lunes, 23 de septiembre de 2019

Borges y una rola de los Doors



ALFREDO C. VILLEDA

Norman Thomas di Giovanni es uno de los más célebres traductores de Jorge Luis Borges al inglés y ha contado a V. S. Naipaul una anécdota extraordinaria. En algún momento de los cuatro años que llevaba entonces con esa labor, en 1969, llega a “Las ruinas circulares”, ese relato sobre una persona que sueña que solo existe en los sueños de otra, que busca a su vez al hombre perfecto, y comienza así: “Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche”.

Puede imaginarse cuánto se ha escrito sobre ese “unánime”, expone Di Giovanni, quien propuso a Borges dos traducciones, “circundante” y “envolvente”, antes de preguntarle: “¿Qué quiere decir realmente con noche unánime, Borges?”. La respuesta lo dejó pasmado: “Di Giovanni, es solo un ejemplo de la irresponsabilidad con la que escribía antes”.

A diferencia de casi todo experto en el argentino y de su legión de lectores, Naipaul aventura polémicos juicios sobre la obra de aquél. Dice por ejemplo en uno de los capítulos de El escritor y el mundo (Debate 2018), volumen de ensayos: “Lo irónico es que lo mejor de Borges no es ni misterioso ni difícil. Su poesía es accesible; una gran parte, incluso romántica”. Según el trinitario, “tiene alrededor de una docena de relatos memorables”. Y reincide: “Los rompecabezas y bromas de Borges pueden crear adicción, pero hay que reconocer lo que son; no siempre pueden resistir las interpretaciones metafísicas a las que se los somete. No obstante, hay mucho en ellos que atrae a la crítica erudita”.

Finalmente Di Giovanni usó para la traducción al inglés la palabra “envolvente”, pero a muchos eruditos, dice el exigente y quisquilloso Naipaul, Nobel de Literatura 2001, no les hizo ninguna gracia perder su noche unánime.

En otra dimensión cultural, ha pasado medio siglo desde que Robby Krieger escribió la canción “Touch Me”, primera de los Doors que, contra su voluntad, fue orquestada a propuesta del productor Paul A. Rotchild. Y aunque ya hizo las paces con los metales y cuerdas de aquel momento, hoy prefiere escucharla con la adaptación reciente, con un nuevo solo del propio guitarrista.

Cuenta a Rolling Stone que esa fue la única rola a la que Jim Morrison le puso peros, al título, pues originalmente venía como “Hit Me”, con la idea del juego del blackjack, y el Rey Lagarto temía que se le tomara literal, como dispárame o golpéame, por lo que ambos acordaron titularla “Touch me”. Encima de este disenso resuelto, sin embargo, Krieger se ríe de una estrofa de esa canción, “¿No ves que no tengo miedo?”, y se pregunta: “¿Miedo de qué? Ni siquiera sé lo que significa”. Y confiesa haber tomado de Joan Baez otra parte, que nadie conoce bien a bien a qué pieza pertenece, ni la propia cantante: “Ahora te amaré hasta que el cielo detenga la lluvia”.

Como es notorio con Borges y Krieger, hay juegos de palabras en sus expresiones culturales que acaso no tengan mayores pretensiones. “Cosas que escribe uno”, comentó alguna vez José Emilio Pacheco al fusilero a propósito de uno de sus versos mayores.

Fuente: Milenio

No hay comentarios:

Publicar un comentario