces se atribuyeron al maestro textos
y poemas apócrifos, y ante las pocas referencias de Ramiro Tamayo, en Bolivia
hay quienes sospechan que quizás el referido poema sea también un apócrifo.
¿Cómo puede Gómez ayudarnos a disipar esta duda? Resumimos, a continuación, la
extensa respuesta.
"Ramiro fue un gran poeta y es verdad que su
perfeccionismo le impidió editar ese libro (en el que iba a estar el poema que
sólo la memoria de Borges mantuvo vivo). Yo lo conocí en quinto año del Colegio
Nacional, cuando él llegó con su padre, don José Tamayo, su madre, su hermano
Marcial, que ya tenía 28 años, y Celicetta, su hermana de 20 años."
"Fuimos muy amigos durante años. Ingresamos juntos a la Facultad de Derecho que
pronto él abandonó porque no le interesaba. Lo malo es que también dejó la
poesía y eso fue una gran pérdida. Se dedicó al cine primero y con el entonces
periodista e incipiente escritor Tomás Eloy Martínez, luego famoso, hicieron un
filme sobre una leyenda norteña que tuvo muchos premios y creo que figura en
las buenas enciclopedias del cine." (…)
"Quien tuvo más continuada relación con Borges fue su
hermano Marcial. Porque los Tamayo, a pesar de que al caer Villarroel don José
dejó de ser embajador, siguieron viviendo en Buenos Aires."
"Y don José, ya viudo, llegó o pasó los 90 años y
recibió siempre la generosa ayuda de Marcial, que desarrolló una gran carrera y
publicó un extraordinario libro dedicado a su padre, que es una verdadera joya
literaria. El título es Demasiada luz, y lo publicó la editorial Proa, con
ilustraciones de la hermana de Borges, Norah."
"Yo seguí tratando más a Marcial que a Ramiro porque
coincidimos en Nueva York y en Washington, donde Marcial estuvo unos diez años
como representante del Secretario General de ONU ante la Casa Blanca."
"Así fue cómo en 1967 y 68 recibí a Borges en dos
oportunidades. En la segunda, cuando se quedó tres días, me dijo que la única
persona con la que le interesaba conversar en Washington era con Marcial."
"Cenaron en mi casa y charlaron hasta casi las tres de
la mañana. Borges estaba acompañado por su primera y reciente mujer, de la cual
se separó rápidamente."
"En fin, no quiero tomarle más tiempo, pero puede usted
afirmar con total seguridad que el poema recitado por Jorge Luis Borges
pertenecía a Ramiro Tamayo. La muchacha a quien fue dedicado, lo merecía."
Va, entonces (en cuadro adjunto), el poema que Borges le
recitó a Gómez en una entrevista citada en el artículo "Borges a calzón
quitado", que se puede hallar velozmente googleando.
Ricardo Jaimes Freyre
"En el caso especial de Jaimes Freyre –pregunta Dante
Escóbar avanzada la entrevista, en su libro Las obsesiones de Borges– ¿sentía
usted alguna influencia de su poesía?" "Quizás –responde el maestro–
muchas de mis primeras experiencias poéticas tienen influencia de Jaimes
Freyre; era un preciosista. En su poesía, y no lo digo porque usted sea
boliviano, la página es parte del lenguaje en la comunicación íntima
poeta-lector. En Darío también hay una comunicación íntima, como la hay en otro
gran poeta como lo es Verlaine."
"No me cabe duda de que en mi libro Fervor de Buenos
Aires hay versos con notable influencia de Jaimes Freyre y Lugones."
"Es realmente curioso, ¿no?, que Jaimes Freyre haya
sido más honrado, homenajeado aquí, en Argentina, y no en su propio país, con
lo que se confirma que el oficio de escritor es extraño: unos reciben muchos
elogios y premios, y otros son desestimados o rechazados por cuestiones
extraliterarias."
"… Recuerdo sus famosos versos –dice mucho después,
casi al final de la larga charla lograda en cuatro tardes consecutivas–
'Peregrina paloma imaginaria, que enardece los últimos amores; alma de luz, de
música y de flores, peregrina paloma legionaria." Cómo no hallar metáfora
en estos versos, y no importa el sentido intelectual de los versos; lo que
importa es que nos llegan… son versos preciosos."
El poema de Ramiro Tamayo
Tú que tienes los ojos como caminos de Dios. / Que los
tienes como atardeceres en los ventanales / de mi casa / (ahí, frente a los
árboles / que reciben el viento que llega desde el campo). / Tú que tienes los
ojos como un Domingo / como uno de esos días esperados desde la infancia. / Que
los tienes poblados de sueños / y de cuentos deslumbrantes. / Tú que miras con
esa lejanía /con que se miran las cosas supremas. / Tú que tienes esos ojos
dime: Qué es eso algo triste / que está andando por las calles? / Lo que nos
despierta –a veces en / medio del sueño / con grandes lágrimas. / Aquella
pesada hoja que cae / y se demora en la frente. / Dime despacio / el nombre del
niño de los pómulos violetas / que afronta una mudez aciaga. / Tú que tienes
los ojos poblados de cielos / que los tienes repletos de ansiedad. / Repite
esas palabras tenaces / –y tan débiles / que llenan las horas sin horas. /
Muchacha, repítelas.
Fuente : Tiempo Argentino
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