sábado, 7 de septiembre de 2019

Olvidar para Recordar: del Funes de Borges a la amnesia por estrés



 Dra Mariana Bendersky

Un motivo común de consulta neurológica en gente joven, súper exigida y ansiosa, que duerme pocas horas para poder trabajar más, son olvidos frecuentes causados generalmente por falta de atención.

Definir la memoria es casi tan difícil como definir el tiempo. En términos generales, diríamos que es un cambio en un sistema que altera la forma en que funciona el sistema en el futuro. Una memoria típica es una reactivación de conexiones entre diferentes partes del cerebro que estaban activas en algún momento anterior. El olvido es más fácil de definir: es la pérdida de la memoria en general o de alguna memoria específica.

A mediados del siglo XX, Borges escribió el cuento Funes el memorioso, que relata la historia de un peón uruguayo que luego de un accidente adquiere la increíble capacidad de recordarlo absolutamente todo, hasta el mínimo detalle. Tal era la incapacidad de Funes para crear conceptos generales que «le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)». Esta memoria infinita le impedía hacer otras cosas, e incluso pensar. “Dos o tres veces había reconstruido un día entero; no había dudado nunca, pero cada reconstrucción había requerido un día entero.” Lo importante entonces es poder olvidar.  Para dar lugar a que se hagan otras memorias, en primer lugar. Para no vivir el infierno de recordar todo, de lo cual la mayor parte o no queremos o no nos sirve.

Borges ya planteaba hace más de 50 años, sólo con su imaginación y sin hacer experimentos en neurociencias, que pensar es abstraer y que para poder recordar es necesario olvidar. Quizás hubiera escuchado algo sobre un paciente del neuropsicólogo clínico ruso Luria, un “Funes” real, que podía memorizar básicamente todo lo relacionado con su vida, pero tenía problemas para identificar las características comunes, los patrones. Y seguramente, leído a Nietzsche, quien también decía que “La buena memoria a veces es un obstáculo al buen pensamiento.”

La memoria está distribuida en distintas partes del cerebro, pero hay un área específica involucrada en su formación: el hipocampo. Rodrigo Quian Quiroga, un físico y matemático argentino que trabaja en Neurociencias en Leicester, Inglaterra (muy fan de Borges, por cierto) descubrió un tipo de neuronas del hipocampo capaces de generar representaciones abstractas de conceptos. En experimentos con microelectrodos que registran la actividad de estas células, pudo comprobar que la misma neurona se activa de manera selectiva, invariante y multimodal ante un concepto en particular. Por ejemplo, disparaban cuando se le presentaban al paciente diferentes imágenes, el nombre escrito o el nombre hablado de, por ejemplo, Jennifer Anniston (por lo que a estas neuronas “conceptuales” se las conoce como las neuronas de Jennifer Anniston) En nuestro país, en la Unidad Ejecutora de Estudios en Neurociencias y Sistemas Complejos del CONICET, en Florencio Varela, Belén Gori, bióloga, termina su doctorado replicando estos mismos experimentos con personajes vernáculos, por lo que se han identificado “neuronas Carlitos Tevez” o “Diego Maradona”. Esta técnica de Registro de Neurona Individual, se realiza en pocos centros del mundo: Los Ángeles, Bonn (Alemania), Nancy (Francia) y Londres, siendo el ENyS el único en Argentina y el primero en Latinoamérica en llevar a cabo, desde el 2012 esta técnica. Apenas 300 milisegundos le bastan al cerebro humano para generar un recuerdo, el tiempo que tardan las "neuronas de concepto" en relacionar imágenes.

La habilidad del cerebro de recolectar, conectar y crear mosaicos a partir de estas impresiones de milisegundos de duración es la base de cada memoria. Por extensión, es la base de uno mismo. Nuevamente Borges nos enseña “Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.” Pero esto no es sólo poético o metafísico. Cada experiencia sensorial produce cambios moleculares en las neuronas y reconfigura la manera en la cual se conectan unas a otras. Esto quiere decir que nuestro cerebro está siempre en remodelación en base a la memoria. Esto se debe a una propiedad llamada plasticidad, la característica de las neuronas que memorizan. La memoria es el sistema mismo. La mente hace, transforma y reprime, extingue u olvida memorias.

El proceso de traer a la memoria un hecho, implica construir activamente el pasado, o al menos las partes del pasado que podemos recordar. Esta construcción activa es tan personal, que explica cómo la misma anécdota es recordada de diferente manera por gente que la vivió al mismo momento. ¿Cómo puede ser que traer un recuerdo a nuestra memoria lo cambie? Los recuerdos falsos pueden ser creados potencialmente por este proceso de recordar el pasado, de hecho, los psicólogos han implantado falsos recuerdos de manera experimental. La psicóloga Elizabeth Loftus realizó un famoso experimento en la década del ´70 en el que les mostraban a varios individuos fotos de un accidente automovilístico. Días después les preguntaron: “¿a qué velocidad iban los autos cuando se encontraron/ toparon/ chocaron/ colisionaron? ¿había vidrios en la escena? ¿había sangre en la escena?” Los sujetos que en la primera pregunta escucharon las palabras “se encontraron” respondieron que los autos iban a menos de 40 km/h, que no había vidrios rotos ni sangre. Los que recibieron “toparon” recordaron velocidades más altas y vidrios rotos, pero no sangre. Los que recibieron “chocaron”, refirieron velocidades de 60-80 km/h, vidrios y sangre. Y los que recibieron la pregunta con la palabra “colisionaron” recordaron velocidades altísimas, muchos vidrios rotos, mucha sangre y hasta personas muertas en la calle. Es decir que una palabra colocada en la pregunta modificaba instantáneamente la memoria adquirida unos días antes!!

Este “arte” profundamente inmoral de hacer que personas, o todo un pueblo, olvide sus memorias, ha sido explotado por políticos, medios y agentes de propaganda. León Gieco dice “La memoria apunta hasta matar/A los pueblos que la callan/Y no la dejan volar/Libre como el viento”. Y realmente, si la memoria hace a un individuo ser quien es, la memoria colectiva nos da nuestra identidad como pueblo, y nos evita volver a cometer funestos errores.

No hay memoria sin emociones, y esto tiene que ver con el rol de la amígdala, un pequeño núcleo del cerebro, del tamaño de una almendra que se encarga de la consolidación de la memoria, por un lado, pero también de comportamientos más primitivos y fundamentales para la supervivencia, como el miedo. Es casi imposible olvidar una memoria adquirida bajo una gran emoción: todos los argentinos sabemos qué estábamos haciendo, con quien estábamos y dónde durante los acontecimientos de Diciembre de 2001 o cuando Argentina quedó subcampeón en el mundial de 2014.


Dra Mariana Bendersky

Doctora en Medicina

Médica Neuróloga

Profesora adjunta de anatomía/UBA

Investigadora

Fuente: Linkedin

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