jueves, 16 de junio de 2011

Jorge Luis Borges considerado precursor de Internet


Varios estudiosos de la literatura coinciden en afirmar que el escritor argentino fue un visionario del mundo virtual. Cy-Borges y Borges 2.0 son los títulos de algunos de los trabajos que exponen esta tesis

No se trata de un planteo nuevo, pero llama la atención la unanimidad. El diario español ABC recordaba, ya en el año 2008, que el escritor italiano Umberto Eco había sido uno de los primeros en exponer este enfoque. "La insistencia con que el argentino recrea un mundo, más que conocido, devorado por el conocimiento, donde los libros atrapan a sus lectores incluso físicamente, donde se cruzan sin cesar infinidad de datos y donde el saber parece tener vida propia, al margen de los sabios, despierta inmediatas asociaciones con la ciberrealidad actual", decía el periódico, que definía a Borges como un "ciberautor de moda en los Estados Unidos".

Precisamente, por aquella misma época, el diario estadounidense The New York Times publicaba un artículo de la misma temática titulado "Borges y el futuro previsible".

Cy-Borges es un conjunto de ensayos sobre el tema compilados por la Bucknell University Press. Mientras que Borges 2.0: del texto a los mundos virtuales es el libro de la hispanista Perla Sassón-Henry, profesora de la Academia Naval de los Estados Unidos.

En opinión de todos estos analistas, las obras de Borges, que murió hace 25 años, un 14 de junio, prefiguraron "la realidad virtual, las bibliotecas universales, la lectura infinita e infinitamente personalizada", dijo ABC.

Sin embargo, Borges no puede ser considerado un escritor futurista. Sus relatos se ubican, más bien, en contextos antiguos, decorados de otros tiempos, como un sótano de Buenos Aires donde de pronto aparece una suerte de webcam universal con el objetivo apuntando hacia el universo: el Aleph, "uno de los puntos del espacio que contienen todos los puntos", según la propia definición del genial autor.

Sasson-Herny describe a Borges como "un hombre del mundo antiguo dotado de una visión futurista" y afirma que, con él, cualquier lector puede sentirse más "activo" que con muchos otros escritores.

La reedición de Labyrinths por la estadounidense New Editions incluyó un prólogo de William Gibson, considerado el precursor de la novela cyberpunk y responsable de la difusión de términos como ciberespacio, que hoy son parte del lenguaje cotidiano.

Ironía del destino, o de Dios, fue quitarle la vista a un hombre que vivía rodeado de libros. Condenado a no ver, como Beethoven a no escuchar, Borges se refugió en su memoria y, de hecho, creó su propia red para evitar que la literatura se le escapara y fundó un mundo virtual más grande que el real.

Borges habría sido el primer ciberlector, alguien a quien ya no le basta con leer pasivamente, sino que desea sentirse parte del libro. ¿Qué diría hoy de una red que permite condensar todos los conocimientos y ponerlos en el mismo instante a la disposición de millones? ¿Qué diría de las bibliotecas virtuales y de los libros electrónicos? El universo al alcance de los dedos...

A continuación, un fragmento de El Aleph

"Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años, vi en el zaguán de una casa en Fray Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemont Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo"

(Jorge L. Borges, 1949)

Fuente : Infobae.com
16 de junio de 2011

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