lunes, 23 de septiembre de 2019

Borges y una rola de los Doors



ALFREDO C. VILLEDA

Norman Thomas di Giovanni es uno de los más célebres traductores de Jorge Luis Borges al inglés y ha contado a V. S. Naipaul una anécdota extraordinaria. En algún momento de los cuatro años que llevaba entonces con esa labor, en 1969, llega a “Las ruinas circulares”, ese relato sobre una persona que sueña que solo existe en los sueños de otra, que busca a su vez al hombre perfecto, y comienza así: “Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche”.

Puede imaginarse cuánto se ha escrito sobre ese “unánime”, expone Di Giovanni, quien propuso a Borges dos traducciones, “circundante” y “envolvente”, antes de preguntarle: “¿Qué quiere decir realmente con noche unánime, Borges?”. La respuesta lo dejó pasmado: “Di Giovanni, es solo un ejemplo de la irresponsabilidad con la que escribía antes”.

A diferencia de casi todo experto en el argentino y de su legión de lectores, Naipaul aventura polémicos juicios sobre la obra de aquél. Dice por ejemplo en uno de los capítulos de El escritor y el mundo (Debate 2018), volumen de ensayos: “Lo irónico es que lo mejor de Borges no es ni misterioso ni difícil. Su poesía es accesible; una gran parte, incluso romántica”. Según el trinitario, “tiene alrededor de una docena de relatos memorables”. Y reincide: “Los rompecabezas y bromas de Borges pueden crear adicción, pero hay que reconocer lo que son; no siempre pueden resistir las interpretaciones metafísicas a las que se los somete. No obstante, hay mucho en ellos que atrae a la crítica erudita”.

Finalmente Di Giovanni usó para la traducción al inglés la palabra “envolvente”, pero a muchos eruditos, dice el exigente y quisquilloso Naipaul, Nobel de Literatura 2001, no les hizo ninguna gracia perder su noche unánime.

En otra dimensión cultural, ha pasado medio siglo desde que Robby Krieger escribió la canción “Touch Me”, primera de los Doors que, contra su voluntad, fue orquestada a propuesta del productor Paul A. Rotchild. Y aunque ya hizo las paces con los metales y cuerdas de aquel momento, hoy prefiere escucharla con la adaptación reciente, con un nuevo solo del propio guitarrista.

Cuenta a Rolling Stone que esa fue la única rola a la que Jim Morrison le puso peros, al título, pues originalmente venía como “Hit Me”, con la idea del juego del blackjack, y el Rey Lagarto temía que se le tomara literal, como dispárame o golpéame, por lo que ambos acordaron titularla “Touch me”. Encima de este disenso resuelto, sin embargo, Krieger se ríe de una estrofa de esa canción, “¿No ves que no tengo miedo?”, y se pregunta: “¿Miedo de qué? Ni siquiera sé lo que significa”. Y confiesa haber tomado de Joan Baez otra parte, que nadie conoce bien a bien a qué pieza pertenece, ni la propia cantante: “Ahora te amaré hasta que el cielo detenga la lluvia”.

Como es notorio con Borges y Krieger, hay juegos de palabras en sus expresiones culturales que acaso no tengan mayores pretensiones. “Cosas que escribe uno”, comentó alguna vez José Emilio Pacheco al fusilero a propósito de uno de sus versos mayores.

Fuente: Milenio

Jorge Luis Borges, frente al mar de Cartagena



 
GUSTAVO TATIS GUERRA

Jorge Luis Borges tenía 79 años y María Kodama 41 cuando se hospedaron en el séptimo piso del Hotel Capilla del Mar de Cartagena de Indias, el 19 de noviembre de 1978. La firma pequeña y nerviosa del genial escritor, cuyos 120 años de natalicio acaban de conmemorarse, reposa en el libro de huéspedes ilustres de ese hotel frente al mar de Bocagrande. Al mirar la letra del autor de El Aleph y Ficciones, me enmudece el milagro de la fugacidad: Borges, de saco y corbata, con un bastón, inclinado ante ese libro de pasta negra y letras blancas junto a María Kodama, ella con el cabello suelto hasta sus hombros. Borges le había prometido que vendrían a Cartagena, una ciudad que al escritor le había fascinado cuando la visitó por primera vez, en 1963. Le hablaba de la ciudad a María Kodama, del mar y de las murallas, y ella estaba ansiosa en Medellín por conocer Cartagena.

Al revisar el libro de huéspedes, descubrí que en otra habitación de ese mismo hotel se había hospedado Gabriel García Márquez el 12 de agosto de ese año.

Cartagena aún no acaba de salir de sus fiestas. Hacía una semana, con danzas y comparsas en sus calles y reinas de belleza en carrozas multicolores, celebraba 167 años de haberse independizado de España. Frente al balcón de la habitación de Borges, se veía el mar. Y María Kodama, su menuda y bella compañía, le nombraba casi en susurros los colores del paisaje. Los únicos que lograron entrevistar a Borges en su travesía por Medellín y Cartagena fueron los periodistas Jairo Osorio Gómez y Carlos Bueno Osorio, de Medellín, quienes viajaron con el poeta y estuvieron con él en las dos ciudades. La noche anterior lo habían llevado a la Casa Gardeliana. Tuvieron un privilegio inigualable porque además le hicieron las únicas fotos de Borges en Cartagena y Medellín, y de esa experiencia escribieron un libro que titularon Borges, memoria de un gesto. Yo estaba terminando mi bachillerato cuando Borges llegó a Cartagena. Curiosamente, dos años antes de ese acontecimiento, yo había cambiado un libro de cuentos de Borges por el único libro de cuentos de Juan Rulfo, a quien no había leído. Muy pronto, en circunstancias curiosas, encontré la foto de Borges que los periodistas habían hecho en Cartagena y la conservé durante tantos años, sin saber que había sido tomada en Cartagena en 1978. La enmarqué y la dejé en un lugar de la casa en donde la mirada de Borges parece contemplarnos a todos con ese destello profundo de ternura y sabiduría. Un día uno de mis hijos, muy niño, me preguntó quién era ese abuelito elegante que estaba en la foto, y le expliqué que se trataba de uno de los mejores escritores que ha nacido en este continente y uno de los más grandes de la historia de la literatura de todos los tiempos. Más tarde le expliqué con calma. Tal vez Borges es el que más alto voló y en una dirección distinta e inusitada, con una vocación de universo propio, convirtiendo la poesía, el cuento y el ensayo en formas supremas del arte y el pensamiento. Los cuatro tomos de su obra total me parecen una prodigiosa e inagotable aventura de la imaginación y la sensibilidad humana. A las siete de la noche de ese 19 de noviembre, tocaron a la puerta de la habitación de Borges y quien abrió la puerta luego de un largo silencio fue el mismo Borges, tocó las paredes de la habitación hasta adivinar el pomo de la puerta. María Kodama estaba en una habitación contigua a la de Borges. El 26 de abril de 1986 se casarían en Asunción, Paraguay. Así que los dos muchachos que tocaban la puerta eran los dos periodistas antioqueños de la noche anterior en Medellín. Y Borges los recibió con el júbilo de un abuelo feliz. María Kodama se impresionó cuando vio a los muchachos conversando con Borges. Allí estuvieron dos horas, hasta que llegó el historiador cartagenero Eduardo Lemaitre a saludar a Borges. Y la conversación de Lemaitre con Borges, qué curiosidad, fue García Márquez. Y Borges dijo dos cosas sabias y llenas de humor. Dijo que le habían leído cincuenta años de soledad y le había parecido una novela fenomenal. Al referirse al escritor, dijo que estaban en orillas distintas: él en la izquierda y él en la derecha, pero esperaba que en cien años ya nadie pensara en ser de izquierda o de derecha, sino en ser un habitante de este planeta, sin el sentido pernicioso de las fronteras y los países.


Borges despidió luego a Lemaitre hasta la recepción junto a María Kodama. Reinaba un inmenso silencio en los pasillos del hotel en la noche. Borges le dijo a los muchachos que se sabía de memoria el Nocturno de Silva y había leído la novela La vorágine, con la sensación de haber entrado en un laberinto de pesadilla. Sobre Vargas Vila dijo que era mejor olvidarlo. Al despertar le preguntó a María Kodama de qué color había amanecido el mar de Cartagena. Salieron a caminar por el malecón y las avenidas de Bocagrande. Borges le dijo a María Kodama que quería que ella viera las murallas. Y que en un instante, él pudiera tocar aquellos cubos de piedra donde España amuralló los tesoros ancestrales.

Los ojos vivaces de Borges no eran los de un ciego, sino los de un clarividente iluminado y enaltecido por la luz de Cartagena. Cada sílaba que pronunciaba era una música que acariciaba sus sentidos.

Epílogo

María Kodama le recordó la corbata para la foto con los muchachos, pero Borges prefirió salir así, cruzado de brazos, sereno y feliz, abotonado hasta el cuello. La cabellera plateada estaba sacudida con la brisa que venía del mar.

Fuente: El Universal  -  Mexico

Celebrarán el cincuentenario del eucaliptus de Borges en Casilda




 El ejemplar sigue en pie tras ser arrasado por una tormenta en enero de este año. Ya comenzaron las actividades evocativas del genio literario.

Por Gustavo Orellano

La viuda y administradora de la obra de Jorge Luis Borges, María Kodama, estará en Casilda el próximo 26 de este mes al cumplirse 50 años de la histórica visita que el escritor hizo a esa ciudad cabecera del departamento Caseros e inmortalizó con la plantación de un eucaliptus.

La presencia de Kodama para evocar la fecha se convertirá en una suerte de homenaje póstumo que tendrá como impronta emular la noble acción que protagonizó en 1969 el célebre literato y dejó impregnada en la memoria colectiva de los casildenses.

La mujer plantará un retoño del añejo ejemplar que aún se mantiene en pie en la Plaza de los Mástiles luego de ser replantado y apuntalado tras la feroz tormenta que lo derrumbó a principios de este año y cuyo episodio generó un fuerte impacto en la comunidad, como dio cuenta oportunamente LaCapital.

Otro árbol para Borges

La actividad organizada por el Club Rotario de Casilda se inscribe en el marco del proyecto denominado "Otro árbol para Borges" que también contempla a modo preliminar la realización de trabajos escolares vinculados al tema así como encuentros programados en el Teatro Dante con estudiantes de establecimientos secundarios.

Se trata de dos charlas de las cuales la primera se desarrolló ayer y la otra tendrá lugar la tarde del próximo martes (17 de septiembre) con la proyección de un video sobre Borges producido por canal Encuentro y el intercambio de miradas por parte de alumnos y profesores en torno a la figura del célebre autor de Ficciones, El Aleph, Siete noches y Fervor de Buenos Aires, entre otras obras.

"La respuesta de los alumnos para vincularse con la obra borgeana superó nuestras expectativas y quedó demostrada con la calidad de los trabajos realizados", indicó el presidente rotario de Casilda, Marcelo Cortés.

Para la jornada que tendrá como protagonista central a Kodama, quien será declarada visitante destacada, también se espera que esté presente el marplatense Alejandro Pose Mayayo, quien está escribiendo un libro sobre Borges.

"Es una forma de reeditar el homenaje que Rotary le brindó a Borges hace cinco décadas cuando honró a los casildenses con su visita a la ciudad, que dejó sentada para la eternidad al plantar un árbol junto al entonces intendente Avelino Lottici", indicó Cortés a este diario.

Esfuerzos por rescatarlo

Es tal la simbología y connotación que tiene para Casilda el eucaliptus de Borges, como se lo conoce popularmente, que las autoridades no dudaron en reponerlo pese a no tener garantías de recuperación cuando fue arrancado de cuajo por el violento vendaval del 24 de enero. Y también se tomó decisión de hacer retoños en la Escuela Agrotécnica General San Martín a fin de asegurar su decencia.

Aunque aún es una incógnita si los esfuerzos por evitar su final darán resultado, al menos sigue firme con tensores de sostén que lo ayudan a dar pelea por su subsistencia.

La nostalgia que sintió Casilda cuando apareció derribado sobre la plaza donde hay luce poco saludable fue la misma que asegura haber experimentado Kodama al enterarse de lo sucedido. En tal sentido, Cortés aseguró que la escritora "no solo manifestó su tristeza, sino que destacó el apego emocional que Borges le tenía al árbol que plantó en nuestra ciudad a la cual también quería y regresó al poco tiempo".

El dirigente rotario local valoró el aporte y acompañamiento de las escuelas para enriquecer la iniciativa que también apunta a "estimular el hábito por la lectura", dijo.



Fuente: La Capital

sábado, 21 de septiembre de 2019

Borges, a 120 años de su nacimiento


            Rafael Olea Franco, especialista en la obra borgeana

Se trata de los pocos autores de quienes tras su muerte no se pierde el interés por su literatura, por el contrario, crece

Eterno nominado al Premio Nobel de Literatura, que nunca obtiene no obstante que es de los escritores que más lo han merecido, el argentino Jorge Luis Borges es el creador de un estilo propio e inconfundible de literatura, del cual Tito Monterroso decía que era el más fácil, pero también el más difícil de copiar. Se trata de los pocos autores de quienes tras su muerte no se pierde el interés por su literatura, por el contrario, crece, y lo anterior queda demostrado por el hecho de que continúa la traducción de su obra completa a otros idiomas, la más reciente al chino, en 2006, es decir 20 años después de su muerte, y la publicación de estudios sobre sus cuentos, ensayos o temas recurrentes crece cada año.

Lo anterior se puede entender por la universalidad de sus textos que consigue no sólo por tratar temas de la misma índole, sino por los conocimientos del género humano que incluye en ellos. En charla con Litoral, el doctor de El Colegio de México (Colmex), Rafael Olea Franco, especialista en la obra borgiana, señala que el narrador, ensayista y poeta, cumple con dos características que pocos literatos tienen: ser escritor y pensador, y ello se demuestra, obviamente y en primer lugar, por sus libros, y en segundo por los saberes en diversas materias, entre ellas filosofía, matemáticas, tradición y costumbres judías, y de otras literaturas que incorpora a su escritura. Esta conjunción de literatura y conocimientos hace que consiga una literatura única, que lo identifica y lo hace universal, pues se trata de temas que le son comunes a las personas en cualquier punto del planeta.

Por ejemplo, Borges, de quien el 24 de agosto se cumplen 120 años de su nacimiento, gustaba de la filosofía idealista y pensaba que el alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860) había resuelto los misterios del universo, y esos conocimientos los traslada a su obra, pero literariamente, es decir “con carnita”, de una manera no tajante como lo son los libros o los discursos filosóficos.

De ahí viene también su contemporaneidad, señala al recordar que en el centenario de su nacimiento (1999), José Emilio Pacheco dictó una serie de conferencias en El Colegio Nacional en las que hizo hincapié en que, a diferencia de otros autores, quienes cuando mueren se pierde el interés en ellos, con Borges no ha sucedido así, por el contrario, aumenta, lo que continúa hasta hoy. Por ejemplo, es uno de los escritores de todos los tiempos más traducidos a otras lenguas.

De su obra puede decirse que es en sí misma un estilo y que es muy compleja, pero la complejidad no significa dificultad. De lo primero, Monterroso (1921-2003) decía que era el más fácil de imitar y el más difícil, pues quien lo intenta es fácil de identificar como una copia. Y de lo segundo, el mismo Borges recordaba una anécdota sobre el español Francisco de Quevedo, de quien en su tiempo se decía que su literatura era muy difícil, a lo que sus seguidores respondían: si se pone sobre la mesa un juego de damas y otro de ajedrez, el primero es más sencillo y el segundo más complejo, pero más rico.

La obra de Jorge Luis Borges (Buenos Aires, Argentina, 24 de agosto de 1899-Ginebra, Suiza, 14 de junio de 1986) permite varias lecturas, en cada una de las cuales se descubrirá algo nuevo, un ángulo o un conocimiento nuevo (de otras literaturas, de filosofía, cábala, etcétera), y en cada una de ellas se disfrutará igual o más, lo que no ocurre con otros autores. Igualmente es un innovador, como ocurre en la literatura detectivesca y como muestra está su narración La muerte y la brújula. Olea Franco recuerda que una obra de este género debe tener un enigma a resolver, en el que hay un crimen o no. En el cuento mencionado Borges introduce, muy a su estilo, datos del conocimiento universal, como lo es la tradición judía, y en una aparente trama de crímenes seriales el final enseña al lector que no es así, que la investigación lleva al detective a su muerte.

Pero hay un elemento más, extraordinario: al final de una discusión filosófica, más bien sofista, el narrador-detective se dirige al asesino dándole una serie de indicaciones para “la próxima vez que lo mate”. Frase que para un lector no avezado será una incongruencia, para uno con conocimientos verá que se trata de una estructura rica, compleja, que hace referencia a la paradoja de Zenón de Elea.

Con referencia a esa memoria prodigiosa y los conocimientos amplios que poseía, recuerda que en su educación infantil recibió como segunda lengua el inglés, porque tenía una abuela con ese origen, y en la adolescencia viajó con su familia a Inglaterra, en busca de una cura para su padre, quien padecía en los ojos una enfermad incurable que terminaría por heredarle a su hijo. Pero es 1914 y en Europa empieza la Primera Guerra Mundial por lo que la familia debe permanece ahí hasta 1921, entonces se le envía a estudiar a Ginebra, en alemán.

Por cierto, se trata de una época que recuerda triste, por la persistente lluvia, pero que casualmente al final de su vida la retomará con alegría, al grado que decide morir (14 de junio de 1986) y ser enterrado en Bruselas, lo que los argentinos han tomado como máxima traición.

El conocimiento del inglés, sobre todo, le permite acceder a una amplia gama de conocimientos de prácticamente todo el mundo, mientras que el alemán lo aprende de libros de filósofos de ese país, conocimiento que le interesaba en particular. También vive en España. En fin, su educación es amplia, variada, con intereses marcados en literatura, filosofía, historia, teología, lo que le permite formar una biblioteca personal, de títulos que le inspiran para crear su obra, pero además de ello está su creatividad.

De esta, el doctor en Filosofía (Lenguas Romances) y en Literatura Hispánica por la Universidad de Princeton y El Colegio de México, refiere que se pueden identificar dos etapas creativas, que no son radicalmente diferenciadas, una primera que se da en los años 20 del siglo pasado y la segunda, que es la del Borges que es admirado, inicia en los 40. En la primera se le nota cierto interés que tuvo por lo experimental, más que por las vanguardias, y también por su nacionalismo, en particular su amor a Buenos Aires. Del primer ciclo son los libros Inquisiciones y El tamaño de mi esperanza, que son sobre todo de ensayos, aunque también publica poemas. Libros que Borges pide no se vuelvan a publicar, que desaparecieran de su bibliografía, aunque su viuda, María Kodama, ya ha autorizado su reimpresión. Se trata de poemas y ensayos con una redacción muy enrevesada, con muchos juegos que no llegan a cuajar, detalla.

En los años 30 se nota un cambio en su literatura, que es cuando empieza a escribir relatos, cuentos, que publica por ejemplo en el libro Historia universal de la infamia. Para los 40 ya concreta su estilo, el cosmopolita, el de conocimientos vastos en diversas materias, el obsesionado por los laberintos, el tiempo circular, la tradición judía, el ajedrez, los tigres, etcétera. Sin embargo, acota, el primer Borges no desaparece, pues hasta el último de sus días seguirá escribiendo poemas sobre Buenos Aires.

EL ALEPH, 70 AÑOS

El libro El Aleph cumple 70 años en 2019, quizá uno de los más conocidos y contundentes del escritor, y es muestra de la forma de escritura de Borges, muy oblicua, es decir, inicia de una manera y luego tuerce, da media vuelta hacia el tema que al escritor interesa y regresa al origen. El cuento del título es un ejemplo: empieza narrando una historia de amor, del narrador por Beatriz Elena Viterbo, para pasar el deslumbrante objeto del cuento: el aleph, un “lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos”. Lo que hace Borges en esta narración es hablar del proceso de escritura, porque uno de los personajes, Carlos Argentino Daneri, escribe un poema llamado La Tierra a partir de T-O-D-O lo que ve a través del aleph, mientras que el narrador cuenta que escribe también algo, pero en sentido inverso, generalizando, seleccionando, eliminando cosas, porque no todo puede caber en una obra literaria, ya que sería enorme, inabarcable, inacabable.

En el fondo de este cuento, puntualiza, lo que hay es una referencia a la mirada divina, la que permite ver todos los lados de una esfera al mismo tiempo, lo que es humanamente imposible. Hay otros que han visto una preinvención del internet, en la que es posible múltiples cosas al mismo tiempo.

Unos más relacionan al cuento con la escritura misma: con la Beatriz de La Divina Comedia; Elena, la Helena de la mitología y la literatura griegas, y porque con la escritura es posible “ver” todos los lugares y objetos sin estar o haber estado ahí.

Hay otros elementos del cuento que vale la pena mencionar, como que Borges se convierte en un personaje del cuento. Veamos: del personaje Carlos Argentino Daneri -al que aborrece tanto- dice que trabaja en una biblioteca del sur de Buenos Aires, como Borges lo hizo en la Biblioteca Ideal Miguel Cané. Pero, además, en el momento más emotivo del cuento el narrador expresa: “Beatriz, Beatriz Elena, Beatriz Elena Viterbo, Beatriz querida, Beatriz perdida para siempre, soy yo, soy Borges”. Y es entonces que el cuento regresa a su inicio, a la historia de amor. Borges muestra de esta manera que su literatura abarca todos los aspectos humanos, tanto la del hombre frente a lo que le rodea, pero también hacia su interior, a las pasiones, al amor, además que es irónico.

Al respecto, vale la pena mencionar que El Colegio de México sacó una edición de la redacción original del cuento, en la que se ve los cambios que Borges hace, entre ellos el que en un principio Beatriz Elena y Carlos Argentino eran hermanos y no primos, lo que es importante porque en el cuento se menciona que en la correspondencia que mantienen se establece que hubo una relación íntima entre ellos, lo que nos hablaría de incesto en alto grado.

Sobre ello, recuerda que Borges era muy obsesivo al publicar, corregía, cambiaba, buscaba opciones, aunque manejaba una frase: la concepción del texto definitivo solo está en la religión (las escrituras sagradas) o en el cansancio, así como afirmaba que el noveno borrador no siempre es mejor que el primero o el segundo.

MÉXICO

Jorge Luis Borges sostuvo una relación especial con México, con algunos escritores, en especial con Alfonso Reyes. Esta amistad inicia cuando el intelectual mexicano era embajador en Argentina, en la segunda mitad de los años 20. Incluso su poemario Cuaderno San Martín fue publicado en una colección que dirigía el pensador mexicano, titulada Cuadernos de Plata. Desde el inicio hubo mucha coincidencia y complicidad literaria entre ambos, no obstante que Reyes era 10 años mayor que Borges, y pudieron hacer más, pero el mexicano terminó su labor diplomática y regresó al país. Cuando el mexicano muere, en 1959, Borges declara: Alfonso Reyes me enseñó que el español puede ser un instrumento de precisión y elegancia.

También le escribe un poema, AR (Alfonso Reyes), en el que destaca que Reyes había abarcado toda la circunferencia de la escritura.

Otro autor mexicano al que se acerca es Juan Rulfo, sobre todo por la novela Pedro Páramo y la atmósfera fantástica que genera, pero no se conoce nada que haya dicho o escrito de El llano en llamas. Incluso, a la novela le escribe un prólogo en el que dice que es una de las mejores obras de la literatura en lengua española y quizá de la universal.

También deja huella en escritores como Juan José Arreola o en José Emilio Pacheco, pero con quien no fluye mucho la relación es con Octavio Paz, lo que se pudo deber a un asunto personal, por alguna declaración o porque al argentino no le interesaba mucho leer a los escritores jóvenes, como Paz lo era; él se inclinaba por los clásicos.

RECONOCIMIENTO

El reconocimiento a la obra de Borges empezó en la década de los años 40. En los 20 era muy poco y mejoró en los 30. En los 50 empieza la traducción de su obra, primero al francés, y a pesar de que su fama se hizo universal en los 60, al obtener el Premio Formentor, jamás obtuvo el Nobel, no obstante ser de los pocos que se lo merecían. Al respecto, él ironizaba y declaraba cada año que una vez más sería candidato al galardón, pero que una vez más no lo obtendría. En esa omisión tiene que ver su relación con el régimen de Augusto Pinochet, del que recibe un reconocimiento. Olea Franco recuerda que hubo quien le dice que es un error, pero Borges decía que por ética ya no podía echarse atrás, declinar. Era una persona conservadora, aunque no exactamente un animal político. Sin embargo, como lo revelara el poeta argentino Juan Gelman, quien se refugió en México de la dictadura de su país, fue favorable al caso de las Madres de la Plaza de Mayo y les firmó un desplegado de apoyo, lo que le vale la animadversión de la junta militar.

Borges estaba marcado por el peronismo, gobierno que no lo trata nada bien, además de que con su ceguera también pierde relación con la realidad política, a la que asociaba con la era peronista.

Pero Borges no necesitaba el Nobel para ser el escritor que es, como lo en su momento lo dijo José Emilio Pacheco.

Fuente: El Porvenir  -  México